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—Eh... ¿Aleix? Tú... ¿crees que podrías moverte?— me removí molesta por aquella voz que perturbaba mi sueño. Estoy tan cómoda que no me molestaría quedarme así durante toda mi vida. —¡Aleix, estás aplastándome!

Abrí mis ojos de golpe para fijarme en la posición en la que me encontraba, abrazada en torno a Gilbert como si fuera una almohada, pero eso no fue lo que me perturbó, si no que su cabeza está sobre mi pecho y mis brazos lo encarcelan en su lugar.

Me separé de un salto llevando mis manos a mi pecho por acto reflejo mientras Gilbert respiraba agitado desde el otro extremo de la cama, sus mejillas estaban rojas y tenía una mano en su corazón.

—Lo sien...— no pude terminar la oración cuando él ya se había puesto de pie agitado y corrió hasta el baño, donde cerró la puerta con fuerza.

Yo, aún en shock y sinceramente confundida, bajé al comedor donde estaba Bash sirviendo el desayuno, me miró con una sonrisa y me deseó buenos días.

—Parece que soy su padre.— rió apuntando a su delantal— ¿Y Blythe?

—No preguntes.— me limite a responder.

Quince minutos después bajó, se nos hacía tarde para la escuela y mis ganas de caminar con el son nulas, pero no me sabía el camino así que tendré que soportarlo.

—¡Buenos días!— saludó Bash.

—B-Buenos días.— respondió él con voz baja, sus ojos se encontraron conmigo un momento y rápidamente bajó la mirada y se sonrojó. Bash me miró extrañado y yo le devolví la mirada, ¿qué demonios?

Gilbert caminó directo al perchero junto a la puerta donde se puso su abrigo y su sombrero, miró levemente sobre su hombro hacia mi y Bash me dio un ligero empujón en el hombro, así que entendí que me esperaba a mi.

Le di una última mordida a una tostada y tomé otra para el camino, me puse otro abrigo sobre los dos que ya traía puestos, mi sombrero y seguí a Gilbert, que ya había salido y estaba algunos pasos por delante de mi.

Lo seguí en silencio manteniendo la distancia, mientras comía mi tostada. ¿Qué lo habrá hecho reaccionar así? ¿Acaso sintió mi pecho y ya sabe que soy una chica?

Golpeé mi cabeza con mi mano hecha puño un par de veces, ¡imposible! Aparte de que ahí no hay prácticamente nada que sentir, estoy vendada. Y dudo que lo primero que le llegue a la mente al sentir que estoy vendada sea que soy una chica encubierta.

Pude ver ella escuela desde la lejanía y mi corazón comenzó a ir de prisa. Dejé salir un suspiro de puro terror que no pasó desapercibido para Gilbert, quien paró y volteó a verme, me miró de arriba a abajo y luego me sonrió.

—No tengas miedo, todo estará bien.

—¿Estás seguro?— lo miré, dudosa.

—Te lo prometo.— me extendió la mano, sentí mis mejillas sonrojarse y escuché con claridad los latidos de mi corazón cuando correspondí a su gesto, y agarrados de la mano nos dirigimos hasta la escuela, en silencio.

Ninguno dijo nada, simplemente caminamos con nuestras manos unidas como si fuera algo normal entre nosotros. Sentí mis manos sudar, más a Gilbert eso no le pareció molestar. Al llegar a la puerta, ni siquiera me miró, apretó mi mano una última vez antes de soltarla y ambos abrimos la puerta.

Me quité dos de los abrigos que traía quedándome solo con uno, y detrás de Gilbert me adentré al salón de clases, donde instantáneamente todos nos voltearon a ver. Escuché tantos salidos masculinos hasta suspiros femeninos dirigidos a Gilbert, quién se adelantó para saludar a todos.

—Éste es mi mejor amigo, Aleixandre. Ahora vive conmigo y vendrá a la escuela con nosotros.

—Hola, pueden llamarme Aleix.—un grupo de chicas soltó un grito emocionadas, y no pude evitar reír por dentro.

Pobrecitas.

¿De dónde eres?

—¿Dónde se conocieron?

—¿Cuántos años tienes?

Comenzaron a bombardearme con preguntas y no pude responder a ninguna, de repente todos se callaron y un silencio inundó la sala. Miré a Gilbert, y éste miraba a alguien a mis espaldas embobado. Al voltear, una chica pelirroja de cabello corto entraba.

Así que ella es Anne.— me dije.

—Anne.— dijo Gilbert, acercándose a ella.

—Volviste.— dijo, igual de anonadada que él. No pude disimular la sonrisa triste que me embargó.

—Sí, Hola.— le dedicó su tan encantadora sonrisa, poniendo sus manos en sus bolsillos. Uh...

—No hay oro...— murmuró, seguramente muy nerviosa.

—Lo sé, no vine por eso. Me alegra mucho verte.— Diablos, eso dolió.

Una puerta a nuestras espaldas se abrió dejando ver a lo que supongo es el maestro, todos se sentaron, incluyéndome.

—Parece que tenemos a un nuevo chico en clase, ¿está sentado en el lugar correcto, jovencito?— le preguntó a Anne, vi la mirada que le dedicó a Gilbert y pensé que diría algo, sin embargo no lo hizo.

—De hecho el chico nuevo está por aquí, señor. Quiero creer que estoy en el lugar correcto. — dije, poniéndome de pie y causando algunas risas. Anne me miró con sorpresa y yo le sonreí. El profesor volteó a verme con una ceja alzada y me apuntó al frente.

—Preséntese.

—Mi nombre es Aleixandre Malfoy, pueden llamarme Aleix. Vengo de París, Francia y ésta es mi primera vez en Canadá.

—Y ya que quiere estar de héroe, se sentará con las chicas por hoy.— dijo altanero, seguro para molestarme. Obviamente no le daré el gusto.

—Oh, para mi es un placer, señor.— respondí guiñándole el ojo a una chica de la primera fila, haciendo reír a todo el salón. Me dirigí a un asiento del lado de las niñas y me senté.

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Gilbert's POV

Cuando llegamos a la casa Bash estaba temblando frente al fuego con una manta sobre sus hombros. Reí cuando Aleix murmuró un Dios, sí y corrió a sentarse junto a él en busca de calor.

—Les advertí sobre los inviernos aquí...

—No, así no, Blythe. Así no.— dijo Bash. —Este sol no es real, no da calor, no calienta, ¡no hace nada!

—Me estoy congelando el trasero.— agregó Aleix.

—¡Y el aire! ¿Cómo puedo trabajar si el aire que respiro me quiere matar?

—Vamos a organizarte.— dije, abriendo la puerta de la habitación de mi padre, olvidándome por un momento de que él ya no estaba. Caminé hasta su baúl a paso nervioso y saqué un abrigo, pronto me di cuenta de que Bash y Aleix estaban aquí tambien.

—Gilbert...— murmuró Aleix.

—Papá se alegraría de que lo valoraran. Además, eres patético.— se lo tendí.

—Gracias, señor Blythe.— dijo Bash, mirando hacia el cielo.

Por un momento puedo jurar que vi a Aleix secándose una lágrima que bajó por su mejilla, murmuró algo sobre ir a dormir y subió las escaleras. Al fin.

—Necesito hablar contigo.— le susurré a Bash, este me miró extrañado.

—¿Qué?— gritó.

—¡Shh! Te escuchará...

—¿Aleix? ¿Por qué, pasó algo?

—Yo... estoy muy, muy, muy confundido, Sebastian.— le volví a susurrar, poniendo mi mano sobre mi cuello. Cómo me avergüenza decirle esto...

—¿Confundido, de qué?

—Creo que me gusta...

—¡¿Qué?!

—¡Shhh! — suspiré—A mi siempre me han gustado las chicas, hasta esta mañana creí que me gustaba Anne. Pero al despertar, él estaba muy cerca de mi y, bueno...

Oh.— dijo. Soltó una pequeña rosa, y seguido de eso comenzó a reírse cada vez más.— Chico, tal vez solo fue una casualidad, eso pasa seguido, más en las mañanas y más aún a tu edad...

—Pero a mi no me sucede, Bash. ¿Qué demonios hago?

—Bueno, ahí si no te puedo ayudar Blythe.— me miró — Y tú, ¿qué quieres hacer?

Lo consideré por un segundo, ¿Acaso me gusta?

Oh, no. Imposible.

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Espero les guste! Si hay un error por favor avísenme, lo escribí y lo subí al instante porque las amo ahre, pensé que se merecían capítulo.

¡Díganme que creen que pasará!

Lau ⚡️

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