Parte 22
Entre mis contactos tengo un número encubierto, si alguien lo viera nunca podría adivinar que este número es de un agente de la CIA. Cuando por fin lo encuentro marco para llamar. Después de tres pitidos una voz ronca atiende.
—¡Dime que te tienen amenazada!
—Podríamos decir que peor.
—¡Tanto tiempo preciosa!
—Veo que no has perdido los dotes de conquistador.—Tras mis palabras Bruce me mira y hace un gesto de fastidio.
—Me conoces tan bien querida.
—Elias, esto es serio tengo problemas.
—Lo supuse por tu llamada ¿Qué ocurre?
[...]
Paso más de cuarenta minutos explicando toda la situación para enterarme de que la CIA después del juicio fallido de McRae puso sus manos tras eso. Así que me ahorro bastante detalles. Quedamos en encontramos para decirme que se podía hacer, aunque a Bruce después de escuchar nuestra conversación no le hizo demasiada gracia supo entender la urgencia de este encuentro. Dentro de dos horas nos encontraremos en un bar céntrico tengo que ir sola. El por lo que me dijo, avisaría a su superior para ponerle al tanto sobre mi posible colaboración, si esto sale como quiero pronto veré el final de todo esto.
Estoy sentada en el fondo del bar "City" esperando a Elias, espero que se presente. Después de quince minutos de espera, entra al bar, esta igual a cuando lo conocí, todo un modelo de pasarela, vestido tan casual que jamás adivinarías cual es su profesión. Se acerca a mi mesa, tan sonriente que en cierta manera me contagia su sonrisa.
—¡Que alegría tan grande volver a verte!
—Lo mismo digo Elias— devuelvo su abrazo y cuando va a darme un beso, susurra en mí oído —Alguien me siguió disimula.
—¿De la agencia?
—No, es un novato, pude ver el arma antes que prácticamente se arrojara en su asiento.—¡Maldición!
—Y hay otro afuera y posiblemente en el auto estacionado al frente de la puerta del bar, siéntate.
Debo reconocer que me impresiono, me siento disimulando una tranquilidad que no poseo.
—Tu llamada me ha sorprendido bastante Karen, creí que te habías olvidado de mí—. Se acomoda mejor en su asiento y llama al mozo.
—Simplemente me dio nostalgia, extrañaba a mi amigo. Se cruza de piernas y me mira con expresión burlona.
El mozo se aproxima y toma su orden, al igual que toma una cerveza.
—Claro después de ¿Cuánto? ¿Veinte años?
—No sabía que había fecha limite—. Mi expresión le causa demasiada gracia, sinceramente lo extrañaba.
Cuando estaba en Quántico él fue mi compañero de entrenamiento, hasta que un buen día desapareció, después de volverlo loco con llamadas y mensajes se puso en contacto conmigo para contame la buena nueva, había sido reclutado por la CIA, así que nuestra amistad se puso en pausa. Como agentes tratan de mantener sus relaciones personales al mínimo, porque podrían ser puntos débiles para sus enemigos. Vuelvo a observar, el sujeto que me menciono a penas entro y veo que su pose de distraído es demasiado falsa, esta tan al tanto de nosotros que ha dejado el diario que disimulaba leer en un olvido.
—Karen el encargo lo pondré en marcha—. Eso sin duda me llama la atención, vuelvo mi cara hacia él.
Cuando el mozo le trae su cerveza, el saca su billetera y se apresura a pagar.
—Me alegro, sinceramente lo necesito, es hora de terminar con esta tarea.
—Termina tu cerveza, saldremos por la puerta de atrás para despistar, son novatos, pero no me voy a arriesgar hay demasiados civiles —dice susurrando.
Apuro de un trago la bebida y me hace señas que me levante, el todo muy galante apoya su mano en mi cintura y me conduce a la puerta de servicio del bar, para sorpresa nuestra, apenas salimos somos recibidos con un arma apuntándonos.
—No me gusta que me hagan esperar —dice el más joven.
Rápidamente observo mi alrededor y cuento solo dos pero seguramente hay más. Unos de ellos cometen el peor error de todos, piensa que Elias es un simple ciudadano, esto se va a poner feo. Y antes de poder terminar con mi pensamiento veo a Elias tomar del brazo y retorcerlo hasta estrellar su cara contra la pared, claro que lo sigo sin pensar, él que me apunta a mí se distrajo así que golpeo su brazo con mis manos y el se asusta y tira su arma. Antes de siquiera decir algo, siento como alguien grita y se desata el infierno, hay por lo menos tres más disparándonos y sin demasiado lugar para guarecernos de las balas, nos arrojamos atrás de un contenedor, para evitar ser blancos fáciles. Saco mi arma y la empuño.
—Tu a la izquierda, yo a la derecha —dice Elias.
Entre los dos corremos el contenedor para atravesarlo en el callejón, las balas siguen, tratando de que no nos den empezamos a responder mientras disparamos Elias pide refuerzos, pero si esto sigue así estaremos en problemas graves, para cuando alguien pueda venir.
—¿Cuántos hay? —pregunto.
—Cuento tres y han atravesado el coche.
—Tenemos que llegar a la puerta Elias.
—No, hay demasiadas personas ahí.
—¿Donde rayos están tus refuerzos?
—Karen dispara a cuarenta y cinco grados ¡Ahora!
—¡Los malditos tienen más vidas que los gatos! —digo frustrada, pero para mi suerte le doy a uno—. Uno menos quedan dos... Supuestamente.
—¡Mierda!
—Elias ¿Qué te paso?
—Nada sigue en lo tuyo —dice enojado—. Listo le di a los dos.
Nos quedamos quietos hasta no escuchar más ruidos, a los lejos se siente la sirena de la policía.
—Será mejor que nos marchemos de aquí, pero ya.
Cuando hago el amague de levantarme, veo que su remera se esta tiñendo de rojo.
—¿Elias te dieron? venga deja que te ayude.
—Estoy bien vamos, no quiero dar explicaciones del porque un agente del FBI y uno de la CIA estaban en un callejón disparando.
—Esta bien, entendí tu punto.
Había olvidado el mal carácter que tiene cuando se mete en el trabajo.
Lo prometido es deuda, otro capítulo esto es solo el inicio de un problema muy grande!!!!
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