32 - {II}
Canción en multimedia: I like me better - Lauv 🎵🎶
El fin de semana para Taehyung estuvo un poco ajetreado. Entre la apresurada remodelación de su mamá, estudiar para sus materias y lidiar con sus sentimientos de la única manera que sabía —solo—, tuvo que desocupar su pared y también decidió que en algún momento debía empezar a estudiar para el examen de admisión a la universidad.
Su pared estaba rellena de afiches, impresiones, fotografías y pegatinas. Ninguna de esas cosas tenía significado, no de verdad. Solo habían sido un grito de guerra silencioso para imponer su personalidad sobre los deseos psicorígidos de su madre. Había cosas que ni siquiera recordaba que estaban allí: al parecer no solo era fan de Mean Girls, sino también de las Cheetah Girls. Y eso era desconcertante.
También encontró algunas fotografías detrás de los pósteres de ambas películas, unas más viejas que otras. Aquellas que estaban en papel fotográfico retrataban a un Taehyung muchísimo más joven, tal vez apenas un bebé tratando de caminar a la par que su padre, o el día de brujas, e incluso recién salido de un baño. ¿Era el único tipo raro que lloraba al ver fotos de su infancia? Tal vez no recordar mucho al respecto le frustraba. Tenía algunos recuerdos de su padre, pero con el pasar de los años se volvían cada vez más difusos, y solo podía quedarse con las imágenes de su cabeza y las historias que su imaginación creaba cada vez que escuchaba alguna anécdota.
En otras fotografías, se encontraba él riendo escandalosamente con Hoseok, o tal vez Dawon haciendo payasadas junto a su hermano; tantos tiernos escenarios a los que inconscientemente quería aferrarse.
Pensó que era hora de un cambio. Y ya que estaban en remodelaciones, aquella era la oportunidad perfecta.
Tal vez movería la cama y el escritorio de sitio. Sí. También tomaría todos los libros infantiles de su cómoda y los donaría a una biblioteca pública. ¿Y qué haría con los demás? Taehyung se encontró con un montón de tratados de anatomía, leyes, e incluso uno o dos de Sigmund Freud. Nada de esas cosas eran... él. Ni siquiera los afiches. Su cuarto estaba plagado de retazos de facetas que había tenido que usar como máscaras. Sí, definitivamente necesitaba... no; quería un cambio.
—¿Qué estás haciendo? —Su madre entró al cuarto y lo encontró depositando los libros en una caja sacada de no-sé-dónde. Casi le dio un infarto viendo "El príncipe" de Maquiavelo siendo arrimado junto a libros del montón, o peor aún, "Crimen y castigo" en medio de fábulas y cuentos infantiles.
—No voy a tirarlos —se apresuró a decir Taehyung—. Solo los llevaré a una biblioteca. Los usarán mejor que yo. —Porque por el momento solo eran un amortiguador de polvo y acaparadores de espacio.
—Pero... Todo estudiante de derecho...
—Mamá —la interrumpió, dándole una profunda mirada que encerraba desesperación y necesidad—. No. No soy eso. Lo siento, pero no nací para esas cosas —Él suspiró—. Lamento que no tengas un futuro abogado o médico como hijo.
Han Woo abrió la boca y la cerró al ver la pila de fotos arrancadas en la cama. Allí estaba su esposo, en una de esas, sonriendo hacia la cámara mientas sostenía a un chiquitín que era más sonrisa que cara. Una horrible presión estrujó su corazón. Ver por sí misma y por la crianza de su hijo nunca se sintió tan arduo como en ese momento. Saber cuál era el camino indicado era muy difícil. El no saber si sus decisiones eran las correctas, si cada cosa que hacía con respecto a Taehyung estaba bien o no; le causaba incertidumbre dudar de cada siguiente paso, todo el tiempo. ¿Dejarle en su libre albedrío era lo que tenía que hacer? Y si su hijo fallaba, ¿entonces qué? Sus fracasos se sentirían como propios; siempre fue de esa forma. ¿Cómo hacer que su esposo se sienta orgulloso de su hijo, y de ella como madre, si ni siquiera había un manual para eso?
—Entiendo. —Ella se acercó a Taehyung y lo rodeó en sus brazos en un abrazo, notando con cierta sorpresa que aquel chiquillo flacucho que posaba en las fotos ya ni siquiera cabía en sus brazos.
Taehyung respingó por el contacto y tuvo ganas de llorar cuando sintió los labios de su madre depositando un beso en su frente. Dios mío, ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que ella había hecho algo como eso.
—Lo que hiciste con Kyung-shim para mí es suficiente —Ella murmuró—. Si puedes defender tus ideales de esa manera, entonces creo que lo he hecho bien. Estoy orgullosa.
Abrazarla fue inevitable, y llorar también lo fue. Aquello nunca se sintió tan bien. Por primera vez, él realmente creyó que su madre lo entendía.
[♥]
El lunes en la mañana, los autobuses dejaron la escuela temprano mientras Taehyung los observaba partir desde la ventana de su salón. Estaba asquerosamente solo allí. Él, un infernal trabajo de educación física que debía entregar para suplir la nota de la salida, y su soledad.
Pero no podía desanimarse por algo como eso. Él no se había quedado porque sí; se prometió a sí mismo que buscaría a Jungkook, sería honesto, y arreglaría las cosas. Así que lo haría.
Más o menos.
O algo así, porque decirlo era más fácil que hacerlo.
Abandonó el salón mientras practicaba todo un monólogo sobre lo que le diría a Jungkook. Primero tenía que pensar en una excusa para acercarse, ¿no? Tal vez invitarlo a la sala de sistemas para terminar el trabajo allí, en los computadores. Eso sonaba como una buena idea. Si tan solo al entrar al salón del pelinegro no lo hubiera encontrado vacío.
Bueno, mierda. ¿Dónde estaba? Quizá ya se había adelantado y ahora estaba en la sala de sistemas.
O quizás no. La sala de sistemas estaba en manos de primer año y Jungkook no estaba por allí. Buscó en la cafetería también, solo por si acaso, pero aún no había servicio y todas las mesas estaban vacías.
En ese orden de ideas, solo había un lugar en el que Jungkook podía estar: la piscina.
—¿Jungkook?
La única respuesta a su llamado fue el agua salpicando. Las ondas en el agua reflejaban los rayos de sol que lograban colarse en el recinto y en el carril central, en una impresionante carrera contra sí mismo, Jungkook nadaba a sus anchas. Su maleta, su uniforme de escuela, su celular, las gafas y el gorro estaban en una orilla, como si su afán por entrar a la piscina hubiera ganado la batalla.
El pelinegro boqueó por aire cuando salió del agua. Descuidadamente, sin importarle las gotas de agua, presionó los botones de su celular y pausó el temporizador. Taehyung notó su frustración al ver el tiempo y lo vio repetir la carrera, ida y vuelta, dos veces más.
Sin resultados alentadores, cada vez tardando más que la anterior.
En su último intento, Jungkook se vio obligado a detenerse justo en el medio de la piscina para tomar aire. Jadeaba erráticamente, casi sin poder respirar.
—No te exijas tanto.
La voz de Taehyung retumbó con fuerza en el lugar y Jungkook retiró el cabello mojado de su cara para poder observarlo mejor. El peligris tragó con fuerza, sintiéndose expuesto bajo la oscura mirada del menor. Se le veía tan molesto y endemoniadamente atractivo.
—Es mi problema si lo hago o no —respondió el capitán del equipo de natación con soberbia, antes de empezar a nadar de vuelta a la orilla para reiniciar el temporizador.
—No vas a mejorar tus tiempos si estás cansado. Ni siquiera puedes respirar —insistió Taehyung, pero el chapoteo del agua lo silenció. Jungkook repitió su carrera y no estuvo ni siquiera cerca de superar su marca.
—¡Maldición! —siseó el pelinegro, rendido. Solo se recostó en la paredilla y cerró los ojos, sintiendo su pecho ardiendo. No podía descansar. Él tenía que ser el mejor en las competencias. Él tenía que entrar en el problema élite del gobierno. Él tenía...
—Jungkook. —Esta vez la voz de Taehyung llegó desde muy cerca; cuando abrió los ojos, el chico estaba arrodillado frente a él, tomando su muñeca—. Mira tus manos. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Sus dedos arrugados, blanquecinos, casi cuarteados por el tiempo bajo el agua, lo delataron.
—Qué te importa —gruñó, apartando su mano con exagerada brusquedad. El agarre de Taehyung sobre su muñeca hizo que arrastrara al peligris, quien perdió el equilibrio y cayó de bruces a la piscina. Su intento de grito se convirtió en un vergonzoso ataque de tos después de tragar lo que se sintió como un galón de agua, porque incluso después de sacar la cabeza a la superficie casi escupió sus pulmones mientras trataba de vaciarlos.
—Lo siento tanto —dijo Jungkook, pero el chico no lucía muy arrepentido. De hecho, estalló en crueles carcajadas mientras Taehyung estaba allí, con el uniforme empapado, su precioso cabello aplastado por el agua y una vena sobresaliendo de forma anormal en su frente—. ¡En serio lo siento!
Con un fin de semana de mierda, llenos de regaños innecesarios y absurdos, Jungkook sintió que esa era su primera sonrisa real en días. De repente su madre estaba gritándole histérica por cualquier mínima estupidez y cualquier mínimo error. Su casa ahora era un infierno. Extrañó mucho la piscina, el único lugar en el que era realmente libre y nadie podía joderlo. Ni siquiera podía decir cuánto tiempo llevaba allí, pero eran horas.
Como pudo, Taehyung trepó y colocó su trasero en la paredilla, deshaciéndose de su chaqueta mojada para buscar su celular en los bolsillos de esta. Perfecto. No servía. Podía resistir una mezcla de pie de limón, pero jodidamente no el agua.
—Uy. Sabes, no hay que acercarse a la piscina con celulares. Los accidentes ocurren todo el tiempo.
—Muy bien, si ya has terminado de burlarte... —Taehyung bufó—. Hablemos.
—¿Ahora quieres hablar? —Ya no había risa, pero él seguía sonriendo, ahora con ironía—. ¿De qué, si se puede saber?
—Sobre lo que pasó... —El peligris tosió, sin saber realmente cómo iniciar una conversación. Yugyeom había dicho de lo más normal que hablaran y ya, pero las cosas no se sentían tan fáciles—. El jueves. En tu casa.
Jungkook se sintió un poco incómodo. Un poco demasiado mucho.
Su madre había dicho que Taehyung estaba muy molesto cuando dejó la casa. Quién sabe qué clase de estupidez había dicho, o hecho, mientras deliraba. Es decir, él no podía recordar nada comprometedor. ¿Tal vez había vomitado en sus zapatos y no lograba recordar? Tal vez se sintió atacado con algo que dijo. Tal vez incluso le había enseñado su colección otaku.
—¿Estás bien? —preguntó Taehyung de repente, mientras veía los ojos de Jungkook abiertos de par en par, perdidos mirando al agua—. ¿Hola?
—E-Eh, sí, sí. Estoy bien. —Ay, demonios. Lo estaba mirando como un bicho raro. Tal vez sí le había mostrado la colección otaku después de todo—. Sí, vale, tengo todos los muñecos de Funko Pop edición Dragon Ball que salieron al mercado y sí, okay, me gusta Sailor Moon. ¿Qué harás con esa información? —espetó—. ¿Escarnio público?
—¿Qué? —Taehyung frunció el ceño y negó—. No. Yo solo quería... aclarar lo que pasó, lo que dije. No quise que sintieras que no... quería estar contigo porque fueras un chico. No tiene nada que ver con eso.
—Oh —Jungkook apartó la mirada, decidiendo para sí mismo que hablar de Sailor Moon era menos vergonzoso que eso—. Bueno, gracias, ahora me siento mucho mejor. Duh.
—No. Espera. No sonó como lo que quería decir —balbuceó Taehyung, sintiendo el calor de la piscina sofocándolo—. Quiero decir, quiero estar contigo. Aunque seas un chico. M-Me gustas porque eres tú. Y tú vienes con cosas buenas y cosas malas. Todas ellas te hacen ser tú.
Jungkook no dijo nada por un largo minuto. O dos. Taehyung empezó a patear suavemente el agua, lidiando con su propia ansiedad. Por cierto, sus zapatos seguían ahí, inundados, y ahora que lo pensaba, él ni siquiera traía ropa de cambio.
—Kim, eres una montaña rusa —murmuró Jungkook, mirándolo. Las gotas de agua brillaban en sus pestañas, su cuello y sus hombros desnudos. Taehyung no encontró un lugar apropiado donde fijar la vista que no incluyera un ataque nervioso.
—¿Por qué?
El peligris ahogó un grito de sorpresa cuando fue arrastrado a la piscina de nuevo, haciendo que el agua salpicara por todos lados, pero esta vez sin que entrara en sus pulmones. El firme agarre de Jungkook lo mantuvo a flote.
—A veces me haces sentir tan malditamente alto, tan emocionado, tan vulnerable —dijo Jungkook con el ceño fruncido—. ¿Y sabes qué? Descubrí que también me asusta. Me asusta pensar en la caída. ¿Por qué quiero confiar en ti, si una parte de mí piensa que mañana vas a salir corriendo?
Taehyung no supo si el capitán se veía exageradamente grande así, cernido sobre él, acorralándolo contra los azulejos, o él se sintió muy pequeño, por las mismas razones. No tener las cosas bajo control lo hizo sentir abrumado.
—Quiero la experiencia completa —susurró en un hilo de voz, mientras sus dedos se enredaban en los mechones rizados de Jungkook, acercándolo—. Te lo dije una vez. Y si voy a arrepentirme de esto algún día, quiero que sea por intentarlo, y no por nunca atreverme a decirle al mundo que en serio, en serio me gustas.
Jungkook se derritió con el suave roce de los labios del peligris contra la comisura de los suyos. Un beso tímido y corto, como si temiera ser rechazado, sin cerrar los ojos, ninguno de los dos. Estremecerse de pies a cabeza fue su única respuesta.
—Y quiero arriesgarlo todo, solo si tú también lo harás, Jungkook —Titubeó un poco, pero finalmente lo abrazó, rodeando su estrecha cintura bajo el agua y apoyando la barbilla en su hombro. El lugar era demasiado silencioso; él solo podía escuchar su respiración y el suave oleaje del agua contra las baldosas—. Sacas lo mejor de mí. Me gusta quién soy cuando estoy contigo. Lo siento, nunca nadie me ha hecho sentir así... Yo ni siquiera sé cómo lidiar con mis sentimientos, solo sé que quiero dártelo todo ahora y no pensar en mañana.
—Taehyung —El aludido se tensó un poco por el tono de voz—. Dios. Estás haciéndolo otra vez. Eso no es... arriesgarlo todo, no es entregarlo todo. ¿Soy muy cursi? Solo quiero estar con alguien que me escoja hoy, y mañana también. Llámalo Pokémon favorito o lo que quieras.
—No —El peligris se aferró más a él, como un koala—. Dios, no. No era lo que quería decir. Ugh. Yo solo... es decir, solo puedo pensar en todas las cosas que podrían salir mal. Y eso me asusta pero quiero intentarlo —Taehyung se separó un poco para verlo a los ojos—. Incluso, si estás de acuerdo con darle un nombre a esto, uhm, yo lo estoy también.
Fue el turno de Jungkook para apartar la mirada. Y se sintió mal por hablar de dar un gran salto, cuando él ni siquiera podía dar un simple paso. Darle un nombre. A lo suyo.
No. Él no podía, no aún. No quería ni siquiera imaginar el infierno que se desataría en su casa si un día dijera "oigan todos, Taehyung es mi novio".
Novio.
Oh, Dios mío.
—No puedo —exhaló; su expresión angustiada y desesperada hizo que Taehyung se preocupara un poco; el peligris acunó su rostro, obligándolo a que lo mirara—. No es justo para ti tampoco. Lo siento. Creo que... c-creo que también deberías estar con alguien que te dé la importancia que mereces y no conmigo, que ni siquiera soy capaz de admitir en voz alta que soy gay. Ni siquiera puedo decírselo a mi familia.
—Kook, tú mismo lo dijiste. Si ambos tenemos miedo, ¿entonces por qué no vencerlo juntos?
—Okay, eso suena muy poético pero pongamos los pies en la tierra. ¿Y qué si mi papá enloquece? No me puedo dar el lujo de que me corra de la casa. No ahora. En serio. O peor aún, ¿qué si mi mamá enloquece? Ella empezaría a... Oh —Ella tal vez empezaría a cuestionarse qué hizo mal como madre, en qué se equivocó; se volvería innecesariamente exigente con tontas normas que ni siquiera existían, armando una tormenta en un vaso de agua porque no soportaría ver a su hijo sin sentir molestia... básicamente, lo que hizo todo el maldito fin de semana—. Oh, mierda. ¿Cómo es que ella lo sabe? —gimió angustiado—. Ella ahora me odia; ni siquiera come en la mesa si estoy ahí. ¿Papá también lo sabrá? Yo no...
—Sh, sh, sh —Taehyung lo arrulló, robando sus palabras en un beso. Sus labios fueron firmes, como un ancla, y Jungkook se aferró a eso, al sabor de su boca y la suavidad su tacto. No sabía cuánto había extrañado eso hasta que lo probó. La cálida lengua de Taehyung contra la suya, en una suave caricia, versátil como el agua. Se sentía bien.
Allí. Con él.
—Jungkook, tal vez es mi culpa que ella sepa. Más o menos.
—¿Uh? ¿Qué quieres decir?
—Y-Yo... bueno, pues ella... Creo que cuando estuve en tu casa sospechó algo. Y luego mi mamá... ¿Sabías que tu mamá estaba remodelando mi casa? —Medio se rio, pero quería llorar—. Pues mi mamá dijo cosas muy sugerentes y tu mamá perdió los cables y yo solo le dije... la verdad. Que me gustabas. Y yo te gustaba. Porque, solo para confirmar, ¿te gusto, cierto?
—Tae —suspiró Jungkook, angustiado.
—Lo siento. Sé que no era la manera, pero no pude evitarlo. Yo solo... en serio me gustas. No quería guardarlo más, o tal vez estallaría. ¿Estás molesto?
Ante todo pronóstico, Jungkook lo abrazó y lo sostuvo muy fuerte contra su pecho. Y lloró. Tal vez; Taehyung no podía ver su cara, pero lo sentía temblar. Él acarició su cabeza y lo dejó ser. Ni siquiera podía recordar ver a Jungkook llorando alguna vez. El chico fuerte, medio idiota y fastidioso del que estaba enamorado, estaba llorando en su hombro. Si alguien a principio de año hubiera sugerido que eso pasaría, ambos capitanes se habrían reído de lo loco que sonaba.
—Está bien, Kook —susurró Taehyung—. Les dirás cuando estés listo. Puedo esperar. Solo quiero que sepas que estaré aquí cuando eso pase. Si las cosas se ponen difíciles, yo estaré ahí, ¿está bien?
Sonrían ❤️
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