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Canción en multimedia: Paper Hearts - Tori Kelly (Jungkook Cover) ❤️
Taehyung terminó de apuntarse la camisa y suspiró con cansancio. ¿Es que acaso hoy sería uno de esos días donde su cabeza no se quedaría callada? El silencio matutino del apartamento le hacía mal. Tenía muchas cosas en mente y muchas cosas por las cuales preocuparse. Obviamente hablaba del equipo.
—¿En este país será legal vender un riñón?
Fue un comentario al aire, pero hizo que Han Woo volteara la mirada hacia Taehyung con extrañeza. Mientras ella trabajaba desde la mesa, el chico estaba inmerso en la pantalla de su celular con una mueca de concentración surcando su cara. No parecía muy consciente de haber dicho eso en voz alta.
—Taehyung.
—¿Qué? —Su hijo respingó, como si ni siquiera recordase que estaban bajo el mismo techo—. Oh. Necesito dinero.
Con un gesto obvio, Han Woo se preguntó si acaso la mesada que le daba no era suficiente. Tal vez fue muy expresiva porque Taehyung sacudió la cabeza con afán.
—No me prestes atención. Hablo de otra cosa —Él agitó su mano, yendo por su maleta en el sofá para ir a la escuela—. Algún idiota entró a la escuela para dañar todos los materiales del equipo, pero bueno —Suspiró y se colocó la maleta al hombro—. Lo logramos una vez; seguro que lo haremos de nuevo.
La última parte casi la susurró mientras se acercaba a la puerta, y luego se despidió sin añadir más detalles a esa curiosa historia, tal vez porque ni siquiera sospechaba que su madre de verdad lo estaba escuchando.
—¿Qué? —¿Alguien se había metido a la escuela? ¿Y por qué la escuela había omitido ese pequeño detalle? Llamaban para cada cosa, cada queja y cada nimiedad, ¿pero olvidaban reportar un fallo en su seguridad? Bastante conveniente.
De inmediato, ella tomó su teléfono. Alguien tenía que explicarle esa historia.
[♥]
Yoongi bajó el bolígrafo con el que escribía y decidió que no iba a estresarse. De verdad no lo haría. No importaba que las alineaciones en las que trabajaba fueran un desastre. Su equipo jugaba con Jackson y Taehyung en cada lateral, pero el ataque por centro era pobre. Como resultado, su defensa por los laterales era débil. Mover a Taehyung al centro sería ponerlo en una situación incómoda: no era tan ágil como Jackson para esquivar por centro, pero la puntería de su capitán no podía comprarla con la de nadie más dentro del equipo. Eso, sumado a la actual situación del equipo, iba a volverlo loco.
—A este paso empezarás a sudar —bufó Seokjin desde su puesto en la sala de profesores.
—No estoy de ánimo para tus chistes —declaró el pelinegro.
De inmediato Yoongi se levantó de su silla y tomó su cuaderno, alegando que necesitaba un lugar tranquilo y silencioso para pensar. Su dolor de cabeza solo fue en aumento cuando su celular comenzó a sonar, mostrando el nombre de Mamá Águila en la pantalla.
—Ahora ella —remilgó con fastidio, y al responder, su tono fue tan cantarín en hipócrita que sorprendió a todos allí—: ¡Buenos días, señora Kim!
Yoongi cerró la puerta detrás de sí tras salir. Namjoon alzó las cejas y dudó en opinar.
—Creo que solo está muy estresado —farfulló mirando el reloj en su muñeca—. Recuerda; tres mocosos literalmente dañaron sus materiales y el coliseo, y no hay dinero, ni tiempo, para poner todo en pie antes de las competencias. Él solo está pataleando para no hundirse y mantenerse a flote.
Esa misma historia, pero un poco más resumida y con muchas groserías de por medio, fue lo que escuchó Han Woo por parte de Yoongi. La mujer casi lo devuelve a primer año de universidad con histéricas pero —de alguna manera— muy calmadas palabras. La mitad de ellas eran desconocidas para él.
—Escuche, escuche —la interrumpió sin ánimos—. ¿Por qué no regaña al director?
—Porque la secretaria que contestó el teléfono no quiso darme su número —Ella respondió, y realmente Yoongi no supo si bromeaba o no. La escuchó mover hojas un par de segundos y luego ella suspiró—: Escuche, profesor Min. Estoy trabajando en un caso que podría ayudarlo a salir de esta situación.
—La escucho.
—Alguien muy importante visitó el país hace poco y está involucrado en un accidente automovilístico. Es algo menor; sería fácil resolverlo si, bueno, no fuera alguien tan conocido. Los cargos que le imputan son ridículos.
—¿Quién? —¿Y qué tenía que ver con su equipo?
—Miura Yusuke.
Oh. Retiraba sus palabras. Su familia lideraba varias cadenas de empresas; tenían una considerable porción del mercado en la palma de sus manos. Si bien no era el miembro más brillante de la familia, sabía que el hombre era uno de los accionistas de los Boston Celtics.
—Mamá Águila, dígame qué tengo que hacer.
Cuando Namjoon salió al pasillo, encontró a Yoongi susurrándole al teléfono como si se tratara de un secreto de estado.
Pero su clase comenzaría pronto así que, secreto o no, mejor se apuraba.
Ese día daría las indicaciones para el proyecto final de literatura y la verdad se sentía motivado, algo esperanzado incluso, aunque sabía que sus estudiantes no compartían su gusto por la literatura.
No podía culparlos. Sabía que en su clase había chicos talentosos: algunos preferían las matemáticas, otros preferían pintar, otros eran más ávidos con el deporte, y él por su parte no sabía dividir entre dos cifras, no sabía agarrar un pincel y ni siquiera sabía correr sin pisar sus propios cordones.
Sencillamente, no puedes pedirle a un pez que trepe un árbol. Y por eso, aquella era la idea principal del trabajo final de literatura. No obligarlos a nada.
—Buenos días, chicos. —Después de dejar una docena de libros en el escritorio del aula, mismos que los estudiantes miraron con un poco de terror, Namjoon arregló la montura de sus gafas y caminó hacia el centro de salón—. Es hora de darles las bases para el proyecto final de la materia.
Los ligeros quejidos de fastidio no se hicieron esperar, pero él retomó:
—Tendrán que basarse en dos libros para hacerlo —Señaló la pila de libros en su escritorio y luego tomó la lista de asistencia—. No me hagan esas caras. Tendrán cuatro meses para leerlos y traer algo.
—¿A qué se refiere con algo? —preguntó Jimin un poco ansioso. ¿Sin indicaciones? ¿Sin pautas para seguir? ¿Sin requisitos? Aquello sonaba como una buena pesadilla para él; le gustaba acatar órdenes y seguir las normas al pie de la letra. Dejar todo a su libre albedrío se escuchaba... aterrador.
—Algo —El profesor Namjoon se alzó de hombros—. Lo que sea. Tendrán que presentarme algo en la fecha estipulada, y mejor que sea bueno y creativo, porque de eso depende su nota final.
Taehyung suspiró sin muchas ganas y apoyó su frente contra la ventana, preguntándose cómo era posible sentirse tan cansado a pesar de que esa era apenas la tercera hora de clase. Su único consuelo era la charla que había tenido con el director Tsung, donde —a pesar de recibir un último llamado de atención acerca de su comportamiento— se revocó la decisión de sacarlo del equipo.
A él le hubiera encantado escuchar al viejo admitir su error, pero el canoso era demasiado orgulloso para eso, supuso.
—¿Taehyung? ¿Planeta tierra llamando a Kim Taehyung? —canturreó el profesor Namjoon zarandeándolo un poco; el peligris se incorporó rápidamente y sonrió con vergüenza—. Dame un número del uno al treinta y cuatro.
—Uhm, ¿para qué?
—¿No estabas escuchando? El trabajo será por parejas, al azar.
—Oh. Uhm... —Bueno, él miró a Hoseok y sonrió; definitivamente sabía su número de lista, así que esa era un punto para él—. Dieciséis.
—Muy bien, te corresponde trabajar con Jung... —murmuró Namjoon mientras escribía algo en la lista—. Eun-bi. Enhorabuena.
Taehyung frunció el ceño con confusión y giró su cabeza para ver a Jisoo. En primera instancia, ¿quién era Jung Eun-bi y por qué estando a meses de graduarse nunca había escuchado de ella? Jisoo le sonrió con gracia, y señaló a una pequeña pelinegra de cabello corto que estaba encogida en su asiento como si quisiera morirse un poquito.
—Tú la conoces como Eunha.
—¿Oh? —Taehyung abrió la boca por la incredulidad y le preguntó a los dioses qué clase de mal chiste era ese. Primero que nada, ¿por qué a él? Segundo que todo, ¿de todas las chicas fastidiosas, tenía que ser ella? Ugh. Trabajar con Eunha, en un proyecto que no tenía ni cabeza ni pies. Pues qué grandioso día ese.
Consideró la idea de hacer un pequeño berrinche y decirle al profesor Kim que no quería trabajar con ella, pero hey, incluso él tenía sus límites, y eso sería muy grosero.
—Profesor Kim —Eunha alzó su mano—. ¿Podría cambiar de compañero?
OH. Ella realmente no había dicho eso. NO LO HIZO.
—No —contestó Namjoon tranquilamente—. Ya he anotado sus nombres en la lista y no tacharé nada. Terminaré de armar las parejas, y entonces tendrán el resto de la hora para planear qué libros usarán para su proyecto.
—Felicitaciones —se burló Hoseok tirándole un bolígrafo a la cabeza—. Soy el número diecisiete. Suerte con su... proyecto —terminó, mientras Taehyung hacía pucheros y mohines, lamentando su completa existencia y empezando a formular una exagerada excusa que lo salvara de entregar ese proyecto.
—Si no les gusta ninguno de los libros que he traído, está bien, pueden ir a la biblioteca ahora mismo y al final de la hora hacerme saber qué libro desean utilizar.
Había muchos libros que Taehyung había visto en la amplia librería de su madre (bueno, aquellos que no habían tenido el infortunio de ser desplazados por pesados y aterradores libros sobre leyes); Hamlet, La Divina Comedia y otros clásicos de la literatura universal, que se veían titánicos y apoteósicos junto a la pila de literatura juvenil, donde sobresalían algunos libros de Blue Jeans y otros reconocidos autores, misma pila que Eunha revisaba tan furiosa y animadamente entre el montón de estudiantes promedios que, seguramente, desearían vivir una de esas historias de Blue Jeans y que —Taehyung tenía que ser franco con ellas—, no lo harían.
—Espero que no pretendas hacerme leer un montón de historias cursi que me harán vomitar. —Taehyung alzó una ceja con desagrado y Eunha se giró hacia él con dos libros en sus manos. Alguna cosa poética sobre el sol y algún intragable libro meloso con una pelirroja escuchando música junto a un chico en lo que parecía ser el autobús.
—No. Solo quiero hacer esto más fácil. Para los dos —añadió la chica entre dientes, casi para sí misma—. Si tenemos que hacer que estos dos libros encajen en un trabajo, creo que son tramas fácilmente enlazables.
—Uhm, no, mira, pequeña ardilla, no harás que pierda mi tiempo en eso —declaró el peligris dándole la espalda para poder mirar otros libros. Entre los clásicos no le tomó mucho tiempo encontrar uno de su agrado y lo enseñó con orgullo a la chica—. Este. Luce bonito. Lo quiero.
—¿«El retrato de Dorian Gray»?
—Qué bueno que sabes leer. Sí, este —corroboró—. Además tiene película; podemos ahorrar mucho tiempo si la vemos.
—Taehyung-ssi —murmuró Eunha con cierta irritación—. No sé si lo comprendes, pero este es el proyecto final y quiero una buena nota, no algo mediocre. Si es por tiempo, no importa; ya leí estos dos libros —enfatizó en los suyos, pero Taehyung no quería dar su brazo a tocer y no lo haría. Especialmente no con ella. Y no había ninguna razón por la cual sintiera tanto fastidio a su alrededor. No la había. No existía ni un solo motivo.
—No. Esto es un proyecto de parejas; escoge uno y yo haré lo mismo. —Él zarandeó el libro frente a ella, triunfante. Eunha frunció el ceño y miró a sus opciones con una mueca de concentración. Al final, escogió «Al sur de la frontera, al oeste del sol» de Haruki Murakami, aunque algo reticente. Los libros ganadores no tenían nada que ver entre ellos y eso solo complicaba un poco más su trabajo. Como si ya no fuera suficiente tener que trabajar con... Kim Taehyung.
—Bueno, entonces debemos ponernos de acuerdo para empezar. ¿Puedes esta tarde? —preguntó un poco esperanzada. Algo bueno tenía que rescatar de todo eso: al menos su compañero era alguien responsable, y no un vago perezoso de los que se sentaban atrás.
—Nop, no puedo. Tengo entrenamiento hoy y el viernes.
—¿Entonces mañana?
—Uhm, no.
—Oh. ¿Tienes algo que hacer?
—No en realidad; solo no quiero mañana. Te avisaré —prometió guiñándole un ojo, y Eunha solo pudo suspirar con angustia porque definitivamente eso no sería fácil.
[♥]
El coliseo tenía un fuerte olor por el thinner utilizado para retirar la pintura de la madera y aunque todas las puertas estaban abiertas de par en par, así como las ventanas, Taehyung se sentía mareado cuando terminó el entrenamiento, pero agradecido de todas maneras. Aquello era lo único bueno de su día y esforzarse al máximo era lo que mejor podía hacer.
—Bien, Taehyung —Yoongi le palmeó la espalda—. Mañana llega temprano para realizar las valoraciones —le indicó, y Taehyung temió por esas toneladas de pizza y la malteada de Milky Way agrandada con arequipe extra que engulló (al menos la mitad).
No es como si su entrenadorno hubiese notado su terrible forma física. Todos parecían perros a punto dedesmayarse, pero, por alguna extraña razón, no estaba molesto. De hecho, en suscomisuras había un atisbo de sonrisa luchando por salir.
Taehyung cambió su uniforme sudado por una sudadera limpia y al terminar de guardar sus cosas, se dio cuenta de que si se apuraba podía ver la práctica del grupo de baile. Por... Hoseok, claramente.
Su amigo le había comentado que el festival de fin de año sería el último evento en el que se presentaría con el grupo. Los miembros de último año iban a graduarse y tendrían que despedirse, porque aunque el baile los unía, muchos en realidad no lo veían como una pasión. Tal vez ellos no volverían a verse las caras en un escenario nunca jamás y sí, Taehyung nunca había escuchado nada tan deprimente viniendo de su amigo Hoseok.
El ensayo había terminado ya y ahora todos escuchaban atentamente las palabras del instructor Hyun. Taehyung simplemente acomodó su trasero en una esquina junto a la maleta de Hoseok y esperó con paciencia a que la larga charla motivacional sobre compromiso y esfuerzo acabara; cuando terminó, apenas una fracción de segundo, su mirada conectó con la de Jungkook y tan pronto como comenzó, había acabado. El pelinegro simplemente miró a otro lado y fue con Taemin.
—Hey, Momo —saludó Taehyung desde el suelo cuando ella y su amigo se acercaron—. ¿Cómo sigues de tu rodilla?
—En realidad no fue nada grave, pero fue bueno descansar en el verano —respondió la rubia con una sonrisa—. Pero no voy a negar que me siento muy oxidada. Disculpen, iré por mi maleta.
—Hey —Hoseok dejó su botella a un lado y alzó una ceja—. ¿Qué pasa?
—¿Qué pasa de qué?
—Tú y Jungkook. Se han visto las caras y deliberadamente están ignorándose ahora.
—Uhm, ¿por qué no lo gritas, pedazo de idiota? Claro que no —El peligris recogió sus rodillas y apoyó su barbilla entre ellas, mirando hacia otro lado—. No pasa nada con él.
—Por supuesto que sí. Normalmente ustedes están fastidiándose o haciendo cualquier cosa para llamar la atención del otro —replicó Hoseok con una mirada inquisidora.
—No pasa nada con él —repitió Taehyung, y tal vez esa era la raíz del problema—. Él solo... bueno, me acusó sin pruebas como un terrible capitán que es, me enojé, hice un inferno en mi cabeza y al tercer día resucité, me desenojé, hablé con él y ahora resulta que el mal capitán soy yo. Pues no sé qué esperas. ¿Le hago una fiesta?
—¿Cómo es eso de que te desenojaste, si es que la palabra existe, y hablaste con él? —murmuró Hoseok con un mal presentimiento en su estómago porque Taehyung en realidad no era de los que "se desenojaba".
—Bueno, mira. No me gusta sentirme mal. Y no me gusta sentirme mal por una persona. Y si esa persona puede hacerme sentir mal con una sola palabra, entonces no la quiero cerca. ¿Qué? —farfulló a la defensiva al ver la cara de no-me-jodas de Hoseok—. ¿Qué pasa? Se llama sentido de supervivencia y el mío está muy bien conservado.
—¿Quieres que te lo diga yo o espero a que te des cuenta? Sabes qué —Hoseok echó su maleta al hombro y negó, exasperado—. Dejaré que te des cuenta.
¿Darse cuenta de qué? Taehyung se levantó de su lugar y siguió a su amigo haciendo pucheros. ¿Darse cuenta de que esa cosa llamada amor era aterradora y que, como si no fuera suficiente ya, también era muy dolorosa?
Porque no pensó que dolería tanto pasar junto a Jungkook y sentir que ahora eran solo dos desconocidos.
UHM BUENO SONRÍAN ❤️
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