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Capítulo 25: Cenizas

La siguiente hora nos la pasamos hablando de temas banales, no ahondamos en temas que nos causaran dolor o sobre nuestro confuso reencuentro y qué esperábamos de él. Éramos, simplemente, dos personas a la orilla del mar hablando de cualquier cosa sin importancia.

Pero el buen momento terminó cuando Harry recibió una llamada que lo dejó con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, por más que intenté pedirle que hablara conmigo, se negó diciendo que debía estar en un lugar lo más antes posible, y se marchó dejándome sola.

Suspiré cuando lo vi desaparecer y volví a recostar mi barbilla sobre mis rodillas.

Si bien era cierto que el psicólogo no había catalogado mí relación con Harry de error o retroceso, sí me había hecho una petición, que ahora me encontraba considerando mucho.

—Estoy orgulloso de ti, Samantha. Superaste las sesiones con éxito.

—Sabe que no lo habría logrado sin su ayuda.

—Primordialmente la tuya, no todos aceptamos que necesitamos que alguien nos socorra, esa es la primera ayuda que recibes.

Sonreí sintiéndome orgullosa por sus palabras. El doctor Freeman se había convertido en un verdadero soporte para mi.

—Gracias.

—Sabes que estaré aquí para cualquier cosa, pero antes de que te vayas, quería hablar de una última cuestión.

—Usted dirá.

Dejó sus lentes sobre el escritorio y se enderezó en su silla luego de suspirar. Fruncí ligeramente el ceño, intrigada por lo que tendría para decir.

—El hombre al que dices amar y el cual está casado...  

—Harry.

—Así es, ¿tú crees que exista alguna posibilidad de que vuelva ser un hombre libre? ¿Que desee estar únicamente contigo?

Bajé la vista a mis manos unidos, sintiéndome triste porque conocía la respuesta a la perfección.

—Sería muy egoísta que pensara eso, o mejor dicho... —fruncí el ceño levantando el rostro para mirarlo. —Estaría engañándome si pensara que eso podría ocurrir, él... Todo marcha bien en su matrimonio, es un hombre excelente, ¿sabe? —asintió lentamente.

—En ese caso, pienso que lo mejor es dejarlo ir, Samantha.

—¿A qué se refiere? Creí que apoyaba mi idea de querer tenerlo a mi lado.

—Lo hago, pero no será así siempre—se levantó de su asiento de cuero marrón, observando la calle por su hermoso ventanal. —¿Sabes? Todo es transitorio en la vida, él siendo tu amigo, él pidiéndote que lo llames cuando quisieras para apoyarte... ¿Hasta cuando crees que seguirás viviendo así?

—Yo...

—Él tiene una vida hecha, pero ¿qué hay de ti? Mereces que alguien te ame en la misma medida, Samantha. Y sé que te va a doler escucharlo, pero no lo vas a conseguir a través de llamadas telefónicas con un hombre casado.

Quedé muda ante sus palabras, sin saber qué decir y entendiendo su punto.

Lo escuché suspirar y se volteó para mirarme de forma cálida. A veces tenía esos gestos tan paternos que me recordaba a mi padre.

—Solo quiero lo mejor para mi paciente número uno.

—Lo sé.

—Y este es el único eslabón que te falta para que se complete tu cadena de vida.

—¿Puedo pensarlo?

—No me malinterpretes, no te estoy diciendo qué es lo que debes hacer, solo te aconsejo.

—También lo sé y lo agradezco, realmente lo hago.

Me levanté para estrechar su mano, él sonrió y se acercó para encerrarla entre sus grandes palmas.

—Elige bien y disfruta de la vida, sé que el destino te depara cosas buenas.

Que Michelle muriera (porque por más crudo que fuera, eso era lo que iba a pasar), eso no significaba nada, porque había una posibilidad de que él no pudiera entregarse a mí por completo, y aunque no lo dejaría por los momentos, estaba seriamente planteándome mi vida.

¿Me convertiría en un parche? Sabía que Harry me quería, me respetaba, pero... ¿amarme? ¿Me amaba tanto como para no convertirme en la sombre de su esposa?

Sacudí mi cabeza sintiéndome como una basura por pensar en mí cuando habían peores cosas sucediendo a mi alrededor, por los momentos... simplemente estaría para él, como en más de una vez estuvo o por lo menos intentó, estar para mí.

Michelle murió cinco días después, a horas de la madrugada, mientras dormía.

Harry me llamó llorando, no tuvo que pronunciar palabra alguna. Le dejé una nota a Catalina sobre su mesada y me dirigí a su apartamento. Ni siquiera tuve la necesidad de tocar, la puerta estaba abierta, como si estuviera seguro de que en el segundo en que me llamó estaría ahí.

—Mi hija se ha quedado sin su madre—fue lo primero que me dijo en cuanto entré y lo vi tumbado en el sofá, con el rostro oculto entre sus manos. —¿Qué voy a hacer ahora? —y comenzó a sollozar nuevamente.

Me agaché frente a él y destapé lentamente su rostro, el cual reflejaba tanto dolor, que podía sentirlo atravesarme la piel como diminutas dagas clavadas.

—Sé que no hay nada, pero absolutamente nada en el mundo que pueda decir que te haga sentir mejor, es por eso que estoy aquí, porque deseo verte mejor.

Tomó mi cara entre sus manos y dejó un beso en mi frente para luego abrazarme. Aunque la posición era un poco incómoda, me limité a abrazarlo de vuelta. 

Cuando se calmó, me explicó que Madeline se encontraba en casa de su madre porque él se había quedado la noche en el hospital, pero que se había levantado a las 4 para cambiarse y regresar... tristemente, durante ese transcurso, ella había muerto de un paro respiratorio mientras dormía.

Logré que comiera un poco, antes de que me dijera que tenía que ir al hospital y hacer las llamadas necesarias para arreglar el velorio y el entierro. 

Llegué a casa de Cata devastada. 


Ya al día siguiente, sabía en dónde se estaba realizando el velorio gracias a un mensaje de Hazel, pero me encontraba abatida porque sabía que no me podía aparecer por allá. 

—No entiendo por qué no quieres ir, eres tan amiga de Harry como cualquiera.

—No es que no quiera ir—suspiré observando a mi ahijada jugar con sus peluches.—Es que... no la conocía, habrá tanta gente ahí para honrar su memoria y si yo voy, me siento como si fuera...

—Si dices amante, voy a revolcarte por el suelo aun con esta barriga de cinco meses—reí un poco ante su amenaza.

—¿Está mal que me sienta así?

—Por supuesto que si, solo quieres apoyar al hombre, no le veo nada de malo a eso.

—¿Y si le mando un mensaje?—se me quedó mirando con su mejor cara de:

—¿Es en serio, Samantha? ¿Acaso no te he enseñado nada?

Gimoteé golpeando el suelo varias veces con mis pies.

—Bien, iré, pero me mantendré a la distancia.

—¡Dios mío! ¡¿Cuándo será el día?! —gritó levantándose del asiento caminando hacia la cocina. Diana la siguió. Y yo solo pude fruncir el ceño sin comprender su reacción.

—¿Cuándo será el día en que qué?

—¡En que puedan cogerse todos los días por lo mucho que se aman!

—¡Catalina! ¡Diana está escuchando! 

—Ella aún no sabe qué es coger, ni siquiera entiende de qué hablamos.

—¿Qué es coger, mamá?

Solté una carcajada.

La tarde estaba fría. 

Me acurruqué en el abrigo y me acerqué un poco más al árbol con el cual trataba de resguardarme de la helada brisa.

Había llegado justo en el momento en que estaban dedicando las últimas palabras a la esposa del rizado antes de bajar y enterrar el féretro. Harry cargaba a Madeline, la cual mantenía su carita oculta en el cuello de su padre. Pobre criatura, ¿cómo habrían abarcado el tema de que no volvería a ver a su madre?

Cuando las personas comenzaron a dispersarse, me acerqué a Harry quien no se había movido y mantenía arropada a su niña. Saludé a Hazel y a Hannah, con un movimiento de mano, quienes se mantenían unos pasos atrás.

—Lo siento mucho, Harry—asintió con un movimiento de cabeza.

Madeline levantó su cabecita y meneó su mano en mi dirección.

—Hola, ¿Sam?—asentí sonriente. 

—Hola, hermosura—acaricié su rosada mejilla a lo que ella se volvió a esconder en el cuello de su padre, ahora avergonzada. 

—Harry, hijo. Me quedaré con Madeline esta noche, le debo un cuento de los animales marinos, ¿cierto, tesoro?

La niña levantó nuevamente la cabeza asintiendo con energía. Extendió los brazos hacia su abuela, la cual la sostuvo con una pequeña sonrisa.

—Tienen que haber delfines en ese cuento, abuela.

—Claro que sí, habrán muchos.

—Y estrellas de mar, como la que papá consiguió en la playa la otra vez.

—También hay de ellas, de todos los colores.

—Gracias, mamá—murmuró el rizado. Ella asintió.

—Hablen y no se olviden de hacer lo correcto—me guiñó un ojo a lo que yo le respondí con una sonrisa.

Luego de que ambas se despedieran y marcharan. Me mantuve al lado del rizado, sosteniendo su mano entre las mías. 

Ya no quedaba nadie más que nosotros.

—Me siento perdido.

—Te prometo que vas a resurgir de estas cenizas—asintió lentamente con su mirada fija en la tumba frente a él. 

Michelle Tremblay Styles.

Amada madre, esposa e hija.

Cuando la temperatura descendió más, se despabiló lo suficiente y me indicó que nos marcháramos. Esta vez, me dejó conducir sin discutir.

—¿Quieres que me quede contigo?—le pregunté en cuanto entramos a su apartamento.

Harry me observó unos instantes, cuando repentinamente, se acercó a mí para besarme.

Sus besos eran suaves, pero tan apasionados. Sus caricias generaban fuego en cada lugar que tocaban y cada suspiro, generaba que deseara escuchar más. Acaricié sus anchos hombros para terminar anclada a su cuello.

—Me has repetido hasta el cansancio que no asuma lo que piensas—murmuré dejando castos besos a lo largo de su mandíbula. —¿Qué es lo que quieres, mi luz?

Acarició todo el camino desde mi mano hasta mi hombro, siguiendo adelante hasta detenerse en mi cuello. Me acercó lo suficiente hasta estar a la altura de sus labios, estando de puntillas, me respondió lo que esta vez sí conocía con seguridad.

—Te necesito esta noche.

Me besó nuevamente, con energía y hambre. Como si cada beso pudiera borrar algunos recuerdos, como si cada caricia pudiera revitalizarlo y como si con tal solo el unir nuestros cuerpos, pudiéramos dirigirnos a otro lugar, totalmente lejos, de en lo que se había convertido nuestra realidad. Sentía que necesitaba de mí para poder menguar un poco el dolor que lo estaba ahogando, y yo no pretendía no dárselo todo.

Cuando terminamos de compartir nuestros cuerpos y almas en el plano más íntimo, Harry se mantuvo mirando el techo, mientras yo admiraba su perfil. Mi mano tocaba su pecho con lentas caricias mientras sopesaba cuáles serían mis próximas acciones.

—Me duele saber que no puedo hacer más para que te sientas mejor—suspiró colocando su mano sobre la mía que lo acariciaba.

—Estás aquí, es más que suficiente, es solo que...

—Tu cabeza está en otro lado.

Que no me mirara a los ojos, me estaba matando y no sabía por qué.

Apretó mi mano, como si necesitara de eso para llamar mi atención, más de la que ya tenía.

—La amaba, realmente lo hice—tragué con fuerza, finalmente volteó para mirarme. —Pero luego te miro... —negó lentamente. —Dime, Sam ¿se pueden amar a dos personas?

—Los sentimientos no tienen límites, son intangibles así que... ¿por qué no?

Su otra mano acunó mi nuca y me obligó a acercarme a él. Cuando nuestras narices se rozaron, detuvo su accionar y se quedó observándome. 

—No puedo amarte como mereces porque justo ahora, hay algo que me dice que estuvo mal, que traicioné su recuerdo. Además, está mi hija, yo simplemente no puedo llegar y... —su voz se quebró. Se mantuvo unos instantes en silencio antes de volver a hablar en susurros. —Entiendes eso, ¿no es así?

—No voy a huir como lo he hecho antes—murmuré en respuesta. —Tampoco quiero que tu lo hagas, solo quiero... —bajé la mirada sin saber cómo expresarme.

—¿Recuerdas cuando te conté cómo Michelle vino a mi cuando estaba embarazada pidiendo que la ayudara?—asentí observando sus, ahora, oscuros ojos.—Sus... padres nunca aceptaron la relación con su esposo, ella tenía dinero, pero él no, así que le dieron la espalda.

—¿Cómo puede existir gente así en estos tiempos?

—Ya ves—apoyé mi cabeza en su pecho, él soltó mi nuca y comenzó a acariciar mi cabello.—Para resumirte la historia, ellos se negaron a ayudarla luego de que su esposo falleciera, quedó prácticamente sola y embarazada, ¿te recuerda a alguien?—mi corazón comenzó a latir más rápido.—No podía cometer el mismo error dos veces, así que acepté ayudarla como pudiera. Nueve meses luego de que el bebé naciera, se enteró que tenía cáncer—cerró sus ojos por unos instantes, tomando una respiración profunda. Acaricié su mejilla aguardando por sus palabras.—Le propuse matrimonio no solo por el hecho de querer darle una familia a Madeline, sino porque ellos querían quitarle a la niña luego de que se enteraron de la enfermedad, sin embargo, con mi apellido, ella se quedaría conmigo sin importar qué, no podían hacer nada en contra de eso.

—Es por eso que Hazel no estaba de acuerdo con tu matrimonio—asintió.

—Ella lo veía más como un acuerdo legal.

—¿Y no fue así?

—Tal vez al principio—respondió con voz ronca.—Pero luego...—suspiró.—Su enfermedad nos unió aún más, ¿sabes?

—Apuesto que sí—murmuré, tratando de controlar mi tono de voz. Él se mantuvo en silencio unos instantes, simplemente observando mi rostro, hasta que decidió continuar.

—Hace unos días recibí una llamada de mi abogado. Los hijos de perra pretendían darme pelea por la custodia de Madeline, planeaban alegar que yo no era su verdadero padre.

Amplié mis ojos sin poder creerlo.

—Pero Michelle...

—Ella ya estaba muy mal para ese momento, sabíamos lo inminente. ¿La llamada que recibí ayer contigo en la playa?—asentí recordando.—Era mi abogado, realmente piensan llevarme a juicio por eso.

—Ningún juez los escucharía, tú... tú eres su padre, Harry. Ellos no pueden...—mi voz se quebró y mis ojos se cristalizaron.

—Shhh, está bien—me arropó entre sus tatuados brazos, irónicamente él me consolaba en vez de que fuera al revés.—Que lo intenten, tengo dinero, familia, educación y esa niña está registrada como mía. No podrán arrebatármela. 

—¿Por qué siquiera intentarlo?

—Están dolidos por la muerte de su hija. Ya era... grave lo del cáncer cuando lo detectaron, y aunque no los defiendo, tal vez están intentando quedarse con un pedazo de ella cuando no aprovecharon a su hija lo suficiente. Sin embargo, no dejaré que mi hija se convierta en una suplente.

—Son unos desgraciados—él rió un poco.

—Por supuesto que lo son.

Limpié mis lágrimas y cerré los ojos por unos instantes.

—¿Harry? Si...—me erguí sobre mis codos y acaricié un lado de su rostro.—Si yo no te hubiera pedido que te alejaras, y yo no me hubiera mudado a Nueva York, ¿crees que...?—bajé la mirada unos instantes.—¿Crees que estaríamos juntos ahora?

Él suspiró, alejando los desordenados mechones de cabello de mi rostro.

—Tengo la creencia de que las cosas pasan por algo, y tal vez estuviéramos juntos, pero ¿qué hay de Madeline?—tenía tantas ganas de gritarle: "¿Y qué hay de mí?", pero sabía, por Dios que lo hacía, que eso no sería justo para ninguno de los dos.—Se hubiera quedado con unos resentidos abuelos, o tal vez Michelle no hubiese podido sola con el embarazo y juro que esa niña es lo más hermoso que me ha pasado en esta vida.

Me encogí y alejé un poco. Por más que no pensara en ello, por más terapia que hubiera hecho, sus palabras me habían dolido, pero me molestaba ese hecho, porque él no lo hacía de mala fe. Simplemente, estaba confiando en mí para contarme un pedazo de su vida.

Lo escuché suspirar una vez más.

—No fue mi intención que sonara de esa manera.

—No importa.

—Samuel siempre estará tatuado en mi alma... y en mi piel.

Mis ojos buscaron los suyos con urgencia, sin entender.

—¿A qué te refieres?—sonrió de lado y me apartó con delicadeza para sentarse en la cama. Bajó la mirada a su pecho y señaló un espacio en su lado izquierdo, cerca de su clavícula, justo sobre su corazón.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver el nombre de mi hijo ahí, en su pecho. No lo había notado antes por la cantidad de tatuajes en esa zona. Rocé mis dedos por el nombre, costándome creerlo.

—Me lo hice tan pronto esparcimos sus cenizas ese día.

Sin poder detener mis lágrimas, me acerqué a su rostro y lo besé. 

—Por Dios, recuérdame por qué no podemos estar juntos. 

Hizo un amago de sonrisa, pero no lo logró. Sujetó mi nuca como yo hacía con la suya.

—¿Será que realmente necesitaremos de otra vida para estar juntos?

—En ese caso—hablé rozando sus labios, sin dejar de verlo a los ojos. —Te estaré esperando en mis próximas vidas restantes, Harry Styles—limpié una lágrima que rodó por su mejilla en ese momento. —Por favor, ven por mí, que te estaré esperando. 

Y lo besé por la que podría ser la última vez.

Este capítulo rompió mi corazón, no sé. Me voy a llorar a un rincón, chau.

Por cierto, este fue el penúltimo capítulo, falta el final y no sé si esta historia tendrá epílogo, ya veremos qué sucede. Los amo♥

Canción agregada al playlist de la historia: Halsey - Sorry

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