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Se escuchan solo gritos esparcidos por toda la sala de maquinaria, algunos gritan "¡más rápido!" Y otros "¡más despacio!", arrojo carbón a la caldera junto a Blythe, que deja salir una risa silenciosa.

—Parece una orgia con mala organización.— comentó chistoso, haciéndome reír a carcajadas. Una buena cosa de ser un chico, es que te cuentan cosas que como chica jamás te dirían.

—¡Ustedes! ¿Se les paga por reír o por trabajar? ¡Y tú, Trinidad, no estás de vacaciones! ¡Trabaja!— gritó el amargado, dejé escapar otra risita ante eso. Gilbert me miró y yo lo miré a el, nos sonreímos y comenzamos a cantar a todo pulmón;

—¡Oh, when I was a little boy my mother often told me!

—¡Way, haul away, we'll haul away Joe!

—No hagan enojar a ese hombre, ni a mi.— dijo el señor que trabaja a nuestro lado, Blythe solo siguió cantando.

—¡That if I did not kiss the girls...!

—No es gracioso.— repitió el hombre.

—No tratamos de ser graciosos.— comentamos al mismo tiempo, nos volvimos a reír y chocamos nuestras manos.

—Bueno, tal vez un poco.— dijo Blythe, lo miré con una sonrisita y ambos le prestamos atención a 'Trinidad'.

—¡¿Quieren un trabajo diferente?! ¡¿Eso es lo que quieren?!— volvió a gritar el jefe de máquinas, enojado.

—¡Perdón señor!— gritó él.

—Aveces la música simplemente brota de mi alma sin control.

—Es la musa que llevamos dentro, señor.— dijo Blythe, esta vez no pude aguantar la risa y volví a carcajear esperando que el jefe no se enojara.

—¡Los mandaré a la zanja estrecha! ¿Eso es lo que quieren?

—¡Señor, no señor!— dije haciendo el movimiento militar.

—Aquí estamos bien, señor. ¡Vamos para allá!— dijo Trinidad, y simplemente lo seguimos, por alguna razón.

—Supongo que las letrinas serían particularmente desagradables...— musitó Gilbert, e hice una cara de horror.

—¡No seas tonto!— dijo Trinidad, y estuve de acuerdo con él.

—¿Acaso no quieren trabajar? ¡¿Es eso?!

—¡Estamos bien, señor!— repetí esta vez en serio preocupada, comenzando a trabajar.

—Nos encanta trabajar.— prosiguió Trinidad.— Este trabajo es un privilegio.

—No más hablar.— dijo serio. Vi intenciones en el rostro de Blythe que callé rápidamente con una mirada, el descarado simplemente soltó una risita y comenzó a trabajar.

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Esa noche en las hamacas, a la hora de dormir, Gilbert y yo estábamos tumbados mirando las estrellas y cantando en voz alta, sin hacer nada más, simplemente cantando.

—That if I did not kiss the girls, my lips would all grow moldy.

—¡Way, haul away, we'll haul away Joe!

Escuchamos murmullos de fondo, seguramente los demás quejándose de nuestro canto. Esta canción me la había enseñado Blythe (a las malas) pues la cantaba cada día en cada momento, se supone que era una canción que las madres le cantaban a sus hijos (recálquese ahí, en masculino) por lo que Blythe se sorprendió cuando le dije que no me la sabía.

—Eso es raro, ¿Por qué tu madre no te la cantaba?— preguntó.

~No lo sé, Blythe. Tal vez porque soy una chica. Ah, y también porque mi madre es una hija de puta.

—No tengo idea, que raro ¿verdad?— le respondí.

—¡Dos días seguidos de esto! El fogonero no es único a el que no le gusta esa canción.

—Solo estábamos bromeando.— dijimos ambos al mismo tiempo.

—Pues no bromeen.— respondió, arisco. Rodé los ojos al cielo y solo me tiré en mi hamaca.

—Bueno, el fogonero es un blanco fácil...

—No es por eso...

—¿Qué te molesta a ti?— le pregunté, algo exasperada.

—He sido operarlo por diez años. Más. Esto es todo lo que tengo, no puedo ascender y tampoco hay nada en tierra para mi.— Sus palabras fueron como un balde de agua fría para mi, sentí lástima.— Ustedes son blancos, y tienen opciones. Son turistas en esto, un francés de ciudad y un Niño de pueblo. Yo necesito esto. No me hagan perder el trabajo, ¿entienden?

Yo asentí, sintiéndome como la mierda de egoísta, y mis ojos se humedecieron. ¡Los hombres no lloran, carajo! Pero yo no soy un hombre, recordé de repente. Y me asombré al haber olvidado eso por un momento.

—Lo sentimos.— dijo Blythe, yo aclaré mi garganta y me volví a tumbar en mi hamaca.

—Y por Dios, ¡cantan terrible!

—¡Eso dices tú!— respondió. Yo solté una leve risa, aún tratando de recuperarme.

Desperté de golpe la mañana siguiente, con unas terribles ganas de ir al baño, sin embargo llegó el mayor problema de este barco. ¡Un solo baño, a las 5 am con casi 100 hombres!

Muchos en lugar de esperar o hacer fila simplemente (y muy asqueroso también, en mi opinión) lo hacían en una botella en una esquina, los más descarados solo se ponen en la orilla y apuntan al mar.

Pero claro, ¡yo no tengo lo que los hombres tienen! Tengo que hacer la fila con los demás, y los que hacen la fila no van a hacer pipí. Así que, básicamente, cada vez que entro al baño es como recibir un regalo. Uno muy desagradable.

—¿Por qué siempre esperas en la fila?— preguntó Blythe adormilado, con el pelo desordenado y todo lleno de carbón. Se veía tan tierno que tuve que reprimir una sonrisa.— Es decir, se para qué, pero ¿acaso solo haces del 2?

—No me gusta ir al baño frente a los demás, es repugnante.— respondí con una mueca.

Uh la lá, señor francés.— dijo uno al fondo.

—Que delicadito nos saliste.— se rió Gilbert, y no pude evitar sonrojarme.

—¡Pues si soy francés!— exclamé en un, muy pobre intento de defenderme. —Y solo no me gusta.

—Como quieras.— dijo el volteándose para ser de esos que no les importaba apuntar al mar frente a todos, desvíe la vista sonrojada y fingiendo estar asqueada.

Porque por alguna razón, cuando se trataba de Gilbert Blythe, nada es repugnante para mi.

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¡Hola hola!

Decidí terminar este capítulo rápido después del prólogo, porque siendo que no muestra mucho lo que será la novela. Así que básicamente subí este capítulo para convencerlos de quedarse conmigo jeje

Lau
♥️

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