𝟐│THE WATER WARS
❝ Cuando algo importa de verdad, nunca hay que rendirse ni darse por vencido. ❞
— Gordon Brown
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—SI VOSOTROS PUDIERAIS ELEGIR A UN SUPERHÉROE como padre, ¿quién sería?
—A Batman, está claro —respondió Ellis inmediatamente—. Una cueva muy chula, puedes pillarle el Batmóvil.
Shawn asintió con la cabeza sonriendo.
—Le deja a Robin salir con él por ahí, jugar con sus cosas y ni siquiera es su verdadero hijo, es su pupilo.
—¿Qué hay que hacer para ser un pupilo? —preguntó Ellis.
Cory negó con la cabeza.
—¿A Batman? ¿Te parece que es más rápido que una bala? Mira, yo no lo creo. ¿Tú crees que es más potente que una locomotora? Ah-ah. Yo prefiero a Superman.
—Ve a través de las paredes —intervino Elena—. Nunca te saldrías con la tuya.
Shawn sonrió hacia ella soñadoramente.
—Me encanta cuando hablas friki.
—Yo creo que podría ser un pupilo estupendo —concluyó Ellis.
Elena le dirigió una mirada extraña.
—Un poco tarde, cariño.
—Eh, ahí está Minkus —Shawn sonrió satisfecho antes de sacar una pistola de agua de su mochila y apuntar a la nuca de Stuart.
—Ay —dijo Stuart monótonamente, sin apartar los ojos de su libro.
—¡Qué pasada! —exclamó Cory mientras miraba asombrado la pistola de agua de Shawn—. ¡Es el Hidro Saturador 2000 X!
—Cuidado. Como Feeny vea este bebé en la escuela, me la birla, y me pierdo la guerra de agua —Shawn la escondió rápidamente debajo de la mesa.
—Miren, caballeros —llamó Ellis con orgullo mientras sacaba su pistola de agua—. Les presento el Hidro Saturador 3000 Z, las cabezas las arranca de cuajo.
—¿Es el 3000 Z? —Elena jadeó, mirándola fijamente—. Pero si no iba a salir a la venta hasta Navidades.
—Conozco a un tipo —Ellis sonrió con suficiencia y también disparó a Stuart en la nuca.
—No deberíais hacer eso —Stuart dejó su libro a un lado y se levantó enfadado.
—¿Por qué, te vas a derretir? —se burló Shawn.
—No —Stuart arrojó un gran maletín negro sobre la mesa y sacó una pistola de agua gigante—. Pero me puedo vengar —dijo recargándola.
Los cuatro observaron estupefactos cómo Stuart sostenía la enorme pistola de agua en sus manos, haciendo que las pistolas de Shawn y Ellis fueran inferiores en comparación.
—Adelante. Mójame si puedes —amenazó Stuart cuando Ellis preparó su pistola de agua.
Ambos se miraron fijamente como dos pistoleros del Viejo Oeste antes de que Ellis bajara el arma a regañadientes.
Stuart sonrió con satisfacción.
—Una sabia decisión.
—Ah, ¿quién necesita una de esas? —se burló Cory mientras se levantaba—. Para tu información, un globo con agua bien colocado empapa bastante más y cuesta mucho menos.
Los cuatro se quedaron mirando a Cory mientras se dirigía a la fuente de agua antes de asentir entre ellos, poniéndose de acuerdo en silencio.
—Todo el mundo no va a tener asquerosas pistolas de agua —dijo Cory con confianza mientras se daba la vuelta con un globo de agua recién llenado en la mano, sólo para encontrarse con toda la cafetería apuntándole con sus pistolas de agua.
»¿Qué tal os va? —preguntó nervioso antes de que todos empezaran a dispararle, haciéndole retroceder—. ¡Ayy! ¡Aah! ¡Basta! ¡Compraré una! ¡Lo prometo! ¡Oh, parad ya! ¡Compraré una! ¡Quietos! ¡Os lo prometo!
El señor Feeny entró segundos después y todos los alumnos se incorporaron en sus asientos y escondieron inmediatamente sus pistolas de agua, sonriendo inocentemente, mientras Cory se apoyaba en la fuente de agua despreocupadamente.
Cabe decir que estaba empapado.
El señor Feeny echó un vistazo alrededor de la habitación antes de acercarse a la fuente de agua.
—Señor Matthews... —le llamó mirándolo con severidad—. Debe comprender que la fuente no es un juguete.
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—Empieza la guerra de agua, Cory —gritó Shawn mientras él, Elena, Ellis y Stuart corrían hacia su patio trasero.
—¡GUERRA! —gritó Stuart mientras entraba corriendo vestido con un chubasquero amarillo vibrante y un gran sombrero del mismo color.
—La guerra despierta su instinto animal —señaló Shawn mientras pasaba el brazo por encima de los hombros de Stuart haciendo reír a Elena.
Ella sonrió a los dos, era raro verlos tan amistosos. Por lo general, siempre estaban en la garganta del otro.
—Vosotros y vuestras guerras de agua. Me gustaría acompañaros, pero lo estoy pasando demasiado bien con esto —dijo Cory, señalando la valla verde que estaba pintando.
—¿Pasas de la guerra de agua? —Shawn frunció el ceño.
—¿Para pintar una valla? —preguntó Elena atónita.
—Tú lo llamas pintar una valla, yo lo llamo una juerga. Y por cierto, aunque me lo pidierais de rodillas, no os dejaría entrar en esto.
—¿Por qué no? —preguntó Shawn, volviendo a fruncir el ceño—. Pensé que eramos amigos.
—Mejores amigos, en realidad —aclaró Elena.
—Chicos, chicos, parece que yo soy el único que ha leído los libros de este verano —se burló Stuart, mirando a su alrededor expectante.
Cuando todo lo que oyó fue silencio, Stuart suspiró.
—¿Tom Sawyer? —dio a entender, esperando obtener una respuesta.
Stuart suspiró exasperado al encontrarse de nuevo con el silencio:
—Es un camelo para que le hagáis el trabajo.
Elena jadeó mientras se giraba para fulminar con la mirada a Cory.
—¡Tú! ¡Pequeña comadreja!
Stuart le sonrió tranquilizadoramente.
—No te preocupes, cariño mío, nunca dejaría que nadie engañara a una belleza como tú.
—¿Cuántas veces voy a tener que decirte que es mía, Minkus? —Shawn le miró mal, atrayendo a Elena más cerca suyo.
—Puedes parar el día de nuestra boda —sugirió Stuart, sonriendo cuando Shawn fue a abalanzarse sobre él sólo para ser retenido por Elena.
—¡Shawn, no!
—¡Shawn, sí!
Cory puso los ojos en blanco antes de interrumpir:
—Oye, ¿a quién le vais a hacer caso? ¿A mí o al plátano ese y su esposa? —preguntó él, acobardándose un poco por la mirada que le lanzó Shawn.
—Bueno, vamos a ver. Mi esposa —disparó Shawn enfadado—, dice que juguemos y tú que trabajemos. Preferimos al tío de amarillo.
—No soy tu esposa, Hunter —recordó Elena.
Shawn le sonrió.
—Aún, aún no eres mi esposa.
—Tampoco soy tu esposa, Stuart —añadió rápidamente al verle sonreír triunfante.
Cory suspiró.
«Minkus tenía que ser un genio bocazas, ¿no?»
—Oye, escuchad, me han quedado siete dólares después de comprar el Hidro Saturador, y os los doy si me ayudáis a pintar la valla.
—Yo voto por comer, chicos. Y para ti, colega, soy el señor Plátano —Stuart apuntó su pistola de agua amenazadoramente a Cory.
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Elena sonrió contenta cuando vio a Cory salir de nuevo al patio trasero con varios paquetes de helado en la mano.
—¿De qué sabor nos has traído? —Shawn sonrió mientras se levantaba y dejaba caer el pincel.
—De vainilla. De vainilla con chocolate por fuera, ¡como se han hecho los helados durante miles de años! —exclamó Cory y entregó agresivamente a cada uno de sus amigos un sándwich de helado.
—Yo prefiriría que fuera un bombón más crujiente —Stuart frunció el ceño ante el sándwich de helado que tenía en la mano.
—¡¿No me digas?! —preguntó Cory sarcásticamente antes de coger el helado de Stuart y sumergirlo en una maceta con tierra—. Aquí tienes, Minkus, ya verás qué crujiente.
—¡Cory! —Elena le dio un golpe en el hombro. No sólo era mezquino, sino también repugnante, por no mencionar que desperdició un sándwich de helado en perfecto estado.
Si había algo que apasionaba a Elena eran los helados y la comida en general.
—¿Me lo estoy imaginando o estás en plan antipático? —Stuart miró con asco el sándwich de helado cubierto de tierra.
Shawn asintió con la cabeza, por una vez estaba de acuerdo con Stuart.
—¿No os parece que estamos sobrando?
—¿Guerra de agua? —preguntó Ellis.
—Guerra de agua —accedió Elena y, dejando caer los pinceles, salieron del patio de Cory.
—¡Eh, ¿a dónde vais?! ¡Os he pagado! ¡Os he traído bocadillos! ¡Os he traído helados! —suplicó Cory.
—Bueno, ¿y qué? —preguntó Shawn mientras esperaba a Elena.
—Pues, ¡que puedo demandaros!
—Vale. Que tu abogado llame a mi madre.
—¡Diviértete con eso!
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—¡Ha sido muy divertido! —dijo Elena mientras Shawn y ella caminaban juntos de vuelta a casa.
—¡Lo sé! ¡Quién iba a decir que mi chica podía patear traseros! —dijo Shawn mientras atraía a Elena hacia él, sonriendo con orgullo.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no soy tu chica, Shawn?
—¿Cuántas veces tengo que decirte que vas a ser mi chica?
—No piensas rendirte nunca, ¿verdad?
—¡Ni en sueños!
—Eres imposible.
—Y tú eres hermosa.
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