33 - {I}
Canción en multimedia: Falling - Blackbear x Trevor Daniel ❤️
El lunes de la siguiente semana todo parecía haber vuelto a la normalidad; las conversaciones y los comentarios acerca de la salida extracurricular habían cesado, pero a Jungkook poco podía importarle: el entrenador Kim había anunciado la primera visita del representante del gobierno y, además, su primera competencia era el siguiente martes.
Taehyung tampoco estaba muy interesado en lo ocurrido en la salida. Su primera competencia había sido programada para el martes también. Ahora en cuartos de final, solo quedaban ocho equipos; era una ronda de eliminación directa. No podía darse el lujo de distraerse con estupideces; debía entrenar y, por sobre todas las cosas, ganar.
—Yusuke estará observándolos —dijo el entrenador Min con seriedad—. Él y un entrenador de las categorías inferiores de los Celtic. Deben dar lo mejor de sí mismos —Miró a Taehyung, y añadió—: Y bajo ningún motivo deben opacar a sus compañeros. Si no saben jugar en equipo, no sirven.
Entrenamientos, ensayos de teatro, estudiar. Taehyung nunca se había sentido tan estresado y saturado; para el jueves, cuando terminó la práctica de la obra, se dejó caer en uno de los pupitres con un suspiro de cansancio y sintió que no podía más. Mientras todos recogían sus cosas y dejaban el salón, él solo podía escucharles, con los ojos cerrados, preguntándose cómo es que tenían tanta energía estando a nada de terminar la semana. Incluso estaban planeando cosas para el viernes en la tarde. Taehyung solo podía pensar que quería tirarse a la cama y dormir una eternidad.
—Hey. —Escuchó una silla siendo arrastrada y abrió los ojos, encontrándose a Jungkook en el pupitre del lado. Una sonrisa suave se deslizó en sus labios, pero de alguna manera, parecía primero sonreír con los ojos y luego con la boca—. Brillante interpretación de Han Sung. Se te da bien eso de ser un idiota.
—Gracias, todo lo he aprendido de ti. —Taehyung también se incorporó para encararlo, cruzando los brazos sobre el pupitre para descansar su barbilla ahí—. ¿Escuché que el... ministerio de deporte estaba haciendo un programa o algo así aquí?
—¡Sí! Ay. Olvidé contarte. Es que, como siempre, estabas siendo un idiota.
—En mi defensa, no fui el idiota que perdió los cables y decidió que era buena idea acusarme.
—Lo siento por eso.
—Créeme, yo lo siento más. Hasta me expulsaron del equipo. Fueron tres días infernales y ¿sabes? Pude haber terminado debajo de un puente porque pensé que mi carrera de deportista estaba completamente arruinada y, peor aún, estaba pensando en escribir mil poemas de despecho y desamor porque yo realmente...
—¿Por qué no lo intentaste? Con tu dramatismo, habría sido un libro trágico de poemas muy famoso.
—Eh, ¿disculpa? Estaba muy ocupado echándome a morir.
—Como sea —Jungkook rodó los ojos—. El ministerio de deportes abrió convocatorias para el programa de deportistas de alto rendimiento y vendrán a hacer una auditoría pronto. Solo espero pasar las pruebas y ser aceptado. ¿Te imaginas? —dijo con una enorme sonrisa soñadora y contagiosa—. Dios. Creo que debo trabajar en los clavados; definitivamente lo he dejado de lado. Bueno, tampoco es mi culpa. O sí. No sé. Quería mejorar mis tiempos y mi velocidad, así que no le he dedicado mucho tiempo a los clavados. Debería, ¿no? Es decir...
Taehyung cerró los ojos y lo escuchó divagar; su tono emocionado e infantil le resultó un poco tierno. Sí. Él podía imaginarlo, perfectamente. La adrenalina del silbato inicial, las cámaras siguiendo sus movimientos, ser reconocidos, dedicarse a lo que más le gustaba por el resto de su vida. Eso era lo más importante. Ni siquiera le interesaban las ovaciones del público; a veces incluso le resultaban fastidiosas. Todos en las gradas se creen críticos deportistas, pero seguro que no saben cómo lanzar un balón.
—¡Ah! Qué bien que sigues aquí. —Taehyung se sobresaltó al escuchar la voz de Eunha interrumpiendo a Jungkook. Luego, ella entró al salón y el peligris no pudo evitar rodar los ojos. Tan inoportuna. Tener la escuela —o al menos un piso de esta— solo para ellos fue bueno. Solo los pasillos, las mesas y los pupitres fueron testigos de los chistes y las risas, de ellos dos siendo dos completos idiotas. Ahora todo el mundo podía interrumpirlos en cualquier momento.
—Sí —respondió Jungkook con una sonrisa—. Hola, Eunha. Me gustó tu ensayo hoy. Brillante interpretación.
Oh. Taehyung lo miró. Entonces les decía lo mismo a todos.
—Gracias. Tú también, Jungkook.
—¿Puedo hacerlo algo por ti? —preguntó el pelinegro, frunciendo el ceño un poco.
—En realidad, no he venido por ti. Yo... necesito a Taehyung —murmuró Eunha con incomodidad, y fue el turno de Jungkook para mirarlo a él. Oh.
—¿Qué quieres? —preguntó Taehyung, receloso.
—¿Cuándo podemos reunirnos, Taehyung-ssi? —preguntó la chica—. Quiero terminar eso pronto. ¿Puedes mañana?
—No, mañana no puedo.
—¡Llevas diciéndome eso tres semanas!
—Sí. Pero mañana en serio no puedo —señaló el peligris—. Debo entrenar. Tengo partido el martes.
—Diablos. Entonces, ¿podemos vernos el miércoles? ¿Está bien para ti? —Ella insistió, dispuesta a lograr algo.
—Podríamos —respondió Taehyung—, pero realmente no está bien para mí.
—¿Y por qué?
—Porque no podré concentrarme el martes sabiendo que tengo que escuchar tu voz de ardilla el miércoles. Necesito prepararme mentalmente para eso.
Eunha infló sus mejillas con frustración y luego inspiró con fuerza. Dios mío. Haría el proyecto con él o sin él. No necesitaba a ese patán como compañero.
—Taehyung —Jungkook llamó la atención de ambos, y la mirada tenaz del pelinegro hizo que Taehyung cruzara sus brazos como un niño berrinchudo—. Termina el proyecto de literatura cuanto antes. Si no, se interpondrá con los entrenamientos y los partidos. ¿Realmente quieres que eso pase?
—Está bien, podemos vernos el miércoles —farfulló el capitán del equipo de baloncesto entre dientes, casi en contra de su voluntad, y sin mirar a Eunha, después de meditarlo un poco.
—Entonces, ¿en mi casa o en la tuya? —preguntó juntando sus manos en un aplauso emocionado. Eunha sintió que un coro de querubines cantaban para ella. Vaya. Eso había sido muy fácil.
—En realidad... —Taehyung descruzó sus brazos, sonrió y se inclinó en su silla, y Jungkook realmente tuvo un mal presentimiento—. Que sea en tu casa. ¿Podríamos irnos juntos esa tarde, cuando acaben las clases?
—¿E-Eh?
—No quiero perderme. —Y él incluso hizo un puchero y sus ojos de cachorro a Eunha, y la chica solo pudo mirar a Jungkook en busca de ayuda, porque para ella eso sonaba como una perfecta oportunidad para ser asesinada.
—Busca un maldito GPS —intervino Jungkook dándole un zape en la frente a Taehyung.
—¡Ouch!
[♥]
—No tenías que acompañarme a mi casa.
—¿Entonces tenía que haber acompañado a Eunha?
—No —alargó Taehyung con voz aguda, provocando una risa estúpida en ambos—. Te odio por chantajearme. Pero, en serio, no debías.
Jungkook largó un pequeño quejido de fastidio y miró a otro lado, rascando su nuca.
—No quiero ir a casa —murmuró, porque para ser sinceros, no se sentía bien estar allá. Al ver aquella expresión de completo desasosiego, el peligris titubeó, pero finalmente se acercó más a él y tomó su mano, aunque estuvieran en medio del pasillo y el gato de la señora Byun estuviera maullando tras la puerta.
—Puedes quedarte en mi casa si quieres, aunque sea un rato.
Jungkook pareció sorprenderse cuando sintió sus finos dedos entrelazándose con los suyos, pero luego se relajó y hasta le devolvió un suave apretón.
—Quisiera pero... da igual. Al final tengo que volver, de alguna u otra manera. Solo sería postergar lo inevitable.
—Qué mierda. En serio, lamento que sea así.
—Sí, uh, como sea —Jungkook volvió rascar su nuca, esta vez con la mano que Taehyung había tomado. El otro capitán hizo como que eso no dolió—. Nos vemos mañana. Adiós.
Y así sin más, el pelinegro dio media vuelta hacia el ascensor, pero para Taehyung no se sentía bien dejarlo ir así. Volvió a tomar su mano, esta vez tirando de él con fuerza, hasta que entre ellos no quedó espacio. Lo besó, importándole poco si la señora Byun estaba observándolos o no, y dejó que las manos del pelinegro rodearan su cintura, mientras plasmaba con sus labios algo de calidez y apoyo para ese chico, que en esos momentos lucía tan perdido.
—Kook —Taehyung sostuvo su rostro cerca, rozando sus narices—. Tú fuiste el que dijo que podíamos pasar por esto juntos. Yo hablaba en serio cuando te dije que estaría ahí para ti. No me apartes, ¿está bien?
La sonrisa de Jungkook valió la pena. Una sonrisa tímida, pero desbordante de emoción, que trató de esconder a toda costa detrás de su cabello particularmente largo.
—Lo sé, uhm, gracias.
—Te ves muy feliz.
Taehyung respingó un poco, levantando la mirada del celular (uno viejo, dadas las circunstancias); encontró a su madre dedicándole una mirada profunda e intensa, y tal vez eso lo hizo sentirse sofocado, pese a la distancia entre ellos. Ella estaba en la mesa, revisando algunos documentos, mientras Taehyung se encontraba en el sofá frente al televisor.
—Yo... estoy feliz —murmuró alzándose un poco de hombros, pero sonrojándose muy a su pesar.
—¿Es por ese chico? ¿Jungkook? —Ella adivinó—. Pensé que después de lo que había ocurrido con Kyung-shim... iba a ser un problema.
—Lo es. Quiero decir, sigue siéndolo —señaló Taehyung con una mueca—. Yo solo... bueno, estoy feliz porque le dije lo que sentía. Pensarás que es algo estúpido, pero... se sintió como algo muy grande para mí.
Sí. Es decir, él tenía mucha experiencia escuchando chicas confesando su "amor" hacia su persona, y tenía mucha más experiencia declinando las ofertas, casi que sin herir sentimientos... casi. Pero nunca pensó que se tratara de algo tan... difícil. Abrir el corazón y ser honesto era un trabajo para los valientes. ¿Cómo podían lidiar con el pensamiento de ser rechazados?
A Taehyung lo sobrecogió la idea. Imagina declararte a tu crush y ser rechazado. Qué mierda.
Bueno, no es como si ellos ahora fueran... algo, pero lo que tenían era mejor a ser rechazado.
—¿Se verán mañana, acaso? —preguntó Han Woo, refiriéndose al celular que aferraba en sus manos y al que hace unos minutos estaba dándole sonrisas.
—No, uhm, no realmente —Le restó importancia con un ademán—. Incluso si lo invitara, no aceptaría. No quiere problemas con... su madre.
La mención del nombre pareció causar cierto desagrado en su madre, y luego un poco de culpabilidad.
—Siento la necesidad de disculparme, pero definitivamente no puedo tomar culpa por algo que no considero que hice mal —dijo su madre de forma dogmática—. Tal vez no debí divulgar su intimidad de esa forma...
—Qué dices, no hay tal cosa...
—Pero ciertamente ella exageró al reaccionar. Me sorprende cómo mis contemporáneas se espantan ante la mención del sexo...
—Mamá, no...
—Quiero decir, las personas andan por allí, afuera, cometiendo toda clase de delitos terribles sin ningún tipo de remordimiento, ¿y aquellos que hacen el amor deben esconderse?
—Pero qué... Mamá, tampoco quiero ir a la tienda y encontrar a una pareja profesando su amor —chilló Taehyung, un poco mortificado—. Y te aseguro que a ella lo último que le preocupa son los juguetes sexuales que mencionaste. Lo que le molesta es que Jungkook no se vaya a casar con una perfecta señorita delicada y bonita como Eunha. —Rodó los ojos, y luego se sintió un poco mal por atacar a la pequeña ardilla sin razón alguna.
Pero así estaban las cosas. Taehyung miró su amplia sala, que ya no se veía tan amplia porque el color blanco había sido reemplazado por tonos coloridos. Y no gracias a Kyung-shim, porque la mujer decidió ceder un cliente a su colega antes que tener que regresar. Él no quería ni imaginar el infierno en la casa de Jungkook.
[♥]
—¿Quieres que te diga cuál fue mi deseo?
Jungkook miró a su hermana con confusión, después de sobresaltarse un poco por lo repentino de la pregunta. Ambos estaban preparando la mesa para la cena, y no entendía por qué traía el tema a colación.
—Siempre has dicho que si lo cuentas, entonces no se hará realidad.
Daejin frunció el ceño y observó los platos que sostenía, antes de dejarlos lentamente en la mesa.
—De igual forma, siempre pedí un unicornio y nunca se hizo realidad, así que supongo que eso no es verdad —musitó.
—Está bien, entonces. ¿Qué has pedido?
—¡Daejin, pide un deseo!
Daejin miró la velita encendida de su pastel y lo sintió como una eternidad. ¿Un deseo? Su hermano la estaba instando con una enorme sonrisa a pedir un deseo y ella no tenía nada en mente.
Levantó la vista y vio a su madre, a su padre, y a su hermano. Los tres estaban sonriendo como si nada estuviera pasando; estaban felices y aplaudiendo por ella.
Y Daejin no sabía qué deseo pedir. Ella solo quería que... todo volviera a la normalidad. Porque cuando el pastel se acabó y el reloj marcó las nueve de la noche, fue como si el hechizo se hubiera roto. Regresó la tensión, la incomodidad, y aquella expresión triste en la cara de Jungkook.
Al final del día solo quedaron ellos dos; ella y su hermano. Callados, frente al televisor de la sala, viendo sin ver realmente algún programa de stand up comedy. Daejin no podía entender por qué el día de su cumpleaños se sentía tan triste.
—Yo quiero que todos seamos felices. Mamá, papá... —Lo miró—. Tú. Si el abuelito te hace sentir bien, entonces creo que debes ir por ello.
—Qué dices —Jungkook se removió incómodo en su sitio y luego miró con miedo hacia la cocina, donde sus padres terminaban con la cena. En primera instancia, ¿por qué su hermana sabía eso? ¿Y por qué se sentía como el hermano menor? —Dios, no sabes de qué hablas. No lo entiendes.
—Tienes razón —Ella se alzó de hombros—. No entiendo. Mi corazón pertenece a personajes ficticios, así que... no sé. Solo sé que siempre me has enseñado a perseguir lo que quiero. Tú dijiste... la otra vez, que creías estar enamorado de la persona equivocada. No quiero si vas a salir lastimado.
¿Ahora también tenía que pedirle permiso a su hermana menor para enamorarse?
—Es que después estarás insoportable y en modo emo. Otra vez —señaló Daejin—. Y, mira, sé que leo muchos fanfics y veo muchos dramas, pero, no sé, en una relación no creo que todo tenga que ser tan... ¿sufrido? Si alguna vez Usui Takumi sale del anime, quiero que nuestro amor sea tranquilo, pacífico.
Tranquilo, pacífico. Jungkook sopesó mucho esas dos palabras. Es que... Taehyung era tan... Taehyung. No había otra palabra para describirlo. Con él no había algo como tranquilidad; más bien, todo lo contrario: Taehyung era un huracán. Cada minuto con a su lado era como un capítulo distinto de Black Mirror... no necesariamente tan creepy, pero sí. Empezando por sus dramas mentales.
—Venga, ya. No quiero que mamá escuche.
Sonrían :)
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