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7. Será lo mejor

- ¿Sabes? Me has hecho venir aquí para nada- se dirigió al cuerpo inerte del muchacho.- Es curioso que de todos los pueblos y ciudades de la Comunidad de Madrid, decidieras venir a la ciudad donde me crié- dijo con notorio fastidio en su voz.

Se levantó de su asiento y agarró la pistola que reposaba sobre el mueble.

>> Y no te creas que odio este pueblo o a todo Madrid en general- sintió la necesidad de justificarse y esta vez si que podría hablar, total, ¿A quién se lo iba a contar Thomas? -. Siempre he pensado que de la tierra natal nunca se olvida uno, y que de alguna manera influye en ti- se volvió a sentar-, pero es que no estaba preparada para volver. Quería volver aquí cuando yo estuviera preparada, no por obligación

Posó la planta del pie sobre el borde de la bañera para estar más cómoda.

>> Creo que tuviste que ir a la Gran Vía para tu misión, ¿Verdad?- cambió de tema, algo incómoda por haber hablado de si misma- Es bonita, pero suele haber mucha gente. Aun así es curioso, ¿no crees? Estar tan rodeado de gente pero al mismo tiempo ser invisible y sentirte solo. Me encantaba.

Soltó un suspiro cargado de añoranza y se puso en marcha para buscar algún tipo de carta de despedida o algo parecido.

>> ¡En este pueblo al final todo se acaba sabiendo! Siempre había un chisme que contar, pero claro, de no tener intimidad a sentirte completamente indiferente en la gran ciudad, son dos cosas completamente contrarias y drásticas. Y nunca me ha gustado lo drástico.- abrió el cargador de la pistola y después de comprobar que estaba lleno, volvió a cerrarlo.- Pero claro, de eso solo me di cuenta cuando me mudé al centro de Madrid. Me sentía muy mayor por haber cumplido los dieciocho, pero en realidad era solo una niña con ansias de independencia- sonrió avergonzada al recordarse a si misma hace muchos años -. Era tan estúpida... ¡Cómo tú: joven y estúpida!-al instante se arrepintió por la comparación hecha e intentó rectificarse bajando la voz- aunque claro, yo no fui tan estúpida, yo no me suicidé.- se volvió a encoger de hombros.

>> Bueno... Me mudé a Madrid y empecé a trabajar en una pequeña cafetería de la Latina que tenía su encanto, la verdad. Allí conocí a un estúpido que por casi me duplicaba la edad y me enamoré perdidademente,- un suspiro se deslizó por mis labios.

"Lo añoro todavía..."

Sacudí la cabeza para quitarme aquella estúpida idea de la cabeza. No lo echaba de menos, ya lo superé hace años.- pero que me enseñó cada secreto y cada calle de Madrid.-una sonrisa atontada se hizo ver entre sus labios.- Hizo de Madrid nuestro refugio y de nuestros encuentros esporádicos los momentos que le daban sentido a mi existencia.- bajó la mirada, avergonzada por lo que acababa de decir.- Nunca me había sentido tan viva en mi vida...- suspiró con amargura al recordar el final del cuento.- Pero parece que no todo el mundo puede sobrevivir en Madrid porque caí en una espiral de desgracias que... en fin... me hicieron perder la fe en todo: me despidieron del trabajo, la casera decidió no renovarme el contrato de alquiler del piso y de la noche a la mañana me vi sola y sin nada.- bajó la pierna del borde de la bañera, y enderezándose y con la cabeza bien alta concluyó.- Madrid me había dado una patada en el culo y se había reído de mi.

Suspiró amargamente.

>> Pero algún tipo de fuerza morbosa debió de no parecerle suficiente y me siguieron pasando cosas horribles: mi novio me dejó, mis padres no quisieron volver a acogerme en casa y ya nadie quería contratarme.- se levantó de un salto y encaró a la mujer del espejo.- Asi que empece a odiar- bajo la mirada, imposible de encarar a su reflejo.- simplemente pudo conmigo.

Se volvió a sentar en el retrete, derrotada. Pasaron dos minutos en los que Olaya apenas pronunció palabra, se limitó en contemplar el suelo y pensar en las millones de cosas que se le pasaban por la cabeza. Revivir el pasado traía consigo consecuencias.

>>Tuve que mudarme a Londres ¿Sabes? A Londres...-volvió a repetir con desagrado, por mucho que lo pronunciara, seguía sonando extraño saliendo de sus labios. La palabra no se moldeaba bien a su paladar.- Y ahí fue cuando la organización me encontró a mi, o yo me topé con la organización, no lo sé.-agitó la mano en la que portaba la pistola para restarle importancia al asunto.-El caso es que estuve en el peor momento y en la peor situación, aunque claro, tú de eso ya sabes cómo va.

Derrotada, cansada y triste, volvió a suspirar.

>> ¡Ay, Thomas! Somos la mayor escoria que habita en este mundo. ¿Matar por dinero, sin ni siquiera importarnos a quién matamos? Sin duda estamos mejor muertos.-reposó su espalda sobre la cisterna.- A lo mejor no lo has hecho tan mal suicidándote, pero por favor...- miró con desaprobación al cadáver.-¿Cortarte las venas...? ¿De veras? Yo siempre he sido partidaria de un disparo en la cabeza y fuera.

Se quedó pensativa mirando el arma. "A lo mejor no es tan mala idea" volvió a resonar en su cabeza.

De pronto sintió una fuerte presión en el pecho; tristeza, arrepentimiento, hipocresía... todo un cóctel de sentimientos autodestructivos.

>> ¿Sabes, Thomas? No quiero seguir siendo una asesina.- confesó en alto, y por primera vez desde hacía mucho tiempo, se sintió bien consigo misma.- Y ya han pasado tantos años que empiezo a sentirme cómoda en la organización. ¡Por dios, si quería matarte por haberme traído hasta aquí!- recordó con desagrado mientras se golpeaba con ligereza la frente.

De repente, todos sus malos actos cayeron sobre sus hombros y sobre su mente, haciendo que se sintiera como una escoria.

>> Debo morir,- susurró.- ¡Quiero morir!- se corrigió elevando la voz.-Lo he estado pensando desde hace varios años, pero mi familia siempre me inculcó que suicidarse era pecado y por eso siempre me he acobardado.- sonrió con descaro.- Pero yo ya tengo el infierno asegurado, ¡Qué más da que vague por el purgatorio por el resto de la eternidad, ya estoy sola!

Miró su pistola una vez más. Después de varios segundos sopesando la idea, decidió que sería la mejor opción para la humanidad. Se apuntó con la pistola a la altura de sien, miró por última vez a aquel cuerpo sin vida y le deseó un lugar en el cielo.

"Hasta nunca Madrid..."

Colocó el dedo en el gatillo, "tick".

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