•Martes 2, Octubre del 68, 3 am•
•ɆⱤⱤØⱤ•
~Alfred~
Un lugar a donde ir, solo eso pido, un lugar donde mis hermanas se encuentren a salvo.
Esta es mi última esperanza; entré al cajero y ruego a dios no hayan congelado nuestras cuentas aun.
—Vamos, mínimo cincuenta, solo eso.— sigue intacto...—Gracias a dios.— lo más rápido que pude retire todo el dinero posible, mínimo sobreviviremos unos cuantos meses con esto.
Una advertencia...
La policía vendrá...hagan lo que quieran con su maldito dinero. No lo necesitamos tanto después de todo. Solo lo dejé ahí mismo hasta que vi como el guardia de seguridad abría la puerta.
Aparezco entre las nubes donde mi hermana seguía dormida, no se que tan mal pueda estar...ella nunca había visto un cuerpo en su vida.
No me imagino...si hubiera sido ella...me hubiera vuelto loco al minuto.
Estaremos bien solos, nosotros tres.
—Despierta rápido Wil. — susurré.
~Sigfrida~
Puedo sentir su mano en mi espalda.
Él no es real, sigue en el suelo de las duchas...sangrando.
Esa memoria nunca se desvanecerá.
Recuerdo cómo caía hacia el suelo, su cuerpo no se movía, su corazón sin latido.
Su aureola aparece y se rompe a la mitad, toda esa energía era expulsada no es olas como usualmente sucede, sino como gotas provenientes de cada una de las grietas en este extraño objeto.
—Lo mataron. — susurré viendo como la sangre se acercaba a mis pies.
—Él fue quien se movió, como un maldito cobarde.— Solo ma...solo Shadow fue quien habló, aun creo que Evelyn está en shock.
—Sigfrid, vamos a casa. — callate.
Maight y nan desaparecen junto a Phantom y Night.
Saben que ahora es solo un problema de familia y no de manada...pero nuestra manada ha perdido a su líder.
—¿No sabes qué significa esto? Ahora hija única, tienes muchas más oportunidades y
—No quiero oportunidades...quiero a mi hermano de vuelta.
—Él se fue, y no creemos que regrese pronto.
—Ustedes lo mataron...¡ÉL ERA MI HERMANO MAYOR Y USTEDES ME LO QUITARON! ¡LO ÚNICO QUE YO QUERÍA EN ESTA VIDA Y ME LO ARREBATARON!
—¡Silencio!— ambas gritaron.
Su aureola dejó de gotear y el brillo desapareció.
Se ha ido.
—Esta es toda tu culpa. — la observe.
—Decide Sigfrid, es él o nosotros.
—Él.—respondo sentándome a un lado.
Su rostro está frío, pero la energía aun fluye, sé que aún hay tiempo.
No importa si debo sacrificar hasta la última gota de mi don, tiene que volver, lo necesito.
—Ya veo...una loba sin manada, que lastima, tanto potencial desperdiciado.
Decepción es lo que se escucha en sus voces y ellas desaparecen.
—¿Están seguras que desean esto? La vida de un lobo solitario jamás ha sido fácil...aún puede haber esperanza que tu mamá quiera escuchar.
—Vete..ya hicieron lo suficiente.
—No se acerquen al territorio nunca otra vez, ya conocen lo rencorosa que suele ser la manada.
Solas...sin Al o Wil.
¿Qué es lo que haremos?
Ellos tienen razón, los lobos solitarios no llegan muy lejos en la vida...algunos prefieren morir.
No dejes que te consuman sus palabras.
Que raro, en vez de sentir como mi energía se desvanece siento como mucha más entra a mi sistema.
Intentó retirar mi mano pero es imposible, es como si estuviera pegada a su rostro.
Alfred detente.
Más energía.
—¡¡DETENTE!!— tuve que gritar y al separar mi mano noto como la energía fluye hacia mi.
Se está rindiendo...me lo esta dejando todo antes de partir para no regresar.
La energía dejó de fluir.
Me aleje de su cuerpo, lo que parecía ser una pequeña esfera de luz sale de su cuerpo.
Desapareció.
Toda su energía se esfumó.
Me quedé sola.
Sin manada, sin familia, sin nada.
No puedo hacerlo, no puedo, soy inutil sin ellos.
—Sigfrid despierta. — lo escuche susurrar mientras me sacude.
Es solo un recuerdo, una mentira, si, eso es, él nunca murió, solo era un engaño para ser libres.
—Es hora del desayuno, Sig. — susurra en mi oído.
Estamos entre las nubes, el único lugar seguro, por ahora.
Al sonríe mostrando el pedazo de carne.
—Está fresco, ya comí mi parte al cazar, se que no es mucho pero para ser liebre es algo.
Si...aun sigue herido, yo lo sé, podra no demostrarlo, pero dentro suyo tiene que sanar.
—Tu lo necesitas mas que yo, tú deberías comerlo.— susurré alejándome.
Aún no se si es el Alfred que yo conozco.
—Sigfrid, ya comí, ustedes lo necesitan, hay que recuperar fuerzas, y ustedes gastaron muchas.
Si es Alfred.
—Está bien, pero intenta comer algo, ¿si?
—Como quieras.
No logro comprender cómo es esto posible.
¿Nos dejaran ir así como si nunca hubiéramos nacido? ¿Qué es lo que sucedera con los demás?
¿Qué sucederá con Maight y Nan?
¿Ellos quedaron como líderes de que? ¿También serán lobos sin manada o nuestros padres los acogerán dentro de la suya?
—Estuve pensando si podríamos invadir parte del territorio y mínimo conseguir la casa de campo devuelta.
—No iremos a ese territorio a menos que sea la última opción o no haya de otra.
—Sigfrid, se que no estamos en los mejores términos, pero si no nos movemos ellos lo harán. No quiero eso.
—Y yo no quiero que mueras, prefiero quedarme aquí donde nadie puede venir a molestar. Prefiero tomar el cielo como territorio que estar en el mismo terreno que ellos.
—Bien, nos quedaremos aquí.
•Jueves 4, Octubre del 68, 11 am•
Mentiroso, dijiste que nos quedariamos entre nuestro refugio, pero aquí estamos, merodeando las calles en búsqueda de comida.
Están marcando todo el territorio posible, y nos estamos quedando sin opciones, tienen a toda su manada haciendo eso, les ayuda con las penumbras, pero nosotros conocemos sus verdaderas razones. Buscan cualquier excusa para que puedan hacer lo que quieran con nosotros. Cuando un lobo cruza territorio ajeno deberá pagar un precio.
Tengo miedo de que no podamos lograrlo.
Alfred me preocupa, está más callado que antes, no creo que sea por lo de territorio.
Tiene hambre, se que no ha comido, no hemos logrado cazar ni pájaros, no podemos encontrar más que aves pequeñas. Y aunque atrapemos algo, me lo da todo y se aparta.
Sus alas se mantienen bajas, ya no parece siquiera irradiar esa pequeña luz, como si la retuviera a voluntad propia.
Él se detiene y observa una de las carteleras.
Somos nosotros...junto a la imagen de un avión destrozado.
—Al, vámonos por favor. — susurre jalando su mano, pero se mantiene en su lugar.
Note las lágrimas caer hacia el concreto.
—¿Alguna vez en verdad nos quisieron?— susurra apretando mi mano.
—Vamos, no hay nada que hacer aquí.
Comenzamos nuestro vuelo sin que alguien se diera cuenta gracias al camuflaje.
Irónico, deseamos alejarnos de su territorio justo cuando nuestro refugio se posiciona sobre la escuela.
Es algo entretenido escuchar a los demás, o mínimo distraernos con lo que el profesor dice.
Noto como un auto en específico se parquea frente al gran edificio.
Maight.
Ambos bajan del auto y observan al cielo, justo a nuestra dirección.
Aceleré mi aleteo casi alcanzando el paso pasivo de mi hermano.
—¿Todo bien?— me pregunto aterrizando sobre la plataforma.
—Si, creo que las clases ya van a empezar, mejor listos para la ronda de preguntas. — sonreí aterrizando a su lado.
Tal vez no nos vio.
•Martes 6, Noviembre del 68, 6 pm•
•Toledo•
~Alfred~
Un mes huyendo de sus garras, esta es la última ciudad no marcada, el único lugar donde puedo encontrar comida.
Me siento mal, no puedo siquiera mover mis alas, si Sigfrid me viera en este estado estuviera regañandome por no haber comido durante ya un par de semanas.
Paso mi propia mano sobre mi camisa, esta vez cada una de ellas es prominente incluso a la simple vista.
Maight bromearia diciendo que parecía un esqueleto andante.
No creo que esté tan mal, mis brazos y piernas aún siguen teniendo masa muscular, y creo que puedo mantenerme en pie, o eso creo.
Una tormenta empieza, Sigfrid está sola.
Empiezo el vuelo pero las rafagas son casi imposibles que mis alas superen, y con esa pluma faltante.
Un rayo, un jodido rayo me golpeó y ahora estoy cayendo con un ala destrozada.
Odio mi vida.
•Miércoles 7, Noviembre del 68, 8 pm•
•Miami Beach, Casa Fillet•
Hoy es una noche de aprovechar, el cumpleaños de Phantom Black, todos están distraídos con la fiesta, así que yo y Sig aprovecharemos, no me gusta la idea, pero necesitamos información de alguna penumbra que sea tan potente para curar mi ala destrozada, no puedo moverla.
AUnque sig más bien trajo una bolsa plástica y robo mucha comida, servirá durante un par de días.
Evitamos que alguno de ellos se dieran cuenta y entramos al elevador.
—Sig, tú pon el código, yo me encargo por si ellos llegan. — sonreí viendo fijamente las puertas.
Escribe la combinación pero este es el mensaje que recibimos.
—Usuario no encontrado en base de datos, sistema de seguridad activandose.
Oh no.
El bloqueo se activa y el elevador empieza a subir con rapidez.
—¡Alfred la escotilla!— sig señaló mientras que se trepa sobre mis hombros y la abre.
—¡Vas a decapitarte!— grite y ambos caemos gracias al desbalance y que también el elevador se detuvo de golpe.
Las puertas se abren y lo primero que se presenta en nuestra vista es la espalda del abuelo, parecía estar arreglando sus mangas.
—Me pregunto quien te menciono algo sobre la biblioteca, pero muy ingenuo de tu parte creer que no reiniciaria el sistema una noche en donde tantas personas se encuentran dentro de esta casa.— decía sin querer dar la cara.
El abuelo siempre ha mantenido un carácter relajado, pero estas conversaciones son las que lo vuelven un hombre respetable. Nunca lo hemos escuchado pronunciar una sola grosería, o nunca lo hemos visto perder el control.
—¿Vas a responder?— pregunta nuevamente esta vez volteandose.
Si su habitación no estuviera bloqueada en tres paredes hace mucho hubiéramos escapado.
—¿Ustedes?— susurra acercándose hacia nosotros.
Él tan solo se arrodilla frente nuestro y acaricia lo que queda de nuestros cachetes.
—Creí que ustedes...el avión.
—¿Ellos no dijeron nada?— Sigfrid susurra intentando no llorar.
Le mintieron.
—¿Decirme que? Todos creíamos que ustedes estaban en un viaje de trabajo, y pensé que ustedes...¿cómo están aquí?
—Solo nos fuimos...o ellos nos echaron, no sé quien empezó.— rei y mi ala empieza a arder. —Solo un incidente regresando al escondite.— sonrió.
—¿Es por eso que deseaban ir a la biblioteca? ¿Pero por qué no pedir ayuda?
—Mamá sigue enojada.— Frida susurra y me observa con lástima.
—Ellos...voy a conversar con sus padres.
—No, si se dan cuenta que nos encontramos aquí nos mataran, abuelo...Christopher, tu sabes como se comporta la manada. Imagina cómo se comportaran con lobos sin manada alguna.
Se que duele que le llame por su nombre, pero es mejor ir cortando lazos.
—Bien, pero al menos déjenme ayudarles.— sonríe entrando al elevador y presionando una combinación que no conocemos. —Busquen lo que necesiten y salgan rápido, solo presionen el 1.
—Gracias. —susurre mientras las puertas se cierran.
—Al menos él no está del lado de nadie. — Sig susurro sonriendo.
Las puertas se abren y aquí está, la fuente de conocimiento universal.
—Busquemos lo necesario y larguémonos de este lugar.— dije empezando a buscar el libro.
•10:30 pm•
Ya va un poco más de la hora o eso creo.
Estamos tomando prestados un libro o dos, pero son necesarios.
Noto como ambas empezaban a bostezar gracias al cansancio extremo que el hambre provoca.
Lo sé, lo sé, mejor vámonos ya.
...
Las puertas del elevador se abren.
Escucho el sonido de metal y metal ser golpeados.
—Amor, creo que un par de ratas andan merodeando entre los estantes.
Ay no.
—Aprovechando una distracción, ingeniosos.— Fredd ríe a carcajadas.
El cansancio siempre los pone de malas.
—Maight, rastrea, caza, regresa.— Shalyn susurro en su oído.
Un pequeño gruñido se escucha, estamos jodidos.
Junto los dos dedos de ambas manos y los separó, esa es nuestra señal de ir hacia la puerta.
Ambas asienten y nos escabullimos entre los largos pasillos, evitar encontrarnos con Maight es complicado, es un cazador nato.
Lanzó uno de los libros contra los estantes, nuestros padres corrieron a esa dirección. Corremos hacia el elevador y presionamos el número 1.
Nuestra perdición fue el timbre de este, todos se voltearon a nuestra localización.
Otra vez.
Cubro a mis hermanas y múltiples dagas penetran mi dorso, sin masa muscular suficiente o grasa las dagas tienen paso abierto.
Mamá tiene una muy buena puntería, nunca falla en lastimar órganos importantes.
Mi cuerpo no tiene energía suficiente para sanar esas heridas; volveré a ver la luz.
Las puertas del elevador finalmente se cierran.
Están llorando, odio ese sonido, pero no hay nada que pueda hacer, mi cuerpo no me lo permite.
Otra vez ese molesto timbre.
Escucho sirenas, nunca las había escuchado tan cerca de casa, me pregunto qué habrá sucedido.
Alguien me está cargando entre sus brazos; mi espalda duele, y se que la saliva en mi boca no es saliva.
Me siento mal, pero es una buena señal, podré sentir esa sensación de paz nuevamente, seré tal vez libre.
Quiero ser libre.
Quiero poder volar sin que nadie me detenga.
Quiero saber quien era esa persona.
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