Testigos
Especial de Halloween 2020
Personajes:
Elai y Aimée – Lluvia con Sol (Completa)
Liam y Emma – Trilogía Tontamente (En proceso)
Amaya y Oliver – Superficial (Completa)
Alegra y Lucas – Aroma a Felicidad (Completa)
Estado: Fuera de trama.
____________
Los dos chicos rubios llevaban horas en el bosque, ya habían discutido más de una vez buscando causas o culpables que pudieran explicar cómo fue que llegaron a una situación tan ridícula.
—Noah me va a matar... —repetía el chico que a pesar de querer mucho a su amiga, ya estaba bastante fastidiado con su actitud para nada colaborativa.
—¿Qué importa Noah? Si nos morimos aquí no podrá matarte, así que deja la estupidez, Liam.
Emma sabía muy bien cómo ser fastidiosa cuando quería, y aunque Liam solía tener mucha paciencia, las incontables horas caminando por el bosque lo habían hecho perderla por completo.
—Tengo hambre... —se quejó deteniéndose en medio de la nada— No podemos seguir caminando sin rumbo, mejor deberíamos buscar dónde pasar la noche.
—¿Quieres hacerlo enloquecer? Si no llegamos en toda la noche organizará un comando especial de rescate.
La rubia frotó sus brazos por el frío, ella era consciente de lo sobreprotector que podía ser su novio, y de cómo se estaría sintiendo por no tener noticias de ellos, Noah llenó por completo sus pensamientos, mientras una risita divertida salía de su amigo que le ofrecía su abrigo pasándolo por sus hombros.
—¿No que Noah no importaba? —preguntó dejando escapar un leve rastro de ironía.
—Noah siempre importa, tonto —aseguró ella como si hacía apenas segundos no hubiera afirmado lo contrario con la misma seguridad.
Caminaron varios minutos más, cada tanto cambiaban el sentido con la esperanza de encontrar al menos una carretera vacía la cual poder seguir, pero a pesar de su esfuerzo todo lo que había frente a ellos eran árboles, enormes árboles que no les permitían ver siquiera la noche estrellada.
Frío, hambre y preocupación por su familia que de seguro los estaba buscando, esos eran los sentimientos que más los embargaban.
Ninguno de los dos era muy temeroso, pero en cuanto comenzaron a sentir que no estaban solos en el bosque ambos se pusieron alerta.
Se oían pasos, y también murmullos, lo que dejaba cuenta clara de que no se trataba de algún animal.
Emma tomó la mano de Liam por instinto, aunque ella se vanagloriaba de su valentía, no podía negar que su corazón se había disparado al sentir la amenaza.
El rubio llevó un dedo a sus labios para indicarle que haga silencio, mientras la empujaba detrás de un árbol asegurándose de que no se la viera por los lados. Intentó ir a ver que ocurría, pero la mano de la chica no se lo permitió.
No era buena idea separarse, apenas se podía ver con las débiles linternas de sus teléfonos, las cuales habían apagado para no atraer la atención de quien fuera que deambulaba por el bosque.
Algunos metros mas lejos, ajena a todo el pánico que estaba generando en dos desconocidos, Amaya jaloneaba la mano de su novio que oponía un poco de resistencia.
—¿Aquí? —preguntó el chico arrugando su nariz.
—Sí, aquí, son fantasías mi amor, y las fantasías hay que cumplirlas.
—Yo te doy donde tú quieras, pero ¿aquí? Hace frío, y está un poco espeluznante. —Oliver siempre parecía dispuesto a seguir a su novia en cada uno de sus juegos, pero esta vez estaba seguro de que el hecho de no poder sentir miedo estaba afectando su sentido común.
—¿Te asustas? —lo provocó la chica clavando sus intensos ojos oscuros en él.
Él le regresó una media sonrisa, envolviendo su cintura con una mano atrajo su rostro con la otra para fundirse en un beso muy alejado del romance; por muy frío que el chico pudiera ser, le resultaba muy difícil negarse a cualquier pedido que la chica le hiciera.
Las manos inquietas de Amaya se escabulleron bajo la ropa de Oliver subiendo por su espalda, provocando que el chico se estremezca, por el frío, y por el grito femenino que acababa de llegar a sus oídos, poniéndolo alerta de inmediato.
Rompió el beso, sabiendo que Amaya no tendría reacción actuó rápido poniéndola tras su cuerpo, intentando cubrirla de cualquier peligro que el bosque ocultara entre sus sombras.
—No somos los únicos que se divierten aquí... —bromeó la chica, volviendo a meter sus manos bajo la ropa de su novio, esta vez subiendo por sus abdominales.
—No sonó a gemido, mi amor. Haz silencio y quédate quieta.
Ambos escuchaban los pasos que se acercaban, pero a Amaya le importaban poco. Ella quería continuar con lo que intentaban comenzar, pero los ánimos del chico se habían esfumado porque estaba seguro de que estaban en peligro.
—Nos tenemos que ir —susurró apenas separando sus labios, no quería atraer más atención de la deseada.
Amaya abrió la boca para protestar, pero fue cubierta por la mano de su novio antes de poder emitir sonido. Oliver no sabía explicarlo con exactitud, pero la energía extraña que había en aquel bosque le ponía los pelos de punta.
Tuvo la intención de arrastrar a Amaya fuera del bosque, sin embargo otros sonidos se oían muy cerca, no había forma de que se movieran sin ser oídos, sobre todo teniendo en cuenta que el suelo estaba cubierto de hojas secas que crujirían con la mas leve pisada.
—¡Deja de gritar! —se escuchó el regaño de una voz masculina.
—¡Es que tengo miedo! —protestó una chica con voz temblorosa— Yo no tengo honor, no me importa, quiero regresar.
—No pasa nada, vamos por el agua y regresamos, ya debemos estar cerca.
—Es que siento que hay otras personas, que nos miran —balbuceó la chica, temerosa—. Por favor, Rojito, no estoy exagerando...
—Qué estupidez... —susurró Amaya quitando la mano de su novio para hablar más fuerte—: ¡¿Quién está allí?!
Su semi grito alertó a la chica que ya estaba más que asustada, provocando que vuelva a gritar escondiéndose detrás de su amigo que también se puso alerta.
Elai no sabía por qué, pero la situación le dio risa. Aimée realmente se veía muy asustada, y este bosque era famosillo porque las parejas se escapaban de las fiestas de Halloween que se hacían en los alrededores para buscar un lugarcito más privado en el que hacer sus cosas.
Él lo sabía porque lo había hecho también en otras oportunidades, y era consciente de que el bosque no escondía más peligros que los que habitaban en la mente de su amiga.
Amaya apareció de la nada, seguida por Oliver que intentaba que la chica no se expusiera tan torpemente frente a dos desconocidos, aunque al ver que solo se trataba de dos chicos de su edad su preocupación disminuyó bastante.
—Hola —saludó Amaya con simpatía— Asustaron a mi novio, ¿por qué los gritos?
—No me asusté... —protestó Oliver con indignación.
—Pisó un palito, hizo ruido y se asustó —Elai respondió conteniendo la risa— Lamentamos la interrupción, solo íbamos a la cascada, los dejamos...
—¿La interrupción de qué? —preguntó Aimée arrugando su nariz.
Amaya soltó una risa, y viendo al chico con complicidad le habló por lo bajo.
—No la tienes fácil.
Era evidente la ingenuidad de la chica, pero Elai no tardó mucho en aclararse.
—Solo es mi amiga, perdimos una apuesta y debemos llevar agua de la cascada hasta el campamento.
—Ajá... —se burló Amaya sonando descreída.
—Créeme, ya tengo a dos, no necesito una tercera.
—¿Pueden dejar el chisme? —protestó Oliver manteniendo su distancia— Suerte con lo que sea que tengan que hacer, nosotros ya nos vamos.
—¿Por qué? —inquirió Amaya con gesto triste— Déjame hacer amigos, él me agrada.
—¿Te parece buen lugar para hacer amigos?
—Sí —respondió ella con una sonrisa, y fingiendo no captar la ironía regresó su atención al pelirrojo—: ¿Cómo que tienes dos chicas? ¿En rollo infiel, o en rollo libre?
—Una chica y un chico, en rollo libre, creo.
—¿Nos vamos? —suplicó Aimée jalando el brazo de su amigo en la dirección contraria a la cascada— Tengo frío, y una mala intuición.
—Adiós —se despidió Oliver jalando de su novia también—, fue un gusto.
Su comentario fue bastante irónico, pero consiguió alejar a su novia del chisme con la intención de salir del bosque de una vez.
—Búscame en Instagram y me cuentas más —le pidió la chica mientras se alejaba—, Amaya Hope.
Oliver no estaba muy a gusto con la situación, sabía que Amaya no estaba coqueteando con ese chico, sino que su personalidad era así de desinhibida, de lo que no estaba tan seguro era de las intenciones del pelirrojo.
Cada pareja se disponía a continuar con su camino, pero unos ruidos extraños los detuvieron en seco a los cuatro, o en realidad a los tres, Amaya nunca tenía consciencia del riesgo.
Esta vez Aimée no fue la única que se percató del peligro, Elai y Oliver pusieron la guardia alta, porque lo que escuchaban ya no sonaba como adolescentes curiosos.
Alguien lloraba.
Pero no era un llanto de tristeza o con angustia, era un llanto de dolor, casi a los gritos, acompañado de lo que parecían súplicas en un idioma que la mayoría no entendía.
Los chicos volvieron a reunirse por inercia, pronto todos fueron conscientes del peligro, y de que cualquier paso en falso que dieran podía terminar en tragedia.
Aimée sujetaba tan fuerte la mano de su amigo que las uñas quedaron marcadas en él, sin embargo no se quejó, la sostuvo de igual forma intentando darle una cuota de seguridad.
La oscuridad los invadió de pronto, y luego de un disparo los llantos se esfumaron.
Ninguno podía hablar, pero todos sabían lo que había pasado: acababan de oír un asesinato.
Sin separarse caminaron hacia atrás hasta dar con un gran árbol que les dio más seguridad, Amaya estaba más curiosa que otra cosa, pero la presión con la que su novio la sujetaba le daba cuenta clara de que su sentido común no estaba funcionando y solo debía confiar en él y en sus decisiones.
Pasaron varios minutos, no volvieron a oír ruidos pero sus corazones no dejaban de latir intensamente, Aimée lloraba en silencio y Elai la abrazaba sin saber que más hacer.
El silencio era su peor enemigo, cada pequeño sonido natural del bosque les hacía sentir que alguien los acechaba, que si alguien descubría que fueron testigos también morirían.
—¿Escucharon eso? —les preguntó una voz hasta ahora desconocida, que los sobresaltó al instante.
Voltearon para ver a un chico rubio con los ojos muy azules, débilmente iluminado por una linterna de poco brillo. Tras él venía una chica, también rubia, que los observaba con desconfianza.
—Sí, lo escuchamos —respondió Amaya al ver que nadie más lo hacía—. Si me preguntan, deberíamos llamar a la policía.
—Ya intenté, no hay cobertura aquí —Emma se decidió a hablar, aunque aún conservando la distancia.
—Hablaba en alemán —informó Elai, también viendo con desconfianza a las personas que lo rodeaban—. Decía que ella no era la persona que estaban buscando, que era un error, que no la mataran por favor.
—La mató... —sollozó Aimée cubriendo su boca con una mano.
—¿Quiénes son ustedes? —Oliver increpó a los recién llegados, mostrándose protector con su novia a la que mantenía a sus espaldas.
—Soy Liam, ella es Emma, estábamos en la laguna del Este con nuestros amigos y nos metimos al bosque a buscar leña.
—La laguna del Este queda como a veinte kilómetros de aquí —Elai también se mostraba desconfiado.
—Llevamos horas caminando —se quejó la chica—. ¿Saben cómo salir de aquí?
—Diez minutos hacia allí, hay un campamento —señaló Amaya saliendo de detrás de su novio—, justo pasando por el lugar de donde venían los gritos, yo digo que hay que ir a ver, tal vez no murió y está herida, la puedo ayudar, estudio medicina.
—¿Estás loca? —la increpó Aimée— Nos van a matar a nosotros por ser los testigos.
—Tranquila —la habló el pelirrojo con calma, volteando hacia ella—, nadie te va a matar, además no sabemos qué fue e...
Ni siquiera fue capaz de terminar la frase, nuevos gritos llegaron hacia ellos, pero esta vez sonaban diferentes.
Los seis chicos se agruparon más, la sangre se les helaba en el cuerpo, no podían entender lo que decían pero era obvio que había más problemas.
Las voces se oían muy cerca, como si solo estuvieran a unos pocos metros, y tenían a casi todos los chicos conteniendo la respiración.
Amaya sentía curiosidad, le preocupaba que la chica estuviera herida o en peligro, y al mismo tiempo le intrigaba por qué ese hombre sonaba tan enojado.
Quería acercarse, algo en su interior le gritaba que tenía que hacerlo, pero Oliver no soltaba su mano, estaba segura de que no lo haría y de que no había forma de arriesgarse ella sin involucrarlo a él.
Elai comprendía muy bien lo que las voces decían, aunque le sonaba a un alemán muy distinto al que él había aprendido y había palabras que se le confundían.
Uno de los hombres estaba enojado, le reclamaba al otro por haberla matado antes de que todo comenzara, y le decía que recibiría una sanción por eso.
Al otro hombre parecía no importarle ese asunto, si había que matar, mataba y ya.
—Nos tenemos que ir... —se animó a susurrar Elai, tal vez porque era el único que entendía el peligro al que estaban expuestos.
Al pelirrojo le generaba mucha curiosidad su nueva amiga, ella era la única que no tenía miedo, sus ojos se iban a detrás de los árboles intentando ver algo en la absoluta oscuridad, estaba seguro de que si su novio le soltara la mano ella correría hacia los asesinos.
—¿Qué dicen? —quiso saber Oliver.
—Van a matar a más personas, tenemos que conseguir señal para llamar al 911.
—Puedo hablar con ellos... —se ofreció Amaya, ganándose una mirada intimidatoria de su novio a cambio.
—¿Tienes algún tipo de trastorno? —la interrogó Elai, pero Oliver respondió en su lugar.
—No, no tiene nada, busquemos cómo salir de aquí.
De pronto todos notaron que mientras ellos hablaban las voces se habían detenido, no se oía nada de nada, y les pareció el momento oportuno para moverse.
—En realidad, me parece más peligroso el silencio, porque no sabemos dónde están —se opuso Liam, pero de todos modos aceptó la decisión de todos.
Lo único que tenía en mente ahora era a su novia, no quería pensar en que ella estaría asustada o preocupada, tenía ganas de abrazarla, de sentirla cerca, de escuchar su voz...
—Estaremos bien, no le faltarás a Olivia —le susurró Emma al ver la mirada nostálgica de su amigo.
Emma tenía mucha facilidad para leer a los miembros de su familia, y el don de tener siempre las palabras justas.
Liam le regresó una media sonrisa y pasó una mano por su hombro, sabía que tenía que cuidar de ella a como dé lugar, porque en sus manos estaba la felicidad de su mejor amigo y de su novia.
Sin embargo, los chicos solo lograron avanzar unos metros, porque entonces divisaron una silueta parada frente a ellos.
—Hilfe... —pronunció con una voz que sonó entre ahogada y rasposa— Hilf mir, bitte...
Todos los ojos fueron al pelirrojo, conscientes de que era el único que podía comprenderla.
—Ayuda, quiere que la ayudemos —mencionó él, pero mantuvo su distancia y no tuvo la iniciativa de acercarse a la perturbadora silueta femenina frente a sus ojos.
Nadie la tuvo, excepto Amaya, que logró deshacerse de la mano de su novio y se acercó a la mujer sin mostrar duda.
La imagen le dio un poco de asco, la mujer estaba repleta de sangre y desprendía una energía extraña, lloraba, parecía muy afectada, pero aun así no daba pena.
Amaya puso una mano sobre su hombro, intentando entenderse sin palabras, pero la mujer no se movió, ella retiró su mano que quedó cubierta de sangre y la miró con un gesto extraño.
Oliver siguió a Amaya, a pesar de que su instinto le decía que debía alejarse, él jamás la dejaba sola.
—Pregúntale qué sucede —inquirió Liam, dirigiéndose a Elai.
—Was ist los? —Elai habló con seriedad, sin moverse ni un centímetro— Womit sollen wir Ihnen helfen?
Ella no respondió de inmediato, se puso de pie con una sonrisa que perturbaba mucho, más aún luego de escucharla llorar.
—Du kannst mir nicht helfen —aseguró luego de soltar una risa—. Wir werden alle sterben.
Apenas dijo su última palabra un disparo la hizo caer de frente, y la sangre salir a borbotones por su espalda. Nadie vio de donde vino, ni tuvieron tiempo de fijarse, porque de inmediato todos salieron corriendo en la dirección contraria de la que vino el disparo, adentrándose en el bosque, corrieron hasta que las piernas no les respondieron más.
Aimée no dejaba de llorar, los demás parecían mas bien shockeados, ninguno sabía qué decir, habían presenciado en primera persona un asesinato, y todos estaban en peligro.
—¿Qué dijo? —quiso saber Amaya de inmediato.
—Que no podíamos ayudarla, que todos vamos a morir.
—Creo que estamos en medio de una cacería... —murmuró la chica por lo bajo.
—¿Una cacería? —llorisqueó Aimée.
—Hace unos días leí que en este bosque, hace décadas, se hacían cacerías de mujeres que escapaban a las normas de su religión. Las acusaban de enviadas del infierno, las liberaban en el bosque y las mataban una por una.
—¡¿Y tú creíste que era un buen lugar para venir a divertirnos?! —le reclamó Oliver, indignado.
—Fue hace décadas, ¿cómo iba a imaginarme que justo hoy a algún psicópata se le iba a ocurrir recordar viejos tiempos?
—¿Y qué mierda haremos? —quiso saber Emma— No tenemos forma de salir de aquí si no es hacia ese campamento, cada minuto que pasamos aquí somos propensos a recibir una bala en la cabeza...
—Ay... —llorisqueó Aimée.
—La asustas más —reclamó el pelirrojo.
—¡Pues hace bien! —exclamó Emma con frustración, y al ver que la curiosidad de Amaya no desaparecía volteó hacia ella para decir—: ¡No entiendo qué le pasa a esta psicópata, pero ponle una correa! Puidi nicisitir ayidi, ¡Qué mierda me importa! Si no hacemos algo nos van a matar, y no se ustedes, pero yo no tengo intenciones de morir hoy.
—Cálmate... —le pidió Liam con ternura— No nos vamos a morir.
Ella tenía la intención de volver a responder, pero entonces una voz muy familiar gritando su nombre la trajo de regreso de su caos mental.
—¡EMMA! —vociferaba la voz de Lucas, su mejor amigo.
—¡Aquí! —gritó ella de inmediato, ganándose un regaño por todos los demás.
Lucas no venía solo, Alegra, su novia, venía con él. Traían mochilas y ropa cómoda, en solo unos minutos estaban frente a sus amigos y los abrazaban con fuerza, ajenos a todo el drama que se respiraba en el ambiente.
—¿Qué hacen aquí? —cuestionó Liam.
—Noah hizo un plan de búsqueda, nos dividimos en cuadrillas y cada pareja tomó una zona del bosque para buscar y así asegurarnos de cubrir la mayor parte posible, de hecho, le avisaré que te encontré —sacó un radio de su mochila, y presionando el botón del costado habló con claridad—: Noah, ¿me copias?
—Te copio —respondió con voz seria, esperando novedades.
—Los encontré, los dos están bien, te envío coordenadas, saldremos a la carretera como en quince minutos.
Emma arranca el radio de la mano de su amigo, sintiendo la tensión y el miedo dominar todo su cuerpo.
—Saca a los chicos del bosque, ahora mismo, ya, por favor.
El nerviosismo en su voz no la dejó hablar mucho, por lo que Liam tomó su lugar.
—¿Con quién estás? —le preguntó intentando sonar calmo, sabía el estrés que podía generarle a su amigo con mucha facilidad.
—Estoy con Liv, Matt fue con Emily y Dante fue con Frank —respondió Noah, que ya se notaba más alterado— ¿Seguro están bien? ¿Qué pasa?
—Es que hay un loco disparando, suponemos que está cazando pero podría ser peligroso, comunícate con los chicos y que regresen con cuidado.
—¿Emma está bien? —insistió preocupado.
—Estamos bien, no te preocupes, si hasta hicimos amigos.
Liam se alejó un poco para pedirle que le pase a Olivia un momento, y Emma aprovechó para relatarles a los recién llegados todo lo que había ocurrido.
—¿Quieren decir que hay alguien muerto? —cuestionó Alegra arrugando su nariz.
—Probablemente dos, pero hablaban de matar a más —responde el pelirrojo, ganándose una mirada desconfiada de Lucas.
—La sangre... —susurró Amaya, observando su mano completamente limpia— Ustedes me vieron, ¿verdad? Yo la toqué y su sangre me... no está...
La chica decía la verdad, su mano lucía como si nunca hubiera estado en contacto con la mujer loca, y eso les hizo cuestionarse que tampoco habían visto a nadie disparar, solo el sonido.
—¿Qué se fumaron? —se burló Alegra quitándole seriedad al asunto.
Pero los demás habían sido testigos de cómo Amaya la había tocado, incluso de su gesto desagradable al ver su mano sucia.
Se quedaron quietos, mirándose unos a otros, sin entender nada.
—Tal vez traspiraste al correr y se lavó —Aimée intentó buscar una explicación lógica.
—No hay ni rastro —negó Oliver—, y está seca, por completo.
—Hay que regresar —aseguró Amaya sin dudar, y no dio tiempo a nadie a responder cuando se encaminó hacia la dirección desde la que hace rato venían huyendo.
Oliver salió tras ella, intentando detenerla, pero la chica estaba convencida y le sacaba varios metros de distancia.
—¿Estás loca? —le reclamaba Oliver, intentando interponerse en su camino.
—De verdad, una correa no es mala idea —comentó Emma, que se encontraba más calmada desde que pudo hablar con su novio.
—No podemos dejarlos solos... —murmuró Elai, cuya vista no se despegaba del sitio por el que Amaya y Oliver acababan de desaparecer.
—Yo no voy, que se mate sola si quiere —espetó Emma.
—Quédate aquí, con ellos —le pidió el pelirrojo a Aimée— Regresaré enseguida, ¿sí?
Ella asintió, entendía bien el sentimiento de su amigo, él solía aparentar ser frío y desinteresado, pero en realidad siempre sabía ver por los demás.
—También voy —se apuró Liam, regresándole el radio a Lucas y corriendo para llegar a Elai, antes de desaparecer entre los árboles.
—¿Acaso nunca han visto películas de terror? —Alegra se sentó en el suelo, no parecía asustada, más bien preocupada porque Liam hubiera vuelto a irse— Nunca te separas cuando algo paranormal sucede, es sentido común.
—Esa chica no tiene eso —espeta Emma.
—Y Liam siempre tiene que ir de superhéroe... —susurró Alegra, que estaba preocupada por el novio de su mejor amiga.
Finalmente decidieron ir tras los chicos, a pesar de que Amaya estaba loca la consciencia les pesaría si algo salía mal y ellos no hacían nada.
Los encontraron varios minutos después, en el mismo lugar en el que habían visto morir a esa mujer, todos estaban de pie allí, pero no había cuerpo.
En realidad era peor que eso, no había cuerpo, no había ni una gota de sangre, y las hojas secas lucían espléndidas adornando el suelo.
—¿Qué carajos...? —murmuró Emma sin caer en cuenta de lo que veían sus ojos.
Nada, no había nada, la situación los tenía a todos dudando de su cordura.
Se decidieron a aprovechar el momento y caminar hacia el campamento, pero ninguno era capaz de decir nada, no encontraban lógica ni explicación, estaban aturdidos.
La fiesta continuaba en el campamento, nadie notó que esos ocho chicos salían del bosque con el terror plasmado en sus rostros.
Se lanzaron una última mirada, se despidieron sin palabras, y cada uno fue a reencontrarse con quienes los estaban esperando.
Cada uno sacó sus propias conclusiones, intentando buscarle una lógica a la experiencia traumática, pero la única realidad es que ninguno de ellos volvió jamás a poner un pie en ese bosque.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro