—Oh, cielo — mamá le da una última mirada a papá para luego mirarme—Creo que ya es hora de que hablemos los tres. Hay algunas cosas que necesitas saber.

—¿Somos irlandeses y cambiamos nuestras identidades hace un tiempo ?— bromeo. Veo una pequeña sonrisa en el rostro de papá.

—No, cielo— él toma asiento junto a mamá. Yo lo hago frente a ellos—Es algo que puede que te parezca más... loco. Mucho más loco.

—Creo que tengo alto estándar de locura, puede que esté preparada.

—Bueno...— mamá se toca el cabello, la noto nerviosa— No sé por donde empezar, cielo. Nosotros creíamos que no nos volverían a encontrar, creíamos que se habían olvidado de nuestra existencia, queríamos protegerte de todo aquello.

—No entiendo de que estás hablando — miro a mamá confusa.

—Cara— papá extiende su mano y toca la mía— Creemos que ya es momento de dejar de ocultarlo y contarte la verdad, mereces saberlo. Lo dire lo más simple posible, tu madre y yo somos magos y al parecer tu también lo eres.

—¿Estás jugando, cierto?— pregunto riendo— Porque parece muy buena la broma, tengo que admitirlo.

No veo a ningún de los dos reírse. Esto es en serio.

—¿Cómo es posible?

—Tu padre y yo vimos de una familia de magos en donde todos los eran. A nuestra respectiva edad nos llegó la carta de Hogwarts como te ha llegado a ti...— mamá me explica— Ahí asisten cada mago y bruja de Inglaterra y sus alrededores para poder aprender a cómo usar la magia y muchas cosas más. Es un lugar fantástico en donde logramos hacer muchos amigos. Al terminarla nos mudamos al Valle de Godric, a una linda casa un tiempo antes de que nacieras, pero luego las cosas se complicaron y tuvimos que irnos y abandonar el mundo mágico, lo otro es una historia que te contaré más adelante.

—Entonces... — me pongo de pie —Entonces soy una bruja.

—Si cariño— asiente papá con una sonrisa—Ahora es tu decisión si quieres entrar a ese mundo. Nosotros ya no podemos evitarlo más.

—¿Hogwarts es una escuela donde asisten magos?— pregunto con una ceja alzada, ellos asiente con la cabeza— ¿Y es allí donde ahora asistiré?

—Sólo si quieres, Cara— mamá se pone de pie y se posiciona junto a mí —Se que esto suena muy loco que un día para otro te enteres que existe otro mundo. Puedes pensarlo y sea la decisión que tomes te apoyaremos.

—Claro—asiento lentamente para enseguida marcharme y subir las escaleras para ir hacia mi cuarto.

Al llegar a mi cuarto tomo asiento en mi cama y trato de procesar de lo que me acabo de enterar. Creo que ya sé porque soy diferente. Por qué me he sentido diferente. Por qué una parte de mi sabía que no era igual a los demás niños, ¿pero si no soy igual tampoco a los de allá y también me considerarán una extraña?

Me pongo de pie y observo hacia fuera, a los niños que todavía están jugando, tengo más posibilidades de que pueda encajar allá que aquí, porque aquí ya no lo hice.

(...)

—Buenos días cariño— me saluda papá en el momento en que entro a la cocina, tomo asiento frente a él y mamá deja un plato de cereales con leche frente a mi.

—Ya lo decidí —Los dos se quedan quietos y me miran —Quiero ir y conocer ese mundo. Mi mundo.

—¿Estás segura?

—Si mamá, no tengo nada que perder. Aquí ya no me siento a gusto— le sonrío.

—Bueno...—papá apoya sus dos manos en la mesa con una sonrisa —Entonces tendremos que ir al Callejón Diagon a comprar tus útiles. Es el mejor lugar para encontrarlos.

—¿El callejón... qué?— lo miro.

—El Callejón Diagon. Te fascinará cielo — Creo que en mucho tiempo no lo había visto emocionado de esta manera.

Veo a mamá y, en cambio, la noto algo más preocupada.

—Ve a cambiarte, te esperaremos — me sonríe, asiento con la cabeza y tomo mi plato para terminarlo arriba.

Subo las escaleras, pero me detengo en los últimos peldaños.

—¿Estás seguro de esto, Phillip?— oigo que le pregunta mamá a papá.

—Ya no podemos detenerla, Alice. Tarde o temprano ella iba a saber de esto. Es su mundo, siempre ha pertenecido a él, además, Lord Voldemort ya fue derrotado, todo estará bien.

¿Derrotado? ¿Lord Voldemort?

—Me asusta dejarla entrar a ese mundo— oigo a mamá otra vez.

—Estará bien, lo presiento.

Sonrió y terminó de subir los ultimo peldaños con delicadeza.