Control
•Sábado 31,Octubre del 43, 8 am•
•ɆⱤⱤØⱤ•
~Narro~
El auto entra a uno de los múltiples edificios en medio de la nada, ambas observan a los guardias armados monitoreando el área, cámaras alrededor vigilando cada punto ciego, y una reja electrificada rodeando la zona. Esta vez Amery se aseguraría que no existiera método alguno para escapar. Ellas analizaron sus posibilidades, pero eran nulas, incluso con sus dones, los chances de correr eran mínimos.
— Fuera del auto, lobas.— él comandó sin voltear a verlas.
Shadow vuelve a su forma como penumbra y regresa al subconsciente de su portadora.
Shalyn abre la puerta así transformándose en una loba gris, aunque parches blancos y café, cubriendo múltiples partes de su pelaje, ya que la época de frío se encontraba avanzando con rapidez.
— ¡Dije abajo!— él gritó apuntando su arma hacia ella.
El animal abre la puerta con su hocico y baja del auto, esperando a que Willam la siguiera.
William baja del auto, haciendo aparecer una correa y un collar para perro.
— Aquí. — señaló el suelo frente suyo.
La loba se acerca y se sienta ante sus pies.
William le pone el collar y luego la correa — ¿Ustedes saben por qué los perros utilizan un collar? — le pregunto poniendo el collar en su cuello — Es porque ellos pertenecen a una persona, este collar significa que ustedes me pertenecen.
La loba agacha la cabeza ante él, su cola entre las patas.
— Adentro. — gruñe jalando la correa, dirigiéndose hacia el edificio principal.
El lugar se encuentra en silencio, era extraño ya que siempre se escuchaban gritos o incluso más puertas metálicas; las cuales no existían en ese lugar; todo es distinto a lo que ya conocen.
— Esta vez, nos concentramos solo en ustedes, no encontrarán ni un otro sujeto, aparte de ti, 001— él les informa, caminando a través de los largos pasillos hasta llegar a una habitación en donde la pared frontal se trataba de un vidrio polarizado.
Amery quita la correa y abre la puerta, así la loba observando su nuevo "hogar", tratándose de una habitación blanca recubierta por colchones, en la esquina notando múltiples cosas, tales como dos tazones para perro, una bata de hospital y junto a esta un trozo de periodico.
—Esta es tu nueva habitación, dentro se encuentra todo lo que necesitas. —las empuja dentro, aun irritado por la pérdida de tiempo. — Bienvenidas de vuelta. — él sonríe cerrando la puerta.
Shalyn se sienta frente al cristal, viendo su reflejo — Ahora están a salvo de él. —piensa recostándose sobre sus patas.
•11 am•
Las horas transcurrieron volando y sus esperanzas de que alguien llegara por ellas fueron muriendo. Esa puerta se ha mantenido sellada, Shadow tuvo que tomar su forma humana, calmando a su hermana, abrazando y acariciando su pelaje. La preocupación palpitando entre esas paredes.
Usualmente alguien hubiera llegado a inyectar la primera dosis, o William hubiera llegado con alguno de sus metodos de tortura.
— Oh mierda. — pensaron, así como Caín les había enseñado cuando algo salía extremadamente mal.
William no ha llegado, ellas se voltearon hacia la puerta entrando en pánico, ellas sabían que se trataba de una tortura mental justo antes que la física empezara. La puerta rechinó al abrirse, observando como William entra sujetando un látigo a mano.
Ambas aterradas lo observan cerrar la puerta, aunque estuvieran acostumbradas, gracias al trato de sus hermanos olvidaron el sentimiento de un látigo rompiendo su piel.
— Ambas, ustedes dos ratas, traidoras, pedazos de mierda, están bajo mi control, y harán lo que YO ordene, lo quieran o no. — William decía caminando a su alrededor.
Ellas escuchan la puerta abrirse una vez más, así que toman la oportunidad... un disparo las inmoviliza, haciéndolas gritar y llorar gracias al dolor.
— ¿Acaban de intentar escapar? ¿Otra vez? — William preguntaba riendo. Él les volvió a disparar, pero esta vez en el hombro.
Ambas seguían gritando y retorciéndose del dolor, la habitación se estaba manchando de rojo. Lloraban entre súplicas, pero William vuelve a disparar, esta vez, ellas rugiendo con todas sus fuerzas.
— ¡¿Cuántas órdenes desobedecieron?! — grito antes de disparar.
Por suerte las balas eran pequeñas y no causaron gran daño, aunque eso no significaba que el dolor fuera inexistente.
— Seis, amo William. — Shadow tartamudeo entre su propio llanto.
— ¡¿Cuántas?! — le gritó a Evelyn, ahorcándola.
— Seis, amo William. — ella murmuró esperando a que la soltara.
William recarga su arma — ¡Cuenten! — gritó apuntando hacia ellas, empezando a disparar.
Contaron cada una de las balas que perforaron sus espaldas. Cada una de estas les hacía gritar, retorciéndose entre su sufrimiento, contaban los disparos, ellas gritaban y se retorcían del dolor, ellas no lo soportan más. Ya no pueden contra el dolor, están sucumbiendo a una oscuridad ante ellas
William suspira aburrido — No es lo mismo que antes. — murmuró.
Los disparos sanan mientras ellas continúan llorando. Shadow limpia la sangre de su boca y gruñó al sentir como una bala salía de a poco de su cuerpo.
William gruñe en molestia — ¡¡¿Que les he dicho de sanar, de llorar como unas niñitas?!!— grito furioso, esta vez sujetando el látigo.
Ambas dejan de llorar, mordiendo la parte interna de sus cachetes.
— Cuenten, 12 latigazos cada una, sin sanar, sin llorar, un solo movimiento y agregaré 3 más.
Ambas asienten y se hincan dándole la espalda — Si, amo William. —Responden al unísono, mordiendo sus labios intentando no hacer ruido.
— Contra la pared manos arriba, y quítense esos vestidos, estorban. —gruñe esperando a que se movieran.
— Como ordene, amo William. — tartamudean y se hincan contra la pared. Sus vestidos caen al suelo, así solo quedando en ropa interior. Sin resistirse extienden las manos contra la pared y toman una gran bocanada de aire.
William sonríe y comienza los latigazos, apuntando hacia sus puntos sensibles. El primer golpe hizo lo inevitable, que los gritos se escucharan a través de los pasillos. Sienten sangre recorriendo sus espaldas, manchando el suelo y paredes.
— ¡Tres más!— gritó antes de dar otro golpe.
Ellas gritaban el número de latigazos, aumentando cada vez más. William lo disfruta, enseñarles una lección que jamás olvidarán "nunca volver a escapar".
Murmuraban palabras sin sentido alguno, cada vez más mareadas gracias a la pérdida de sangre, ellas se callan y permiten que sus cuerpos se apoyen contra la pared.
William dejó a un lado el látigo, así los tres tomaron un descanso, ellas cerraron los ojos al borde del desangramiento.
Él se estira — Eso les enseñará. — dijo antes de salir de la habitación, cerrando con llave.
Ambas se desploman en el suelo observando la habitación manchada en su sangre, gruñian pero de golpe dos dardos se incrustan en sus columnas. Rugiendo de dolor dejan que sus garras desgarren el colchón ahora teñido de rojo.
William observaba desde el otro lado del cristal, monitoreando su condición física. —Siguiente. —ordena a través de de su radio.
Un nuevo dardo les atraviesa desgarrando su garganta al rugir.
William presiona un botón azul pequeño junto al cristal — No lloren lindas, no querrán abrir nuevas heridas. — él les advirtió animado.
Ambas se callan mientras que sus garras desgarran aún más el colchón del suelo. William sonríe y deja de presionar el botón.
Otro dardo las golpea y estas se muerden los labios mientras sus colmillos los perforan.
William nota desde una tableta como los ojos de las chicas cambian de color. Esos ojos azules se volvían negros, estaban perdiendo el poco control sobre sus animales, sentían perder el control.
Los cachorros de manadas siempre buscaban a un adulto que los guiara, a un alfa, y el único con el poder suficiente para guiar en ese momento era William; lo cual él sabía que necesitaban a un líder, a alguien que le preguntarán qué hacer; aunque él era todo menos un líder.
Ambas chicas comienzan a perder conciencia a la vez que se recostaban en el colchón.
William presiona nuevamente el botón — Quien cierre los ojos o quede inconsciente arrancaré sus garras y colmillos. — les advirtió.
Ambas abren los ojos pero lo único que ven son manchas negras y grises flotando frente a sus ojos.
— Arriba. — comando William, con una voz fuerte.
Ambas se levantan tambaleando, sus piernas apenas sostienen su peso. Sus ojos se volvieron de un fuerte rojo vino. Trataban de frotar sus ojos tratando que su visión regresará a la normalidad, sus colmillos ardían dentro sus bocas, así que su boca se abre dejando gotear gotas de saliva, o mejor dicho corrosivo.
Destruyendo el colchón bajo sus pies, propagándose en la habitación.
William sonríe al saber que tienen de regreso el mando de sus vidas — Garras fuera. — ordena, lo cual ellas no logran formar algún pensamiento coherente obedecieron a sus palabras, esperando el siguiente mandato.
— Ataquen. — sonríe apartando su mano del botón.
Ambas se ven entre sí y gruñen con todas sus fuerzas, sus colmillos se extendían, sus colas y orejas aparecían, sus cuerpos vibraban en poder, hasta que ambas saltan entre sí y se atacan.
Ellas se mordían, rasgan sus pieles, gruñían, se comportaban como animales salvajes.
William observa la pantalla y nota como sus latidos aceleran, mira hacia el cristal, viendo como ambas pelean a muerte. — Análisis de adrenalina. — le pidió a uno de los científicos que camina detrás suyo.
— 80% señor. — responde nervioso, revisando su tableta.
— Su propio veneno es una droga, debe de ser más lento o una sobredosis demasiado potente podría detener su sistema inmunológico. — el murmuró para sí mismo — Tomen pruebas de sus colmillos, encuentren una fórmula para anular el corrosivo en sus sistemas circulatorios. — le informo y precioso el botón. — Deténganse. —ordena lo cual ambas obedecen. — Descansen.
De golpe colapsan luchando para que el aire entrara a sus pulmones, ellas no podían evitarlo, pareciese que morían.
William abre la puerta y observa el desastre orgulloso de sí mismo. — No han olvidado su entrenamiento, solo fueron un par de meses, no se acostumbren a ese recuerdo del cielo azul, ya que no lo es, será de un tono gris. — susurra acercándose.
Ellas se mantienen quietas, evitando verle a los ojos.
William hizo aparecer dos jeringas llenas de un líquido verde — Quieta Shadow.— le dijo a la chica. Toma la cabeza y la mueve hacia un lado. — Esto será solo un piquete del montón. — le recordó mientras la aguja ingresaba dentro la arteria, está infiltrando el medicamento dentro suyo. La suelta en el colchón y le ordena una simple palabra. — Duerme.
Shadow de inmediato cerró los ojos y empezó a acurrucarse.
— Eso es, tu turno. — él le sonríe a Evelyn.
Ella traga en seco y comienza a temblar apartando el cuello.
— Dije quieta, solo por eso no seré tan amable como con Shadow. — le informo. Él se acerca e inyecta la jeringa en el cuello de la chica. — Debes obedecer 001. — susurra antes de inyectar el líquido en su torrente sanguíneo.
Evelyn cae inconsciente gracias al pavor que él le causa.
William le abre el ojo y nota que el color cambia de ese rojo a un verde y azul. — Eso es. — se felicitó alejándose. — Despertad. — ordena con voz firme.
Ambas chicas despiertan y lo observan, sin demostrar sentimiento alguno.
— Nombre. — William pide, analizando sus cuerpos de arriba a abajo.
— Sujeto 001. — respondieron al unísono.
— Nombres clave.
Buscando entre sus recuerdos ambas mencionan sus nombres, un poco asqueadas por estos.
— A su merced, amo William. — dijeron agachando la cabeza ante él.
— Buenas chicas; sentadas viendo a la pared. — les ordenó.
Ambas lo cumplen sin cuestionarlo haciendo que William sonría gracias a ello. Él nota que ambas colas se mueven de arriba a abajo, como si se trataran de cachorras, las cuales lo son pero él trata de cambiarlo — Dejen de mover las colas.
Ambas intentan detenerse.
— ¡Dejen de mover las colas! — esta vez gritó irritado.
Sus colas dejan de moverse durante unos momentos y vuelven a moverse sin control alguno.
William le pisotea la cola a Shadow — Deja de mover la cola. — gruñó mientras ponía más fuerza en su pie.
Shadow chilla gracias al dolor.
William retira su pie y toma su cabello— Son inservibles. — gruñe antes de soltar sus cabezas y retirarse de la habitación.
Shadow ve sus manos notando los tonos grises de esta. Ella voltea hacia su hermana sin logrr ver el azul de sus ojos, o el naranja oscuro de su cabello, solo negro,blanco y gris; y ellas no pueden hacer nada por ello, solo esperar el momento en que él decida ya no necesitarlas y terminar con su sufrimiento.
Evelyn ve la sangre correr sobre la espalda de su penumbra, aunque aun le confundia el color negro en ver del usual y clasico rojo. Ellas trataban de recuperar su visión usual, sin éxito alguno los colores se habían vuelto acromáticos, sin vida alguna.
William vigilaba sus reacciones, contemplando el efecto que tuvo la inyección que él mismo creó — Funciona, aumenten la metanfetamina, haremos que amen la nueva dosis. — le informo al científico a su lado.
Él ahora, ya no solo ve dos armas, ellas comenzaron a crecer, ya no solo veía a dos niñas pequeñas, ellas ahora eran adolescentes, inocentes, virgenes.
William siempre pensó que las dejaría puras hasta que capturará al lobo macho, ¿pero cómo asegurar que lo harían? ¿Cuál sería la diferencia?
Debe de entrenarlas de alguna manera, y eso hizo que la peor prueba que jamás haya creado saliera de lo más profundo de su mente.
Él llamó a dos de sus guardias más "confiados" con la excusa que les tenía un trabajo, y por lo que sabía, ellos siempre las observaba de reojo cada vez que tenían la oportunidad. Aunque odiaba ese hecho, los necesitaba como en situaciones como esta.
— Ya saben qué hacer. — dijo mientras les entregaba los controles mientras abría la puerta.
Ambas los observan y empiezan a mostrar sus colmillos.
William las vio de reojo y ellas se detuvieron. — No deseo que ustedes luchen contra ellos, este es un nuevo entrenamiento para que algún día tengan cachorros sanos, como lo habíamos planeado. Deben de saber qué sucederá si vuelven a desobedecer. — le explicó a las chicas, volteandose hacia los dos hombres en tan solo su ropa interior. — No les den placer, sino dolor, quiero escuchar gritos por su parte.
Ambos hombres asintieron, antes de encender los controles que su jefe les entregó.
Ella rugen tratando de arrancarse los collares solo para que más energía sea liberada de estos.
— Niñas, necesito que se quiten el resto de la ropa y se acuesten boca arriba y piernas separadas; permitirán que ellos toquen donde sea y hagan lo que ellos quieran. — William les informo y ellas hacen lo indicado.
— Joder. — murmuró uno de los hombres al sentir la presión en su ropa interior.
— La dosis sólo durará unos cuantos minutos, utilicen protección. — William advirtió observando directo a su ropa interior. — Diviértanse, yo estaré supervisando. — les informó retirándose.
Ambos se acercan con lujuria a las chicas, jalando los collares dejandonas de rodillas frente suyo. Ellas suspiran aliviadas al sentir que la energía había terminado, pero una nueva preocupación nació, ellos se encontraban demasiado cerca de sus rostros.
Hasta que lo sintieron, el contacto físico que tenían sobre ellas.
Trataron de atacar, pero William las detuvo con una sola palabra; lloraban en silencio al saber que no podían hacer absolutamente nada.
Tocaban, las mordían y golpeaban cada parte de sus cuerpos, y aunque no podían defenderse, lloraban, rugían y rasgan el suelo con impotencia hacia sí mismas.
No logran comprender cómo una persona podría hacerle eso a otro ser humanos, supusieron que William le informo a todo su personal que ellas no son personas, sino que animales de mascota. Creyeron que si cerraban los ojos y dejaban de moverse Amery no las castigaria...fue un grave error.
William entra a la habitación y se acerca hacia Evelyn, masajeando sus muslos, tan solo deseaba experimentar en persona cuáles eran los cambios químicos que sufrirían durante las relaciones.
Le interesaba los pros y contras de ellas estando en esa posición, sería más fácil la inseminación que la acción real. Él deseaba asegurarse que ellas tengan cachorros con el macho seleccionado, deben sobrevivir a su propio don.
Él reconoce las consecuencias de lo que sucedía, sabe que podría fallar, y aun así tomó el riesgo. Es una tortura de la que jamás podrán recuperarse, las heridas podrán cerrar, pero las cicatrices mentales jamás sanaran por completo.
—Ábrete más. — uno le susurró a Evelyn, mientras ella quiebra en llanto negando.
—Evelyn. —William le advierte jalando su cabello. —¿Qué hemos dicho sobre obedecer?
—Perdón. —susurra abriendo aún más sus piernas.
El hombre sonríe y acerca su mano hacia su entrepierna. —Alguien está muy mojada. — susurra mordiendo y lamiendo su oreja.
La chica gruñe y trata de no arrancar su mano.
El segundo hombre besa a la penumbra, quien lo muerde sacándole sangre.
—¡Maldita perra!— gritó dándole un puñetazo en la cara, sujetando su cadera y dejándola en una posición comprometedora, su rostro contra un colchón y sus manos tras su espalda. —¿En verdad deseas esto o no? — ríe bajando su ropa interior, y escupiendo en su ojete.
Ella ruge intentando liberarse, hasta que escucha los chillidos de su portadora.
—¡¡Ya no más ya no más!! —ella grita entre súplicas.
Hasta que de golpe siente como le penetra, su ano ardiendo como si tuviera un fierro hirviente dentro suyo.
— ¡Muévete perra! —gritaba dándole nalgadas.
— ¡Quítate¡ ¡Por favor! ¡Deténganse! — grita entre llantos.
—Silencio. — susurra frotando sus dedos en su clítoris.
Ella escucha los gemidos de su hermana, así que se voltea notando como ella monta al hombre y William retira una jeringa de su cuello.
Él le sonríe y se acerca a ella con una segunda jeringa. — La primer dosis parece no haber funcionado como pensaba, ustedes me obligaron a utilizar este recurso. — sonríe inyectando el nuevo medicamento.
Shadow empieza a marearse, y su cuerpo empieza a relajarse, una fiebre inexplicable comienza, sus gemidos excitando a su abusador.
—Caballeros, creo que me unire al juego. — Willian sonríe bajando su pantalón. — Shadow ven aquí. — le ordena, así ella gateando con sus pocas fuerzas se acerca, su mirada manteniéndose en el suelo.
—¿Si amo William? — pregunta jadeando.
Él le tomó del cabello y restregaba su rostro entre su entrepierna.
—Olfatea bien, ese será tu olor favorito de ahora en adelante. — decía yendo al siguiente nivel.
—Mi olor...favorito. Si, amo William —Murmura entrecortado, la droga aumentando sus efectos.
—Lame y chupa. — susurra poniendo su miembro frente a su boca.
Ella asiente y cumple con el comando dado.
Ese monstruo empieza a embestir su boca la cual causaba que ella se atragantase.
—Evelyn, imita a Shadow pero con uno de nuestros invitados. —Amery le ordena, sus ojos cerrados, sujetando a la penumbra con aún más fuerza.
—Sí, amo William. — murmura acercándose hacia ellos e imitando la acción de su penumbra, una pequeña lágrima inconsciente escapando a través de su cachete.
•4 pm•
Tras horas de acción los efectos de la "milagrosa" droga creada por Amery terminaban. Lloraban sin cesar, sintiendo como sus huesos se rompían gracias al peso sobre ellas. No lograron soportarlo por más tiempo, no les importaba cual fuera el castigo, sólo deseaban deshacerse de ellos.
En cuestión de segundos, ambas lobas se encontraban despedazandolos con vida. William reaccionó lo más rápido que pudo, pero ni aun así, la electricidad no les detendría. No soportaban el hecho de que las hayan tocado de forma tan intrusiva, que ellos las hayan lastimado de esa manera.
Lo primero que atacaron fueron sus piernas, luego sus manos, el rostro, amputaron sus miembros, y por último simplemente destruyeron la yugular ellos cayendo al suelo desangrándose hasta morir.
William sonríe gracias a los resultados, no todo era lo que esperaba, pero ha descubierto que su sed por sangre aún no había sido erradicada por completo.
— Felicidades, ahora saben qué sucederá cada vez que desobedecen órdenes. — él se estira, limpiando la sangre que había salpicado sus manos.
Ambas lo ignoraron y lamen la sangre de sus patas.
— Ahora, vengan aquí lindas, hay que quitarles esa suciedad de encima y comencemos de nuevo, ¿qué les parece? — les pregunto apagando la electricidad.
Ambas se detuvieron observando con cautela, estaban confundidas, sin confiar ni un poco en él, aunque fingieron estar "orgullosas" de que las felicitaran, saben que se encuentra molesto por lo que acaban de hacer, pero su lógica lo tomó como un "ojo por ojo".
No tuvieron más opción que levantarse y seguirle, aun adoloridas gracias a todo lo sucedido.
Salen de la habitación, ellas escucharon como alguien más entraba a la habitación y se quejaba del desastre. Soportaban el dolor en sus patas y parte del hocico, sus cuerpos luchando por mantenerse en pie.
Cada vez que el concreto hacía contacto con sus patas el dolor aumentaba. Hasta que William se apartó y les permitió entrar a una habitación muy parecida a un terrario inmenso de un bosque, aunque ellas sabían que no lo era.
La puerta se cierra y rociadores se activan, el agua en su punto más frío. Ellas chillaban mientras que rasguñan la única salida tratando de salir, está solo se abrió el momento cuándo se encontraban empapadas.
Lo primero que vieron fue a William apuntando su arma hacia ellas.
— Siempre tan ingenuas, pensé que eran más listas que esto. — él dijo antes de dispararles dos dardos.
Ambas chillaron durante unos segundos, estornudaron mientras gruñían. Lo que a William le interesaba era el corrosivo que caía a través de sus largos hocicos.
El color de sus ojos se volvía cada vez más claro, de un azul suave, a un azul grisáceo, y eso no fue lo único que empezó a cambiar, William en cuestión de horas creó la dosis que ayudaría a mantenerlas bajo control sin molestia alguna.
Descubrió que esa misma saliva era un tipo de droga para sus propios cuerpos, si la mezclaba con alguna droga podría aumentar el efecto y crear un vacío en sus mentes, una falla cerebral, un tipo de parásito zombi que él puede controlar, gracias al ADN en su interior.
William vio como ambas lobas se acariciaban en sus piernas y luego se sentaban frente a él.
— 001 estable. — él murmuró con alegría genuina. — No más recuerdos fallidos, solo las perfectas criaturas que son. Desde hoy solo tienen permitido ser lobas o humanas siempre y cuando estén en su habitación.
Ambas lobas se mantienen quietas, memorizando los nuevos mandamientos de su 'Amo'.
— Harán lo que yo y solo yo les ordene. Me agradecerán por lo que hago y les ordenó hacer.
Ambas se acercan lamiendo sus manos.
— Ahora, regresarán por donde vinieron, entrarán a su habitación y despertarán hasta que yo lo comandes, vayan.
Las lobas se dan vuelta y comienzan a caminar.
Tras un tiempo dentro de la facilidad Amery, ambas se encontraban muriendo, después de tantas pruebas, tantos ejercicios, exámenes, tanto sufrimiento causado por tantas personas, así sus cuerpos se rindieron ante el degeneramiento cerebral.
Sus dones empezaban a deplorar, dentro suyo, sus almas lloraban por libertad, mientras sus mentes se encuentran atrapadas dentro una jaula a base de dosis diarias de creaciones específicamente para sus seres.
Él logró con éxito completar la primer fase, el control total, con su confianza como sacrificio.
Dos meses fueron suficientes para que servicios sociales se preparen, y no tan solo ellos, por alguna razón la visita había sido prolongada para el comienzo del año, una manada nunca dejaría a alguien atrás, si cae uno, caerán todos.
Y cuando esos lazos corren dentro de su sangre, son imposibles de romper.
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