Tortura: Parte II
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Temblaban gracias al frío, sus labios volviéndose lentamente de un color violeta, sus manos escondidas bajo sus axilas tratando de recuperar el calor. Agradecieron tener calcetines puestos, o el metal terminará quemando su piel por completo. Sus alas intentan suministrar el calor necesario para sobrevivir la noche pero fue en vano el momento que aspersores se activan.
Aunque esa "agua" al entrar en contacto con su piel marcaba un punto amarillento y agrietado.
Sus plumas congelándose en cuestión de segundos, lo mismo sucediendo con su cabello.
Tratan de mantenerse de cuclillas, pero al pasar de los minutos sus respiraciones se vuelven erráticas, ellos cayendo al suelo, todo la piel que entró con el metal empezando a quemarse, una sensación casi indolora...casi.
Sus corazones luchando por latir, sintiendo sus músculos entumecerse por completo.
Una sola risa se escucha entre los jadeos, ella disfrutando del espectáculo a través de sus cámaras.
—¿Hace algo de frío aquí no lo creen? — pregunta sarcásticamente.
No hubo ni una sola respuesta, habían caído inconscientes ante el frío.
—Será la mejor semana de mi vida. — susurra revisando sus pulsos a través del monitor.
•Jueves 2, Octubre del 70•
El hielo empezó a derretirse, el dolor recorriendo cada parte de sus cuerpos, un dolor punzante atravesando sus cabezas. La fiebre y las narices goteantes era lo último que les preocupaba.
—Solo matame, prefiero morir a tener que soportar esto. — Walfred suplica tratando sanar.
Los collares activan la luz amarilla y empieza la descarga, despertandolos por completo.
Gritos atravesando los pasillos. Sus puertas se abren automáticamente, ellos arrastrándose sin lograr acercarse lo suficiente.
—Oh vamos, creí que soportarian aún mejor la noche, lastima. — suspira disparando un dardo a cada uno.
Sigfrid intenta respirar sin éxito, todo lo contrario a su hermano, quien parecía más bien salivar junto a sus pupilas dilatadas.
Maight por otro lado parecía encontrarse en un estado errático, su cuerpo chocando contra los muros, buscando la salida ya abierta.
Camely empieza a tomar apuntes de los hechos. —Alfred sería el mejor candidato para el proyecto, su hermana podría ser...un buen reemplazo, Maight queda descartado. Alguien se adelantó demasiado. — dice disparando dos dardos restantes hacia Maight e Sigfrid. —Dosis más grandes para ellos. — anota y desactiva la electricidad.
•Viernes 3, Octubre del 70•
Tres platos de comida aparecen en las habitaciones, ellos saltando sobre estos tal como lo hacen los animales.
Camely observaba desde el otro lado del edificio, siempre a mano su carpeta.
—Los efectos son favorables, empiezan a perder esa humanidad, se pondrán bajo observación los efectos de las modificaciones. — vio cómo rompieron los platos contra la pared, he enviado penumbras a sujetar sus manos y pies. Abre las puertas y los ve decepcionada. —¿En verdad pensaron que sería su última comida?
—Morir no es tan malo si nos libramos de ti. — Sigfrida gruñe luchando contra las penumbras.
La mujer asiente y una de sus penumbras se moldea como un latigo negro. Sus mismas penumbras los lanzan contra la pared de al fondo, destrozando su vestimenta.
—Los estaba alimentando, comida preparada solo para ustedes, y así es como me agradecen. ¡Ustedes me pertenecen por derecho! — grito entrando a la primera habitación, cuál sería del líder. —¿Así es como tu manada se comporta Alfred? Siguen siendo unos niños mimados, todo queriendolo en la boca. — susurra acariciando su cabeza.
—Solo eres una loca que necesita ayuda mental. — dice cerrando los ojos, preparándose mentalmente para el dolor.
—Tu madre te ha preparado muy bien para soportar situaciones como esta, pero no lo suficiente. — susurra dando el primer golpe, los colmillos del chico empezando a liberar corrosivo. —Difícil de romper, pero no imposible. — ríe dando otro golpe, así continuando durante diez minutos.
Alfred se encuentra llorando en el suelo, aun manteniendo su boca cerrada, conteniendo las súplicas.
—Veamos si actúas así al escucharlos suplicar. — gruñe frustrada, saliendo de la habitación.
—Ellos soportan aún más...
—¡¡ALFRED!! — escucha los gritos de su hermana, suplicando por su ayuda.
—Perdón. —susurra sin poder levantarse.
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—Tal vez esto les ayude a entender. — ella suspira limpiando la sangre de sus manos. —Tengan una buena noche. — dice saliendo del complejo de habitaciones.
Los aspersores se activan, y a la vez que limpian sus heridas ellos gritaban de dolor al sentir su músculos congelarse junto a la sangre goteante.
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Gran parte de su piel se volvió morada y amarilla, un pequeño hilo de saliva corriendo por su cachete, sus ojos desvariando, tratando de enfocarse en algo que no sea en la oscuridad tratando de consumirlos por completo.
Una sola descarga alertando los de su hora de despertar.
—¡Despierten dormilones! ¡No dejen su corazón apagarse! —Camely grita y en un plato de comida aparece frente a ellos.
Apenas pudieron mover sus manos tratando de comer, pero sus órganos rechazaron el alimento haciéndolos vomitar.
—Parecen algo enfermos. — Camely murmura y carga su arma. — Necesitan medicina. — dijo y disparó.
Lo único que no tenía en mente fue que empezaran a convulsionar.
—Convulsiones inmediatas, de eso no me había enterado, habrá que modificar su medicamento. — apuntó disparando un nuevo medicamento o diría yo, un sedante.
Entrando ya a la primera habitación empieza a tomar nota sobre el estado físico de sus cuerpos.
—Tenemos síntomas de una hipotermia en tercer grado, infección empezando en las heridas. Nada que una buena dosis de AF no arregle. — sonríe tomando muestras de sangre. — Tan fuerte, has soportado mucho más que cualquier otro sujeto, Alfred. — susurra acariciando su cabeza. — Si supieras todo lo que te han ocultado sería más fácil trabajar conmigo. Ayudarme a convencer a tu manada de detener todo, mi querido portador, eres lo más cercano a la perfección que alguna vez vaya a conseguir. Será mejor insertar el control antes que despierten. — se dice a sí misma, volteando al chico y apartando su cabello buscando el lugar indicado.
Tras unos minutos hace una pequeña incisión haciendo aparecer lo que parece un aparato creado de finos hilos.
—Has tu magia cariño. — dice y este como si cobrara vida propia se interna en la herida perdiéndose en las cavidades del cráneo internándose en el cerebro. —Necesito que me escuches Alfred, hay reglas que seguir aquí, que tu debes de seguir y guiar a los demás a esa obsecuencia.
Los quejidos del chico empezaron, tratando de luchar contra el control.
—Relájate, si me escuchas, si te conviertes en mi subordinado no habrá más dolor, solo placer. Así como tu padre lo es con tu madre, tan obediente sin importar la orden.
—N...no feliz. — murmura intentando despertar.
—Shh shh, respira, tu eres feliz cumpliendo órdenes, desde muy pequeño te enseñaron eso, tus propios padres te enseñaron a obedecer órdenes, pero yo quiero liberarte de ellos, guiarte hasta tu verdadero potencial, a destruirlos. —susurra en su oído, tratando de calmar y satisfacer a su oscuridad.
Lo único que obtuvo fueron gruñidos.
—Entenderán muy pronto. — irritada dice, hai¡ciendolo despertar.
Él intentó lanzarse sobre su secuestradora, pero sus piernas de inmediato flaquearon.
—No tienes permitido hacer eso. — sonríe y de inmediato cayó al suelo, una penumbra sujetándola. — ALFRED, SUELTA. — ordena y él de inmediato obedece, entrando en pánico.
—¿Qué me has hecho? — entre jadeos pregunta.
—Mi querido líder de manada, y muy pronto el líder perfecto de mi ejército. — sonríe levantándose y saliendo de la habitación.
—No seré líder de una mierda tuya. — gruñe pero con una seña de ella se calla.
—Lo serás, lo deseas.
—Deja de manipularme, eres igual que el resto. — susurra intentando levantarse sin éxito alguno.
—LO.DESEAS. — repitió hasta ver que él asiente, sus ojos perdidos en la nada. —Buen chico. — sonríe satisfecha, cerrando la puerta. — Va uno, faltan dos.
•Lunes 13, Octubre del 70•
Tras casi dos semanas de "rehabilitación" ellos se encontraban inmóviles viendo directo a una esquina de la pared, esperando una sola orden por parte de quien piensa ahora ser su salvadora.
Lo equivocados que están estas tres pobres almas.
Marcas rojizas y negras alrededor de sus cuellos, mostrando el daño de los collares cada vez que los activan. Quisiera decir lo mismo sobre el resto de sus cuerpos, partes moradas y negras recubriendo el tejido muerto e infeccioso.
—Hora de comer. — escuchan la voz de Camely.
Su plato de comida diaria apareció a su lado, ellos comiendo lo que sea que se haya en tal.
—Hoy haremos algo diferente. — sonríe acercándose a Alfred. —Veamos quién ganará hoy. — ríe y se aleja lentamente. — Relish ven aquí. — dice y el joven se acerca.
—¿Qué necesitas? — él pregunta viendo las tres habitaciones abiertas.
—Esto será entre tú y él, quien termine en pie será el líder.
—No pelearé por el puesto, ya es mio.
—¿Tienes miedo a que logre arrebatartelo sin problema alguno? Incluso en este estado son mucho más fuertes que tú. — susurra provocando la ira.
—Eso no es cierto, yo...se supone que yo soy el líder.
—Solo tú lo decides. — lo empuja en la habitación. — Alfred.
El chico reaccionó, levantándose de golpe.
—Ataca. —ordena y este se voltea hacia Relish quien se prepara.
Sus alas se estiran y la aureola se vuelve negra, goteando un líquido transparente.
—No tienes que hacer esto. — Vlade murmura intentando salir de la habitación.
Los jadeos del hombre se vuelven persistentes hasta el punto de quiebre en donde ruge y salta sobre su víctima,tratando de destrozar carne y arterias.
El chico toma su forma de lobo y salta directo a su rostro, lastimando los ojos. Esta podría ser su oportunidad de escape, una ceguera temporal, o incluso permanente, no tenía interés alguno, lo único importante era sobrevivir.
—No lo dañes tanto por favor, aun lo necesito con vida. —Camely pidió tratando de que Vlade se mantuviera bajo raya.
—No tan perfectos como piensas. — pensó el lobo mordiendo la pierna de su atacante, sin antes pensar que este lograra tomarlo del cuello hasta dejarlo sin aire.
—Yo me rendiría. — Camely ríe viendo por las cámaras lo que sucede.
El lobo empieza a chillar rindiéndose ante el ángel.
—Alfred, suelta. — ella ordena lo cual él obedece sin resistir. —Ya curaremos esos ojos. — sonríe sacando al lobo. —Él gana. — susurra sanando sus heridas.
El animal gruñe, su cola entre las patas observando al hombre sentado en medio de la habitación.
—Es todo un guerrero, no lo crees? Nada lo detiene de lograr su objetivo. — Camely sonríe orgullosa, colocando una venda en sus ojos.
Relish regresa a su forma humana y gruñe negando. —Lo que has obtenido es solo muñecos sin pensamiento propio.
—¿No es perfecto? — sonríe acariciando su mejilla.
—No es lo que necesitas.
—¿Y qué crees tú que yo necesito?
—Lo que necesitas era a esos tres, conscientes y de tu lado, debo de admitir que son listos y tienen muy buenos planes de ataque y métodos de captura. — habla sin pensarlo antes.
—Ellos son perfectos de esta forma, sin arruinar mi día tal como tú lo haces.
—Perdón, pero es la verdad. — dijo para luego retirarse.
—No lo escuches, él no entenderá nunca. — susurra sin dejar de acariciar su rostro. — Como desearía comenzar la siguiente fase yo misma, imaginate, una Amery y un Filler teniendo hijos.
—No sería una buena idea. — murmura tratando de romper nuevamente el control.
—Otra vez esto, ¿cuando dejaras de luchar? — murmura haciendo aparecer un látigo.
No obtuvo respuesta alguna, ni siquiera cuando empezó el castigo.
—Eres mio Fillet, siempre lo seras. — ríe a carcajadas viendo la sangre fluir hacia el suelo.
•Sábado 1, Noviembre del 70•
Las tres luces fueron consumidas, heridas gangrenadas, miradas perdidas como si se tratase de vidrio y dones casi ausentes. Noches interminables en donde la sangre recorría sus cuerpos, trozos de cuero cabelludo cayendo al suelo como piel muerta. Sus ojos con el tiempo perdían esa vida, como si sus almas ya no estuvieran presentes, como si su poder se esfumara.
Tal y como unos muñecos de cristal, frágiles, sin vida. Ella los mataba y sin que ellos sanen las heridas terminaron el trabajo por ella.
—¡Maldita sea! ¡Lo han arruinado todo! — ella les ruge tirando los resultados al suelo.
Los tres se voltearon a verla sin entenderlo.
Ella dispara una última dosis, las pupilas de los tres dilatándose hasta no poder más.
—Eso será suficiente hasta que regresen conmigo. — gruñe retornando los collares. — Vamos, arriba y siguiéndome. — ordena lo cual ellos con todas sus fuerzas lo hicieron.
Aparecieron stocks en las afueras del domo Black.
—Destruyanlo. — ordena desesperada.
Ellos tocaron el domo y lentamente la energía se oculta bajo lo que queda de sus alas, sanando gran parte de sus heridas, pero no lo suficiente para que no sean mortales.
—A la casa. — sonríe y los cuatro aparecen frente a la manada entera.
—¿Qué has hecho? — Fillet murmura viendo el estado de sus hijos.
Ella sonríe y al chasquear los dedos ellos se lanzan sobre ellos atacando.
Una misma palabra se repetía una y otra vez, forzandolos a seguir la orden. Un pequeño domo se forma a su alrededor, protegiéndola de una bala.
—Buen chico. — le sonríe a Alfred viendo como las bajas rebotan en el domo.
Una bala golpea a Maight en la pierna, ahí fue cuando ella se enteró que su plan había fallado.
Bala por bala golpearon sus cuerpos, derribandolos al suelo perdiendo sangre rápidamente.
—Que lastima, aún eran útiles. — ella suspira y desaparece decepcionada.
—Hay que ir al hospital. — Fredd murmura viendo el resto de sus cuerpos casi descompuestos.
De inmediato sin escuchar lo que los demás opinaran aparece en la sala de emergencias, que por suerte parecía encontrarse vacía, algo raro en mi opinión.
—¡¿En dónde están las personas cuando las necesito?! — ruge viendo como los tres empezaban a despertar, sus gruñidos siendo lo primero que escucha.
El corre al mostrador vacío y busca el boton negro, la alarma activandose y varios de los enfermeros saliendo de una habitacion.
—Pensando que el turno de la noche estaba por terminar? Les traigo un maldito reto para sus títulos, logren sedarlos si es que pueden. — gruñia y penumbras sujetan a los tres quienes al despertar empezaron a luchar contra los amarres. — Todos suyos, no se preocupen, tomense su tiempo que aun así de heridos podrían destruir el hospital entero. — sonreí tomando asiento en la sala de espera. — Ha sido el mes más jodido en toda mi vida. — murmura tratando de descansar de las garras de su "esposa".
Lo primero que los enfermeros hicieron fue sujetarlos en sus camillas, dándoles acceso a las venas tratando de sedarlos así como a cualquier otro paciente, lo único que lograron fue calmarles un poco. En contra de sus estudios inyectan una sobredosis de diazepam, solo así logrando sedarlos por completo.
—No se preocupen me daré cuenta si despiertan, llevenlos al quirófano, retiren toda la piel muerta, no utilicen puntos, no se preocupen por post operatorio, de eso yo me encargo. — murmura tratando de dormir.
Y al decir eso los médicos se los llevaron.
•7 am•
•Hospital de Toledo•
~Fredd~
Mi cabeza sigue doliendo, despertaron durante la cirugía muchas veces, debe de haber algo mal...aún hay que hacer pruebas. No estoy tan seguro que pudieron haber pasado por esto durante estas semanas.
Phantom ha sido el único que llegó a acompañarme, el único que le importa en verdad, o solo lo hace por Max.
—¿Ellos podrían morir en el quirófano? —pregunta por quinta vez.
—No, no los mataron los disparos, mucho menos lo haría un bisturí. — respondí haciendo aparecer un café.
—Se han tardado bastante.
—Phantom, solo callate de una buena vez por favor. Quiero aprovechar mi tiempo sin Evelyn.
—¿Quieres hablar sobre eso?
—Ya sabes como es Evelyn, tuve que leer el acta de matrimonio antes de firmar.
—Deberías hablar con alguien más, como un abogado...o incluso Chris. —es una buena idea, pero si nada de eso funciona y ella se entera estare aun peor que ahora.
—¿Quieres que hable con Fur sobre esto? Eve no puede decirte nada si yo lo hice.
—Terminará matándome, creeme, hemos estado casados durante ya casi dos o más décadas. — me torturara....
Un momento...ese pitido. Están colapsando, pero se supone que están fuera del quirófano.
Maldita perra.
Aparezco en la habitación y observé como Evelyn se encontraba sobre Alfred, sujetando su cuello con ambas manos, ahorcandolo.
Una penumbra la lanza contra la pared y me apresuro hacia él.
—¿Por qué los defiendes? ¿No puedes ver que sin ellos todo ha sido paz? — pregunta tratando de soltarse.
—Ellos son mis hijos.
—Nunca fueron tus hijos, ellos nunca serán nuestros hijos. — no puedo creer que después de todo...el esfuerzo de tener hijos ella trate de deshacerse de ellos.
—Sé que hicimos muchas cosas muy, pero realmente malas, fui incluso peor que papá cuando vivía con mamá. Pero aún hay tiempo de arreglar las cosas con ellos, solo debemos tratar.
—Repito, JAMAS.SERAN.MIS.HIJOS.
—Ya veo por qué William sigue mencionando su experimento. Eres su éxito, aunque no lo aceptes, termina creando algo que no es humano, sino un monstruo buscando perfección en una manada que no es suya.
—No te hagas el santa que estuvimos ya 18 años haciéndolo juntos. — rie finalmente liberándose de mis penumbras.
—Y ahora me doy cuenta que esa fue mi perdición, haberme casado con alguien así, de haber criado a mis hijos creyendo que tenías razón que cuando fueran mayores serían aún mucho más fuertes. Lo único que no me dijiste que los mantendrias siempre más débiles que tú. ¿Qué tanto me mentiste al decir que sus dones son solo para destruir? Se que pueden llegar a ser explosivos, pero después de todas las veces que salvaron vidas con esos mismos dones demuestra que ellos son capaces de manejarlo a la perfección.
Silencio, eso fue lo que recibo al confrontarla frente a los tres quienes por nuestra culpa se encuentran así.
—¿Quién te ha estado diciendo todas esas mentiras? ¿Fur? ¿Christopher? Bear incluso. Dime cariño, solo necesito un nombre y cerrarle la boca.
—Evelyn, amor, necesitas ayuda, dejame ayudarte, podemos ser como antes. — sonreí tratando de calmarla.
—¿Ayudarme? ¡Yo no necesito ayuda de nadie! — gritó sujetando mi cabello con el puño cerrado, su otra mano apretando mis cachetes obligándome a verla. —Tu eres el que necesita ayuda, parece que se te ha olvidado tu entrenamiento. — gruñe y sus garras perforan la piel de mi rostro.
Ahora entiendo lo que Alfred sintió, terror absoluto.
—Di que lo entiendes. — desesperada esta vez pidió.
—Lo entiendo, no necesitas ayuda. — murmuré intentando que me soltase.
—Ellos se deben de ir de mi casa. — gruñe soltandome con brusquedad. — Es mi maldita casa, no suya. — Está teniendo un ataque.
—Eve, debes calmarte.
—¡¡ES MI MALDITA CASA!! — grito saltando hacia Maight, tratando de atacar en su estado más vulnerable.
Un domo se crea a su alrededor alejándose por completo de las camillas.
—Ni siquiera pienses en tocarlo. — escuche a Phantom gruñir, protegiendo a su hijo.
—Él es quien te mete ideas en la cabeza. — sonríe acercándose a Phantom.
—Yo apenas me encuentro en esa casa. — se trató de zafar de la situación.
—Esa es una mentira muy gorda, Phantom. — murmura ella intentando no reír en su cara.
—Mientras no toques a mi hijo haz lo que quieras con los tuyos. — gruñe sentándose a un lado de Maight.
Eve se voltea hacia mí y dice —Hablaremos sobre esto en casa, Fillet. — avisa desapareciendo.
—Si necesitas ayuda solo debes de avisar, no estás solo contra ella. — Gracias Phantom.
Es hora de enfrentarla como es, aunque muera.
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