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Capítulo 42 | FINAL

Me quedé esperando a que el partido de práctica de los chicos terminase. Un par de puntos más y... ¡acabó! Me levanté con mis cosas y me acerqué hacia los chicos. Iwaizumi y Oikawa parecían discutir por algo, hasta que Iwaizumi me mira y apunta hacia Oikawa. Me reí en voz baja y agarré una pelota para tirársela a Oikawa en la cabeza.

-¡________-chan! -me reclama Oikawa dándose vuelta y yo me comencé a reír.

Hm.. recuerdos.. pero el único cambio es que...

Me acerqué a ambos chicos pero sujetando a Oikawa por el brazo antes de alcanzar sus labios. Él suspira tratando de no desenfadarse pero su brazo sujetando mi cintura decía otra cosa.

-Tsk -Iwaizumi nos mira y se cruza de brazos mientras fulminaba a Oikawa consiguiendo que él me suelte y se aleje un paso.

-¡Iwaizumi Hajime, eres malo! ¡Y tú...! -me di vuelta apuntando a Oikawa-. Eres cobarde.

-Habla la que fue a esconderse al baño de chicas porque sabe que Iwaizumi no podría alcanzarla allí -responde él consiguiendo que aceptara mi derrota.

-Touché -me di vuelta hacia Iwaizumi nuevamente-. Bueno, vayan a cambiarse, yo los espero afuera para irnos.

Ambos asienten antes de hacerme caso mientras yo agarraba mis cosas nuevamente y salí del gimnasio y de la escuela para esperarlos en la calle. Saqué mi celular para hacer tiempo y comencé a revisarlo, pero pasan los minutos en los que me aburrí y guardé mi celular. ¿Por qué los hombres se tardan tanto? Son peores que nosotras antes de una fiesta. Eso es decir mucho.

-¿Huh? Qué raro es encontrarse a una princesa por aquí -hice una mueca al escuchar esa frase tan patética de una voz desconocida. Aparté la mirada hacia ese chico que se veía de mi edad, o sino un poco mayor. Traía un uniforme de deporte.

-No tengo una corona, así que no me llames así y vete, por favor -dije siendo amable para darle la oportunidad de irse en paz y no con la nariz rota.

-No te hace falta, se sabe con solo vete, princesa... -sonríe desafiante a la vez que apoyaba su mano contra la pared en la que me había recostado.

-Que halagos -hablé sarcástica a la vez que rodé los ojos y apretaba mis manos en mis brazos cruzados. Bien, sí, tenía algo de miedo, pero solo porque el tipo este me pasaba como por una cabeza y media, casi dos, y se veía tonificado.

-¿No podrías darme tu número, princesa? -pregunta insistente.

-No tengo celular, lo siento -mentí sonriendo y haciéndome a un lado.

-Recién te vi usando uno -vuelve a insistir acercándose.

-Es de mi hermano que me lo prestó -respondí volviendo a alejarme.

-Pues dile que te lo preste más seguido para que podamos hablar tú y yo -vuelve a acercarse. Suspiré y pasé por debajo de su brazo para escapar hacia la entrada del Seijoh.

-¿No entiendes una indirecta? No. -exclamé harta de este tipo mientras estaba por entrar a la escuela de nuevo.

-Eh, espera... -de repente me toma de la muñeca, pero otra mano lo sujeta a él por la suya.

Este me suelta y yo me conseguí alejar de él finalmente sin que me siga. Iwaizumi y el resto del equipo llegan para colocarse a mi alrededor. Oikawa sujetaba la muñeca del chico tan fuerza que incluso veía muecas de dolor por parte del desconocido que intentaba disimular. El chico se puso nervioso al ver a todos los chicos juntos y sonrió molesto y frustrado.

-¿La princesa tenía guardaespaldas? -comenta entre dientes sonando algo adolorido por el agarre de Oikawa quien mantenía una mirada incluso peor que cuando ve a Ushijima.

-Será mejor que te largues de una vez, antes de que decidamos por ti -espeta Oikawa dejando escapar un tono de voz que incluso a mí me puso los pelos de punta y me hizo estremecer levemente.

-Mejor hazle caso, no creo que te guste si los dejas elegir -le recomendé con una sonrisa mientras él veía a cada uno de los chicos y decidía que yo tenía razón. Oikawa lo suelta de golpe y este se va bufando, yo pude suspirar más aliviada cuando ese tipo de alejó-. Se tardaron chicos, estaba por irme sin ustedes.

-Lo sentimos -dijeron luego de presenciar la situación que ocurrió por tardarse tanto. Negué con la cabeza y les sonreí para tranquilizarlos.

-Tranquilos, no es culpa suya que me vea como una princesa -lancé mi cabello hacia atrás consiguiendo que los demás se rían y se aligerara el ambiente. Miré a Oikawa y lo abracé-. Gracias, llegaste justo a tiempo.

Él me voltea a ver y su expresión cambia por completo, me sonríe con más suavidad e igualmente me corresponde al abrazo antes de decir que él me llevaría a casa y alejarnos de los demás. Fue un agradable paseo, sin ningún idiota desconocido que nos molestara, solo nosotros dos.

***

***

-Voy a morir, tengo nervios. Voy al baño -Oikawa me detiene con su brazo contra mi estómago cuando intenté pasar por su lado y me jala hasta abrazarme.

-Está bien, _________-chan, tranquila -estaba por decirle que el que dijera que me calme no iba a conseguir que lo hiciera de verdad, cuando me da un beso corto en los labios, consiguiendo que me olvidara de todo y solo me sonrojara. Suspiré y me dejé abrazar por Oikawa, apoyando mi cabeza en su pecho.

-Estoy mejor... Gracias -aseguré al separarme con un suspiro más calmado.

-Me alegro, ahora, recuerda que estaremos allí apoyándote -dice apuntando hacia las gradas, en donde vi a los de Karasuno y el resto de la hinchada.

Sonreí agradecida y asentí. Él me toma por la cintura con una mano y con la otra sujeta por la barbilla antes de dejar un beso tierno en mi frente para tranquilizarme, lo cual consigue.

-Lo harás bien.

Asentí nuevamente.

-Capitana, tenemos que entrar -me llaman las chicas del equipo.

-Voy -respondí separándome de Oikawa, aunque no quisiera hacerlo.

Di unos pasos hacia las chicas pero me detuve de golpe y me regresé, me paré de puntillas, lo tomé por el cuello de su abrigo y lo estiré hacia mí para besarlo. Volví a separarme sonriendo y sonrojada para luego irme corriendo hacia las chicas.

-Hm... parece que se cumplió uno de tus sueños -menciona Akane y yo la empujé un poco haciendo que ella se ría por ello.

Entramos a la cancha ya preparadas y escuchando los gritos de la hinchada que nos recibieron, noté en la cancha a Sabrina, la representante de la universidad, sí había venido y me estaba viendo. Suspiré profundo, con más confianza y seguridad.

-Vamos, chicas.

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