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1.

—¿Qué pasó dentro del baño? —pregunta sumamente curioso Jimin, al momento en que comienza a sentarse al lado mío como siempre lo ha hecho desde que nos conocemos.

La profesora que impartirá nuestra última clase del día está demorada y odio por primera vez en todo el semestre que tarde tanto en llegar.

Con algo de nerviosismo saco de mi mochila un cuaderno algo grueso para mi gusto, pues todo son actividades tras actividades que mi mente, pero sobre todo mi mano izquierda, ha resentido.

Siento mi manzana de Adán subir y bajar con demasiada dificultad, creo que puedo atragantarme con mi propia saliva en cualquier instante por el sólo recuerdo de la situación que viví en el sanitario. —No me sucedió nada —respondo con la vista en algún otro lado que no sea el rostro de mi mejor amigo.

—Así que nada, eh.

Sin analizarlo lo suficiente, reconozco su tono de voz sarcástico mientras intenta hacer que sus ojos den con los míos ansiosos. Tomando sutilmente mi muñeca, fijo mi vista en la suya. —Entonces, ¿el que hayas salido totalmente ansioso y nervioso del baño, significa nada?

—Sí, bueno... no, no sé. Te contaré pero tienes que prometerme que no le dirás nada de lo que diga a nadie, en especial a Jungkook; por nada del mundo o dejaremos de ser amigos, ¿de acuerdo?

—Habla, Taehyung.

—Seokjin, estaba en los sanitarios cuando entré.

—¿Y qué? ¿Qué pasó?

—¿En verdad quieres saber? —Esperando una respuesta de su parte, lo observo detenidamente, hasta que lo veo asentir—. Bien. Antes de que entrara al baño tú y yo hablábamos sobre él, sobre que su atracción por mí se debe en parte a que soy como prohibido, que debía dejar de mirarlo porque tarde o temprano terminaría en su cama. Bueno pues quizá yo murmuré al entrar “qué más quisiera que terminar en su cama” y sólo quizá él me oyó.

—No puede ser...

—Sí, sí puede ser, además eso no terminó ahí. —Con lentitud aspiro todo el aire que mis pulmones pueden retener para poder seguir hablando con Jimin. 

—¿Qué más pasó?

—Él me respondió que eso podía arreglarse en ese instante. —Tomando entre mis manos las de Jimin, siento como los vellos de mi nuca se erizan en su totalidad.

—Taehyung, continúa contándome que los nervios me están volviendo loco.

—Imagínate por un sólo segundo, como diablos me sentí yo en el tocador sólo con él, respirando su mismo aire a tan sólo unos metros.

—¿Qué rayos pasó entonces? ¿Qué fue lo que te dijo? ¿Te hizo algo? —pregunta ansiosamente—. Es que acaso, ¿te ofendió? Porque entiendo completamente que una cosa es que te coma con la mirada, tan descaradamente cada que tiene la oportunidad por los pasillos o inclusive en la clase de deportes, pero otra muy diferente es el cómo reaccione ante oír algo así. —Cada una de las palabras que salen de la boca de mi mejor amigo, se clavan en mi mente, en especial aquellas sobre deportes de lo cuál para nada me había dado cuenta.

—Un segundo, ¿él me come con la mirada en deportes también?

—Sip —menciona con facilidad—. No puedo creer que en serio no te hayas dado cuenta antes.

Sonrío ligeramente, mis ojos siguen algunos de los movimientos de Jimin.

—¡Vaya! Eres aún más distraído de lo que pensé. Seokjin es tan obvio o cínico, diría yo, cuando te mira que juraría que cualquiera ya se habría dado cuenta. En especial tú qué eres tan perceptivo con quien te mira por mucho tiempo.

—Esperaste mucho de mí por lo que veo. En definitiva he notado cuando me observa con esa mirada tan suya que no sé cómo describir por los pasillos, porque quiero hacer la misma acción que él, pero nunca me había fijado que también lo hacía en deportes.

—Pues sí, lo hace y no lo culpo...

—¡Cómo! ¿A qué te refieres con que no lo culpas?

—Tae, amigo. Tienes un trasero de infarto con shorts.

—¿Qué? ¿Hablas en serio?

—Sí y mira que si no fuera porque también soy amigo de Kook, me atrevería a apretujar tu trasero —menciona con cierto descaro.

—¡Mierda, amor! —clamo con desfachatez, levantándome de mi lugar para tomar uno nuevo y en definitiva mejor, las piernas de mi Jimin. De las cuales soy testigo firme que ejercita dos veces al día, todos los días de la semana durante 30 minutos mínimo; muy diferente a mí que el único esfuerzo o ejercicio físico que hago es levantarme a buscar el control remoto de la televisión el cual, y para mí mala suerte, casi siempre se pierde.

Al lograr mi cometido de ponerlo en demasía nervioso, mi vista se posa sobre sus mejillas rosas y su sonrisa excitable.

—¿Todo bien ahí abajo, cariño? —pregunto, sabiendo que lo incomodaría aún más.

—Sí y quítate de encima o patearé tu lindo culo.

—¿En verdad harías eso?

—Ya lo hice una vez y puedo hacerlo otra vez más...

—Es cierto, de solo acordarme me vuelve el dolor. —Levantándome casi enseguida, cubro mi retaguardia—. Eres malo conmigo, Minie —chillo fingidamente, percatándome de la extensa sonrisa sobre su rostro.

—No lo soy. Bueno, solo lo suficiente.

—¿Lo suficiente? ¿A qué rayos te refieres? Pensé que me querías.

—Tae, vamos, conmigo no funcionan tus chantajes.

—Al menos podrías fingir que sí, como un acto de amistad hacia mí.

—¿Acto de amistad? —repite risueño.

—¿Qué tienes contra mis actos de amistad? —me mofo al recordar nuestro último acto de amistad.

—Hey, ¿recuerdas nuestro último torpe acto de amistad? ¿Recuerdas dónde y cómo terminamos?

—Claro que sí, fue como un souvenir. —Mi voz comienza a cortarse tan pronto un olor familiar inunda mis fosas nasales, un olor que desde luego he aspirado antes en este día.

Maldición.

—¿Podemos hablar, Taehyung? —Volteando lentamente, compruebo lo que mi nariz ya intuía—. ¿Puedo robártelo un par de segundos, Jimin?

—Puedes, pero primero dime ¿para qué? —La voz de Jimin rápidamente resuena en la conversación, poniéndome a su vez detrás de él—. Mi amigo tiene novio así que como entenderás tengo que protegerlo.

—Se llama Jungkook, ¿verdad? —Algo desconcertado, me centro en Jin, que se ve muy seguro de sí y desde luego jodidamente más atractivo que ayer. 

—Sí, así se llama.

—Va en el salón de aquí a lado, sino mal me parece.

—Sí, es un gran tipo y lo mejor de todo es que quiere mucho a Taehyung —menciona Jimin, aún frente a mí, haciendo el ambiente un poco más tenso. Pero simplemente entre él y Jin.

—No me consta.

—Pero a mí por supuesto que sí me consta. —La sonrisa socarrona de Jin rápidamente se hace presente, enfureciendo inconscientemente a Jimin.

—Bueno, si tú lo dices —dice antes de apartarse de nosotros y salir del salón... ¿Qué no quería hablar conmigo?

Girando en mi dirección, Jimin me mira con un poco de pena. —Lamento haber sonado tan sobreprotector.

—Descuida, solo la próxima vez defiéndeme a mí y no solo a Jungkook.

—¿Qué? ¿De qué hablas? Te defendí a ti y sí, puede que escasamente también a Kook pero… —Tomo su brazo entre mis manos, intentando callarlo sin éxito—. Tú eres mi mejor amigo.

—Tranquilo, sólo bromeaba. Relajate un poco.

—¿Para qué crees que quería hablar contigo? —indaga, recordándome que para nada había terminado de contarle lo que sucedió en el baño, aunque siendo sincero no sabía si era una buena idea contarle.

Minutos más tarde, la profesora de nuestra última clase se adentra al salón, volviendo todo en nuestro entorno muy silencioso.

—¿Estás bien? Pareces algo distraído.

—Estoy bien, sólo pienso en lo que te pregunté antes —susurra, al igual que yo lo hice.

—Sobre porq...

—Taehyung, podría ser tan amable y guardar silencio —aborda la profesora, que nos da la espalda, escribiendo sobre el tema del día en el pizarrón blanco.

—Sí, lo siento —aseguro, disculpándome a su vez.

—Gracias.

—¿Jungkook no vendrá por ti?

—No. Olvidas que te mencioné que está muy enfermo.

—Cierto.

—Iré a verlo más tarde —añado al sentir la mirada que Jimin me otorga—. Nos vemos mañana.

Durante los primeros tramos recorridos, todo a mi alrededor se vuelve realmente ruidoso, el sonido de los automóviles por sobre la avenida cada vez resuena más y más fuerte, al igual que el par de gritos estruendosos de un grupo de estudiantes de secundaria delante de mí.

—¿Y tu niñera? —interpela burlesco Jin, detrás de mí, acompañado de uno de sus pocos amigos Kim Namjoon.

—Jimin no es mi niñera —respondo seguro de aquello, pese a que por dentro me parece en parte verdad.

—Corrijo, no es tu niñera, más bien parece tu guardaespaldas, uno en extremo posesivo —agrega.

—Tampoco es mi guardaespaldas...

—Entonces, ¿qué es? Estoy seguro que ni siquiera Jungkook te cuida así —alude, teniendo particularmente razón. Kook no es sobreprotector ni mucho menos, ni siquiera es celoso.

—Sí debe ser su guardaespaldas, sino ¿por qué otra razón es tan asfixiante con él? —habla por fin Namjoon.

—Las malas vibras no van para nada con ustedes, chicos —bromeo.

—No son malas vibras, solo opino que no deberías de ser tan confiado con Jimin, te trata como si tú no fueras capaz de tomar tus propias decisiones, como si necesitaras el cuidado y protección de alguien todo el tiempo; ni Jeon te sobreprotege así —comenta sin duda alguna Jin.

—Lo que Jimin hace se llama querer y cuidar, puede que más de lo que debería, pero eso hacen los mejores amigos. 

El ambiente fugazmente se volvió incómodo.

—Mejores amigos, sí claro —aclara Jin con obvio sarcasmo, siendo callado por Namjoon de decir algo más al momento en que abrió su boca.

—Si tienes una idea de lo que significa tener un mejor amigo, ¿no? —alarde—. ¿Alguna vez has tenido una relación con una persona que duré más de una noche?

—Una vez y créeme que en mi vida vuelvo a cometer el mismo error —afirma Seokjin. Ignorando la mirada indagadora de Namjoon, que sigue atento a todas y cada una de las palabras que salen de la boca de Jin.

—No toda la gente es tan mala como muchas veces nos lo hacen pensar, deberías tener eso muy en cuenta, no puedes prejuzgar a la gente por los errores de los demás. —Es un poco increíble para mí el hecho de ser condescendiente con Seokjin, quien estaba lejos de ser el tipo perfecto de persona; pero vamos, nadie en estos tiempos lo era, ni lo sería nunca—. Dale la oportunidad a la gente de demostrarte que habemos personas diferentes —pausa—. Porque créeme que es una pena que siendo tan atractivo y galante, no seas más que un idiota caprichoso con temor a las relaciones de amistad o amor.

—Es cierto que no me consta que toda la gente es igual, pero cómo esperas que me dé el lujo de tratarlos cuando ellos ya me juzgaron antes. —Niega—. No tienes idea de cuán cruel puede ser la gente que dice quererte y peor aún aquella que no lo hace —continua—. Piensa mejor lo que dices, lo que haces, considera mejor a quienes son dignos de tu confianza porque créeme que a mí me queda más que claro que Jimin no es alguien que deba ir dentro de ese círculo.

—No necesito de tus consejos pero gracias de todas formas. Jimin ha sido merecedor de mi confianza desde hace años, con actos y palabras, ¿por qué habría de no hacerlo ahora?

—Considera lo que te voy a decir, como un favor de mi parte...

—¿Un favor?

Asiente, observando como Namjoon simplemente se niega a que siga hablando.

—¿Qué es eso que Namjoon se niega me digas?

—Respóndeme algo —evade mi pregunta, deteniendo súbitamente cualquier pensamiento que en mi mente estuviese rondando—. ¿Sabes por qué tu novio no te toca?

Rápidamente mis ojos se centraron en los de Jin, en total desconcierto... ¿Cómo rayos él sabe eso?

—Basta Jin, no deberías decirle eso —habla Namjoon, oponiéndose rotundamente en palabras.

—¿De qué están hablando? ¿Qué saben ustedes que yo no?

—La gente tiene razón, cuando dice que el interesado es el último en enterarse de lo que ocurre a su alrededor.

—Habla... Por favor.

—Jimin y Jungkook se entienden a tus espaldas —suelta, convirtiendo sus palabras de pronto en un enorme balde de agua fría que cae sin cuidado alguno sobre mi cabeza.

—No, eso no es cierto.

—Me temo mucho decirte que lo es. Yo, al igual que Yoongi vimos con nuestros propios ojos cómo se comían a besos en uno de los salones de danza —asevera—. Y no sólo eso, ambos hablaban de lo complicado que es fingir frente a ti.

—Deja las cosas así, Jin. Vámonos.

—Sino me crees a mí, ve con tus propios ojos. Eres tan rutinario y predecible que ya saben ambos la hora exacta en la que vas a verlos a cada uno.

Sin querer seguir oyendo todo aquello, salgo corriendo lo más rápido que puedo en dirección al departamento de Jungkook, a comprobar todas y cada una de las palabras antes dichas por Jin, lamentándome firmemente por dudar de las dos personas que más significan en mi vida.

—No, no puede ser...

Al llegar al departamento de Jungkook, oigo por la puerta unos fuertes gemidos, dándome a entender perfectamente la actividad que están realizando mi novio y mejor amigo dentro, porque jodidamente reconozco los estúpidos sonidos del último; no por nada habíamos compartido departamento hacía un año, encima ninguno responden mis constantes llamadas.

Dispuesto a patear la puerta y hacer el peor de los escándalos fuera del maldito departamento, una fuerte mano me detiene antes de golpear la puerta cual niño pequeño

—¿Eres tonto o qué te pasa? Vas a espantarlos.

—Namjoon, ¿puedes abrirla?

—Por supuesto, pero...

—Ábrela —suplico con la mirada totalmente en la nada.

Sacando un par de ganchos de alambre de su bolsillo izquierdo, Nam se inclina a la altura del picaporte de la puerta, tardando no más de 10 segundos en abrirla. Primeramente Seok entra, quien tiene en extremo habilidad para no dejar a la puerta ningún ruido hacer.

A paso lento, me encamino a la habitación de Jungkook, la cual tiene tanto para mí como para ellos, la mala fortuna de hallarse entre abierta.

Mis ojos velozmente se llenan de lágrimas, no puedo creer lo que estoy viendo. Jimin está gimiendo escandalosamente debajo del que se suponía era mi novio, quien no sólo lo penetra con fuerza y deseo —un deseo que se ve leguas jamás ha sentido por mí—, sino  también se está encargando de marcar cada parte de su abdomen.

Conteniendo mis ganas llorar, pero sobre todo de entrar a la habitación a decirles una sarta de cosas —entre ellas la clase de personas tan detestables que son— cierro los ojos y salgo de ahí lo más rápido que puedo, ya que no puedo seguir mirando hasta qué grado habían sido capaces de llegar dos de las personas que yo más quería.

Namjoon y Jin tenazmente me vuelven a seguir fuera del departamento, cerrando con bastante cuidado la puerta del mismo lugar que ha sido testigo de cada estúpida noche de películas entre los tres, de cada maldita vez en que prácticamente le rogaba por sexo a Jungkook, sin tener nada más que una miserable sesión de besos.

—¿Conocen algún bar? —demando con algo, o más bien, demasiada autoridad.

—No te vas a poner hasta atrás por ellos, simplemente no te voy a dejar.

—Jin tiene razón. Ellos no lo valen, ni un segundo.

—¿Y qué hago con esto que me está quemando por dentro?

—Nada que una ronda de videojuegos y comida chatarra no arreglen —cita Jin.

—Bien, vamos a mi casa ahora —ofrece Namjoon—. Mi mamá nos consentirá a los tres, sin preguntar absolutamente nada.

—Hey, ¿todo bien?

Perdido y a la vez distraído alcanzo a oír la suave voz de Jin, asintiendo tranquilamente a su pregunta.

—Oye, lo que te dije no lo dije para nada con mala intención. —Comienza, ganándose parte de mi atención—. Solo pensé que tú debías saberlo. Tan pronto como Yoongi y yo nos enteramos quisimos decírtelo, pero vamos yo soy un idiota mujeriego ante casi toda la universidad y Yoongi es el enemigo número uno de tu novio, era obvio que no nos creerías.

—¿Desde cuándo es que lo saben? ¿Y quién más está enterado? —pregunto, sintiendo mi garganta desgarrarse por las lágrimas que siguen amenazando con salir y que estoy intentando impedir a toda costa.

—Desde hace más o menos dos semanas y con respecto a quién lo sabe, sólo somos Namjoon, Yoongi y yo.

—Namjoon, ¿cómo te enteraste?

—Los ví saliendo de una cafetería cerca de mi casa, tomados de la mano y dándose un beso antes de que Jimin subiera a un taxi.

—¡Qué ciego fuí! —me reprocho, por haber creído todas y cada una de las excusas que ambos me daban cuando querían verse a escondidas, ahora todo tenía sentido.

—No es tu culpa, ellos no supieron ni valorar tu cariño, ni tu amistad...

—¿Por qué sabes exactamente qué decir? —cuestiono tristemente y con una sonrisa deforme en mi rostro.

—Porque hace unos dos años, me pasó exactamente lo mismo a mí —confiesa Jin—. Esa es la excusa que uso para justificar el cómo soy ahora, como dices tú un ¿idiota caprichoso?

Asiento, dejando salir el primer par de lágrimas de mis ojos café claro. —Así que en eso me voy a volver —alego sarcásticamente—. No está mal.

Sonriendo dulcemente, los largos dedos del hombre frente a mí limpian con una tierna caricia por debajo de mis ojos aquellas primeras lágrimas que derramo.

—Tú serás alguien mejor que yo. —Escucho.

—¿Cómo es que estás tan seguro de eso?

—Porque lo veo en tu mirada. Va a llegar alguien a tu vida que sí sabrá valorarte, alguien que te hará olvidar todos estos tragos amargos que estás pasando, ya lo verás.

—¿Y tú? ¿Dónde está tu persona especial, que te hace olvidar todo lo malo que ocurre?

—Te diría que ya no tarda en llegar pero sería una completa mentira, creo que para mí no hay dicha persona especial.

—¿Y qué tal que en verdad ya no tarda en llegar?

—Pues que se de prisa. —Sonríe, haciéndome sonreír de igual manera.

—¡Qué tonto eres! —exclamo con ironía.

—Tienes una sonrisa muy linda —me halaga.

—Esta sería una muy buena oportunidad para que me besaras.

Sonriendo, se aleja.

—Podría, es cierto, pero no lo haré y no es porque no quiera hacerlo, porque es lo que más deseo desde que te ví por primera vez en la universidad; pero estás tan inmerso en lo que acaba de sucederte que no sería correcto de mi parte. 

—Le tengo noticias joven Kim, pasó con éxito la prueba en cuestión.

—Ahora quién es el tonto.

—Vamos, te encanto y lo sabes.

—Ya están las palomitas, las bebidas y algunos dulces que pensé podrían gustarles —habla Namjoon desde la barra de la cocina, colocando todo dentro de una pequeña mesita de desayunó de madera—. Son dulces mexicanos. Mi mamá dice que son lo mejor.

—Te ayudo.

—Oh no, por favor. Eres mi invitado.

—Es cierto pero tengo manos también —ataco alegremente, adentrándome detrás de él a la cocina—. Además si no me mantengo distraído voy a volver a recordar lo que acabo de ver y créeme que es algo que quiero olvidar.

—Bueno, entonces pásame unos vasos de la segunda puerta de aquella vitrina —pide.

—Oye, ¿puedo hacerte una pregunta personal?

—Sí, por supuesto.

—¿Por qué tú no me dijiste nada? No tienes ninguna riña contra Jungkook o Jimin. Vamos,  ni siquiera eres un mujeriego como Jin dice que es él.

—Es cierto, no tengo ni un problema con ninguno de ellos dos y no soy un mujeriego claramente, pero no me conoces, nunca me has tratado; cómo habría garantía de que me creerías.

—Puede que tengas algo de razón, no te conozco y a ellos tengo más de 6 años conociéndolos o bueno al menos eso es lo que pensé... Conocerlos.

—¿Estás molesto con nosotros?

—¿Molesto? ¿Por qué habría de estar molesto con ustedes? Muy por el contrario les agradezco haberme abierto los ojos, a ambos.

—¿Puedo preguntarte algo, Taehyung?

—Desde luego, pregunta lo que quieras saber y no te deje dormir por las noches. —Rio.

—¿Te gusta Jin? ¿Sientes algún tipo de atracción hacia él?

—¿En serio esa clase de preguntas no te dejan dormir por la noche?

Soltando una elegante carcajada, voltea rápidamente hacia mí.

—A veces, y es porque me he percatado en varias ocasiones cómo miras a Jin cuando está descuidado por los pasillos, son tan parecidos en ese aspecto. Pregunto por eso.

—¿Soy como un tipo acosador?

—Se podría decir, aunque también Jin no deja de mirarte ni durante las clases que tienen en común, ni por los pasillos, ni en las clases de deportes.

—Bien, ahora me siento acosado y no acosador.

—Oh, no te hagas.

Riendo, lo veo expectante

—¿Y quién y quién me ha visto mirándolo?

—Yoongi, yo...

—Y yo —habla Jin, recargado sobre el marco de la puerta de la cocina.

La tarde y noche comienzan a transcurrir con bastantes risas, teorías y pláticas sobre las películas que vemos, que en definitiva me hacen sentir mejor, haciéndome ignorar inclusive las llamadas insistentes que aparecen sobre la pantalla cada hora.

—Chicos, esto fue grandioso pero tengo que irme.

—Puedes quedarte a dormir.

—Gracias en verdad, pero iré a ver a mi madre, en eso quedé por la mañana con ella.

—Oh, en ese caso no la hagamos esperar —agrega Jin, poniéndose de pie.

—¿Me acompañarás?

—Me queda de paso.

—Pero ni siquiera sabes a dónde voy.

—No, pero tú tampoco sabes cómo irte de aquí.

—Soy inteligente, puedo averiguarlo.

—¿Preguntando se llega a Roma?

—Claramente, aunque no voy a Roma. —Lo medito.

—Parecen novios —menciona Namjoon, llevándose a su vez un puño de palomitas a la boca.

Fulminando con la vista a Namjoon, Seokjin comienza a dirigirse hacia mí de nueva cuenta.

—¿Vamos?

—Bien —respondo, sonriendo felizmente por lo raro pero adorable que se ve que es la amistad entre ambos.

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