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—Chicos.— llamó Gilbert, me removí en mi hamaca para darle la espalda. —Bash, sé que no estás dormido porque tienes los ojos abiertos. Aleix.—Se callo por unos segundos.— Sebastian.— llamó de nuevo.

—¿Tu nombre es Sebastian? Deberías ser el dueño del barco.— rodé los ojos y los cerré dispuesta a dormir, su conversación no me interesa.

—Hay una chica en Avonlea...— abrí mis ojos como platos y me volteé, ok ahora si quiero saber. Permanecí acostada en mi hamaca viéndolos de frente, esperando a que Blythe siguiera hablando. —Anne.

—¿La que te golpeó en la cabeza por llamarla zanahorias?— me interpuse yo, Gilbert sonrío mientras asentía, y mi estómago comenzó a doler.

—Es pelirroja, y tiene un carácter fuerte.

—Debió haber hecho más que pegarte.

—Me pregunto si volveré a verla...

—Ya vuelvo.— interrumpí. Me paré lo más rápido que pude y subí hasta cubierta, me apoyé del baranda con los brazos y bajé la cabeza.

Nunca me había puesto a pensar en que, aunque yo sepa que soy una chica, y en mi mente Blythe y yo nos llevamos demasiado bien como para ser amigos, para él soy un chico, y nada más que un chico.

No estoy mal con que me rechace por no gustarle, sin embargo, si me pone triste el ni siquiera tener una oportunidad, y es cuando me pongo a considerar si debería contarle.

Pero, ¿y si se enoja conmigo y ya no quiere hablarme? ¿Y si me delata? ¿Y si le digo mi secreto y al final, sigo sin interesarle?

—¿Estás bien?— escuché a Gilbert preguntar detrás de mi. —así te encuentran aquí estarás en problemas. —me encogí de hombros.

—Solo necesitaba pensar un poco.— respondí en voz baja.

—Acaso... ¿Es porque hablé de Anne?— me volteé a verlo asombrado y éste suspiró, apoyándose del barandal a mi lado. —¿Recordaste a alguien que extrañas?

—Sí.— mentí— Yo... una chica, en casa. Tiene el pelo negro y los ojos más brillantes que haya visto. El pelo rizado y salvaje, y el mejor sentido del humor del mundo.

—¿Era tu novia?

—No.— sonreí, mirándolo— Solo amigos. Yo estaba... estoy, enamorado de ella pero, para ella yo solo soy un amigo, y nunca me considerará como algo más.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque le gusta otra persona, Gilbert.

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—¿Listos, chicos?— preguntó Bash, Blythe y yo nos miramos y nos encogimos de hombros, para luego asentir. —Dos ron y un babash.— pidió al cantinero.

Llevé el vaso a mi boca y lo bebí todo de un trago. Gilbert le dio un trago e hizo una mueca de asco horrible, Bash y yo nos reímos de él.

—Ver el mundo, probar cosas nuevas... ¿qué podría ser mejor?— dijo.

—El oro.— dijo Bash.

—¿De qué me perdí?— pregunté.

—Anne le escribió una carta a Blythe diciéndole que en Avonlea hay oro. No te entiendo, chico. Si yo tuviera una chica linda, me iría con o sin oro. —yo hice una mueca y volteé la cabeza para rodar los ojos sin que me vean. Estúpida Anne.

—Yo no diría que es la narradora más confiable.— dijo Gilbert, poniendo esa sonrisa sonrisa que hace cuando habla de ella, volví a sentir mis entrañas revolverse. —Además, con Anne no es así. Es solo mi amiga.

—Una amiga que te hace sonreír y actuar como un tonto. ¡Sé un hombre!

—Lo soy.— dijo dándole un trago a su ron.

—Solo un Niño no admite cuando está enamorado.

Me paré de mi silla estirándome y tomé el vaso de babash, bebiéndomelo de un solo trago, harta de la conversación que estaban teniendo ellos y solo queriendo que el nudo en mi garganta desaparezca.

—Hey, no.— dijo Bash, pero ya era demasiado tarde.

—Oh Dios.— murmuré sintiendo como si mi estómago se hiciera una bola y de repente quisiera salir por mi garganta. Corrí lo más rápido que pude hasta fuera de la tienda y vomité en el suelo. Sentí las manos de Gilbert palmándome la espalda mientras dejaba salir toda mi vida por mi boca.

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Cuando Gilbert tuvo su Epifania a través del parto de aquella mujer, ese preciso día yo preferí quedarme en el barco ya que no me resultaba emocionante el ir a mandar la "carta de amor" de Gilbert para la tal Anne. El día terminó siendo más emocionante que eso, y realmente me lamenté el no ir.

Lo próximo que supe es que Gilbert quería volver a Avonlea y convertirse en doctor. Me dijo que no era necesario que yo fuera con él, como si eso fuera posible...

Así que aquí me encuentro, congelándome el trasero en Avonlea.  Si en Trinidad me daba frío de noche, aquí definitivamente moriré congelada.

—Bienvenidos a casa.— nos dijo Gilbert.

—Igual a ti, Blythe.— dijo Bash. Yo no pude responder pues cada hueso de mi cuerpo temblaba mientras caminábamos a la entrada de su casa.

—Si no recibo calor en los próximos cinco minutos se me congelará toda la sangre del cuerpo, Gilbert Blythe.— hablé con la voz temblorosa, halé las mangas de mi abrigo hasta que me cubriera los dedos y me abrasé a mi misma.

—Toma, iré e buscar la leña.— dijo, quitándose su abrigo y ofreciéndomelo. Lo tomé sin dudar y me lo puse, luego me senté en el suelo y pegué mis piernas a mi pecho, aproveché que el abrigo era grande y cubrí mis piernas también, subí el cierre en esa posición y después metí mis manos a los bolsillos.

—Yo iré a cocinar algo.— dijo Bash.

—S-Sopa extra caliente, por favor.— pedí.

Gilbert volvió y dejó salir una risa al ver mi posición, seguro me veo rara. Sonreí también mientras el prendía fuego en la chimenea.

—La casa tiene tres habitaciones pero, yo... no quiero sacar las cosas de mi padre de la suya.— murmuró, luego volteó a verme y aclaró su garganta. —Espero que no te moleste compartir, Aleix.— me atraganté con mi propia saliva y comencé a toser de la impresión, Gilbert se acercó y palmeó mi espalda en un intento de que respirara de nuevo.

—Si. Digo, ¡no! No, no hay problema. Está bien.— reí nerviosa y él me miró extrañado.

—Bueno... yo volveré a la escuela mañana, y esperaba que vinieras conmigo, si es que lo deseas.

—Yo... llevo mucho tiempo sin ir, realmente ni siquiera recuerdo como se ve mi letra.— dije. —No me gustaría que se burlen de mi o algo parecido...

—No te preocupes, estaremos juntos.— me dijo sonriéndome, y no pude evitar preguntarme si ahora que no estamos en el barco podría confesarle quien soy realmente.

Ese día en la noche, esperé a que Gilbert fuera al baño para cambiarme de ropa y lo hice lo más rápido que pude, para cuando terminé (en tiempo récord) él aún no había vuelto a la habitación, y los nervios me azotaron de repente. Me quedé parada en el centro de la habitación, sin saber si acostarme en la única cama que había.

—¡Estoy muerto! No puedo esperar a dormirme.— dijo Gilbert entrando y cerrando la puerta, estaba restregando su cabello con una toalla por lo que supuse que se había lavado el cabello.

—Yo... ¿dónde hay mantas para dormir en el suelo?— pregunté.

—¿Por qué? En la cama cabemos los dos.— sonrió, se sentó en ésta y se quitó los zapatos para luego acostarse.

Lo imité subiéndome por el otro lado de la cama, pero a diferencia de él yo me cubrí inmediatamente por el frío que calaba mis huesos, aún así sintiendo mi cuerpo temblar.

—Buenas noches.

—Buenas noches, Gilbert.— respondí.

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¡Uy! ¿Qué pasará mañana? ¿Cómo amanecerá nuestra pareja favorita? La más importante de las preguntas es, ¿cómo reaccionarán las chicas del colegio a Alizee? Y, ¿Acaso le contará a Gilbert toda la verdad?
¡Díganme que creen que pasará!

Lau⚡️

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