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Capítulo 26: Dilo

n/a: Antes de leer, me gustaría decirles que yo no soy de alargar mucho las novelas. No me gusta el relleno, Radio Curly ha sido la excepción y eso fue por el contexto en el que se desarrollaba la historia. Siento que ya era hora de finalizar la historia de Sam y Harry porque ambos han pasado por los momentos más duros que planeé para ellos, merecen un cierre y se los estoy dando. ¿Recuerdan la frase al principio del libro? "El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra el final perfecto". Creo firmemente que es así, y para estos dos no iba a ser la excepción.

Espero que disfruten del capítulo final, gracias por tanto apoyo, all the love, x.

Dejar a Harry, de lo que supondría de forma definitiva, fue probablemente una de las cosas más duras que haya hecho en mi vida.

Me desperté temprano y le dejé escrita una nota. Tal vez no era lo más valiente, pero rompería en lágrimas si debía despedirme de él. Por lo que solo tomé mis cosas y me fui, decidida a continuar mi vida sin Harry. 

Sin embargo, la vida te sorprende con cosas buenas, solo tienes que aprender a apreciarlas.

En una oportunidad, leí en algún libro, una metáfora sobre la metalurgia y el alma. Los que saben de metales comparten que, si al acero no lo colocan a altas temperaturas y le dan golpes fuertes, quedará flojo y con poca resistencia, inútil. Es por eso que es sometido a tantas "torturas", pero al final queda un acero firme, resistente y brillante. Si lo comparamos con nuestra alma, la similitud es impresionante. Si no atravesamos por momentos duros a lo largo de nuestra vida, no adquiriremos esa pasión y esa fuerza de voluntad que nos hace mejores, seremos personas sin personalidades, para nada sólidas e indecisas. 

Es por eso que dejé de preguntarme el por qué me pasaban cosas no tan positivas y empecé a emplear el para qué. ¿En quién me quería convertir? ¿Ahora, qué aspiraba en convertirme? ¿Para qué habían sucedido todas aquellas tormentas en mi vida? 

Fue así como me mudé a una pequeña casa en Santa Mónica, apenas a dos horas de distancia de mi mejor amiga, mi ahijada, mis amigos y cerca de hermosas playas que me recordarían por siempre a mi hijo, trayéndome esa calma que a veces me hacía falta. Mamá había decidido viajar por el mundo en conjunto a un grupo de mujeres que realizaban campañas de concientización sobre el cáncer de mama, y como yo (a pesar de estar extremadamente feliz y orgullosa de ella), aún era reacia a la idea de la soledad, decidí adoptar un hermoso dálmata llamado Thunder, y es que ese grandote sí que sabía cómo ser estruendoso con sus enérgicos ladridos. Aunque muchos pudieran dudarlo, se convirtió en una gran compañía (nada comparada con mi primera experiencia con una mascota). Íbamos juntos a realizar trotes matutinos, me acompañaba a mi trabajo en la nueva sede que había decidido aperturar en Santa Mónica y siempre estaba junto a mí en las reuniones que se llevaban a cabo en mi casa con varios abogados, posibles patrocinantes, profesionales que necesitaría y personas que quisieran ser de staff, ya que sin perder tiempo, y trabajando arduamente día y noche, logré abrir una casa hogar para niños sin familia o que estuvieran en condición de calle. ¿Para qué había pasado por tanto sufrimiento al perder a mi hijo? Para aprender a valorar la vida misma, la vida de pequeñas almas que no pudieron elegir qué tipo de realidad tener. Así que el día de mi cumpleaños número 30, fue la inauguración de ese hermoso sitio, el cual estaba decidida a hacerlo uno de los mejores del mundo.

Había dejado el cigarro por completo y me dedicaba más a tocar el piano y a dibujar con acuarelas cada vez que estaba estresada o me sentía mal (anímicamente hablando). Porque no podía mentir, no lograba olvidarme de él por completo y aunque, en algunas ocasiones me encontraba imaginando cómo hubiera sido mi vida si las cosas hubiesen sido diferentes, sin duda alguna no cambiaría mi presente por nada del mundo. La sonrisas de esos niños, mis niños como yo los llamaba cada vez que iba a chequear que el lugar estuviera funcionando como debía (y a ayudar en otras), mi corazón se llenaba de un cálido sentimiento y de vez en cuando, sonreía al cielo, pensando en que mi padre y mi niño se estuvieran sintiendo muy orgullosos de lo que había logrado y en lo que me había compartido.

—Señorita Samantha—aparté la mirada de mi celular y la posé en el amable caballero que me sonreía. —Es su momento—asentí colocándome de pie y dejando el aparato a un lado luego de que le respondiera a mi madre.

Retomé mis inicios y decidí cantar en reuniones nuevamente. Había descubierto que era un hobby que genuinamente me gustaba, así que lo agregué a algunos de mis paquetes de planificación de eventos. Aunque mis viejos amigos no estaban para formar parte de la banda, los jóvenes que me acompañaban eran muy talentosos, y es que me habían dejado sorprendida después de que Catalina me mostrara unos videos de ellos tocando en el sótano del bajista. 

—¿Estás segura que la novia no sospecha? —me preguntó una de las chicas. —La canción lo delatará.

—Bueno, esperemos que dé tiempo de terminar la canción sin que ella se de cuenta, para que él pueda proponérselo y aún así la sorprenda—reí por lo bajo sintiéndome ansiosa.

El novio era quien nos había contratado. A ojos de su chica, era una reunión con las personas más allegadas para celebrar sus siete años de relación, pero la verdad era que, luego de que termináramos de cantar la canción que él había escogido para ese momento, se arrodillaría ante ella y le propondría matrimonio.

Uno de los eventos más románticos que había organizado si debía ser sincera.

—La siguiente canción fue una petición especial del novio, esperamos que la disfruten. 

Miré a mis chicos, y segundos después, me encontraba cantando la hermosa canción.

I never feel like this

(Nunca me siento así)

I'm used to emptiness in my heart

(Estoy acostumbrada al vacío en mi corazón)

And in my arms

(Y en mis brazos)

You're not what I'm used to

(No eres a lo que estoy acostumbrada)

You keep me guessing with things that you do

(Me tienes adivinando con las cosas que haces)

I hope that they're true

(Espero que sean ciertas)

'Cause I'm never gonna heal my past

(Porque nunca voy a sanar mi pasado)

If I run every time it starts

(Si huyo cada vez que esto comienza)

So I need to know, if I'm in this alone

(Así que necesito saber, si estoy sola en esto)

Abrí mis ojos, deleitándome con la visión de la linda pareja que bailaba en el centro.

C'mon baby.

(Vamos, bebé)

Say it first

(Dilo primero)

I need to hear you, say those words

(Necesito escucharte, dí esas palabras)

If I'm all that you desire, I promise there'll be fire

(Si soy todo lo que deseas, prometo que habrá fuego)

I need to hear you, say it first

(Necesito escucharte, dilo primero)

Come on baby

(Vamos bebé)

Do your worst

(Haz lo peor)

I know you'll take me higher

(Sé que me llevarás a lo más alto)  

So come on darling

(Así que vamos cariño)

If you love me, say it first

(Si me amas, dilo primero)

Me pareció un poco extraño que la pareja se detuviera y se fueran a los laterales de la pista, fruncí levemente el entrecejo viendo rápidamente a una de mis compañeros, quien simplemente se encogió de hombros. Aun así, continué con mi canción.  

I know you're right for me

(Sé que eres bueno para mí)

But I'm waiting for everything in your world

(Pero estoy esperando que todo en tu mundo)

To align with my world

(Se alinee con mi mundo)

I think of you while I sleep

(Pienso en ti mientras duermo)

I dream of what we could be if we grow

(Sueño con lo que podríamos ser si crecemos)

Together unfold  

(Desenvolviéndonos juntos)

Canté el coro nuevamente, cerrando mis ojos por unos instantes, pero cuando los abrí y mientras cantaba la última estrofa, mi corazón casi se detuvo, mis ojos se abrieron lo más que pudieron y estuve a punto de ahogarme con mis propias palabras ante lo que veía. Agradecí la lentitud de esa última parte, de lo contrario, no podría continuar.

Say it first

(Dilo primero)

I need to hear you, say those words

(Necesito escucharte, dí esas palabras)

If I'm all that you desire, I promise there'll be fire

(Si soy todo lo que deseas, prometo que habrá fuego)

I need to hear you

(Necesito escucharte)

Aumenté la velocidad de la canción como era necesario, sin dejar de mirar al frente.

Say it first

(Dilo primero)

Come on baby

(Vamos bebé)

Do your worst

(Haz lo peor)

I know you'll take me higher

(Sé que me llevarás a lo más alto)

So come on darling

(Así que vamos cariño)

If you love me, say it first

(Si me amas, dilo primero)

Harry mostraba una sonrisa espléndida. Grande, con hoyuelos. Su cabello ahora corto, con una amplia contextura, radiante. Tapé mi boca con una mano para evitar que los sollozos se escaparan, tenía 3 años sin verlo, sin saber absolutamente nada de él, pero ahora estaba aquí, tan diferente a como lo vi la última vez, tan hermoso.

Acercó un micrófono a sus labios (el cual no había visto que sostenía) y sin dejar de sonreír, habló.

—Mereces que te lo diga primero—caminó lentamente hacia el pequeño escenario, en el que me encontraba aun estática. —Cariño—pronunció lento con su voz ronca, acentuando aún más su británico acento. —Te amo.

Rompí a llorar sin poder evitarlo por más tiempo. Que las personas estuvieran aplaudiendo me hacía querer abrazarlos a todos para después golpearlos por hacerme esto.

—Necesitas escucharlo, así que lo diré de nuevo—que jugara con la letra de la canción, me mataba todavía más. —Te amo—repitió, sonaba igual de hermoso que la primera vez.

Estaba moqueando y derramando muchas lágrimas, así que tapé mi rostro como pude. Un par de segundos después, sus grandes manos apartaban las mías, dejándome ver su sonriente rostro.

—Te amo, Samantha.

—¿Me amas? —pregunté como pude.

Él asintió, limpiando mi rostro con calma, sin dejar de sonreír en ningún momento.

—Te amo.

Ahuecó mi mejilla con su palma acariciando mi pómulo con su pulgar. Sonreí sutilmente observándolo atenta y feliz. 

Extremadamente feliz.

—Te tardaste mucho—comenté con voz trémula. Asintió lentamente, sin dejar de verme y elevando su otra mano para sostener mi rostro entre ambas.

—Estaba perdido... ¿Pero sabes qué es lo bueno de perderse? —se acercó más a mí. Su nariz rozando con la mía. 

Lo sabía, sabía la respuesta a esa pregunta, porque yo también me encontraba así, perdida, sin rumbo. Sin embargo, quería escucharlo de sus labios. 

—¿Qué? 

—Que solo te queda volver a encontrarte.

Cerró sus ojos mientras yo miraba su rostro atenta, desorientada de lo que aún provocaba en mí. 

—En verdad te amo, Sam.

Un sollozo quedó atascado en mi garganta cuando finalmente se inclinó y unió sus labios con los míos.

Sus toques eran tan delicados, como si estuviera reconociéndome. Bajó las manos a mi nuca acercándome más, provocando que colocara mis manos en sus muñecas. El beso se profundizó, sintiendo mi interior eufórico, clamando por el único hombre que verdaderamente me había hecho... sentir.

—Si estamos en otra vida—susurré sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas. —Espero que nadie me regrese a la anterior.

—Es la misma vida, solo que tomamos un curso diferente.

—¿A mi lado?

—Especialmente a tu lado.

Sonreí besando sus labios una vez más. 

Los vitoreos del lugar me hicieron reír llena de euforia. Llevé mis brazos a su cuello abrazándolo con fuerza. Harry se inclinó para sostenerme con sus manos enredadas alrededor de mi cintura. No había más que ese momento...

Luego de que me confesara que él había planeado todo aquel evento para declarar abiertamente su amor por mí, nos dirigimos a su vehículo rumbo a una de las playas más bonitas de Santa Mónica. Harry mantenía su mano derecha entrelazada con la mía, dibujando suaves círculos en el dorso de esta. Yo suspiraba cada tanto, acariciando su brazo tatuado con parsimonia.

Evalué su rostro, sintiéndome feliz por verlo recompuesto, cuidado y  radiante.

—¿Cómo está Madeline? —pregunté con interés sin dejar de observarlo. La niña ya debía contar con 6 años.

—Está muy bien, enorme y parlanchina—ambos reímos. —Se quedó con mi madre en San Diego, se separa muy poco de su primo.

—Oh, sí, ¿cómo está el bebé de Harriet?

—Gordito—me reí por su elección de palabra. —Tiene 3 años y como come, hombre.

—Imagino que sí—sonreí sintiéndome feliz. —¿Qué ha sido de tu vida en estos años?

—Ya sabes, aparte de compartir con mi familia, he estado con algunos movimientos de voluntariado para hospitales públicos y ayudando a mi mamá con la administración del suyo. También he estado ocupado con la cadena de hoteles, y me hice cargo de la que le pertenecía a Michelle después de que muriera—murmuró lo último, sin apartar su mirada de la carretera. —Cuando nos casamos la dejó a mi nombre, por supuesto hasta que Madeline cumpla la mayoría de edad y la herede. Esperamos que quiera continuar con el legado que le dejó su madre, pero ya veremos qué le gusta cuando crezca.

Apreté ligeramente su antebrazo y me erguí para dejar un beso en su mejilla. Me regaló una sonrisa ladeada que hizo que mi corazón bombeara como loco.

—¿Pero qué hay de ti, eh? Te ves hermosa con ese bronceado—me miró brevemente. —No sabía que estabas en Santa Mónica, digamos que tuve que rogarle a tu amiguita por algo de información.

—¿Tú? ¿Rogarle a Catalina? —enarqué una ceja.

—Vale, aunque al principio me costó, no fue muy difícil terminar de convencerla, le dije que te amaba y que quería declararte mi amor—rió achicando sus ojos como si recordara algo. —Ella casi se desmaya, me golpeó en el hombro y me acusó de haberme tardado mucho.

—Te tardaste, pero realmente me alegro que hayas decidido volver conmigo.

De repente, su semblante se tornó serio.

—Samantha, lo que te dije la última vez que estuvimos juntos...

—No hace falta que digas nada, estamos juntos ahora, es lo que importa.

—Sí, por supuesto que sí hace falta. Yo... confundí mis sentimientos, estaba muy dolido en esos momentos y, aunque no me estoy justificando por las dolorosas palabras que te dije, sé que era por eso. Por supuesto que quise a Michelle—estacionó el auto en el aparcamiento. Justo frente a la playa. Entonces, se giró para mirarme. Llevó nuestras manos entrelazadas hacia sus labios, besando mis nudillos. Aun a los 30 sentía mariposas en mi estómago. —Pero a ti te amo, siempre te amé. Cuando estudiábamos juntos estuve rendido por ti, luego apareciste en mi vida 5 años después y fue como volver a ser el adolescente inseguro que se encontraba enamorado de la dulce chica de sonrisa fácil.

—Harry...

—Nunca te dije nada sobre esto, ni que te amaba, pero quiero y necesito que lo sepas ahora, desde ese entonces te amo—mis ojos se cristalizaron y podía sentir como mi labio inferior formaba un puchero involuntario. —¿Nunca te preguntaste por qué terminábamos por encontrarnos luego de cada separación? Estamos destinados a estar juntos, y sinceramente me cansé de que alguna estúpida casualidad nos vuelva a unir, esta vez quería ser yo quien fuera por ti—sonrió ampliamente dejando relucir sus tiernos hoyuelos. —Así que, ¿qué dices? ¿Lista para esta aventura a mi lado?— su sonrisa titubeó. —Tengo un paquete conmigo, por supuesto—bajó la mirada rascando su nuca con la mano libre. —Pero te prometo que Madeline es una niña espectacular y...

Besé sus labios cortamente para detenerlo.

—¿Cómo crees que no podría querer a esa niña? Si es lo más lindo que posees—sus ojos brillaron, acercándose para besarme de nuevo. —Por supuesto que quiero—murmuré, besando su rostro cada tanto. —Donde sea y como sea, pero contigo, por favor. Con ustedes—corregí con una enorme sonrisa, la cual me devolvió. 

Luego de un par de besos compartidos, decidimos bajar del vehículo.

Nos sentamos en la orilla, sobre la arena, como lo hicimos un par de años atrás. Me abrazó por sobre los hombros acercándome más a él.

—Aún lo extraño—murmuró observando las olas.

—Y yo—coloqué mi mano en la parte de su pecho donde sabía que se encontraba ese tatuaje tan especial para ambos. —¿Cómo lo haremos? No quiero que Maddie...

—Ella..., en realidad, ella sabe quien eres.

Giré mi rostro para mirarlo, él me devolvió la mirada. 

—¿Cómo así? No creo que me recuerde, tenía tres años la última vez que la vi.

—Tengo fotografías tuyas en mi casa, me preguntó que quién eras.

Sentí a mi corazón latir con fuerza.

—¿Y qué le dijiste?

—La verdad—respondió sereno. —Madeline siempre ha sabido quiénes son sus verdaderos padres, ellos la amaron como nadie, no podía ocultarle algo así. Por lo que tampoco podía ocultar mis sentimientos por ti—suspiró. —Estos tres años me han servido para darme cuenta la clase de vida que quiero, y lucharé porque esta esté llena de amor. Así que no debes preocuparte porque te acepte, ya lo hace—escondí mi rostro en su cuello. —Quisiera que te mudaras con nosotros porque Madeline se acostumbró a su escuela, pero tú me dices, estoy seguro que también hay buenos colegios en Santa Mónica.

—Mhm... Harry, no lo sé, no creo que sea sano para la niña que nos vea juntos de repente. 

—No le veo nada de malo.

—Déjala que se acostumbre a mi por lo menos—me acurruqué aún más cerca. —Ya luego me mudo con ustedes. Aunque estaremos viajando de vez en cuando para acá, necesito estar pendiente de mi fundación. 

—Suena como un buen plan.

Asentí, manteniéndonos por unos minutos en silencio, tan solo abrazados el uno con el otro.

—Por cierto... ¿Tu casa es grande?

—Algo sí, ¿por qué? —sonreí.

—Tengo un dálmata.

Y solo pude escucharlo y sentirlo reír como un niño pequeño.

La familia de Harry fue muy abierta y alegre cuando acepté viajar con él por unos días a San Diego y me presenté en su casa. Thunder vino con nosotros por supuesto y, aunque Madeline se asustó un poco al principio por su tamaño, ya luego se hicieron inseparables mientras corrían por todo el jardín de la casa de la madre del rizado.

Cuando Harry me presentó a su hija, me sorprendió lo cálida y receptiva que fue. Simplemente sonrió, me abrazó y me susurró que "quisiera a su papi", luego de eso se fue corriendo con mi perro por detrás y yo solté unas lágrimas.

—¿Qué pasó? ¿Te dijo algo malo? —preguntó, el hombre de mi vida, con gesto preocupado.

Rápidamente negué con mi cabeza, regalándole una sonrisa mientras limpiaba mi rostro.

—Todo lo contrario, creo que soy bienvenida.

Sus ojos brillaron como dos luceros.

Cuando le conté a mi madre de nuestra relación, ella comenzó a llorar. Dijo estar agradecida con Dios por ayudarme a conseguir una familia, que merecía todo lo bueno que me pasaba y que pronto vendría a visitarme para ser presentada formalmente ante la familia de mi novio.

Por otro lado, Catalina exclamó cosas que no entendí por teléfono y me aseguró que haríamos una parrillada y que John nos invitaba formalmente (no creía lo último, pero él era un gran hombre).

Me mudé con Harry y Madeline tres meses después de "estar saliendo". Él no podía esperar más y, sinceramente, yo tampoco. Al principio, a Thunder y a mi nos costó un poco acostumbrarnos a la nueva casa y al movimiento en ella (ya que generalmente éramos solo los dos), sin embargo, en menos del tiempo previsto, ya iba y venía por toda la casa como si fuera mía y mi dálmata seguía a la pequeña de rizos por todos lados.

La mañana siguiente a la noche que Harry y yo estuvimos juntos después de tanto tiempo, no podíamos parar de reír. Nos habíamos percatado que todas las veces anteriores donde tuvimos sexo, terminábamos peleados o separados a la mañana siguiente.

Que desperdicio de tiempo.

Ahora, cuatro meses después de estar viviendo juntos, las cosas no podían ir mejor. 

Cierta mañana, desperté gracias a unos besos siendo esparcidos por mis hombros.

—Buenos días, mi luz—murmuró en mi oído para después besar mi mejilla repetidas veces. 

Sonreí sintiéndome a gusto. Me di la vuelta para acurrucarme en su pecho, lo sentí reír besando mi cabeza.

—Es hora de que nos ensuciemos en el mejor sentido de la frase y hagamos un enorme desayuno—solté un quejido. —Haría solo para nosotros tres, pero viene mamá con la comitiva. Y Catalina me escribió al whatsapp, también viene.

—Tengo mucho sueño, me rehúso.

—Vamos, deja la flojera, luego podremos volver a acurrucarnos.

Me volví a quejar, pero sabía que debía levantarme.

Solté un pequeño bufido y abrí mis ojos percatándome de cómo Harry me miraba con atención.

—En ese caso, iré a revisar a Maddie—me intenté alejar del cuerpo caliente que me arropaba para salir de la cama, pero éste no lo permitió. —¿Qué sucede? —reí. Sin embargo, dejé de hacerlo en cuanto vi su mirada seria.

—Tengamos un bebé.

Simplemente me congelé, intentando asimilar sus palabras.

—Harry...

—No quería tocar el tema aún, pero... Siempre que veo a Madeline con su primo me dan ganas de darle hermanos para que juegue con ellos todo lo que quiera. Además, cuando tu y yo ya no estemos, ¿quién velará por ella? —acaricié su mejilla. Me encantaba cómo lograba hacerme sentir cien porciento parte de su familia.

—Harry, es muy noble tu petición, pero no quiero tener hijos.

Su mirada triste casi me hizo decirle lo contrario.

—Pero, Sam, somos jóvenes y sanos, ¿por qué no intentarlo?

—Porque no quiero, lo siento.

Me aparté de su lado y esta vez me dejó ir. Mi humor había bajado radicalmente.


No había podido hablar con Harry ya que nuestra casa estaba atestada de nuestros familiares y amigos, incluso Dylan, el amigo del rizado, se encontraba aquí. Pero no podía parar de darle vueltas a la petición que me había hecho. ¿Tener hijos? Yo no podía, no quería. Si volvía a sufrir una pérdida como la de Samuel... No lo resistiría, no podría.

—Sam, ¿te encuentras bien? —el toque de mi mejor amiga en el hombro me despabiló. La observé aun sintiéndome un poco ida.

—Mhm, sí, lo siento, ¿la estás pasando bien? —guardé mis manos en los bolsillos traseros de mi pantalón sintiéndolas un poco temblorosas.

—Desde que llegamos has estado bastante callada y Harry no deja de verte. Eso sin contar que cada vez que tiene oportunidad me pregunta cómo estás—bajé la mirada. —¿Todo está bien? ¿Están teniendo problemas? —negué lentamente rehusándome a mirarla.

—El único problema soy yo.

Subí la mirada después de un tiempo de no haber escuchado respuesta alguna.

—Ven—dijo finalmente.—Salgamos al jardín.

Entrelazó su brazo con el mío arrastrándome a la parte trasera de la casa. Menos mal la mayoría de los invitados estaba ocupado en sus asuntos como para interrumpir nuestra pequeña escapada al jardín. Nos sentamos en los amplios columpios acolchados que Harry había mandado a construir para Maddie y para mí, menciéndonos suavemente.

—¿Entonces?

Bajé la mirada al suelo de madera, negándome un poco a soltar las palabras.

—Harry quiere que tengamos un bebé.

—Y es normal, ¿no? Es decir, están construyendo una familia juntos.

—Pero Cata, yo no puedo tener hijos—mi voz se quebró. Sentí a mis ojos anegarse de lágrimas y mi amiga, al percatarse, se acercó para abrazarme.

—Cariño, tranquila, todo estará bien—negué con la cabeza varias veces.

—Tú no lo entiendes, pocos podrían hacerlo, tengo miedo, mucho miedo que se repita lo de Samuel—mordí mi labio inferior para evitar derramar lágrimas. —Mi cordón sigue siendo el mismo de hace años, ¿qué y si el bebé vuelve a... a ahorcarse? ¿Qué si mato a otro de mis bebés? No puedo, Catalina.

—Samantha, primero necesitas tranquilizarte—frotó mis brazos intentando reconfortarme. —Pueden realizarte una cesárea si no te sientes segura con un parto natural, pero querida amiga, dudo mucho que eso vuelva a ocurrir.

—¿Pero qué y si ocurre? Yo no podría...

—Sam, no puedes negarte a un placer tan hermoso como el de ser mamá solo por tener miedo.

—Tengo a Madeline.

—Sabes a lo que me refiero—suspiró. —Habla con tus doctores, informate bien antes de tomar una decisión, pero cariño, tienes apenas 30, ¿has pensado en el hecho de que en cualquier momento puedes quedar en estado?

—No, eso no puede pasar, tomo pastillas y siempre le pido a Harry que use protección.

—Los errores ocurren.

—Aquí no habrá ninguno, no quiero tener un bebé, nunca. Lo siento, pero no puedo, esto es lo único con lo que no puedo lidiar.

Ella suspiró, pero no insistió, respetaría mi decisión y la amaba más por ello.

Llegada la noche y luego de que todos se fueran, me retiré con Madeline a su habitación en un patético intento por evitar a Harry. Jugamos un rato con muñecas e incluso le leí un cuento que no logró dormirla, sino más bien todo lo contrario. Ella podía ser muy parlanchina cuando se lo proponía.

—¿Por qué Thunder no puede dormir conmigo?

—Porque a tu papá no le gusta que esté en los cuartos.

—¿Por qué?

—Porque son reglas—ella suspiró.

—¿Como la regla de recoger mis juguetes después de jugar?

—Exactamente—reí mientras la arropaba. —Bien, última pregunta, es hora de dormir.

—¿Puedo llamarte mamá? —Soltó de repente. Mi corazón dejó de funcionar por unos microsegundos. —Sé que no soy tu hija de verdad—comenzó a explicar ella jugueteando con su sábana sin mirarme. —Pero en la escuela todos tienen una, y tu me tratas muy bien y amas a papá, ¿podrías amarme a mi también y ser mi mamá?

—Pero dulzura—estaba anonada por sus palabras. —Yo ya te amo.

Fue en ese momento, cuando posó sus verdosos y temerosos ojos en mí.

—¿De verdad?

—Por supuesto que sí—acaricié su cabello sonriéndole. —Y claro que puedes llamarme mamá si eso es lo que quieres, desde hace mucho tiempo me siento como si lo fuera.

—Gracias... —ella estiró sus brazos hacia mí, así que me incliné para recibir y devolver su abrazo. —Mamá.

—Gracias a ti—murmuré besando su cabecita varias veces. 

Volví a arroparla y dejé su luz de bob esponja encendida antes de levantarme para irme y dejarla dormir.

—Buenas noches, mamá.

Mi corazón volvió a latir con fuerza. ¿Podía amarla aún más solo por escucharla llamarme de esa manera?

—Buenas noches, pequeña. Te amo. 

En cuanto cerré la puerta de su cuarto rompí en llanto. 

—¿Sam? —Harry, que terminaba de subir las escaleras con un vaso de agua, se acercó. —¿Por qué lloras?

—Tu hija me pidió permiso para llamarme mamá.

—Oh—parecía confundido. —¿Quieres que hable con ella? No tienes que sentirte obligada a nada por más que... —sin esperar a que terminara, lo golpeé en el brazo. —Auch, ¿qué pasa?

—¡Por supuesto que no necesitas hablar con ella! —exclamé lo más bajo que pude. —Me siento honrada y feliz de que quiera que sea su mamá. No digas nunca más una tontería como esa.

Todo el alivio se expresó en sus facciones.

—Bien, lo siento. Es que después de la charla de hoy...

—Harry, que no quiera tener hijos no significa que me hayan dejado de gustar los niños, amo a Madeline, estoy muy feliz de que me quiera como su mamá. Lo único que puedo darte como rol de madre es esto y... siento no poder darte otro hijo.

—Sam—chasqueó su lengua y me abrazó. —No seas tonta, lamento haberte hecho sentir mal y tienes razón, los tres como familia es más que suficiente, estaremos bien.

—Gracias por entender.

—Siempre, te amo.

—También te amo—me aferré más a él hasta que comenzamos a besarnos y subimos de tono. 

Casi no dormimos esa noche.

 2 años después...

—¡Madeline, ven aquí! ¡Se hace tarde!

—¡No encuentro mi guitarra, mamá!

—¡Ya está en el auto! ¡Baja o se hará más tarde!

Terminé de empacar su merienda mientras buscaba las llaves de mi camioneta con la mirada.

Harry se había ido más temprano porque debía recibir al posible nuevo director general de su empresa. Quería pasar más tiempo con nosotras y trabajar menos, y la única manera era encontrar a alguien tan bueno y eficiente como él para que mantuviera las cosas bajo control. Esperaba que todo saliera bien.

—Le dije a Diana que llevaría mi bolso de Frozen y no lo consigo, ¿sabes dónde está?

—Creo que lo dejaste en...

Un repentino mareo provocó que cayera levemente hacia adelante. Logré agarrarme del mesón de la cocina antes de caer.

—¡¿Mamá?! —Maddie corrió hasta mi lado, agarrando mi cintura con sus pequeñas manos. —¿Estás bien? ¿Quieres que llame a papá?

—No, cariño—murmuré. Aclaré mi garganta sintiendo como la casa comenzaba a girar. —Dame unos minutos, me tropecé, fue una torpeza mía.

—Me asustaste—sus hermosos ojitos me miraban con preocupación.

—Lo siento, nena.

Madeline me ayudó a sentarme en el sofá para esperar que se me pasara.

—¿Puedes traer mi cartera? Está en la mesita de la entrada—ella asintió trotando hasta el lugar indicado. Amaba ver como sus prominentes rizos rebotaban al caminar.

Cuando estuvo a mi lado nuevamente, se sentó en el suelo frente a mí, mientras yo buscaba el celular para llamar a Catalina y pedirle que me sustituyera por ese día en la fundación. No me sentía para nada bien, apenas si podría llevar a Madeline al colegio.

—La mamá de una de mis amigas le pasó algo parecido.

—¿En serio?

—Sip—asintió ladeando levemente su cabeza. —La maestra la ayudó, y ella dijo que no se preocupara, que era normal en su estado.

Saqué el celular y fruncí el ceño ante la campanita de alarma de mi control menstrual.

—Y cuando la maestra le preguntó que qué quería decir, ella le dijo que estaba esperando un bebé—ella suspiró recostando su cabeza sobre el puño. —¿Estás esperando un bebé, mamá? Porque realmente, me gustaría mucho, mucho tener un hermanito.

Mi boca se secó en cuanto abrí la aplicación...

Tenía casi tres meses de atraso.


—Bien, esto es solo una falsa alarma. No estoy embarazada y no tendré un bebé.

No podía parar de repetir la misma frase una y otra vez.

Me encontraba dando vueltas en el baño desde hacía al menos quince minutos. En cuanto pude reaccionar a lo que había dicho Maddie y lo que vi en mi celular, fuimos a una farmacia y me compré una prueba de embarazo.

Ahora ella estaba feliz de no haber ido a clases corriendo en el jardín junto a Thunder, mientras que yo no podía parar de hablar sola dando vueltas dentro del baño como una psicótica.

—Es una falsa alarma—repetí nuevamente acercándome al lavamanos. Tomé el aparato saliendo del baño. Solo sería un rápido vistazo, corroboraría lo que ya sabía, que no estaba embarazada y que todo era un error de mi aplicación... y de mis hormonas. —Es que simplemente no puedo estar...

Dejé la frase sin terminar.

Mis manos comenzaron a temblar de forma frenética, provocando que el frágil aparatito cayera lejos de mi agarre.

—Oye, amor—escuché a Harry mientras entraba en la habitación. —Se me quedaron unos papeles y como no contestabas... ¡¿Samantha?! —su rostro, completamente alarmado, me hizo saber que me veía tan mal como me sentía. —Cariño, ¿qué sucedió? ¿Por qué estás tan pálida? —se acercó más a mi para tomarme de los brazos, frunciendo el ceño cuando escuchó el crack que hizo la prueba de embarazo justo bajo sus pies.

Bajó la mirada y destapó el aparato. Sus ojos casi saliendo de sus órbitas al darse cuenta de lo que era.

—¿Eso es...? ¿Estás...? —su balbuceo incoherente solo confirmó lo que ya sabía.

—Estoy embarazada—murmuré apenas audible.

Después de eso, no supe nada más, todo porque mi visión se eclipsó por completo...

Me había desmayado. 

¡Sorpresaaaaaaa!

¿Alguien se esperaba ese final? AHHHHHHHHHHHHH.

Para que se calmen, sí habrá epílogo, por eso terminó así jajajajajaja.

Ustedes saben que yo soy una chiquilla de finales felices. Mucha mierda hay en el mundo como para permitirme escribir finales tristes y completamente rompe corazones. Para eso está el desarrollo de la novela. *guiño* *guiño*

LOVE YOU ALL.

Canción agregada al playlist de la historia: Sam Smith - Say It First

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