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39 - {III}



Canción en multimedia: Stop crying your heart out - Oasis 🎵🎶





—Deberíamos empezar ahora.

—Lo sé.

—¿Y por qué no estamos empezando?

Taehyung hizo un mohín y se acomodó mejor en el sofá, apoyando la cabeza en su hombro pero sin dejar de observar la gran pantalla.

—No quiero —rezongó como un niño pequeño. Estaba mentalmente exhausto y estudiar para matemáticas no sonaba como algo divertido, no con Jungkook junto a él. Además, era el último examen de todos y él de alguna manera había sobrevivido a la tanda anterior. Dos semanas de tortura. Ya no quería más. No quería nada más allá de Netflix.

Netflix y Jungkook.

—Taehyung, Netflix no estudiará por nosotros —señaló Jungkook, riéndose.

—Debería. Pago mensualmente y con puntualidad hace desde hace más de dos años —replicó Taehyung, indignado. El pelinegro tomó su barbilla e inclinó su cara para besarlo, pero entonces alguien exclamó:

—¡Ay! Lo siento —Han Woo apareció en medio de la sala, pero su estancia fue muy corta—. No he visto nada, sigan con lo suyo. —Luego desapareció hacia la cocina y Taehyung rio bajo su aliento, buscando ese beso que le fue negado, a pesar de la vergüenza del otro capitán.

—Dios. Deberíamos estudiar en serio —murmuró Jungkook separándose con un ligero chasquido de sus labios—. No podemos pasar toda la tarde viendo Netflix.

¿Por qué no? Se sentía bastante cómodo y tranquilo con él allí. Cuando la inminente sensación de querer llorar aparecía, Jungkook hacía que la olvidara. Estar con él era... relajante. Como que estaba acostumbrándose demasiado a tenerlo cerca y las palabras de Yugyeom cobraron un poco más de sentido. Demonios.

Taehyung hizo ojos de cachorro para él pero el pelinegro no estaba ni un poco conmovido, así que solo se rindió y suspiró. Quiso besarlo una vez más, y entonces...

—¡Otra vez! ¡Lo siento! —Han Woo salió de la cocina, ahora con una taza humeante en su mano—. Ignórenme, solo iré a mi habitación. Dios. Necesito poner reglas o algo así —masculló bajo su aliento, alejándose.

Jungkook resopló para obviar la vergüenza y se levantó del sofá, riendo.

—¿Dónde está tu cuaderno de matemáticas? Iré por él en vista de que no planeas hacerlo.

Taehyung se estiró como un gato en el sofá y luego señaló su rodilla.

—Ish. Lesión. No puedo ir a buscarlo; no es extremadamente importante.

—Taehyung.

—En el escritorio; el de la motocicleta. Aburrido —rezongó el peligris, mostrándole la lengua. Jungkook se movió por el pasillo y agradeció que la puerta de Han Woo estuviera cerrada. De hecho, de la habitación podía escuchar el ligero murmullo de música clásica.

La habitación de Taehyung estaba igual que siempre, como la de un adolescente problemático, pero ya no había afiches o carteleras en las paredes. En el escritorio, abierto de par en par, reposaba un álbum de fotos que seguramente Taehyung había estado revisando antes de que él llegara. La página en la que estaba abierta mostraba a un hombre frente a la pantalla del televisor, luciendo entusiasmado por lo que podía ver era un partido de baloncesto. A su lado, mirándolo con toda la adoración del mundo, un chiquitín imitaba sus gestos y postura, aunque seguramente no entendiera por qué tanta emoción. A Jungkook se le antojó adorable y se tragó un sonido inhumano, antes de recordar por qué estaba allí.

Tomó el cuaderno cuando lo encontró entre los demás y luego regresó a la sala; Taehyung estaba menos dispuesto que antes, con la vista fija en el televisor. Su cara fue épica cuando Jungkook tomó el control y pausó la serie, enseñándole el cuaderno.

—Estudiaremos. Ahora.

—Bien. —Taehyung palmeó el sitio a su lado y Jungkook se sentó, alcanzando su mochila para tomar el libro de matemáticas. Cuando lo abrió en la página indicada y volteó a verlo, el peligris le miraba apoyando el codo en el espaldar del mueble y la mejilla en su mano, sonriendo suavemente.

—¿Qué pasa?

—Eres tan ñoño.

—No es así —jadeó Jungkook, un poco ofendido—. Solo, me gusta rendir el tiempo y tener mi horario organizado. Estudiar un día antes no es lo mío.

—Te desmayarías si te enteraras de que a veces estudio en la clase antes del examen —Taehyung rio ante la cara espantada del pelinegro y tomó los lados de su cara, apretando sus mejillas—. Me haces mejor persona, dadas las circunstancias —bromeó. Sus labios volvieron a encontrarse en un beso lento y profundo. La familiaridad del toque lo hizo sentirse tranquilo y puso una mano en la nuca de Jungkook, desenado tenerlo más cerca. Sintió un agradable cosquilleo en el vientre y gimió desde su garganta, y de repente Han Woo gritó:

—¡Voy a pasar! ¡No quiero ver nada!

—No hacíamos nada. Solo estudiamos —balbuceó Jungkook rápidamente, después de separarse con afán y morder a Taehyung en el proceso.

—A este paso, tendrán una muy mala nota en ese examen —murmuró Han Woo atravesando la sala mientras arrastraba sus pantuflas—. No soy tan tolerante con las malas notas.

Taehyung encogió sus hombros. La indirecta había llegado con éxito.

—Bien, Kook. Estudiemos.

Sin embargo, su celular sonó con una notificación y lo buscó en su bolsillo para ver. Se quedó allí por varios segundos y Jungkook se preocupó un poco al ver su cara en blanco.

—¿Pasa algo? —preguntó en un murmuro, como si le diera miedo saber la respuesta.

—¿Eh? No. Nada. —Taehyung sacudió la cabeza y bajó el celular, suspirando—. Solo... hablé con Hoseok la otra vez. Él dijo algunas cosas que... me dejaron pensando.

—¿Qué? —El pelinegro se acercó a él, interesado.

—Nada importante. Solo... como que me animó a inscribirme al programa de fotografía. Acaban de enviar la fecha de la entrevista.

—¿En serio? —Jungkook levantó sus cejas ligeramente, pero luego frunció el ceño—. No entiendo cuál es el problema.

—Yo... no estoy seguro de nada.

El pelinegro tomó su mano y la apretó, dándole una mirada cálida.

—Tú me dijiste que lo intentara, incluso si tenía miedo, y que confiabas en mí.

Taehyung soltó una risa suave. De verdad, ¿qué haría sin ese idiota? Tal vez se ahogaría en el mar de sus pensamientos pesimistas y dramáticos. Con él, sentía que estaba sacando fuerzas de donde no sabía que las tenía para levantar la cabeza y continuar.

—Me gustas mucho, Jeon Jungkook —susurró para él. Se inclinó, buscando sus labios, y Han Woo gritó:

—¡Pasaré de nuevo! ¡No quiero ver nada!





[♥]





—Chicos, publicaron en cartelera las notas del examen de matemáticas —anunció Jisoo asomando su cabeza por la puerta del salón. Todos soltaron un suspiro colectivo de alivio y en una estampida se movieron fuera del salón. Al fin, el último examen. Ahora solo quedaban un par de trabajos finales, rogarle a los profesores, y —para Taehyung— la obra de teatro.

—Jimin tuvo la mejor nota, otra vez. Cerebrito —se quejó Hoseok, de puntillas entre el conglomerado de estudiantes que buscaba desesperadamente su nombre en la lista.

Taehyung hizo un mohín, pero, a estas alturas, solo le interesaba pasar. Demasiado cansado como para preocuparse por quién ocupaba el primer lugar.

Entre las cabezas vio a Jungkook chocando sus manos con Yugyeom. Taehyung esperó que la multitud se disipara para poder acercarse; ahora que las muletas ya no estaban, no podía negar que tenía miedo de caminar y recibir un empujón o caer. Era un asco.

Al verlo, Jungkook dejó a su amigo para caminar hasta encontrarse con él y le dio una sonrisa contagiosa. Y pensar que al principio la detestaba, y ahora no podía no sonreír al verla.

—¿Cómo va tu día?

—Teniendo en cuenta que acaba de comenzar, considerablemente mejor ahora que te encontré —respondió Taehyung, dándole cortos empujones lejos del tumulto. Jungkook entendió perfectamente las intenciones del peligris escondidas detrás de esa sonrisa dulce y se dejó arrastrar. Sus buenos días mejoraron exponencialmente cuando Taehyung tomó su barbilla y buscó sus labios, obsequiándole uno de esos besos profundos y demoledores que dejaban a Jungkook viendo estrellas.

—Muy buenos días, diría yo —exhaló Jungkook, feliz, afianzando su agarre en la cintura de Taehyung. Luego miró sus brazos con confusión y se preguntó en qué momento sus manos habían llegado allí, para, por último, decidir que no le importaba y que sí, ahí quería tenerlas.

—Kook... Lo haré.

—¿Qué cosa exactamente?

—Seguiré con el proceso de inscripción —dijo Taehyung, mordiendo un poco su labio—. Quiero entrar a la universidad, al programa de fotografía.

—¿En serio? —Jungkook alzó las cejas con sorpresa, pero le dio una sonrisa brillante y alegre—. Si es lo que quieres, te prometo que seré tu fan número uno.

—También tendrás que ser mi modelo. Tendremos que practicar en la expresión que pones al salir del agua mientras nadas, porque, ¿ya dije que las gafas te hacen ver como Calamardo?

—Estoy saliendo del agua; tengo que respirar, no lucir bonito —replicó Jungkook en un tono indignado. Taehyung sonrió de nuevo y Jungkook declaró que no importaba, él se vería como Calamardo, Arenita en hibernación, Bob Esponja o quien fuera, si así podía verlo sonreír de esa manera. Después de mucho tiempo, otra vez podía ver un poco de brillo y tranquilidad en los ojos de Taehyung. Y estaba tan feliz por eso.

—Sí, mejor. No puedes lucir bonito —Y para su sorpresa, el chico hizo un puchero disconforme—. En cuanto te vean por primera vez en televisión, tendrás un club de fans y me gusta la exclusividad.

Taehyung se inclinó otra vez, pero el timbre para la primera hora sonó y ambos se miraron. Taehyung pensó que estaban en la misma línea y se saltarían las clases, pero la magnífica cobra de Jungkook le dejó en claro que no sería así.

—¿Qué haces? —preguntó el pelinegro—. No puedo saltarme las clases, Tae.

El susodicho hizo un puchero. Te conviertes en deportista promesa y olvidas la parte divertida.

—Hablo en serio —repitió Jungkook—. Mi único reporte negativo existe porque pedí permiso para salir en clase de historia y nunca regresé. Bueno, de alguna manera los jurados del programa lo pasaron por alto, pero no quiero tentar mi suerte y hacerles cambiar de opinión.

—Claro que lo pasaron por alto. ¿A quién no le ha tocado correr urgentemente al baño de la escuela porque se aproxima un submarino?

—Bueno, la cosa es que no era eso lo que hacía. Tú sabes bien qué hacíamos.

Taehyung encogió sus hombros con una sonrisa. Sí, cierto.

—Bien, tú ganas —murmuró fingiendo estar profundamente decepcionado—. De todas formas voy a ver tu carota en los ensayos para la obra toda esta semana.

—Y yo la tuya. No me emociona en absoluto.

—Uh, eso ha sido un golpe bajo. Baboso.

Pero era una gran mentira. Jungkook contó cada minuto hasta que por fin, el ensayo comenzó. A estas alturas, la escenografía y detalles mínimos eran lo que más canas iban a sacarle a Namjoon, pero ese era el día para probarse los vestuarios. Eunha y Yuju se encargaron de repartir a cada quien su traje correspondiente y enviaron a todos a probárselos. Con la escuela a su entera disposición, Taehyung pensó que podrían conseguir un salón vacío y demorarse un poquito más mientras se vestían, pero cuando le hizo señas con la cabeza a Jungkook para salir y ambos empezaban a cruzar la puerta, Namjoon dijo:

—No se vayan. Los hombres pueden quedarse aquí y las señoritas pueden usar los baños —dijo—. No quiero que se dispersen, tenemos que rendir el tiempo. ¡Vamos! —Él aplaudió con entusiasmo y Jungkook resopló, riendo ante la cara de Taehyung.

Con el hanbok en su lugar, y con Eunha y Yuju tratando infructuosamente de poner una peluca en la cabeza de Taehyung, Jungkook se dedicó a mirarse a sí mismo. Se veía un poco chistoso, sobre todo porque su personaje no llevaba el cabello largo y eso era extraño; era como... una mezcla entre la modernidad y la época. Taehyung en cambio lucía como de la realeza, aunque no pudiera dejar de quejarse porque "su cabeza picaba" y "por qué tiene que ser el cabello tan largo". Lo holgado de a ropa lo hacía ver pequeño y tierno.

—Imagina hacer del dos y tener esto —remilgó Taehyung, señalando los largos mechones de la peluca—. Dios. Imagina bañarte y tener que recogerlo todo. Imagina tener todo esto empapado de agua después de lavarlo. ¡Imagina cuánto pesa! ¡Imagina cuánto shampoo debes gastar! Quiero quitármelo; mi cuello va a fracturarse.

—Nadie va a quitarse nada. Ahora vamos a practicar con las espadas —indicó Namjoon.

—Cuidado con esas palabras, profesor. Se escuchan un poco peligrosas —Algún gracioso dijo, y el profesor Kim casi se atoró con su propia saliva.

—Idiotas —murmuró Jungkook, sonriendo para sí mismo.

—Bueeeno, dado que el salón es muy pequeño para practicar todos, digo que deberíamos salir —sugirió Taehyung sonriente mientras batía su espada de un lado a otro.

—No. Nos quedamos aquí. Quiero verlos a todos y supervisar todo —declaró Namjoon y Taehyung soltó el aire por la nariz. Solo quería un rato a solas con Jungkook. ¿Era muy difícil de entender?







—Necesitamos tener una cita —concluyó Taehyung al finalizar el día. Estaba de vuelta en su casa, sano y salvo porque Jungkook lo había acompañado, pero aunque apreciaba el gesto, eso no se sentía suficiente—. Una de verdad.

—¿Una cita? —repitió Jungkook, apretando su mano. Recordaba muy bien a un idiota diciendo, "ay, no, ¿pensabas que esto era una cita?".

—Sí. —El peligris arrugó su nariz. Después de la lesión, caminar con Jungkook a la escuela era lindo, pero demasiado rutinario. Además, Jungkook casi siempre se quedaba en la piscina por las tardes y los domingos solo se veían el tiempo que durara la terapia. Taehyung iba a volverse loco, o volvería a ser virgen, a ese paso.

—¿Algún lugar en específico? —preguntó Jungkook y Taehyung hizo una mueca.

—No lo sé. Esto... pues, es bastante nuevo para mí. ¿Deberíamos ir a algún sitio especial o algo así?

—No creo que funcione así —El pelinegro balanceó sus manos, aún juntas, y sonrió—. Creo que lo especial es la otra persona. O sea tú.

Taehyung sintió una ola de vergüenza y estalló en una pequeña risa nerviosa.

—No, espera, más despacio, vaquero. No puedo con tanta azúcar.

—Cállate —bufó Jungkook, tomando su barbilla; cortó la distancia entre ellos y besó sus labios, haciendo resonar la puerta cuando Taehyung recostó su espalda contra esta. El peligris tomó la corbata y lo acercó un poco más, si es que era posible, sonriendo entre el beso. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la último vez que lo recordaba así? ¿Tan vivaz, tan pícaro, tan arrebatado?

Pero entonces, la puerta cedió y a Jungkook apenas le alcanzaron los reflejos para sostener a Taehyung y a sí mismo, apoyando una mano en la pared. Los ojos de Han Woo se encontraron con los suyos y brillaban con reproche; ambos chicos sonrieron nerviosamente, separándose cuando la vieron cruzar sus brazos.

—No estoy segura de que los vecinos quieran un espectáculo —declaró la mujer—. Terminen o entren. Lo que sea. Dios. —Ella alzó las manos al cielo y volvió al comedor, en donde tenía todo su papeleo.

—Qué importa si hacemos un espectáculo —farfulló Taehyung, apretando las mejillas de Jungkook entre sus manos antes de besarlo otra vez—. Nadie es tan chismoso.

Como una señal divina, el gato de su vecina maulló. Claramente nadie excepto algunos.

—Necesitamos un poco de tiempo a solas —concordó Jungkook, riendo—. Bueno, después de la obra suena bien para mí. Tenemos una semana y algo más para pensar.

—Pensar es muy aburrido —Taehyung bajó su voz y se acercó a él de nuevo, sonriendo—. Solo compremos una caja de pizza, y atragantémonos con ella. Luego voy a besarte hasta que se me duerman los labios o hasta que me harte. Lo que ocurra primero, pero te aseguro que no soy fácil de satisfacer.

—Oh, bastante poético. Te escuchas como alguien estúpidamente enamorado.

—Lo estoy —Taehyung sonrió tontamente. Él besó a Jungkook una última vez antes de dejarlo ir y luego, por fin, cerró la puerta de su casa. Esa palabra con A... pues no era tan mala después de todo.

—Ah —Han Woo suspiró al ver a su hijo, todo sonrisas y sonrojos—. Qué bonito es el noviazgo. —Hasta nostalgia le daba. Ni siquiera podía contar la cantidad de años que llevaba sin siquiera tener una cita.

—¿Uh? —La palabra lo tomó desprevenido—. Nosotros no... nosotros... —Pero al ver la mirada incrédula de su madre prefirió callar.

—¿Qué? ¿Están en una relación abierta o algo así? —Ella lucía bastante confundida, y Taehyung no pudo evitar sentirse de igual manera.

—Somos como... oficiales no-oficiales.

—Eso suena ridículo para mí —musitó la mujer después de parpadear varias veces—. Bueno, como sea. No entiendo a la juventud de hoy. Solo, ya sabes, no me hagas retomar la charla de la monogamia y el riesgo de tener múltiples...

—Entiendo. No quiero escuchar eso. —Pero ella tenía un punto. Ahora que no tenían que esconder nada... ¿Qué estaban esperando?





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