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29 - {III}


Canción en multimedia: She's not afraid - One Direction 🎵🎶




—¿Hoy tampoco planeas ir a la escuela?

Taehyung apenas sacó la cabeza de las sábanas antes de mirar a su madre y decir:

—No. Prometo que me pondré al día, mamá.

Han Woo murmuró una respuesta condescendiente y eso hizo que Taehyung frunciera el ceño. Su madre de verdad estaba muy comprensiva; ni siquiera le importó que inventara una mediocre excusa sobre viruela no-sé-qué. Ella lo dejó quedarse en casa. Por primera vez desde... nunca.

Dios mío, seguro que él lucía lamentable.

Se incorporó un poco en la cama y se dijo a sí mismo que aquello era inaceptable. Él era Kim Taehyung y no podía darse el lujo de echarse a morir en una cama. Eso es. Él era súper atractivo, casi un modelo de Gucci, y más importante aún, él era el capitán del...

Oh. Cierto.

Fue acusado de vandalismo.

Apuñalado en ese pedacito de hielo que los japoneses llamaban kokoro.

Vetado de una mediocre salida a la que tampoco tenía ganas de ir.

Y expulsado del equipo.

En serio.

Todo en un mismo día.

De solo recordarlo se sentía mareado y sin ánimos de ir a la escuela. Por segundo día consecutivo.

Pero ahora que no estaba en el equipo, no tenía verdaderos motivos para ir a estudiar; el director Tsung fue claro con lo que dijo y seguro el entrenador Min ya tenía a otro liderando el equipo. No era irreemplazable. No era imprescindible en la vida de nadie tampoco.

Porque, al parecer, lo único que hacía era molestar.

No podía decir lo descolocado que estaba. Incluso podía decir que impresionado. Las palabras dolían como una patada en los huevos cuando eran de la persona que... te atrae.

Vale, él era un inexperto en el tema con a, pero no tenía que ser un genio para darse cuenta de lo que estaba pasando. Jungkook ni siquiera había dicho algo verdaderamente hiriente. De hecho, si Hoseok hubiera dicho "hey, tú, pequeña mierda fastidiosa y dramática, deja de molestar", él solo se habría reído. Era solo su amigo. Pero lo que Jungkook había dicho se sentía exponencialmente peor, algo, como "hey, tú, enorme bola de excremento, deja de fastidiar porque tu existencia me molesta y sería bueno que te bañaras en una piscina de alacranes molestos".

Exacto. No estaba ni cerca, pero así lo sintió.

Y ya que había tenido tanto tiempo para pensar mientras ignoraba su teléfono y miraba al techo declarando que su carrera como jugador de baloncesto se había arruinado, así como su carrera de modelaje, su carrera de escritor, y todos sus bonitos planes con Rachel McAdams, Taehyung decidió que no quería eso.

Eso es. El problema había dejado de ser Jungkook y empezó a ser la palabra con a. El amor. Esa mierda... maldita sea, se escuchaba demasiado tirana y controladora. No había otra descripción. Antes, Jungkook podía gritarle un repertorio completo de maldiciones y Taehyung se reiría en su horrible carota. Ahora, si lo hiciera... bueno, lo haría sentir mal. Muy mal.

Y eso no le gustaba. Definitivamente no. Esa cosa con a tenía demasiado poder sobre las personas, Jesús. Eso era un contrato abusador y represor con el señor Cupido. Con cláusula de permanencia incluida. Sí, mira, tienes que firmar aquí y aquí. Te prometo mariposas en el estómago y sonrisas estúpidas por cualquier cosita, pero a cambio debes entregarme tu corazón y cuando llegue el momento yo lo pasaré por una aplanadora, después una sierra eléctrica y luego una maldita licuadora. Jejé, aquí tienes el bolígrafo.

—Y tú como un buen pendejo, Taehyung, tenías que firmar —alargó el peligris echándose de nuevo en la cama. Porque él lo había confesado; de las pocas cosas que recordaba de esa fiesta del demonio, una de ellas era haber dicho que... estaba enamorado.

UGH.

Bueno, sí, mierda, lo hizo, ¿y qué? Jungkook también lo había hecho. Entonces ambos estaban tan vulnerables como el otro.

Pero no. Él ya había tomado su decisión y algo tan abrumador como sentirse emocionalmente dependiente de alguien no era para él. Ja. Ese infierno llamado amor se acaba en ese mismo instante.

—¡Mamá, creo que iré a la escuela después de todo!



[♥]




[♥]



La charla con el entrenador Kim terminó antes de lo esperado y aún quedaba una hora antes de que el timbre para la primera clase sonara. Básicamente, tenían la escuela para ellos solos.

Jungkook siguió texteando en su celular sin prestarle mucha atención a las cosas a su alrededor. Taehyung tenía razón; dejar mil mensajes y que no fueran respondidos era poner a trabajar la imaginación. ¿Y qué tal si eso de la viruela sí era cierto?

Yugyeom hizo una mueca y dejó caer la maleta en su respectivo puesto, frente a Jungkook. El pelinegro levantó la vista de su celular por el estrépito, pero al darse cuenta de que solo se trataba de él, volvió a lo suyo con un bufido. Aunque, ¿acaso no era Minghao el que había estado caminando con él hacia el salón? Ahora el chico no estaba por ningún lado.

—Me siento indignado. Pasé junto a nuestro amiguito Taehyung y él ni siquiera me saludó —se quejó su amigo, captando su atención una vez más. Oh. Entonces Taehyung ya estaba en la escuela. ¿Por qué no podía contestar sus mensajes?

—Te lo he dicho, Yug, él no es tu amigo —replicó Jungkook guardando su celular con un suspiro. ¿Pues qué sentido tenía seguir insistiendo si el chico estaba deliberadamente ignorándolo?

—¿Quién no es amigo de quién? —Alguien más se unió a la conversación y Jungkook fue víctima de las manos revoltosas de Mingyu, quien fue directo a atacar su cabello hasta desordenarlo y volverlo una maraña—. Oye, Kook, no estaría mal que te cortaras el cabello. Ya está un poco largo.

—Déjame —alargó el pelinegro como un niño pequeño.

—Hablo de Taehyung —Yugyeom hizo un mohín—. Lo saludé y él pasó de largo, como diciendo: ¿sabes qué es más grande que yo? La tierra. ¿Y adivina qué? La estoy pisando, mi ciela, con permiso.

Ambos soltaron estridentes carcajadas, compartiendo el chiste interno del que Jungkook —quien les miraba confundido y sin entender palabra alguna de lo que decían— sin duda no era parte.

—Chicos, siento que últimamente no hablamos el mismo idioma —murmuró el capitán con algo de amargura. Sus amigos se detuvieron lentamente y luego, de repente, estallaron en risas otra vez.

—Dios, Kook, tú de verdad no recuerdas lo que pasó en esa fiesta, ¿verdad? —Mingyu le dio una palmada de lástima en el hombro y Jungkook sintió que su estómago subía y bajaba de sopetón.

—¿P-Pasar como... qué cosa? —murmuró aflojando el nudo de su corbata porque sí, ellos estaban en pleno otoño, pero de pronto hacía mucho calor en ese salón.

—No recuerda —corroboró Yugyeom asintiendo con frenesí—. Muy bien, Mingyu, hagamos una dramatización de lo sucedido. Tú serás Jungkook y yo seré Taehyung.

—¿Uh? Yo quiero ser Taehyung.

—Bueno, da igual, ambos fueron tan gays. ¡Te odio!

—Pues yo te odio más —replicó Mingyu en su papel. Yugyeom fingió sollozar como algún tipo de animal agonizando y Mingyu rápidamente se lanzó a abrazarlo—. No llores, amor de mi vida. ¿Es porque dije que te odiaba más? Era broma. No llores, porque cuando lo haces, oh, siento que muero, ¡siento que me arrancan un pedazo de mi alma!

¿Era imaginación de Jungkook, o él estaba hablando particularmente agudo y chillón? Esa definitivamente no era su voz. ¿Y qué eran esos poéticos versos?

—Oh, Jungkook, eres tan tierno —arrulló Yugyeom de forma dramática, incluso llevando la mano hasta su frente en un gesto exagerado—. Vamos a nuestro nidito de amor. ¡Muack, muack!

—Fin —Mingyu se giró con una sonrisa—. Muchas gracias. Muchas gracias.

Unas profundas reverencias, un parpadeo y una tonelada de vergüenza aplastándolo más tarde, Jungkook sintió que los colores se le subían a la cara. Ay, mierda. Aquella historia tenía un montón de incoherencias, lo sabía, pero también estaba seguro de que al menos algo de eso tenía... un poquito de verdad.

—En primera instancia —dijo—, y no es como que esté aceptando que eso haya pasado, Taehyung no diría algo como eso.

—Pero tú sí, ¿eh?

—No. Mucho menos. E-Es decir... —balbuceó en modo cavernícola—. ¿Pueden dejar de mirarme así? No es lo que están pensando. No lo es.

—Ay, vengaaaa —canturreó Yugyeom codeándolo—. Llevas cinco meses diciendo que lo odias, ¡y todo este tiempo has estado comiéndote al capitán! ¡Bribón!

—¡Shhhhhhh! —siseó Mingyu cubriendo la boca del castaño bruscamente—. Acuérdate, Yugyeom, Jungkook nos dijo que Yugyeom no podía saber.

—Es verdad. Kook borracho es lo mejor que existe —corroboró Yugyeom asintiendo sin aire, y es que sus carcajadas estaban haciendo que sus pulmones colapsaran. Estaba en el punto de la risa donde parecía una foca aplaudiendo en mute.

Pero tal vez no era tan chistoso como él creía. Cuando se dio cuenta, Jungkook se encontraba de un color anormalmente pálido; encogido en su puesto como un niño asustado, simplemente mirando a su regazo mientras pellizcaba sus manos en gesto ansioso. Yugyeom codeó a Mingyu para que se cerrara la boca y de repente todo fue bastante incómodo; bueno, mierda, tal vez ellos se habían pasado de la raya.

—¿A-Alguien más lo sabe? —susurró Jungkook en voz baja—. Por favor... por favor no se lo digan a nadie.

—Bueno, eso va a ser un problema. Jaehyun lo sabe —dijo Mingyu, ya no tan feliz.

—Y Minghao.

—Y Dokyeom. Pero Kook, somos tus amigos. Lamento si en algún momento te hicimos creer que no podías confiarnos... eso.

Jungkook tragó fuerte, pero la sensación de angustia en su estómago no desapareció. Bueno. Ellos eran sus amigos. El chico tenía razón. Todo ese tiempo lo supieron y no habían dicho nada al respecto. Su secreto estaba a salvo. Quería aferrarse a esas palabras casi con desesperación, sin embargo, la sensación de incomodidad no desaparecía.

—Si no les dije nada, tal vez era porque no quería —murmuró Jungkook levantándose de su silla. Él era demasiado reservado. Incluso si se trataba de sus mejores amigos, le gustaba guardarse las cosas para sí mismo; en especial algo tan... íntimo. Y haberlo divulgado así sin más en una fiesta solo por tener un par de botellas encima lo hacía aborrecerse.

Dejó el salón sintiéndose un poco asfixiado, con la falsa promesa de que no volvería a tomar. Esta vez en serio, pensó. Su entrenador prepararía un largo regaño para él si se enterara, así como cuando le explicó a detalle por qué demonios un chico de Incheon vino a dañar su piscina. Omitir la parte donde entraba Taehyung y cita-no-cita fue un poco difícil.

Y hablando del rey de Roma. Sin quererlo, Jungkook siguió por el pasillo hasta acercarse al salón del peligris. Él estaba en el umbral de la puerta, hablando con Jisoo acerca de sus apuntes del día anterior. Su uniforme estaba desaliñado como siempre y la chica lucía como una madre quejica mientras trataba de convencerlo de al menos meter la camisa dentro de sus pantalones o siquiera quitarse la corbata de la cabeza donde, ciertamente, no iba.

Verlo hizo a Jungkook sentirse relajado. Fue como si verlo le diera ese empujoncito que necesitaba para deshacerse de sus tortuosos pensamientos. Aunque estuviera molesto con él, porque... podía apostar un huevo a que así era.

—Taehyung, ¿podemos hablar un momento? —Descaradamente interrumpió la conversación entre los dos amigos y Jisoo ni siquiera lo pensó dos veces para apartarse de allí. Jungkook rascó su nuca con nerviosismo y luego se preguntó qué clase de magnífico insulto tenía Taehyung preparado para él, porque el chico sin lugar a dudas no dejaba de sonreírle como si nada hubiera pasado.

—¿Qué pasa?

—Yo solo... Quería disculparme por lo que pasó el lunes. No debí acusarte sin pruebas...

—Espera, espera. ¿Te disculpas por acusarme, por hacer que me expulsaran del equipo, o porque suspendieron a ambos equipos?

—Eso no pasará. Nada de eso —Él sacudió la cabeza—. Hablamos con el director Tsung, vimos las grabaciones y...

—Lo sé. El entrenador Min me puso al corriente.

—¿Entonces...? Taehyung —alargó el pelinegro en un quejido mortificado—. ¿Por qué no estás gritándome aún?

—Oh, vaya, ese es un fetiche muy extraño. Está bien, Jungkook —Taehyung colocó una mano en su hombro y le dio un suave apretón—. Me siento realizado el día de hoy. Tú no tienes culpa de nada; más bien, la culpa es mía.

—Uhm, ¿qué?

—Sí. Y como es mi culpa, decidí que esto —dijo, señalándolos ambos—, definitivamente no es para mí.

Jungkook abrió la boca y la cerró sin articular palabra alguna porque sus pensamientos eran un desastre en esos momentos. Estaba... confundido. Primero: Kim Taehyung acababa de aceptar por primera en su insulsa vida que la culpa no era del mundo a su alrededor, sino suya. Segundo: ¿a qué demonios se refería con que la culpa era suya? Tercero: ¿qué mierda quería decir con que eso no era para él?

—Sí —dijo Taehyung asintiendo al ver su cara de confusión—. No me gusta sentirme mal por las estupideces que dices, así que no quiero esto que tenemos, ni una relación secreta contigo como en esas bobas historias o algo así. Está bien, de todas formas, no tenía mucho futuro; le caes bien a mi madre pero ella insiste en ir a un psicólogo, tus papás no tienen ni idea y no pareces muy próximo a contarles... —divagó el chico, y luego sacudió la cabeza—. Bueno, como dije, esto no se trata de ti. Se trata del amor y lo horrible que es. ¿No te parece un poco injusto que tú te sientas mal porque algo cruel que yo haya dicho?

Oh. Jungkook sonrió sin mostrar los dientes. ¿Algo cruel como lo que estaba diciendo en ese maldito instante?

—Define cruel —bufó el pelinegro con ironía, mientras una lenta pero masiva ola de furia empezaba a consumirlo desde la punta de sus pies hasta lo más profundo de sus entrañas. Eso era exactamente lo que él no quería; exactamente a lo que se refería cuando le dijo a su madre que se estaba enamorando, en definitiva, de la persona incorrecta. Eso era exactamente a lo que se refería esa tarde en el apartamento de Taehyung cuando le pidió que dejaran las cosas así, antes de que sus propios sentimientos se desbordaran.

Y era eso a lo que malditamente se refería cuando le dijo a Taehyung que también estaba enamorado de él y que, por favor, no lo arruinara. Entonces él no se habría ilusionado como un tonto niño en un cuento de hadas y, mejor aún, su pecho no estaría doliendo como lo hacía en esos momentos.

—Bueno, Jungkook, eres inteligente, tú me entiendes.

—Te entiendo, claro. Entonces, lo que estás queriendo decir es que dejemos esto aquí.

Taehyung pareció dudarlo un poco, como si no hubiera pensado en ese pequeño detalle.

—Sí, básicamente. Es decir, no quiero decir que ahora seamos enemigos; te odio y todo, pero me agradas. De alguna manera.

Jungkook miró al suelo y sonrió, riendo con incredulidad. ¿Existía alguien más cínico que Kim Taehyung?

—Estás haciendo todo mal —declaró, pero no iba a pelear. De hecho estaba rindiéndose antes de que comenzara una batalla de verdad. Si Taehyung se sentía asustado de seguir, tan asustado como él lo estaba, se suponía que ambos estarían allí para apoyarse... se suponía—. Eres una mierda de capitán, Kim. Un capitán de verdad no huye al ver el primer obstáculo.





Sonrían ❤️

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