Capítulo 7: Síntomas
No sabía que era peor, si estar revisando las fotos de Harry en sus redes o estar imaginando a mi bebé con algunos de sus rasgos.
Debía admitir que Harry Styles era muy guapo... demasiado. Y lo que más quería era que mi bebé heredara esos rizos rebeldes y castaños, junto a esos hoyuelos.
Suspiré una vez más observando la solicitud de amistad en mi Instagram y recordando la que me había mandado a mi Facebook. Realmente no quería aceptarlo, quería que se quitara esa idea loca de la cabeza de querer involucrarse solo porque se sentía "culpable".
De acuerdo, una parte de mí le daba gracia todo lo que estaba sucediendo, es decir, quería embarazarme a punta de sexo descuidado y que el chico (como los demás otros) no se hiciera responsable para yo así poder ser feliz con mi bebé. Ahhh, pero no. En cambio recibo a un torpe hombre que no sabe si quiere o no quiere formar parte de la vida del bebé que él ayudó a procrear y ahora ofrecía su ayuda financiera. ¿Por qué no pude formar parte del 90% de la población de madres solteras? ¿Sería que no se debe planear para que el hombre no se haga responsable? Pero... para Harry nada fue planeado, ¿sería entonces el karma actuando en mi contra?
Bufé.
Ya estaba pensando incoherencias.
No acepté ni rechacé las solicitudes, simplemente las dejé ahí. Si no las respondía, se podía entender como que no las había visto... Que no las había visto por más de diez días.
Resoplé.
Bueno, ¿qué probabilidades había de que volviera a ver a Harry? ¿Cierto?
Los días pasaban y yo comenzaba a padecer gran parte de los síntomas para solo contar con cuatro meses de embarazo. Mi barriga no me parecía tan grande así que alarmada le comenté a la doctora mi preocupación cuando me fui a realizar mi cuarto eco. Ella me aseguró que el tamaño y el corazón del bebé estaban normales y estaba desarrollándose como debía y que probablemente para el próximo mes, y si el bebé se encontraba en una buena posición, ya podríamos conocer el sexo. Eso me quitó un peso enorme de los hombros.
—Tienes la hemoglobina un poco baja, pero eso es normal, necesito que comas bien y no te satures, ¿está bien? Te recomendaré otro tipo de vitaminas.
—Por supuesto, haré todo lo que me indique.
—Me dijiste que estabas teniendo náuseas muy continuas, ¿cada cuánto tiempo?
—Después de cada comida—hice una mueca.
—¿Has llegado a vomitar?
—Por las tardes suelo hacerlo—suspiré aguantando las ganas que tenía de llorar.
—Tranquila—la doctora me sonrió con comprensión y acarició la palma de mi mano. —Hay embarazos más propensos y sensibles a ciertos síntomas que otros, tu eres uno de ellos por lo que veo, pero te mantendremos en constante chequeo, ¿de acuerdo? Lo importante es que no dejes de comer.
—Está bien.
Literalmente, salí temblando de esa consulta. Reconocía ser una persona nerviosa y que ella me dijera que algo no andaba bien, me ponía verdaderamente mal, no quería que nada malo le ocurriera a mi bebé.
Llegue a casa y lo primero que hice fue abrir una nueva página en el hermoso álbum que había decorado con todo tipo de materiales y colores para llevar la secuencia de los meses de mi bebé. Y luego de pegar el nuevo eco escribí en el pie de página:
"Tu mami te ama. Cuarto mes y ya te sentí patear por primera vez".
En realidad, había sido un movimiento muy leve que sentí en cuanto manejaba de vuelta a casa, tal vez había sido un gas, pero estaba segura, un noventa por ciento, que había sido mi bebé. En ese momento apreté mi vientre con suavidad y le susurré muchas palabras lindas hasta que los carros de atrás tocaron sus cornetas como locos para que me moviera. Ohh, vaya que me había puesto melancólica después de eso.
Cerré el álbum y lo dejé sobre la cama para luego agregarle algunos stickers. Salí de mi cuarto para ir a la cocina y abrí el congelador para sacar el enorme pote de helado de cereza junto al enorme frasco de pepinillos con intenciones de arrojarle algunos a mi helado.
Me senté en mi cómodo mueble de la sala y suspiré con gratitud en cuanto di la primera cuchara de ese antojo tan peculiar.
Prendí el televisor y decidí mandar un mensaje al grupo que tenía con mi familia (grupo en el cual casi nunca se hablaba).
"Estoy embarazada y soy madre soltera".
Deje reposando el celular sobre la mesita de vidrio y vi como la luz parpadeante no dejaba de aparecer. Seguro se habían vuelto locos. Me encogí de hombros mientras continuaba comiendo y viendo una película que no tenía idea de que iba.
Luego de haber tomado una merecida siesta, decidí que era momento de ir a comprar algunas cosas para el bebé ya que para el próximo mes sabría si era niño o niña, yo quería que fuera una niña para poder vestirla con todo tipo de vestidos y colocarle gorritos, pero estaría igual de feliz si resultara ser un varoncito. Durante la semana había podido comunicarme con una agencia que decoraban el "cuarto perfecto para un bebé" (su eslogan), era un poco costoso, pero sabía que yo sola no podría hacer todo, como mover los pesados muebles que fuera a comprar o pintar la habitación por completo, necesitaba ayuda, ¿y qué mejor que un profesional para eso?
—¿Por qué quiero que la chupa del tetero se parezca a mi pezón? —murmuré con una mueca leyendo las características de uno de los cinco biberones que tenía en la mano.
—¡Samantha!
El escandaloso grito me alarmó y me volteé en su dirección.
Harriet venía trotando hacia a mí arrojando unas prendas para bebé a su acompañante. Un hombre alto y delgado, rubio y tan blanco como la cal.
—Hola, Harriet.
—¿Qué haces aquí? ¿Compras algún regalo? Yo vine con Patrick para hacer unas compras a mi prima, cariño ven aquí, él es mi prometido, por cierto, te espero este sábado en la fiesta, ¿verdad?
Tomaba unos días de descanso y ya se me olvidaba lo parlanchina que era.
—Claro que sí, un placer—estreché la mano del joven quien se limitó a sonreír en mi dirección. —Nicolás me explicó por qué alargaste los días para la boda, ¿resolviste el problema con el cura?
—Oh Dios, sí—rodó los ojos. —No puedo creer que haya confundido los números, por su culpa varios de mis familiares tuvieron que retrasar sus vuelos.
—Lo bueno es que todo se resolvió.
—Sí—aplaudió con energía. —Entonces, ¿Qué eliges? Si es un regalo para un baby shower te recomiendo que regales los sonajeros del pasillo cinco, están demasiado hermosos, creo que hasta yo quiero uno.
No pude evitar reír por su comentario.
—No, es... Bueno, la embarazada soy yo, busco cositas para mi bebé.
Su boca se abrió lentamente y el brillo en sus ojos me reveló lo entusiasmada que estaba ante el hecho de que estuviera esperando a un bebé.
—¡Que fantástica noticia! ¡Te felicito! Seguro tu bebé va a ser tan hermoso como tú, ay dime que harás un baby shower, no puedo perderlo por nada del mundo, es decir, eres mi planeadora y cantante favorita.
—Muchas gracias.
—No hay de qué cariño, esperemos que se parezca más a la mami que al papá, ¿verdad? ¿No vino a acompañarte? —alzó su cabeza mirando a los alrededores.
—Cariño...—su esposo parecía avergonzado y yo le sonreí para que no le prestara atención.
¿Podía culpar a alguien de ser tan metiche, pero sin ser consciente? Porque Harriet era muy impulsiva, pero sabía que era por su forma de ser, no lo hacía por ser molesta.
—Nada de papá, solo soy yo.
—¡Maldito desgraciado! —alcé mis cejas ante su reacción.
—Amor, cálmate.
—¿Cómo va a dejar una chica tan buena como tú sola? —dijo ignorando la petición de su prometido. —Si a mí me hicieran algo así mi hermano sin duda le rompería la cara al tipo, ¿no tienes hermanos por casualidad?
—Harriet, cariño, creo que estás incomodando a tu amiga.
—Claro que no, ¿verdad que no, Sam?
—Para nada—reí. —Prometo invitarte a mi baby shower, y ten por seguro que me tendrás en tu boda el sábado.
—¡Más te vale! —se acercó para abrazarme, gesto que le devolví. Cuando se separó, le dio una corta caricia a mi estómago y dijo en su dirección. —Nos vemos pequeñito—subió la mirada y me sonrió. —Hasta luego, Sam.
Me despedí tanto de ella como de su prometido y los vi perderse entre los distintos pasillos de aquel gran local para artículos de bebé. Suspiré volviendo la atención a los biberones que tenía en mis manos.
—Mejor me llevo el que se parece a mí pezón—murmuré colocándolo en la cesta que colgaba de mi brazo y me dirigí al pasillo de esos sonajeros tan lindos de los cuales me había hablado Harriet.
—¡¿Estás embarazada?! —hice una mueca al escuchar el grito de Nicolás.
Continué comiendo mi yogurt, lo cual parecía ser lo único que no devolvía y asentí.
—Sí, tengo cuatro meses.
—Disculpa, pero perdóname, ¿cuatro meses? ¿Cuándo pensabas decírmelo?
Ladeé mi cabeza observándola con gracia. Estaba tan rojo como las señales de pare.
—Uhh, ¿hoy?—me encogí de hombros. —Sabes que no soy una persona muy... abierta con los demás, además estoy muy capacitada para seguir con mi trabajo, es solo que la doctora me dijo que no me estresara mucho con mis actividades diarias, por eso me voy más temprano de la oficina y ya no asisto a todas las reuniones.
Eso era cierto, pero lo que no le decía era que las náuseas y los vómitos estaban formando parte de mi rutina. No quería preocuparlo.
—Está bien, sabes que tendrás mi respaldo allá-sacudió su cabeza haciendo alusión a la oficina.
—Gracias, Nicolás.
—¿Pablo sabe ya que estarás ausente?
—Sí—asentí abriendo mi laptop y colocándola sobre mis piernas. —Le pedí un poco de flexibilidad y me dijo que confiaba en ambos.
—Eso es bueno—musité una afirmación. —Sé que no debería, pero...—se quedó callado por lo que levanté la mirada y alcé una de mis cejas en su dirección. —Es decir, no sabía que salías con alguien y eso.
—No estoy saliendo con alguien.
—Oh.
Suspiré. Esa pregunta me perseguiría por siempre.
—Trabajemos un poco, quiero explicarte algunas cosas para cuando esté de baja por el embarazo y quedes al mando.
—¿Estaré en tu puesto temporalmente? —Nicolás sonrió ampliamente contagiándome de su buen humor disipando el incómodo momento.
—Claro que sí, ¿a quién más si no?
—Gracias, Sam, prometo que no te defraudaré, daré lo mejor de mi y todo estará perfecto en tu ausencia, eres la mejor.
—Ya, ya, no nos pongamos emocionales porque tengo suficiente con las hormonas—él rió para después asentir y sentarse a mi lado en mi sofá.
Luego de que Nicolás se fuera, decidí almorzar algo, pero las nauseas volvieron a aparecer y esta vez tuve que correr al baño para vomitar. Hice una mueca al terminar y cepillé mi boca alrededor de tres veces. Odiaba sentirme tan mal después de vomitar.
Me recosté sobre mi amplia cama, pero justo en ese instante escuché a mi celular repicar que se encontraba sobre la peinadora. Solté una maldición, pero me levanté y lo tomé. Era Catalina.
—¡Amiga!
Volví a la cama y me hice un ovillo.
—Hola, Cata, ¿qué tal todo?
—¡Genial!—chilló, alejé un poco el celular de mi oído por unos segundos. —Faltan tan pocos días para el baby shower y para finalmente dar a luz a mi hermoso bebito—la escuché suspirar y sonreí imaginando como acariciaba su tierna panza.
—Cierto, ¿está todo en orden con tus pedidos?
—Sí, me asombró el dominio que tiene Nicolás sobre todo.
—Es un buen asistente.
—Sam, linda, te escucho un poco decaída, ¿qué sucede?—gimoteé con pesar.
—Las nauseas las tengo a millón y vomité recién, ¿tu las tenías tan acentuadas los primeros meses?
—No—respondió ella y permaneció unos segundos callada. —¿Fuiste a ver a la doctora?
—Sí, me dijo que es normal en algunas mujeres que unos síntomas las afecten más que a otras, aparentemente soy una de ellas.
—Oh, Sam—escuché como carraspeaba su garganta. —Deberías decirle a Harry.
—¿Disculpa?
A pesar de que lo dijo en un murmuro, lo sentí como si me hubiera gritado. Me enderecé y apoyé mi espalda sobre el respaldo de la cama.
—No pienso hablar con él.
—Samantha, mal que bien es su hijo.
—Mal que bien nada, yo tengo todo el derecho sobre él.
—No quiero que te enojes conmigo—murmuró una vez más haciendo que suspirara.—Pero piénsalo un poco, si te llega a pasar algo, si te sientes muy mal y yo no estoy en el momento o no puedo hacer mucho, ¿qué harás?—bufó.—¿Llamar a tu madre?
La línea se mantuvo en silencio. Ella sabía que se había pasado.
—Lindo, Catalina.
—No, no, Sam, espera, no te enojes, perdóname—escuché como comenzaba a sollozar. —Es que me preocupo por ti y porque estés solita en tu apartamento, lo siento.
—¿En verdad estás llorando?
—¡No te comportes como el estúpido de mi marido, las mujeres embarazadas también lloramos!
Sus constantes sollozos solo me hicieron reír. Eso pareció calmarla en medida ya que comenzó a hipar.
—Solo me preocupo por ti.
—Lo sé—suspiré jugando con el borde de una de mis almohadas.
—Y no quiero que le pase nada ni a ti ni a mi sobrino.
—Lo sé.
—Por eso dije lo que de Harry, no lo hice con mala intención.
—Ya, ya, lo sé, es solo que... bueno, mi relación con Harry no es la mejor, es decir, no es como si estuviéramos compartiendo un cachorro por mutuo acuerdo, ¿sabes?—mi amiga sorbió su nariz e hice una mueca. —Y deja de llorar.
—Sé que tu bebé no es un cachorrito—dijo sin prestar atención a mi último comentario. —Pero esto es justo y necesario, Sam, necesitas planes de apoyo, las mujeres embarazadas los necesitamos por si acaso.
Rodé los ojos.
—Está bien, lo llamaré y lo mantendré al tanto, ¿te parece bien?
—Perfecto, ahora me voy a comer, adiós.
Y sin más, colgó mi llamada dejándome anonadada por cómo había terminado todo.
—Y pensar que pronto estaré con esos cambios de humor.
La boda de Harriet se llevó a cabo sin contratiempos.
Ella me había invitado a su boda por la iglesia, pero me había sentido tan mal ese sábado en la mañana, que preferí declinar y decirle que la vería en la tarde para su fiesta como mujer casada.
Los chicos y yo decimos montar todo en el escenario antes de que los invitados llegaran para poder darles una bienvenida emotiva a los novios.
—No tienes buena cara, Sam—me comentó Brandon terminando de ajustar los micrófonos. —¿Segura que te sientes bien?
—Sí, no te preocupes—dibujé una suave sonrisa en mi rostro y suspiré.
Aun no le había dicho a mis amigos sobre mi estado, y la verdad es que no estaba segura del por qué. Al paso que iba, no podría despegarme del baño y por ende no podría aparecerme en nuestras presentaciones, es decir, cada día mis síntomas empeoraban y lo peor era que la situación era "normal" según mi doctora.
Lo bueno es que había descubierto algunos alimentos que no me hacían correr al baño, pero de la misma forma, me di cuenta que mi olfato estaba muy sensible y la mayoría de los olores fuertes me causaban nauseas. Ni siquiera podía echarme más perfume porque me daba nauseas.
Asquerosa situación.
—¿Cual va a ser la canción de los novios?
—Thinking Out Loud—respondí para proceder a probar mi micrófono.
Últimamente, había una fiebre por Ed Sheeran sin precedentes. Ya ni siquiera teníamos que practicar tanto porque repetían las canciones. Ni siquiera ofrecía los catálogos porque la mayoría de las novias me saltaba con un: "Quiero la canción de Ed Sheeran".
Dos horas después, la fiesta se encontraba en su mejor punto, así que aproveché que habían acabado los discursos para dar unas palabras a la feliz pareja y seguidamente anuncié que tendrían su primer baile de casados.
Mientras cantaba, admiraba a la pareja quienes se miraban con amor mientras se susurraban palabras o cantaban por momentos.
Darling I will be loving you till we're seventy
Querida, estaré amándote hasta que tengamos setenta.
And baby my heart could still fall as hard at twenty three
Y cariño, mi corazón todavía podrá sentir como a los veintitrés.
I'm thinking bout how people fall in love in mysterious ways
Estoy pensando en cómo las personas se enamora de formas misteriosas.
Maybe just the touch of a hand
Quizá solo el roce de una mano.
Well, me, I fall in love with you every single day
Bueno, yo, todavía me enamoro de ti cada día.
And I just want to tell you I am
Y solo quiero decirte que lo estoy.
Todo estaba saliendo a la perfección. El servicio era excelente, la comida (aunque la mantenía lejos de mi) se veía muy buena, la música por supuesto que sonaba de lo mejor, los familiares parecían ser unidos ya que ninguno tenía cara de matar a otro o si quiera de estar fastidiados... Sí... así debían ser las bodas siempre, todo estaba perfecto...
O así era hasta que visualicé a Harry Styles entre la multitud mirándome como si quisiera bajarme a rastras del escenario.
Mi voz salió ligeramente desafinada. Lo supe por la ojeada que me echó Jasper, pero me recompuse como pude y sonreí intentando terminar la canción lo más melodiosa que pudiera.
Lo vi caminar en mi dirección y mientras trataba de no desafinar pensaba en un plan de acción.
Este hombre me va a matar por no haber aceptado sus estúpidas solicitudes, piensa en algo para poder escapar, Samantha. ¡AHORA!
Cuando la canción terminó y los familiares aplaudieron con energía, exclamé un poco más fuerte de lo que debí:
—¡Que vivan los novios!
El coro de los invitados siguió a mi voz y la mayoría de las personas se acercaron a la pareja que aun se encontraban en la pista para abrazarlos o simplemente felicitarlos una vez más.
Harry frunció el entrecejo al verse atrapado entre tantas personas así que lo tomé como una oportunidad para huir.
—¡Samantha, ¿a dónde vas?!
No respondí la duda de Jane y bajé lo más rápido que mis zapatos altos y vestido largo me permitieron.
Escapa, corre, busca la salida, SOS...
Pude visualizar la puerta, estaba a medio camino, pero sabía que lo lograría, yo podría escapar, podría...
—¡Detente ahí Samantha Di Pietro!
Al escucharlo gritar mi nombre de esa manera casi perdía el equilibrio y me estrellaba contra el suelo de la manera más dolorosa. Pero Harry me agarró firmemente del brazo enderezándome. Me solté de su agarre y lo encaré.
—¡Harry! ¡Wao! ¡Estás más alto! ¿Y qué haces por aquí?
Ay Dios, que mal era disimulando.
El rizado se cruzó de brazos y su ceño fruncido solo me aclaraba lo que yo ya sabía. Estaba muy
—¿Acaso cada vez que nos veamos vas a jugar a la indiferencia? Porque me estoy hartando de esto.
Exhalé el aire que retenía e igualé su postura.
—Está bien, siento no haber aceptado tus solicitudes de amistad, pero...
—Ah, así que sí las viste, pero preferiste ignorarlas.
Apreté mis labios al darme cuenta que yo solita me había delatado.
—Dime algo, Sam, ¿si quiera me permitirías intentar comunicarme contigo en algún momento? —miré a Harry sin saber qué responderle. —También es mi responsabilidad, ¿de acuerdo? —bufé.
¿Ahora sí? ¿Luego de haberlo negado y no pedir verlo en su faceta de bolita?
—No me digas, ¿ahora quieres ver el eco? —Él hizo una mueca y llevó una mano a su nuca para acariciarla.
—Está bien que quieras quedarte con toda la custodia, no tengo problemas con que lidies con eso, solo quiero ayudarte a no pasar por esto sola en su totalidad.
Fruncí el ceño dispuesta a decirle hasta del mal que se iba morir cuando, de repente, me llegó el olor de lo que parecía ser alguna especie de fritura. Arrugué mi nariz al sentir como mi estómago se resolvía.
Me di la vuelta dispuesta a ir al baño, pero Harry agarró mi antebrazo.
—Te estoy hablando.
—Suéltame, Harry.
—Pero...
—Amigo, no sé quién seas, pero obviamente Samantha no quiere conversar contigo en estos momentos.
Jasper agarró la muñeca del rizado logrando zafarme de su agarre.
—¿Ahora por estar embarazada tienes perros guardianes? —gruñó Harry logrando que lo mirara con enojo.
—¡¿Qué?!
La exclamación al unísono de mis amigos, los cuales no me había dado cuenta se encontraba detrás de mí, logró asustarme.
Llevé mi atención hacia el escenario donde solo se encontraba Brandon tocando la guitarra en una suave y lenta melodía. Por lo menos no habían dejado de tocar. Por otro lado, los nervios, más el asqueroso aroma, solo estaban aumentando mis ganas de vomitar.
—Déjame en paz, Styles, a mí y a mi bebé, nunca quisiste hacerte cargo, ¿recuerdas?—apretó la mandíbula con fuerza. Escuché un jadeo a mis espaldas.
—¿Entonces si estás embarazada? ¿Y es de él?—preguntó Jane a mi lado. Hice una mueca.
No era así como quería que se enteraran.
—Harry, ¿qué está sucediendo?—rodé los ojos.
La que faltaba.
Harriet tenía una sonrisa tensa y nos miraba como si quisiera asesinarnos a todos. Y es que no era para menos, estábamos llamando mucho la atención en la fiesta del, que se suponía, era el mejor día de su vida.
—No tienes de qué preocuparte, Harriet—le respondió sin dejar de mirarme. —Solo estaba hablando con Samantha.
—En realidad, esta charla se acabó.
Para ir a vomitar, quería agregar.
—No, no se ha acabado-sentenció Harry volviendo a agarrarme del brazo.
¿Es que acaso no podían dejarme ir a vomitar en paz?
—Te dije que la soltaras-Jasper volvió a intervenir, pero Harry no me soltó.
—Mira niño, esto no es asunto tuyo.
—Es mi amiga y está embarazada así que sí es asunto mío.
Ufff, me sentía peor.
Inhala y exhala Sam, inhala y exhala...
—¿Podrías decirle a tu hermano que la suelte?—intentó intervenir Patricia.
—Harry, esto le podría caer mal a su bebé—dijo Harriet tocando el hombro de su hermano.
—Sí, si quieres intentar ser un ejemplo de padre deberías empezar por respetar a la madre.
—¿Pero qué dices?-Harriet se volteó a mirar a Jane sin entender.
Jasper y Harry seguían discutiendo sobre si este último debía soltarme y el por qué no lo hacía.
—¿No te lo ha dicho? Él es el padre del bebé de Samantha—resolvió señalando a Harry.
—¡¿Que qué?!
Harriet se giró hacia mi lanzándome preguntas que no entendía, pero luego se volteó hacia a Harry el cual comenzó a discutir tanto con ella como con Jasper ya que aún no me soltaba.
La histeria colectiva, los olores, los nervios que sentía y el montón de ojos sobre nosotros solo lograron lo que tanto estuve tratando de evitar.
Un jadeo grupal me hizo saber que en efecto no me había podido aguantar más y que no estaba viviendo una pesadilla.
Bueno, había sido lindo ver los caros zapatos italianos de Harry antes de que les vomitara encima.
Vengo en son de paz. lol
ESPERO LES HAYA GUSTADO, GRACIAS POR LA ESPERA Y POR LAS QUE SIGUEN AQUÍ A PESAR DE QUE ME TARDO EN ACTUALIZAR. LAS AMO MUNDIAL♥
Canción agregada al playlist de la historia: Thinking Out Loud - Ed Sheeran
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