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✫ 👑 ⤸ ▐ Trois.




Yeonjun miraba con pesar al chico frente a él; el cual desde hacia dos días había dejado de hablar, como parte de su castigo tras haberle quitado hasta ahora, lo único que realmente le provocaba cierta felicidad.

Aquel panel de cristal del cual, lo usó para admirar las mañanas cálidas y las noches frías, y por supuesto, para admirar aquel chico al que vio por primera vez; de melena larga y apariencia pulcra con esas finas vestimentas que sólo alguien invitado o favorito del reino podía usar.

Y que ahora, tristemente, jamás volvería a ver.

—Sé que te gustaba admirar todo lo que había allá afuera, Soo, pero debes entenderme —dijo él, sintiéndose terriblemente mal por haberle contado todo a su madre, la reina—. Yo sólo sigo órdenes de la reina, lo hago por mi trabajo...

Pero el príncipe no habló. Más bien, la única reacción que tuvo tras haberse quedado en silencio por un buen rato, fue simplemente sollozar.

—No tienes idea de la rabia que siento al verte aquí tan solo y vivir bajo este horrible infierno —continuó diciéndole, sintiendo incluso una gran necesidad por ponerse a llorar—. Tú no tienes la culpa de nada, Soobin. Nada de esto es culpa tuya y me niego a aceptar que te tengan a ti pagando por algo que no te corresponde.

—Entonces cierra la boca y empieza a hacerme caso a todo lo que te diga.

Al escuchar aquella voz tan profunda y carente de brillo, Yeonjun rápidamente se giró, viendo incluso por el rabillo del ojo a Soobin, el cuál aún así vendado había reaccionado con terror.

Frente a ellos estaba nada más y nada menos que el príncipe San, el heredero al trono y el mayor entre los hermanos Choi. Cosa que al verlo, hizo que el guardia se sintiera aterrado, puesto que a alguien como San, ni siquiera se le permitía el estar ahí.

Sin embargo, no dijo absolutamente nada, ya que al verlo aproximarse hacia donde él estaba y pedirle que le diera las llaves de la celda, rápidamente las tomó y abrió para después acercarse hacia su hermano, al cual le quitó las vendas de los ojos y boca para posteriormente, darle un abrazo largo que hizo por fin al más joven ponerse a llorar.

—¡¿S-San!? —sus ojos se cristalizaron de repente al verlo frente a él, después de tanto tiempo y luciendo exactamente igual a como lo había visto la última vez. —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Acaso mamá...?

—Vengo aquí porque estoy cansado de toda esta basura real y de que tú tengas que estar pagando por algo que jamás hiciste —confesó, mientras quitaba los seguros de las cadenas de oro para dejarlo libre—. Hermano, discúlpame por haber sido un idiota todos estos años, y por jamás haber hecho lo posible por ayudarte a salir de aquí.

Entonces cuando las cadenas fueron por fin retiradas, tanto él como su hermano se abrazaron fuertemente, mientras compartían juntos un momento hermoso.

Pero como es bien sabido, no siempre los buenos momentos se quedan ahí, como algo bueno y hermoso del cual podamos recordar para toda la vida. Ya que al momento en que San se soltó de su hermano, una tercera voz se apareció entre ese frío lugar, siendo esta vez, la Reina, quien justo venía con el fin de ver a su hijo bastardo, pero el terror de verlo suelto y de lado de su heredero, la sangre le hirvió por completo.

—¡San! —bramó con histeria la mujer al pie de los hermanos. —¡Qué demonios estás haciendo aquí!

—¿Acaso no lo estás viendo, madre? —preguntó, abrazando a su hermano por los hombros mientras una sonrisa amarga y carente de gracia se asomaba por las comisuras de sus labios. —Estoy con mi hermano, el otro hijo al que quisiste desterrar sólo porque no lo veías conveniente para tu reinado.

—¡Deja las tonterías ahora y lárgate de aquí! —gritó, ocasionado que los tres frente a ella brincaran asustados. —¿Acaso no piensas en que tu hermano puede venir y nos puede encontrar aquí con él? —dijo, apuntando a Soobin, el cual no hacía otra cosa más que llorar en silencio.

—Tú bien sabes que Beomgyu jamás fue, ni será mi hermano —y al soltar aquello tan de repente, tanto Soobin como su madre se vieron aterrados—. O qué, ¿vas a seguir ocultándoselo a papá toda la vida, así como al reino al que tanto amor le dices tener?

—Te lo advierto, San —apuntó su madre con exceso rencor—, si dices algo voy a...

—¿Encerrarme aquí con Soobin? —le calló de golpe. —¿Así funcionan tus castigos? dime, ¿a quiénes más has metido aquí aparte de tus múltiples amantes?

Entonces la mujer explotó. Tomando su largo vestido, la dama corrió hacia su hijo mayor, quien al verla aproximarse así de rápido, soltó a su hermano y la encaró, haciendo que ella se detuviera y comenzara a reclamarle por tanta blasfemia saliendo de su boca.

—¡Cómo osas decir esas cosas! ¡Es obvio que es mentira, es obvio que tú estás mal!

—No lo estoy, y bien lo sabes, madre —le dijo, apuntándole con el fin de juzgarla—. Tú más que nadie sabes perfectamente que lo que estoy diciendo es verdad. Pues hace tantos años, cuando mi padre ni siquiera era tomado en cuenta para ser heredero al trono, tú solías venir a lugares así con hombres que supuestamente trabajaban para mis abuelos, quienes por aquellos años aún tenían el pie en el trono —comenzó a contar—. Venías aquí con el fin de saciar tus ganas enfermizas hasta que un día quedaste embarazada y usaste ese último error para comenzar a acostarte con mi padre —y al ver cómo ella había comenzado a hiperventilar, él agregó—; quizás era muy niño aún, pero lo recuerdo perfectamente.

—Y si ese fue el caso —esta vez fue Soobin quien habló, el cual hasta este punto estaba terriblemente cansado de toda esta situación—, ¿por qué tuve que ser yo quién acabará aquí? —preguntó. —Dímelo, mamá —comenzó a sollozar—. ¿Qué demonios hice yo para ir a parar a un lugar tan horrible como lo es el calabozo? y peor aún, ¿por qué habría de pagar yo un error así de grande durante tantos años?

—Porque estaba claro que no quería ver morir al único recuerdo que le quedaba de aquel hombre —interrumpió San—. Ya que cuando papá supo de la infidelidad, este lo mandó a matar y con ello un acuerdo con mamá en el cual nada de lo ocurrido debía salir a la luz, mucho menos que su "hijo" más pequeño supiera de esto.

—¿De qué hablas?

Entonces su hermano lo volteó a ver. Vio a su hermano menor fijamente y entonces suspiró.

—Jamás hubo un acuerdo legal en el que se estipulara que el tercer hijo debía ser aniquilado, mucho menos que hubiese sido válido aquí en el reino, Soobin —dijo el mayor, arrugando el rostro en una mueca que el más joven no supo interpretar—. Más bien, cuando mi padre supo de la infidelidad de mamá, este la tuvo presa por unos días, golpeándola y maltratándola en silencio sobre estos suelos fríos y apartado de todos con el fin de que pudiera decirle a viva voz quién era el producto del engaño y cuántos años tenía de estarle viendo la cara frente a sus narices.

—¿Entonces yo...?

San asintió, destrozado. —Ella mintió diciéndole que tú eras el producto del engaño, ya que ella por nada en el mundo se permitiría entregar al verdadero bastardo a mi padre, mucho menos siendo este el hijo de quien alguna vez llamó el hombre de su vida, ya que jamás amó a mi padre, así como él jamás la amó a ella tras haber sido un matrimonio arreglado. Y en mi caso, lamentablemente no podía juzgarme a mí ya que a fin de cuentas era el heredero y el mayor de todos —suspiró—. Realmente es una pena que por culpa de alguien así, tú hayas tenido que pagar por los platos rotos.

—Eso explica entonces por qué él jamás me quiso y por qué jamás vino a verme después de tantos años —sollozó destrozado—. Mentiste durante tantos años e hiciste que mi padre, el único que realmente me quiso en mis primeros años de vida, se volviera en mi enemigo. ¡Por qué lo hiciste, madre!

—Papá a fin de cuentas no te quiso matar, pero si mandó a pedir que te dejaran aquí hasta que murieras tal y como "tu padre" lo hizo —continuó con la explicación—. Pero como mamá vivía con el remordimiento constante de que el verdadero príncipe tuviese que quedarse aquí encerrado, hizo acuerdos con mi padre para que pudieran alimentarte y tratarte como alguien decente ya que a fin de cuentas, él te quiso y te amó por un tiempo prolongado. Siendo esta también la razón del por qué no se me permitía venir aquí a verte, porque según ellos tú no eras nadie para mí.

Y escuchar esas palabras realmente lo destrozaron, porque él no tenía idea de todo el embrollo que había detrás, y de todas esas cosas que su madre había hecho a sus espaldas.

Le había quitado prácticamente todo, sólo por haberse enamorado de alguien que no debía y de traer al mundo a un tercero de la discordia.

Aunque lejos de sentirse molesto con este último, la verdad es que no había resentimientos, pues quizás él, al igual que Soobin, vivió engañado por tantos años.

Así que jamás se atrevería a juzgarlo.

—Y ahora que ya sabes toda la verdad —susurró la mujer, mientras se abrazaba a si misma y sollozaba—. ¿Piensas usarlo en mi contra para vengarte de mi, Soobin?

—¿Por qué habría de hacerlo?

—Porque si tu padre lo llega a saber, armará un escándalo y si no has estado del todo enterado, nosotros hemos estado cuidando nuestra imagen por muchos años, y seguramente tú no quieres que aquello de lo que tu padre tanto a cuidado por generaciones se destruya, ¿o sí?

—No cabe duda de que eres una horrible persona, madre —instó el mayor con severo remordimiento—. Pero creo que hasta este punto esto ya no importa, ya que lo que más quiero ahora es que dejes libre a la única persona inocente de todo esto —abrazó a su hermano—. Soobin no tiene la culpa de nada y lo sabes perfectamente.

—¿Y que tu padre sepa que él no está aquí? —sus ojos se abrieron de par en par. —¡No podríamos arriesgarnos!

—Entonces ve pensando en un plan, madre —San la amenazó—. Porque créeme que ahora que has confesado todo, te juro que yo no tendré piedad en abrir mi boca. Mucho menos Yeonjun, quien hasta este punto, se ha convertido en el único amigo que tu hijo ha tenido, y muy seguramente, tanto él como yo no descansaremos hasta ver a Soobin ser libre como se lo merece.

Y tras estas palabras dichas, San ingresó nuevamente a Soobin en su celda. Sólo que a diferencia de lo que su madre hacía, este lo dejó suelto, dejando incluso que mirara una vez más por aquella ventana la cual había sido cubierta con barro y que este mismo se encargó de limpiar para que pudiese ver los rayos de luz pasar por ese pequeño cuarto a base de bloques y tierra.

Soobin sintió una inmensa felicidad y tras recibir un beso en la frente por parte de su hermano, este le susurró que todo estaría bien y posterior a eso, salió de ahí y cerró la celda con candado, siendo esto lo último que hizo antes de pasar al lado de su madre, a la cual miró con deshonra hasta finalmente salir de ahí.

Por otro lado, la Reina simplemente vio a ambos muchachos y tras notar cómo esta vez Yeonjun no mostró ni el más mínimo respeto hacia ella, esta simplemente lo miró de pies a cabeza y le advirtió.

—Algo llega a salir de tu boca y juro que te mato.

Pero hasta ese punto, a Yeonjun no le importó. Así que lo único que hizo fue hacerle una reverencia algo burlona para luego despedirse ahora sí de ella de la misma forma que lo dijo la mujer frente a él.

—Haré un esfuerzo para que eso no suceda, alteza.







Al momento de que San le notificó todo a Taehyun, un inmenso miedo lo atormentó, de tal modo que cuando se supo también que San tenía intenciones de contar toda la verdad, este le pidió al violinista que por favor sacara y se llevara lejos a su hermano, ya que con todo el tema del cautiverio y todo lo que tuvo que pasar desde muy joven quizás lo afectaría.

—¿Llevarme al príncipe?

San asintió. —Tienes que llevártelo. Yo hablaré con mi papá para que todo esto se lleve lo más discreto posible —murmuró bajito—. Planeo que Soobin salga de aquí lo más pronto posible así que por favor no te vayas a ir del castillo, Yeonjun hará un esfuerzo por traerlo acá o haber que ocurre pero no te vayas a ir, ¿entendiste?

El pelinegro asintió. Miró por última vez a San y una vez este se marchó, al poco tiempo vio llegar a un montón de guardias que inmediatamente se dirigieron a él junto a la reina, la cual no lucía para nada sonriente.

Supuso que quizás venía a amenazarlo de algo, pero una vez se dio cuenta de que los guardias venían con el fin de herirlo, este rápidamente retrocedió.

—¡Quiero que echen a este tipo y al joven Yeonjun, entendieron! —sentenció entre gritos que pusieron en alerta al violinista, teniendo que soltar también gritos al ver a uno de los guardias aventarle su violín. —Fue mi error haberles abierto las puertas a este palacio así que entre más lejos estén de mi vida, mejor.

—¡Alto, mi violín! —quiso zafarse pero no lo logró, siendo agredido por un guardia a la par que llamaba a otros de su equipo, siendo aquellos los que traían preso a Yeonjun. —¡Qué diablos le pasa! ¿¡Qué fue lo que hice!?

—Nada que te importe —murmuró, con su vista fija en aquellos ojos bien abiertos del muchacho—. Pero si quieres saber la razón, te la diré —hizo una pausa, tomándolo por la mandíbula y haciendo que este la viera solamente a ella—; quiero que entre más lejos estés tú y ese guardia de mi vida, menos problemas me vayan a causar ahora que mi hijo sabe toda la verdad. Y si realmente quieres seguir viviendo bien y dejar que tu familia viva cómodamente en sus chozas, más vale que no vayas a abrir esa boca y sueltes todo lo que has visto y te han contado, o de lo contrario...

—¿O de lo contrario qué, mamá?

Cuando San intervino, su madre rápidamente soltó al muchacho. Honestamente tenía intenciones de armar un escándalo, ya que por nada del mundo dejaría que todo lo que le había costado construir a base de su propia felicidad se le fuera de las manos.

Sin embargo, una vez se dio cuenta de que este no venía solo, sino más bien acompañado por el Rey y Beomgyu, esta rápidamente se calmó. Miró a los tres y cuando estos la vieron con confusión, ella comenzó a balbucear.

—¿Q-Qué están...?

—¿Qué diablos estás haciendo? —instó el rey con enfado. —¡Qué diablos es todo esto, mujer!

—Y-Yo...

—¿Ahora resulta que amenazas gente? —inquirió San con cierta burla, mientras veía a los guardias para que soltaran a los afectados. —Se nota que no estás en tus cabales y has perdido la cabeza.

Pero ella no iba a permitir que la humillaran de tal modo, mucho menos habiendo tantos presentes sobre ella. Así que lo único que hizo fue calmarse y verlos a todos, con el fin de que no la juzgaran aunque eso no le salió del todo bien.

—¿Por qué no mejor vamos al grano ahora que mi padre está aquí? —comenzó a decir el mayor, provocando un miedo evidente en la mujer y una extrañeza tanto en el Rey como en el joven príncipe.

—No te atreverías... —sollozó ella.

Pero entonces su hijo la retó. —Me atrevo porque no sólo le mentiste a mi padre sino a todo el pueblo —la señaló con repudio—, así que no me retes.

—¡San! ¿De qué diablos estás hablando?

—Papá... —hizo una pausa para voltear a verlo, notando cómo el más pequeño de la familia se aferraba a su padre, ocasionando que en el fondo sintiera algo de culpa y pena. Pero por otro lado, no permitiría que por culpa suya su hermano, su verdadero y único hermano, estuviera sufriendo frente a sus narices. —Hay mucho que contarte y creo que este no es el lugar adecuado.

Y por fortuna, él no se opuso a eso. Vio cómo los guardias se marchaban, dejando tanto a Yeonjun como a Taehyun libres mientras la Reina no paraba de protestar, ya que según ella, ellos eran los culpables de que su hijo quisiera protestar sobre lo que sea que San quisiera decirle a su padre. Pero lejos de que San protestara contra ella, este simplemente pasó de largo y le pidió a su padre que bajo ningún motivo su madre estuviera presente.

Entonces cuando el Rey aceptó, tanto Beomgyu como la Reina tuvieron que esperar, siendo Taehyun y Yeonjun, los únicos a los que si se les dio la oportunidad de acompañarlos debido a que estos dos últimos serían los que sacarían a Soobin del calabozo.







Ya en la oficina del Rey, San se aseguró de que toda la servidumbre se mantuviera lejos de donde ellos estaban, ya que en palabras de San, lo que estaba por decirle era de suma delicadeza y por nada del mundo debía salir a boca de terceros.

Así que cuando vio a su padre tomar asiento en su gran trono de mármol y detalles de incrustaciones de diamantes, este sólo carraspeó y enseguida se dirigió hacia donde el patriarca yacía esperándolo con suma seriedad.

—¿Y ahora? —inquirió él de manera demandante, casi como si de una orden para que abriera su boca se tratase. —¿Vas a decirme de una buena vez qué es lo que traes entre manos con tu madre?

San asintió. —Y antes de que te lo diga, me gustaría que te encontraras con alguien que posiblemente ya esté tras esa puerta —y al hacer una leve pausa, el príncipe se acercó a la puerta, donde tras oír un débil golpeteo, el muchacho la abrió, encontrándose finalmente con la presencia de Soobin, su hermano.

Entonces al ver a Taehyun y Yeonjun, este les hizo una señal de que no se fueran, al contrario, los quería más cerca que nunca ahora que su hermano menor necesitaba de apoyo, y qué mejor que ellos dos; a lo largo de su larga estadía en el calabozo, siempre tuvo a Taehyun presente en sus memorias, al ser él quién siempre tocaba en las presentaciones y eventos de sus padres, el chico al que su hermano vio tras esas frías padres y el chico que le hizo sentir tan libre con sólo oírlo tocar su violín.
Además, también tenía a Yeonjun, su amigo y su única compañía desde que fue encerrado. Así que si los tenía a ambos cerca, muy seguramente él se sentiría en paz.

Así que cuando lo miró y tomó su mano, ambos intercambiaron miradas y finalmente lo dejó entrar, siendo que la primera reacción de su padre al reencontrarse con él no fue para nada agradable; pues una vez sus ojos conectaron con los azules ajenos, inmediatamente tomó su bastón y a gritos, pidió que lo sacaran de ahí de inmediato.

—¡Desgraciado! —bramó en rabia una vez observó a ese "preso" ponerse detrás de su hijo, su sangre. —¡Quién te crees que eres para venir aquí y manchar mi honor!

Y cuando todo parecía ponerse peor entre ellos, San se interpuso. Tomó a su hermano del brazo y a gritos, le pidió a su padre que se calmara.

—¡Él es tu hijo, papá! —y al oír aquello, el Rey se congeló. —¡Tu segundo y único hijo es él!

—¡Eso no es verdad! —gritó exaltado. —¡Mis dos hijos son Beomgyu y tú! ¡Él no lo es!

—¡Mamá te mintió, papá!

Al escuchar aquellas palabras, inmediatamente el semblante del Rey cambió. Observó atónito a su hijo mayor y una vez este último se encargó de tranquilizar las cosas, abrazó al jovencito quien hasta este punto, sollozaba de miedo ante lo que posiblemente se aproximaba.

Vio con tanto terror a su padre, pensando que este no les creería y que en su lugar lo juzgaría o peor aún, amenazaría con matarlo o echarlo lejos del palacio. Aunque bueno, eso último ya no sonaba tan mal tomando en cuenta que vivió tantos años bajo esos interiores.

Sin embargo, su padre no mostró ni una pizca de lo que este suponía, ya que al momento de que San le soltó esas palabras, su padre guardó un largo silencio hasta que sollozó.

—Mamá te mintió por tantos años que jamás te diste cuenta porque lamentablemente tu amor hacia ella te cegó —sollozó también—. Ella si te había engañado con ese hombre, pero el producto de su amor no fue Soobin, sino Beomgyu.

Entonces cuando volvió a ver a Soobin, este por fin se dio a la oportunidad de presentarlo debidamente.

—Tu verdadero hijo tuvo que pagar por los errores de alguien más, por alguien que no pertenecía aquí, papá —dirigió al menor al frente y una vez vio a su padre comenzar a llorar mientras se acercaba, suspiró—. Estaba solo, triste y tuvo que aprender a aceptar un mal trato y castigo que no le correspondía.

—Y no tienes idea de cuánto dolor me provoca saber eso —susurró abatido, mientras que sus manos temblorosas se adentraron a tocar el rostro de su hijo, el cual después de tantos años en ese calabozo había experimentado granitos, vellos por todos lados pero que aún así, su belleza inigualable seguía ahí, intacta, y eso era algo que hacía sumamente feliz a los dos hombres. Pues el saber que su amor lo había cegado de tal modo que había sido incapaz de reconocer a su propio hijo, lo lastimaba demasiado—. Mi niño... has estado tanto tiempo ahí que no puedo creer cómo pude haber sido tan tonto como para no reconocerte a ti, mi sangre.

—Papá...

Y lo que se creía ser una hermosa y tierna escena de un padre y un hijo encontrándose nuevamente luego de tantos años, se volvió en una de bastante tensión al momento en el que el Rey se aferró a él; besando su rostro con amor y diciéndole todas esas cosas que él tanto deseó oír luego de tantos años.

—Te prometo que nada volverá a ser igual, Binie —le dijo, mientras depositaba un último beso en su frente—. Empezando con que a partir de ahora yo me encargaré de que el reino conozca de ti, después de que me encargue de tu madre y ese mocoso que se atrevió a tomar tu lugar.

Cuando lo soltó, ambos hermanos se abrazaron fuertemente. Su padre por otro lado, no iba a permitir que todo terminara de aquella forma, así que al salir y encontrarse con Yeonjun y Taehyun, estos inmediatamente se vieron pero fue a Yeonjun a quien mandó a llamar.

—Yeonjun, ven aquí.

El muchacho por su parte no lucía para nada preocupado, pero una vez que encaró al Rey, no contaba con que este le diera una orden que para nada le agradó escuchar.

—Quiero que llames a los guardias y que vayan por la Reina y Beomgyu, ¿me escuchaste? —le dijo, viendo cómo el contrario sólo asentía, dudoso. —Al saber la verdad sobre mi verdadero hijo pequeño, yo no voy a permitir que estos me sigan viendo la maldita cara.

—¿Y qué propone que hará, alteza?

—¿No es obvio lo que haré? —una sonrisa retorcida se formó en sus finos labios, haciendo a los presentes estremecerse. —Voy a pagarle con la misma moneda a mi mujer, así que haz lo que te digo y no dejes que se escapen.

El guardia asintió. Miró a Taehyun y una vez le pidió que lo siguiera, ambos se fueron hasta que los príncipes salieron, justo en el momento en que vieron al Rey partir por los pasillos.

—Mi padre no se quedará de brazos cruzados ahora que sabe la verdad y ciertamente —San suspiró—, mamá se merece eso y más.

—¿De qué hablas? —preguntó Soobin. —¿Qué cosas planea hacer mi padre?

—Lamentablemente eso es algo que no nos incumbe, así que vámonos ya —palmeó su espalda—. Ahora más que nunca mereces descansar, y qué mejor lugar que una cama calientita y mantas suaves.

—Pero a estas alturas no creo tener habitación —puchereó.

—Oh, claro que la tienes, hermanito —le dijo, mientras lo abrazaba por los hombros y le sonreía con suma carisma—. Y no por nada mi habitación será tuya así que vamos, debes quedar lindo ahora que mi padre está por presentarte como el príncipe legítimo ante el pueblo; su segundo y verdadero hijo, Choi Soobin.







Nadie imaginaría que en un reino donde habita el amor y la unión familiar, estuviera teniendo caos y gritos por todos lados, ya que una vez el Rey pidió estar a solas con su mujer, nadie imaginaría que en esas cuatro paredes de una habitación del palacio sumamente alejada, estuviera un hombre gritando y golpeando fuertemente a quien alguna vez juró amar por el resto de la eternidad.

Una mujer que si bien, dijo amar para siempre, no sentía ni el más mínimo amor o respeto hacia él a excepción de su dinero y poder; y claro, no por nada sus padres habían insistido tanto en que ambos formalizaran su unión.

—¡Te juro que esta vez no pienso quedarme callado ni de brazos cruzados, así que atente a las consecuencias! —gritó exasperado, mientras daba su último golpe que la dejó en el suelo, llorando desconsoladamente mientras pedía perdón una y otra vez. —¡Cómo es posible que me hicieras odiar por tantos años a mi hijo! ¡Mi pequeño niño, Hyerin!

Pero ella no respondía. Más bien, prefería llorar e implorar para que no le hiciera nada a su lindo bebé; pues a palabras de ella, era lo único bueno que tenía y la hacía feliz.

—Hazme lo que quieras, pero con Beomgyu no te metas por favor... —sollozó desesperada, pero eso sólo alimentaba la sed de su esposo por cobrar venganza.

Al verla tan sumisa y rogona hacia él, no le quedó de otra mas que dar paso a su segundo cometido, el cual era ir por ese niño, el bastardo del que alguna vez sintió amor y admiración pero que para mala suerte, había ejercido un papel que no le correspondía.

—¿Quién te crees tú para venir ahora a decirme lo que tengo o no tengo que hacer? —inquirió con burla, mientras se ponía a su altura. —Ah... estás estúpidamente mal si piensas que tendré compasión de ti esta vez, Hyerin. Que si lo has olvidado —hizo una pausa para inclinarse y susurrarle—; te metiste con la familia equivocada.

Y eso sinceramente le había causado un miedo inmenso. Pues no sólo eso, al verlo ir hacia la puerta, una horda de guardias yacía ahí, de pie, junto al príncipe que hasta esos momentos lucía asustado y para nada enterado de lo que ocurría, siendo lo que sus ojos vieron de primera instancia, la mirada azulada de su padre.

—¡Papá, diles que me suelten por favor! —pedía a gritos pero sin recibir respuesta. —¡Yo no hice nada, lo juro!

—¡Claro que sí lo hiciste! —exclamó con rabia, mientras lo tomaba del brazo para llevarlo hacia donde su madre yacía tirada y entre lágrimas. —Tu peor error fue nacer y jugar conmigo a la familia feliz, ¡pero no es así! —lo empujó, haciendo que este cayera en seco y entre lágrimas. —¡Por tu culpa odié a mi hijo e hice que lo dejaran preso por más de dos décadas! —continuó diciéndole. —¡Pensaba en matarlo incluso! pero ahora que estás aquí —pausó sus palabras, mientras se acercaba hacia una esquina donde una linda espada de oro se encontraba descansando dentro de un lindo cofre de cristal—, te juro que pagarás por todo el daño que nos has hecho.

De pronto, tanto madre e hijo gritaron. El Rey de un golpe hizo que la caja de cristal se rompiera en mil pedazos y para cuando estaba por tomar la espada, la puerta nuevamente se abrió, siendo Soobin quien irrumpiera la pelea, haciendo incluso que tanto su madre como Beomgyu se miraran estupefactos.

—Tú no tienes nada que hacer aquí, hijo —dijo su padre mientras mostraba la espada—. Suficiente con haber permitido que te dejaran en un calabozo.

—No estás planeando una locura, ¿o si?

El Rey por su parte no respondió. Al contrario, pasó de largo a su hijo y justo cuando el mayor venía también; viéndose horrorizado por la escena y por el cómo se encontraba su madre.

—Aquí los únicos que tienen que pagar son ellos —los señaló a ambos con la filosa espada—. Por todo el daño que nos han hecho a los tres.

De un momento a otro, todo se volvió un caos que hizo sentir a
Soobin realmente asustado, hasta que unos brazos lo tomaron. Se trataba de Taehyun, el violinista del cual se sentía cautivado, aún si lo había conocido hace tan poco tiempo.

Él quiso sacarlo de ahí como orden de su hermano mayor. Y es que al ver cómo poco a poco la habitación se llenaba de gritos y llantos, este bajo ningún motivo quiso irse de ahí.

—Tengo que llevarte lejos de aquí —murmuró el más alto en un tono de súplica mientras intentaba sacarlo de la habitación—. Tu hermano me dijo que este lugar no era apto para ti ahora que ya estás libre.

—¡Pero no puedo quedarme de brazos cruzados! —instó alterado, mientras veía cómo los guardias tomaban con violencia a su madre y hacían al más pequeño de la familia ponerse de rodillas y enfrentar su cruda realidad. —¡Tengo que hacer algo!

—Tu padre y hermano se encargarán de eso, pero por ahora debemos irnos —quiso jalarlo pero fue inútil—. Por favor Soobin, vámonos.

—Lo siento, pero no puedo —sollozó asustado—. Van a matarlos, y yo no puedo permitir eso.

Con miedo, Taehyun se separó de Soobin. Observó a ese muchachito de ojos azules y melena oscura, y para cuando este ya se había involucrado a la pelea, ya había sido demasiado tarde. Pues al momento de ver a su padre alzar la espada frente al niño, seguido por San quien parecía no inmutarse ante el llanto desgarrador de una madre y su hijo, tanto fue el miedo de Soobin que no le importó ignorar los gritos de Taehyun para ir corriendo hacia donde el niño estaba. Cerró sus ojos y justo cuando logró apartarlo de ahí, todo ruido y llanto se volvió en un silencio sepulcral. De tal modo que al abrir los ojos, lo que encontró fue digno de una película de horror.

Sus ojos lograron divisar al niño, quien ya estaba entre los brazos de su madre. Vio a su hermano, con los ojos bien abiertos y lágrimas escurriendo por sus mejillas.

Vio también a Taehyun y Yeonjun; ambos gritaron, sólo que él no podía escuchar nada.

Y para cuando encaró a su padre, este se llevó la sorpresa de que estaba manchado de sangre.

Miró al suelo, comprobando lo que estaba ocurriendo, haciéndole sollozar.

La espada que iba a teñirse de la sangre de los villanos, estaba teñida en sangre de un inocente, su sangre.

Una espada, enterrada en su pecho, quedándose quieta y pareciendo como si realmente no la tuviera ahí. Su sangre caliente, la cual escurría lentamente hasta pigmentar sus manos y ropa. Miró nuevamente arriba y cuando comprobó el miedo en los ojos de su padre, lo único que pudo decir fue:

« Doy mi vida por la suya. Si atacas a alguien más, juro que vendré y me vengaré de quien ose romper la palabra que he decretado ante el rey »

Y para cuando sus ojos comenzaron a nublarse, giró su rostro hacia el pelinegro de expresión aterrada y llanto desgarrador, el cual desde que lo había dejado ir, no había dejado de llorar.

Siendo lo único que pudo escuchar, el hermoso sonido del violín, que era tocado de tal modo que le provocaba una paz indescriptible y un sueño profundo.

"Si la vida no me trató como lo merecía, sólo espero que algún día pueda tener la dicha de ser recompensado como debía".

[ Viví encerrado por tantos años. Entre la fría y solitaria oscuridad, esperando el día en ser liberado y ver la luz del sol nuevamente. Así que espero que de este modo, la gente algún día pueda reconocerme por lo que soy; Choi Soobin, el hijo de Choi Minsuk, hijo de Choi Hyerin y hermano de Choi San y Beomgyu.

El príncipe en cautiverio que jamás pudo tener final feliz. ]













—¿Has escuchado alguna vez a alguien decir que lo más hermoso de estar vivo es cuando abres los ojos y ves la luz del sol?

—No aparte de ti —carcajeó.

—Bueno, pues cada que abro los ojos me siento feliz de estar vivo.

Y eso era algo que de algún u otro modo ponía feliz a Jeonsuk.

Ya que oír todas esas cosas lindas que su mejor amigo decía, le transmitía algo de paz y calma en su interior. Además, porque tenerlo cerca hacía que los días pasaran rápido y las horas en el trabajo no fueran eternas.

Así que una vez dejó lo que estaba haciendo, se concentró en ver al muchachito de cabellos dorados, el cual lucía bastante entretenido leyendo un libro viejo y sucio.

—Binie, sabes que te amo y me gusta tenerte conmigo en el trabajo pero créeme que a veces no comprendo por qué eres tan flojo para trabajar —le dijo, mientras se sentaba a su lado—. La biblioteca es enorme y aún hay mucho trabajo por hacer.

—Prometo que después de revisar este libro me pondré a trabajar, ¿de acuerdo? —murmuró bajito, no perdiendo de vista las imágenes e información que estaba revisando. —Me encontré este libro viejo en la sección de historia y la verdad me resulta muy interesante.

—¿Puedes decirme de qué es? —el pelirrosa lucía bastante interesado en lo que su amigo Soobin estaba viendo.

—Es sobre el clan Choi de 1956 —musitó—. Vi sobre esto en clases, mas no le había tomado su debida importancia.

—La historia es aburrida —dijo su amigo, mientras hacía un puchero—. Son tantas cosas viejas que de sólo pensar en cómo esa gente vivía en el pasado me da escalofríos —se abrazó a sí mismo. —¿Puedes creerlo? ¿Qué habrá sido de ellos sin internet? ¡Qué horror!

—No digas tonterías, Jeonsuk —carcajeó el rubio mientras pasaba páginas—. Quizás por aquellos años la vida de los demás era interesante, quizás muy interesante para estas personas —mostró una fotografía, pero para sorpresa de ambos, no pasó desapercibida para el más jovencito de los dos.

—¡Espera! ¿Ya viste eso? —le dijo su amigo, mientras apuntaba a la página.

Soobin por otro lado, no entendía a lo que se refería, así que cuando su amigo le mostró la foto y apuntó a uno exactamente, ambos se quedaron petrificados.

—¡Oh por dios, Soobin! ¡Este chico se parece muchísimo a ti! —exaltó alterado y confundido, viendo a un muchacho de mirada sonriente en compañía de otro chico más. —Además, ¿ya leíste la nota?

—No —negó confuso—, ¿qué dice?

El más joven de ambos miró la fotografía y tras apuntar las letras pequeñas debajo de esta, este murmuró: —"Choi San de 30 años y Choi... ¿Soobin?" —ambos se vieron aterrados, como si el parecido no fuese poco—. Se llamaba igual que tú, ¡qué miedo! ¡y para colmo son idénticos! —chilló.

—¿Pero qué más dice?

—¡Ah, sisi! —asintió apenado. —Dice... "Choi Soobin de 28 años. Ambos fotografiados por Kang Taehyun en 1956, momentos antes de la muerte del más joven de los príncipes del clan Choi" —este suspiró—. Oh... murió siendo joven, qué pena.

—Aunque lo más extraño es que es igual a mí y... —hizo una pausa, mientras veía sus muñecas, las cuales tenían cicatrices de nacimiento. —Bueno, quizás es sólo una coincidencia, ¿no?

—Quizás, pero bueno —hizo una pausa mientras se levantaba y tomaba el libro para dárselo—. Tenemos trabajo que hacer y a ti te toca limpiar también así que apresúrate o jamás nos quitarán este castigo eterno —se quejó.

Al escuchar aquello, Soobin rió. Miró a su amigo y una vez desapareció de su campo visual, este suspiró y se dirigió hacia su lugar de trabajo, el cual era limpiar los libros de los estantes 1 y 10 de la planta de arriba, justo en la sección de historia y astrología. Soltó un largo suspiro y justo cuando estaba por tomar sus cosas de limpieza, muy a lo lejos escuchó el sonido de violines y un tarareo. Sintió escalofríos y tras girarse suavemente, a varios metros vio a un muchacho, quien parecía oír música clásica en sus audífonos mientras leía un libro de partituras.

Él por supuesto no estaba viéndolo, pero aún si no se veían fijamente, fue inevitable no sentirse extrañado por su presencia. Tanto así que el haberse quedado sumergido en sus pensamientos, no se dio cuenta que había pisado mal y por ende, había provocado un molesto sonido, seguido de que sus cosas se cayeran por todos lados.

Se sintió tan avergonzado por eso que al momento de ver que alguien se acercaba, este se quejó.

—¿Estás bien?

Entonces, cuando levantó su rostro y se encontró con ese chico al que había visto, uno de sus ojos comenzó a lagrimear, y justo cuando sus manos tocaron las suyas, sintió un extraño escalofrío recorrerle la espina dorsal. Tanto así que incluso cuando el muchacho vio que el más joven parecía llorar por un solo ojo, este se tocó el suyo también.

«¿Lágrimas?» se cuestionó al verlo llorar de repente «¿Por qué?»

Por el momento, no sabía a qué se debía aquello, ya que con solo verse y sentirse mutuamente, un dolor inexplicable en el corazón, seguido de una melancolía, los hacía sentirse extraños y asustados.

Pero por otro lado, ambos sabían que aquello se debía a que el universo había sido bueno con ellos, y que si en su primera vida no les había tocado ser felices, ahora que se habían vuelto a reencontrar, harían todo lo que en la otra desearon que ocurriera.

«El poderse amar de verdad y vivir ese final feliz que tanto les gustó tener».



• FIN •








¡muchas gracias por llegar hasta el final! espero hayan disfrutado de la lectura a pesar de tardar tanto en actualizar JKSJAJS 🫂💗

nos leemos pronto, los tqm <3

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