Capítulo 12: Familia
n/a: Tenía un bloqueo del asco no sé por qué, pero finalmente pude terminar el capítulo y aquí está♥ Espero lo disfruten porque está on fireee. Literal que lo terminé y subí, así que seguro tiene mil errores, mañana los acomodo♥
Llovía a cantaros con truenos y relámpagos. Aunque estaba acurrucada entre mis sábanas no podía dormir.
La cena con Harry había estado silenciosa y no intercambiamos palabra alguna hasta que decidimos irnos a dormir, pero yo no había podido quedarme dormida. Primero, por estar dándole vueltas a la respuesta que me dio más temprano y en segundo lugar, porque la tormenta que teníamos encima era sin precedentes.
—Te mueves mucho, ¿no puedes dormir? —suspiré al escucharlo preguntar aquello. Abulté un poco mi almohada mientras negaba lentamente.
—No, está lloviendo muy fuerte.
—¿Y te asusta?
—Solo no puedo dormir, me mantiene inquieta—musitó en respuesta.
—¿Supiste el sexo del bebé? —preguntó después de haberse mantenido en silencio por un tiempo.
—¿Tu hermana no te lo dijo?
—Me dijo que no merecía saberlo—su murmuro fue tan bajo que apenas si logré escucharlo entre los ruidos que la tormenta hacía.
Me di la vuelta para estar sobre mi espalda mirando hacia el techo.
—Es un varoncito.
—Oh.
Comencé entonces a imaginarme los rasgos que podría tener mi bebé.
¿Ojos cafés o verdes? El cabello sería castaño de eso estaba segura, pero el dilema... ¿lo tendría rizado o liso? A lo mejor una mezcla de ambos.
—¿Has pensado en qué nombre le pondrás?
—No realmente—murmuré.
Escuché otro trueno resonar y no pude evitar sentir un escalofrío recorrerme. Justo cuando me volvía un ovillo, me percaté (a pesar de la oscuridad) como Harry se colocaba de pie. Se acercó al lado que había libre en mi cama y sin dejar de mirarme se recostó junto a mi.
—¿Te incomoda? —negué lentamente a lo que él se relajó.
Harry se estiró por completo ladeando su cabeza ligeramente para poder observarme. Yo lo miraba de vuelta desde mi posición y me percaté de lo considerablemente pequeña que era a su lado.
Cerré los ojos con fuerza al escuchar otro trueno retumbar por toda la habitación. Al poco tiempo, pude sentir una mano en mi cintura. Abrí mis ojos para ver a Harry acostado de lado por completo, con nuestros rostros a la misma altura y con su extremidad regalándome caricias.
Nos quedamos observándonos por un tiempo hasta que sentí la necesidad de conversar con él.
—Mi papá murió cuando me gradué de la universidad—comenté acariciando los tatuajes de su brazo.—Mamá nunca tuvo... mucho aprecio por su única hija, digamos que siempre quiso un varón y para sumarle a eso que estudiara algo relacionado con las artes no la hizo quererme mucho, ella siempre quiso que eligiera una carrera relacionada a la medicina—suspiré sin querer mirarlo a los ojos. Sin embargo, sabía que me estaba prestando atención. —Desde los dieciocho me mudé a un apartamento cerca de la universidad para vivir sola porque realmente no soportaba a mi madre, también comencé a trabajar a esa edad y prácticamente quedé sola cuando papá murió—me encogí de hombros.—Él era mi único y verdadero apoyo, ¿sabes? Nunca conocí a ninguno de mis abuelos y los pocos tíos que tengo no viven en la ciudad, tampoco fuimos una familia muy unida, yo... lo que quiero decir con todo esto es que solo me he tenido a mi para sobrellevar las cosas, para progresar o salir de algún aprieto—elevé la mirada enfocándome en sus orbes verdes ahora ocultos por la poca iluminación. —Por eso soy como soy.
—¿Y cómo crees que eres?—preguntó en un susurro observando las caricias que le realizaba en su brazo tatuado.
—Orgullosa, terca, tal vez un poco inflexible—aparté la mirada sintiéndome avergonzada.
—Ya veo—comentó con su voz ronca asintiendo lentamente. —Pues yo solo veo a una mujer que está tratando dar lo mejor de sí para entregárselo a su hijo.
Las palabras de Harry afectaron mis ya revueltas emociones.
Una parte de mí, quería llorar.
La otra, quería rogarle porque también lo intentara... Que intentara entregarle todo a su futuro hijo.
—Siento haberte tratado como lo he hecho, prometo darte tanto como tu me entregues—murmuré.
—Suena como un buen plan—Harry sonrió levemente. —Duerme un poco, ya es tarde—besó mi frente como me estaba acostumbrando que hiciera e hizo amago de levantarse.
Sostuve su muñeca antes de que si quiera terminara de sentarse.
—Sí me asustan—confesé sintiéndome cohibida.
—¿Quieres que me acueste a tu lado hasta que te duermas?
—Por favor.
Manteniendo la pequeña sonrisa en sus labios, volvió a mi lado y nos mantuvimos de costado observándonos.
—Para poder dormir debes cerrar tus ojos, Sam—bromeó en tono bajo haciéndome reír ligeramente.
—Sabes, haz cambiado mucho, Harry.
—¿A qué te refieres?
—La secundaria—mencioné ocultando un bostezo con mi mano. —Eras muy idiota e inmaduro, ¿lo recuerdas?
—Fui un poco idiota, sí—soltó una risita. —Sinceramente, creo que hacerme cargo de la empresa me ha hecho madurar.
—Me gusta este Harry.
—Bueno, a mi siempre me has gustado Sam—abrí mis ojos sorprendida por su declaración. Él, al comprender lo que había dicho, se removió inquieto. —Quiero decir... siempre me caíste bien, ya sabes, eras muy dulce y amable con los demás y bueno... Mhm, sí eso.
—Así que tuviste un crush conmigo—lo fastidié tocando su hombro varias veces con mi dedo índice.
Harry me enterneció al tapar su rostro con su mano.
—¿Podemos dormir, por favor?
Mordí mi labio inferior para evitar reír ya que no quería avergonzarlo más por lo que simplemente terminé asintiendo.
—Buenas noches, Harry.
—Dulces sueños, Sam.
Otro mes había pasado en el que se me hacía más fácil compartir mi día a día con Harry.
Aunque aun se mantenía alejado al cuarto del bebé o a todo lo relacionado con él, trataba de no dejarme sola. Llegaba más temprano al apartamento y siempre cumplía con alguno de mis caprichos o me traía algo que había comprado camino del trabajo (generalmente era chocolate blanco porque me había dado por comer muchas barras de este delicioso dulce).
Por otro lado, y por más raro que pudiera sonar, compartíamos mi cama. Esta era lo suficientemente amplia como para tenernos a los dos sin necesidad de dormir incómodos, pero por alguna extraña (y debía admitir muy cómoda) razón despertábamos abrazados. Ya sea por él sujetando mi cintura o por mí abrazada a su pecho. Los primeros días se nos había hecho incómodo siquiera mirarnos a la cara, pero luego había pasado a ser una costumbre, simplemente no lo discutíamos y comenzábamos nuestro día como si nada.
En cuanto a mis síntomas, tenía días buenos y malos. En dos oportunidades más tuvimos que ir a la clínica para que me pudieran inyectar suero ya que había vomitado durante todo el día y eso lo volvía loco. Me podía dar cuenta de ello por el cómo halaba su cabello, interrogaba a la doctora y le exigía que me curara o en el cómo me consentía luego de que llegáramos a casa.
Ahora, con seis meses de embarazo y una barriga un poco más notoria, admitía que me sentía más segura y tranquila con él viviendo y durmiendo conmigo. Compartíamos el apartamento como si hubiéramos vivido juntos desde hace años.
Catalina me aconsejaba que lo tomara con calma, no quería que el acostumbrarme a Harry pudiera lastimarme en la misma media con la que me hacía bien si él decidía marcharse de mi lado. Cuestión con la que estaba totalmente de acuerdo, pero... creo que ya era un poco tarde para pedirle que se fuera.
Mis amigos de la banda habían ido a visitarme tal como lo prometieron, y aunque Harry no estaba en ese momento, Jasper y Brandon prometieron patearlo si no me trataba bien, mientras que Jane y Patricia suspiraron al saber que ese hombre hasta me cocinaba.
—Tendrán una linda familia, ya lo verás—comentó Paty justo antes de irse de mi casa.
Y aunque ellos no supieran que Harry y yo teníamos un especie de acuerdo hasta que yo diera a luz, realmente quise creerme ello y más tarde me encontré imaginando el cómo sería si ambos decidiéramos criar a nuestro bebé.
El timbre del apartamento sonó en ese momento despejándome de mis pensamientos y del álbum del bebé en el que terminaba de pegar algunas calcomanías de estrellas doradas.
—¡Ya voy!—grité al escuchar en cómo insistían. Coloqué una mano sobre mi vientre al sentir a mi bebé darme una patada. Era increíble lo fuerte que era para solo tener seis meses.
—¡Hola, Samantha!—Harriet se lanzó sobre mi justo cuando le abrí la puerta. Yo le devolví el abrazo como pude. —Hola, sobrinito—le habló a mi barriga con cariño provocando que sonriera.
Aunque la hermana de Harry tenía una actitud muy explosiva con la que muchas veces no sabía cómo lidiar, el cariño que me demostraba a mí y a mi bebé era innegable. Además, ya la sentía parte de mi pequeña familia.
—¿Cómo está la mamá del año?
—Estoy bien, gracias, ¿quieres pasar?—señalé el interior del apartamento con mi pulgar.
—Oh no, en realidad vengo por ti, ¿quieres acompañarme a hacer algunas compras? El encierro no es bueno.
—Sí, tienes razón, tengo días sin salir de aquí—arrugué mi nariz al recordar que ya había terminado de ver dos temporadas de una nueva serie que había conseguido en Netflix en tan solo tres días. —Necesito cambiarme, puedes esperar en la sala mientras tanto.
—De acuerdo, gracias.
La ojiverde entró y cerró la puerta a sus espaldas dirigiéndose a mi sofá mientras que yo caminaba a mi cuarto.
Encontré un vestido para embarazadas que me había regalado Jane y antes de ir al baño para tomar una ducha decidí enviarle un mensaje a Harry para que no se preocupara por si no me encontraba en casa en caso de que él llegara primero.
Voy a salir con tu hermana, ¿quieres que te traiga algo?
No tardó mucho en responder.
Por favor, no hagas nada peligroso que sea incitado por mi hermana. Ella no conoce lo que la palabra "límite" y "embarazada" significa.
No pude evitar reírme.
Tranquilo, Styles. Te texteas con la madre más responsable de América.
—¡Sam! ¡¿Has pensado en hacer yoga para embarazadas?!
—¡No quiero que mi hijo nazca antes de tiempo, gracias!
Y la más hermosa también
Sentí cómo me sonrojaba por sus palabras.
Deja la coquetería, entonces... ¿te traigo algo?
—¡¿Y qué tal ejercicio común para evitar la grasa y estrías?!—hice una mueca al pensar en sus palabras.
"Si... sin duda yo tenía estrías nuevas".
—¡Pudiste haberme dicho eso antes del sexto mes de embarazo!
Cortas la pasión, ¿eh? Nada, solo cuídate, por favor.
Luego de responderle un rápido "claro" escuché a Harriet gritar nuevamente.
—¡Mejor empezar tarde que nunca!—rodé los ojos al escucharla y dejando el celular sobre la cama me dirigí al baño para tomar una rápida ducha.
—Me harás engordar como diez kilos.
—Que bueno que lo digas porque la doctora dijo que debías adquirir más peso, ¿recuerdas?
—Sí, y yo lo intento.
—Lo sé—sonrió en mi dirección agarrando dos frascos de mermelada de fresa y metiéndolos en el carrito de compras.—Pero no está de más ayudar a la causa.
Ella estaba agarrando dos de todo para ambas y yo solo podía lamer mis labios por el antojo que cargaba encima.
Ufff, como se me antojaba comer algunas rebanadas de piña con chocolate, crema batida y un poco de esa mermelada.
—Por cierto, mamá hará un almuerzo familiar "campestre"—rodó los ojos e hizo comillas con sus dedos. —Así que quiero que nos acompañes a Harry y a mi para así presentarte como se debe a la familia.
—Mhm... no creo que sea buena idea, Harriet.
—¡Oh vamos! —ella bufó metiendo más dulces y comida chatarra en el carrito. —Mi mamá quiere conocerte y la abuela quiere verte sin tener que esconderse detrás de una planta.
Me hubiese reído por su comentario si no estuviera tan nerviosa pensando en los pro y los contra.
—Tu mamá ya me conoce, nos reunimos un par de veces por tu boda, ¿recuerdas? A tu hermana menor también la conocí.
—Eso no cuenta, Sam—se burló como si fuera obvio.—En ese entonces eras mi organizadora de bodas, ahora eres la mamá del pequeño Styles, nueva integrante de la familia.
Hice una mueca.
Nop, seguía sin convencerme.
—Tengo que hablarlo con Harry primero.
—Está bien, pero estoy segura que mi hermano no se negará así que ve preparando tu mejor atuendo—me guiñó un ojo y yo simplemente la seguí a través del pasillo para seguir metiendo más comida que colaborara con mis antojos.
Salimos de ahí y Harriet fue a dejarme al edificio. Llamó a su hermano para que bajara a ayudarme con las bolsas (algo que yo vi innecesario) y antes de irse me entregó pequeña cajita blanca con un adorable moño dorado.
—Un regalo.
—¿Otro?—pregunté con diversión recibiendo el obsequio. Ella simplemente no había parado de regalarme cosas para el bebé.
Creo que tenía ropa para bolita hasta que cumpliera quince.
—Sí... bueno, este es para ti—alcé mis cejas sorprendida.
Abrí la cajita quedando a la vista una hermosa pulsera plateada muy brillante. La pulsera parecía estar entretejida, en donde cada punto de conexión contaba con una piedrita verde. Con un único dije de una rosa. Recordaba que precisamente, una rosa era la que formaba parte de los tatuajes de Harry.
Era simplemente hermosa.
—Mhm...—ella pareció avergonzada y sin saber cómo continuar. Reacción totalmente atípica en Harriet. —Sería bueno que no la dejes por ahí tirada, es.. bueno, es oro blanco—mis ojos se ampliaron en sorpresa al escucharla. —Y esos son... sí, esmeraldas, ya sabes.
—Oh, no—negué varias veces.—Te volviste loca, no puedo aceptarlo, lo siento—cerré la caja y estiré mi brazo en su dirección.
—Puedes aceptarla no nos costó nada, es decir, supongo que en algún momento tuvo que haber costado algo, pero no durante estos años, ha pasado de generación en generación por decirlo de alguna manera y la abuela quiere que la tengas.
—Harriet, esto debe costar una fortuna, además, ¿por qué quiere darme algo así?
—Porque ya eres parte de la familia, ¿recuerdas? —señaló la caja que aun se mantenía entre mis manos. —La rosa es el símbolo del amor y la pureza, la abuela dice que la familia debería significar lo mismo para todos, las esmeraldas son por el verde, que representa la esperanza y curiosamente casi todos en la familia compartimos ese color de ojos—rió. —Así que... Bienvenida a la familia.
Mis labios formaron un puchero mientras sentía mis ojos cristalizarse.
—Créeme que... Espera, no quería hacerte llorar, mierda.
—¿Sam?—Harry se acercó a nosotras, pero yo dejé la cajita sobre las manos de su hermana y me di la vuelta para ingresar al edificio. Él hizo amago de agarrarme por el brazo, pero logré esquivarlo para continuar con mi camino. —¿Qué le dijiste, Harriet?
—¡Yo no dije nada!
—¡¿Entonces por qué la hiciste llorar?!
Los dejé con su discusión y me apresuré a subir a mi apartamento.
Una vez llegué a mi piso abrí la puerta con manos temblorosas y directamente de dirigí al cuarto de mi bebé. Me senté en el sofá individual que tan cómodo era y levanté mis piernas para acurrucarme ahí, dándole leves caricias a mi barriga.
Yo no era parte de su familia, el bebé lo era. Ya que cuando Harry se separara de mi, no tardaría en encontrar a la mujer de su vida, casarse y tener más hijos con ella. Probablemente olvidándome a mi y a bolita en el transcurso. En todo caso, su familia solo querría que yo llevara a mi bebé a su casa para que comparta con ellos y yo solo sería la mujer que se embarazó de Harry por error, la mujer que tenía el deber de llevarles al niño.
—Yo no quería esto—murmuré entre lágrimas escondiendo la cara entre mis piernas.
No... Yo quería el camino fácil, pero las cosas nunca resultan como las planeamos.
—¿Samantha?
Escuchar su voz ronca cerca de mí erizó mi piel, y me maldije internamente por ello.
—No llores—pidió en voz baja.—Harriet fue indiscreta, pero está arrepentida y se disculpa por haberte hecho sentir mal.
Cuando logré calmarme lo suficiente saqué mi cabeza de a poco de mi escondite y miré, aun sintiendo mis ojos llorosos, como se encontraba arrodillado frente a mí.
—Lo siento—musité con voz ahogada.
—No, está bien, tranquila.
Harry se levantó y como pudo se sentó en una esquinita del sofá. Rodeó mis hombros con su brazo tatuado atrayéndome a su costado.
—Sé que tenía buenas intenciones, pero yo...
¿Cómo le decía que tenía miedo? ¿Cómo le decía que no quería tener una familia para que luego me la arrebataran? ¿Cómo le decía lo mucho que quería pertenecer a ella? ¿Cómo le decía lo a gusto que me sentía a su lado?
—Shhh—me acurrucó más contra él y apoyó su cabeza sobre la mía con sutileza. —Si no quieres ir a ese almuerzo, también está bien, ¿de acuerdo? No quiero que hagas nada por lo que te sientas obligada.
—Pensé que tal vez no querrías que fuera.
—¿Por qué no?—preguntó esta vez alejándose de mi para mirarme a los ojos.
—Sería un poco incómodo, ¿no?
Él solo se quedó mirándome por unos instantes.
—Nunca voy a renegar de él si es lo que estás pensando—aseguró un poco molesto.—No lo hice antes, no lo haré en el futuro.
—Sé que no harías algo así—aparté la mirada.—No sé como actuar ante esto, lo siento.
De repente, sentí su mano posarse en mi barriga y eso me sorprendió. Él nunca antes de había atrevido a eso.
—Ya te dije...—posé mi atención en él. —Ya te dije que voy a cuidarlos, Sam, si no supiera que mi familia va a tratarte bien, te juro por lo que quieras que no te llevaría.
Como si el bebé supiera que era su padre el que hablaba, pateó.
Las facciones de Harry cambiaron drásticamente, sorpresa y... tal vez un poco de miedo era lo que reflejaba su rostro.
—¿Ese fue él? ¿También lo sentiste?—asentí lentamente con una sonrisa tímida dibujada en mis labios. —Oh Dios, es tan... ¡lo hizo de nuevo! Cuanta fuerza tiene.
Cada palabra que decía derrochaba tanta ilusión, que justo provocó que me sintiera mal por haberlo usado para cumplir con mi capricho.
Un capricho tan agridulce...
—No sabía que podía hacer eso—sonrió ampliamente dirigiéndome una mirada fugaz.
Se bajó del sofá agachándose frente a mí una vez más y sin apartar la mano con la que me acariciaba se acercó a mi hinchado abdomen.
—Hola, hombrecito, estás cómodo ahí, ¿verdad? Quiero que sigas manteniéndote fuerte y sano, no hagas que tu mamá se canse mucho por favor, mira que ya hemos tenido que ir tres veces a la clínica, ¿eh? Oye, Sam, ¿tú crees que...? Oh, vamos, no, no llores.
Él le decía esas cosas a su hijo y pretendía que no llorara. ¿Que no se acordaba que estaba bien embarazada y por ende hormonada al máximo?
Bufé secando mis lágrimas.
—Es tu culpa por ponerte en plan paternal por primera vez y tan de repente—él carraspeó su garganta y tuvo intención de apartar su mano. Sin embargo, agarré su muñeca con fuerza negando lentamente. —Ah no, no huirás ahora.
Él acarició con delicadeza y yo me permití soltar el agarre que ejercía sobre él.
—¿Sam?—musité en respuesta observándolo con atención. Subió su mirada y me sonrió delicadamente. —Canta para mí.
Mi corazón latió con frenesí, y luego de pensar en la canción indicada, simplemente lo hice.
There's a boy, lost his way, looking for someone to play
(Hay un chico que perdió su camino buscando a alguien con quien jugar)
There's a girl in the window tears rolling down her face
(Hay una chica en la ventana, con lágrimas cayendo por su rostro)
We're only lost children, trying to find a friend
(Solo somos niños perdidos, tratando de encontrar un amigo)
Trying to find our way back home
(Tratando de encontrar nuestro camino a casa)
Y aquí nos encontrábamos, semanas después, en la misma posición. Como si fuera una confidencia entre nosotros, como si cantar... nos permitiera comprendernos un poco más.
We don't know where to go, so I'll just get lost with you
(Nosotros no sabemos a donde ir, así que solo me perderé contigo)
We'll never fall apart, 'cause we fit together right, we fit together right
(Nunca nos separaremos porque encajamos perfectamente, encajamos perfectamente)
These dark clouds over me, rain down and roll away
(Estas nubes oscuras sobre mi, me llueven encima y luego se van)
We'll never fall apart, 'cause we fit together like...
(Nunca nos separaremos porque encajamos perfectamente como...)
Two pieces of a broken heart
(Dos piezas de un corazón roto)
—Vaya que estás nerviosa.
—Cállate—golpeé su hombro ganándome un quejido de su parte.
—Oye, golpeas tan fuerte como tu hijo—rodé los ojos intentando esconder una sonrisa, pero ese pequeño momento de relajación se esfumó rápidamente al ver nuevamente las imponentes rejas frente a mí. —Tranquila, Sam, ya te dije que todo saldrá bien.
Al final había accedido a reunirme con la familia Styles en su tonto almuerzo campestre. Decir que estaba nerviosa era poco.
—Bien, solo... promete que no te apartarás de mi lado, ¿de acuerdo?
—Prometido—me sonrió mostrando su hoyuelo.
Resoplé y asentí varias veces como si de esa manera me estuviera infundiendo algo de valentía.
—Bien, vamos.
El rizado condujo una vez que las grandes puertas negras de metal se abrieron y yo solo pude observar con asombro y en silencio la extensión de terreno frente a mí. Era un campo... Prado verde y cientos de flores rodeaban el camino de tierra por el que manejaba Harry. Así que no fue una sorpresa para mí encontrarme con una enorme casa, pero con ese toque rural que de inmediato me hizo amarla.
Nos estacionamos y no perdí tiempo en bajarme de la camioneta para admirar aquella belleza arquitectónica.
La casa era de madera, con amplios ventanales alrededor de ella y un hermoso techo de tejas color azul celeste. La puerta era de un marrón más claro y el marco era rodeado por pequeñas ventanas. El porche contaba con un pequeño comedor y unas sillas con unos cojines que parecían ser muy cómodos. Las luces redondas que adornaban la pared principal y el techo del porche solo terminaban por darle ese toque de completa perfección.
—¿Te gusta?—preguntó Harry a mi lado mirándome con curiosidad.
—Es hermosa, Harry—me giré para mirarlo. —¿Es de tu mamá?
—Así es, antes era simplemente para vacacionar, pero mi madre dice que el estrés del hospital la hizo querer respirar calma cuando regresara a casa—se encogió de hombros.—Por lo que se quedó viviendo aquí con mi hermana menor Hazel y Harriet y yo venimos a visitarlas los fines de semana.
Fruncí el ceño al escuchar esa información.
—Pero el tiempo que has estado en mi apartamento no recuerdo que...
—Exactamente, he estado cuidando de ti—me guiñó y tomó mi mano para que empezáramos a avanzar en dirección a la imponente casa.
—Quiero que retomes tus visitas Harry, puedo quedarme sola un fin de semana.
—Vendré si accedes acompañarme.
—No—negué lentamente. —Es tu momento familiar, no pretendo arruinar eso—razoné con tono suave.
—Entonces no vendré—se encogió de hombros provocando que yo resoplara.
Antes de que pusiéramos un pie en la escalera para subir al porche, una mujer bajita y de cabello negro azabache abrió la puerta saliendo de la casa con una gran sonrisa y los brazos abiertos.
La reconocía, era Hannah, la mamá de los Styles.
—¡Cariño!
—Hola, mamá.
Subimos rápidamente los escalones y Harry soltó mi mano. Cuando estuvo frente a su madre, se inclinó un poco para poder devolver el brazo que ella le ofrecía. La mujer acarició su cabello con cariño y vi como le susurraba un te amo que era correspondido por su hijo.
La escena que se desarrollaba frente a mis ojos no hizo más que conmoverme.
—Mamá, ella es Samantha—indicó Harry en mi dirección luego de que se separaran. —Sam, ella es Hannah, mi madre.
—Es un placer conocerla—extendí mi brazo en su dirección para estrechar su mano, pero ella ignoró mi saludo y vino directamente a abrazarme. Le devolví el gesto de una manera vergonzosamente torpe.
—Esto es tan emocionante—dijo sonriente y a punto de dar brinquitos. —La organizadora de eventos de mi hija hechizó con su belleza a mi hijo mayor dejándolo totalmente enamorado—suspiró colocando una mano sobre su rostro encantada por lo que decía.
Ya sabía de donde había salido Harriet.
—Mamá, por favor, nos estás avergonzando—comentó Harry acariciando su nuca y sin voltear a verme.
Yo solo rezaba para no reírme en su cara.
—Oh no, cariño, no tienes que sentir ningún tipo de vergüenza con nosotros—hizo un gesto con su mano restándole importancia.—Pero mira que tenemos aquí—habló esta vez mirando mi abultada pancita.—¡Estoy tan emocionada por conocer a mi primer nieto! Harriet me ha traído todas las fotos de los ecos, no entiendo por qué Harry no me las trae, pero sabes cómo son los hombres de despistados—mordí mi lengua para evitar decirle que su hijo no había visto ni un mísero eco. —Estoy tan feliz de conocerte, no tienes idea de lo mucho que me costó convencer a Harry para que accediera a traerte.
Giré en dirección al ojiverde quien apartó su mirada en cuanto lo vi. No sabía muy bien cómo sentirme con respecto a las palabras de su madre.
—Yo también estoy encantada de conocerla—dije finalmente no queriendo arruinar el bueno humor de la mujer.
Ella chilló alegre.
—Pero no perdamos más tiempo, pasen que pronto el almuerzo estará servido, la abuela, tus tíos, primos, todos esperan, vamos, vamos.
La extrovertida mujer se dio la vuelta para entrar a la casa, pero antes de que nosotros pudiéramos hacer lo mismo tomé a Harry del antebrazo.
—¿Tíos, primos, todos?—pregunté alarmada obviando el hecho que su madre había mencionado anteriormente. —Me dijiste que solo seríamos tus hermanas, tu madre y tu abuela, tu y yo.
—Se supone que así iba a ser—respondió con sinceridad.
La madre de Harry era igual a su diabólica hija.
Me limité a respirar hondo y a entrar en la casa para enfrentar a mi destino de una vez por todas.
Los niños corrían por doquier y cuando busqué a Harry con la mirada él solo se encogió de hombros y respondió con tranquilidad.
—Algunos hijos de mis primos y ahijados—asentí.
Continuamos caminando (sintiéndome cada vez más encantada con el interior de la casa) hasta que llegamos a la parte trasera. Harry abrió la amplia puerta corrediza de cristal y con marco de madera dejando a la vista un hermoso y enorme patio que se extendía frente a nosotros. Me maravilló ver varias mesas estilo picnic (con una cantidad considerable de personas distribuidas en ellas) y algunos columpios que eran usados por los niños.
—¡Samantha!—Harriet corrió hasta llegar a mi y me abrazó cuidando de no molestar mucho a mi barriga.—¡Amo tu vestido! Luces hermosa hoy.
—Gracias—respondí tratando de sonar lo más calmada posible.
—Que bueno que hayas podido venir, ven te presentaré a la familia, Harry—giró en dirección a su hermano quien la miraba atento.—Ve por Hazel, dile que tiene que conocer a Sam.
En ese momento lo volteé a ver aterrada. No quería que se fuera de mi lado, todo lo que sucediera ahí era terreno desconocido para mi.
Él captó la súplica en mi mirada, pero Harriet no lo dejó acompañarnos y luego de asegurarle diez veces que estaría bien, prácticamente lo obligó a buscar a su otra hermana.
—Perro protector—bromeó la castaña.
Me moría por decirle que yo le había pedido que lo fuera.
Caminamos hasta estar frente a las personas, todas pertenecientes a la familia de Harry.
—¡Familia, les presento a la nueva integrante y a la mamá del pequeño Harry, su nombre es Samantha!
Sus familiares, como si me conocieran de toda la vida, se acercaron a mi para saludarme, abrazarme y decirme sus nombres. En total eran unos quince adultos y alrededor de siete niños.
—¡Hazel, ven aquí!—Harriet sacudió la mano y su hermana menor, tal vez de unos diecisiete se acercó a nosotras con una sonrisa tímida. —Es la mamá de Harry Junior.
—Ya nos conocíamos, pero es un placer volver a verte, Sam—asentí encantada con la joven que compartía las mismas facciones de sus dos hermanos.
—Igualmente, Hazel.
Las personas comenzaron a conversar y a bromear involucrándome en sus conversaciones con claras intenciones de que no me sintiera incómoda. Sin embargo, cuando Harry finalmente volvió a mi lado, me sentí más relajada y a gusto.
—¿Dónde estabas?—pregunté en un susurro acurrucándome a su lado.
—Mi mamá me retuvo en la cocina, lo siento, ¿todo bien?
—Sí, tu familia es muy agradable.
Él asintió, como si estuviera complacido de escucharlo.
—Por cierto, Sam, quería presentarte a...
—¡Traigo las cervezas!—los hombres vitorearon acercándose al chico rubio y con cabello graciosamente esponjoso y rizado para quitarle las valiosas latas y aprovechar para saludarlo.
—A Dylan—completó Harry con una sonrisa en su rostro mientras negaba con su cabeza.
—¡Pero miren a esta hermosa futura mamá!
Realmente, no sabía cual era el empeño de todos por abrazarme como si nos conociéramos de toda la vida, ¿sería porque estaba embarazada?
—Finalmente te conozco, Samantha—dijo Dylan en mi oído con voz cantarina y sin soltarme.
—Sí, sí, ahora déjala respirar, odioso—comentó Harry apartándolo de mi lado.
—Guarda tus celos, Styles—molestó a su amigo haciendo que éste rodara los ojos.—Bella dama, sé lo tortuoso que debe ser para ti vivir con este mandril, pero tienes todo mi apoyo, soy de tu equipo—me guiñó un ojo como si acabara de contarme un secreto y tomó mi mano para besar el dorso de esta. No pude evitar reír. —Oh, ¿te burlas de mí?—preguntó divertido viendo como el rizado separaba nuestras manos.
—Harry me ha hablado de ti—lo señalé con una sonrisa. —Eres el amigo que lo golpea.
—¡Ese mismo soy yo en vivo y en directo!
—Deja de ser tan payaso—lo molestó Harry sacudiendo sus rizos de un manotazo.
—Deja los celos, hermano que eso hace daño—bromeó Dylan logrando un bufido por parte de su amigo.
—¡Oye, Dylan! ¡¿Qué pasó con esa apuesta que gané?!
—¡Ya cállate, James que eso fue trampa!
El rubio se alejó de nosotros para ir en dirección a los demás hombres reunidos en la mesa.
—Siento eso—comentó de repente Harry notoriamente avergonzado mientras rascaba su nuca.
—No te preocupes, me cayó bien—él asintió con una pequeña sonrisa.
—Si te sientes mal o no quieres estar más aquí, no dudes en avisarme, ¿de acuerdo? Nos iremos en un pestañeo.
—Gracias, pero no habrá necesidad—sonreí en su dirección y me puse en puntillas para poder dejar un beso en el lugar donde se formaba su hoyuelo. Él sonrió dejándome verlo.
El resto de la tarde pasó entre risas y anécdotas contados por los familiares, incluso los niños intervenían de vez en cuando provocando nuestras carcajadas con sus inocentes y ocurrentes comentarios.
A veces, cuando ellos hablaban sobre algún tema del cual no podía participar ya que no conocía sus vivencias o chismes familiares, hacía un paneo con mi mirada de toda la situación que se desarrollaba frente a mis ojos. Tan unidos y tan felices de estar compartiendo esa tarde como lo que eran... una familia.
Mi limité llegó en el momento en que la abuela de Harry apareció siendo recibida con muchos besos y abrazos. Y luego de bendecir a su nieto, a mi y a su futuro bisnieto, me entregó el mismo brazalete que Harriet me había regalado, pero que yo no había aceptado.
—Es demasiado—comenté bajo la atenta mirada de los demás.
—Nunca es demasiado para la familia.
Y fue en ese momento que sentí esa calidez removerse en mi alma. Y sentí a mis ojos tornarse ligeramente acuosos al darme cuenta de que eso era lo que me había faltado durante el transcurso de mis 25 años de vida.
Solo habíamos sido papá y yo. Cero almuerzos con una gran familia, cero hablar sobre en dónde sería la próxima reunión, cero compartir pertenencias familiares antiguas, cero anécdotas, cero apoyo incondicional...
Aunque ahora solo era yo y los recuerdos que me quedaban.
Fue en ese momento exacto, que me sentí sucia por haber usado a ese hombre maravilloso que poseía una familia cándida la cual me recibía con los brazos abiertos.
—¿Te sientes bien?—me preguntó Harry cuando se plantó frente a mí después de dejar a su pequeña ahijada jugando con sus primos.
—No te preocupes por mí—respondí mientras asentía.
Él frunció el ceño y cuando pretendía volver a hablar su madre lo interrumpió ya que me tomó de la mano guiándome al interior de la casa para que la acompañara a servir la tarta que había hecho con la abuela más temprano.
¿Qué hacía yo ahí?
El regreso al apartamento fue silencioso. Yo estaba extenuada y deprimida. Mientras que Harry solo se limitaba a conducir con la mirada siempre al frente.
Cuando llegamos al apartamento me preguntó si quería que preparara la cena, pero simplemente rechacé su oferta dirigiéndome a mi habitación.
—¿Me vas a decir qué te pasa?—espetó a medida que me seguía.
—Nada, no tengo nada.
—Mierda, no te pongas caprichosa conmigo ahora—me agarró del brazo con suavidad, pero firmeza para darme la vuelta. —¿Qué es lo que pasa? Desde temprano estuviste con esta rara actitud.
—¡Ya te dije que no me pasa nada! ¡Lo que quiero es que me dejes malditamente sola!
—¡Maldita sea!—bramó lanzando un golpe al aire.—¡Es tan difícil hablar contigo! ¡¿Qué carajos pasa en tu cabeza?! ¡No logro entenderte!
—¡Y no quiero que lo hagas!—grité con enojo.—¡Porque si supieras tan solo una parte de todo lo que pienso saldrías huyendo de aquí!
Harry bufó colocando las manos en su cadera con la vista fija en el techo como si ahí estuvieran las respuestas que buscaba.
—¿De qué diablos hablas ahora?—preguntó con cansancio.
—Hablo de... hablo de tu hermosa familia y de cómo yo solo...—te utilicé.
—¿Tú solo qué? —tragué saliva con dificultad.
—Yo solo no pertenezco ahí, ¿de acuerdo? Cuando dé a luz, tú te irás y solo nos limitaremos a fríos saludos y a cuentas bancarias y yo con...—moví mi mano con desesperación intentando explicarme. —Y yo con la necesidad de llevar a bolita de vez en cuando a casa de tu madre para que pase tiempo con ella, pero sin él pertenecer realmente ahí porque tú ni siquiera querrás verlo.
—Samantha...—su tono afligido terminó por desarmarme.
—Harry, solo...—mis hombros decayeron rendidos.—Desaparece por esta noche, ¿quieres? Yo voy a... Solo voy a tratar de pensar con claridad.
Él no se movió. Se mantuvo en silencio observándome por algunos minutos hasta que finalmente optó por hablar.
—¿Qué es lo que verdaderamente queremos?—preguntó sin titubeo alguno, pero rápidamente se dio la vuelta y agarró nuevamente las llaves de su camioneta y su billetera. —Porque ninguno de los dos parece realmente satisfecho con lo que tiene.
Y simplemente, se marchó.
Me removía en la cama sin poder dormir y realmente, no sabía que me molestara más, saber que era porque Harry no había llegado al apartamento a pesar de ser las 3 de la madrugada o que me encontrara extrañando de su presencia a mi lado.
Observé el brazalete el cual brillaba orgulloso en mi muñeca debatiendo en mi interior qué era lo mejor que podía hacer.
Resoplé lanzando mi brazo sobre el colchón una vez más. Muy tarde para estar pensando en eso.
—Duérmete ya—rodé sobre la cama ocultando la cabeza debajo de la almohada para finalmente soltar un suspiro.
¿Por qué?
Simple pregunta, pero con un trasfondo más complejo que la existencia misma.
Lancé las sábanas al suelo con mis pies y tiré la almohada que tapa mi rostro. Definitivamente, no dormiría esa noche... o por lo menos hasta que Harry llegara y estuviera a salvo aquí en casa...
Rendida, decidí levantarme e ir a la cocina para tomar un poco de agua. Hacer algo a lo mejor me distraía de mi insomnio.
Todo el apartamento estaba increíblemente silencioso, cuestión que particularmente no había extrañado desde que Harry vivía conmigo.
Me serví un vaso de agua y mientras tomaba un poco, mis sentidos se pusieron en alerta al escucharlo cerrar la puerta principal y luego verlo aparecer justo en la cocina.
—¿Dónde estabas? —pregunté preocupada para después morderme la lengua por insensata.
—Con una mujer—contestó lento sonriendo de lado.
Apreté mi agarre en el vaso sintiéndome curiosamente molesta... y celosa.
—Así que tuviste diversión esta noche.
—¿Qué te puedo decir? La-las mejores cur-curvas que he visto en a-años.
Su balbuceó y la forma pastosa en la que estaba pronunciando las palabras me hizo darme cuenta de la borrachera que cargara.
—Me importa un carajo lo que hagas con tu vida, Styles, pero mientras vivas en mi apartamento hay reglas que respetar, entre esas están no llegar en la maldita madrugada y menos borracho hasta la puta madre.
—Oh, cuida e-ese vocabulario—se rió como si hubiera contado el mejor chiste.—Además, que yo recuerde...—colocó un dedo debajo de su barbilla mirando en dirección al techo como si simulara estar pensando.—Cuando me dijiste tus únicas dos re-reglas—rió tontamente volviendo a observarme. —Se te olvidó agregar esa.
Apreté mis dientes sintiéndome más irritada todavía.
—Ojalá te reviente el cerebro mañana por el dolor.
—Siempre atacando—bufó entre balbuceos. —¿Cuándo te permitirás relajarte un poco, nena?
—No voy a discutir con un borracho—terminé lo que quedaba de agua y dejé el vaso dentro del lavaplatos. —Y no me vuelvas a llamar nena.
—Nena, nena, nena...—sonrió de lado al percatarse de mi molestia. —Nenita.
—Dormirás en el cuarto de huéspedes.
—Que madura—rodó los ojos y se tambaleó en mi dirección. —¿Sabes qué pienso? Que nece-necesitas sexo en tu vida.
—Oh, claro—dije con sarcasmo simulando estar feliz. —Debería coger con algún hombre que consiga en un bar.
Harry gruñó ante mis palabras.
—No jodas—se paró frente a mi intimidándome con su altura y su mirada filosa. —Para eso estoy yo.
—No te necesito.
—Justo ese es el problema entre ambos, nenita—dijo sardónico. Se acercó lo suficiente logrando que sus zapatos chocaran con mis pies descalzos. —Que no reconoces que me necesitas más de lo que yo a ti.
No sé si fue él o si fui yo, pero cuando me pude percatar de lo que pasaba ya nos estábamos besando. Una corriente de energía recorrió mi cuerpo en el momento en que me tomó de la cintura con sus grandes manos. La camisa que llevaba para dormir era corta, por lo que sentía sus dedos tocando mi piel. Un gemido se escapó de mis labios cuando levantó mi cuerpo sin dificultad y me dejó sobre el mesón de granito. Lo apresé entre mis piernas y agarré su cabello entre mis manos, una de las suyas se mantuvo en mi cintura mientras que la otra la llevó hacia mi nuca para llevar el ritmo del beso. Su mano acarició mi abultado abdomen trazando, peligrosamente con sus dedos, el borde mi pantalón de pijama.
Su lengua jugaba con la mía con maestría dejándome sentir el sabor del aparente whisky que había estado bebiendo. Pero fue el recordatorio de que estuvo con otra mujer que me hizo detener el fogoso beso.
—Harry...—su nombre salió entre suspiros entrecortados justo en el instante que comenzó a darle besos cortos a mis labios. —Esto...
—Se siente muy bien—mordisqueó mi labio inferior logrando que halara su cabello con fuerza. —Tú sabes muy bien, sabes a fresas.
—Y tu estás borracho—me aparté ligeramente de su rostro sin poder hacerlo por completo ya que aun mantenía el agarre sobre mi nuca. —Mañana te vas a arrepentir.
—Mhm...—ronroneó en mi cuello dejando castos besos en mi piel. —Como cambian los roles.
—Harry, estoy hablando en serio, ya—agarré un puñado de su cabello y lo alejé de mi cuello.
—Eres una salvaje—dijo mientras acariciaba su cabeza, justo la parte que había halado.
—¿Qué quedará para ti?
—Vamos, deja los celos—apoyó sus manos a cada uno de mis lados sobre el mesón. Encerrándome.
Yo podía sentir mis mejillas ardiendo y mi respiración vacilar. ¿Acaso no comprendía lo que su cercanía le hacía a una mujer embarazada?
—A dormir—traté de sonar lo más firme posible.—Y no creas que te librarás de mi orden, dormirás en el cuarto de huéspedes.
—Pero...—un adorable puchero se dibujó en su rostro haciéndome flaquear un poco... solo un poco.
—Pero nada, mañana hablaremos.
—Bueno, ya que—rodó los ojos sonriendo con lo que parecía ser una aparente diversión. —No perdía nada intentando, ¿cierto? —besó un costado de mi rostro antes de alejarse de mí.
Él se mantuvo callado observando como acomodaba mi ropa después de haberme bajado del mesón de granito. Me miró como si esperara algo de mi parte, a lo que yo alcé una de mis cejas incitándolo a decirme lo que quería.
—Dormiré en el cuarto de huéspedes... ¿verdad?
—Que tengas feliz resaca—palmeé su brazo mientras me retiraba de ahí.
—Sueña con mis besos, Sam.
Les dije que estaría bueno, lol.
Les dejaré tantos edits Hily que llegarán a amar tanto el ship como yo
¡Espero que hayan disfrutado del capítulo! Fue como muchos sentimientos para una sola actualización.
Besos y cuídense.
#Hily.
Canción agregada al playlist de la historia: Two Pieces — Demi Lovato.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro