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Canción en multimedia: Meghan Trainor - Just a friend to you 🎵🎶
—Profesor Kim, ¿puedo ir al baño?
Namjoon detuvo su lectura y atendió al desesperado llamado de su estudiante con una mirada incrédula. El joven Jeon le miraba con una expresión angustiada desde su lugar junto a la ventana, jugando con su lápiz, pero a juzgar por su cuaderno no estaba precisamente tomando apuntes.
—No —respondió el mayor tranquilamente—. Espere a que llegue su compañera Sihyun.
Jungkook mordió su labio y apretó su lápiz. ¿Qué mierda? ¿Acaso él iba al baño de mujeres?
—Es muy urgente. —Volvió a interrumpir a su profesor y varios le miraron. No estaban molestos por saltarse aquella lectura tan aburrida sobre el barroco, de todas formas.
—Espere a que llegue su compañera —repitió Namjoon y Jungkook solo pudo rodar los ojos con impaciencia. ¿Pero qué mierda iba a hacer él en un baño con una chica?
Le dio una mirada desesperada a Yugyeom y este asintió, comprendiendo. No se diga más. Aquel era el momento por el cual se había entrenado jugando Overwatch por años.
—Profesor Namjoon, Jungkook debe ir al baño debido a problemas intestinales —dijo su amigo, interrumpiendo por tercera vez al hombre—. Él, pues, agarró una infección de... Clostridium difficile y Dios Santo, usted no quiere ser testigo de sus episodios de diarrea explosiva. Si yo fuera usted, lo dejaría salir ahora mismo. Ahora mismo —puntuó.
—Jungkook, puedes ir al baño —farfulló Namjoon después de una mirada escudriñadora a ambos chicos. Verdad o no, no quería comprobarlo.
—Gracias —siseó Jungkook, si es que podía agradecerle a su amigo por destruir su vida social por lo que quedaba del año.
Ignoró las risas de sus compañeros y empezó a correr por los pasillos vacíos como si sus intestinos de verdad estuvieran a punto de descargar un potente misil, cuando la verdad era un poco más terrible que esa: su cabeza rodaría si él rompía su promesa. El problema era que no sabía exactamente cuál cabeza.
—Dónde está este infeliz...
El motor del bus rugía conforme la voz del entrenador Min se alzaba con cada llamado. Uno a uno, los estudiantes subían y ocupaban sus asientos, todos ansiosos y nerviosos por el partido que les esperaba. Ese lunes tendrían su primer encuentro local, el primer paso para las eliminatorias antes de las regionales. La expectación los estaba carcomiendo, solo que nadie iba a admitirlo en voz alta.
Taehyung también estaba ansioso, pero no exactamente por subir al autobús. Su cabeza no dejaba de mirar en todas las direcciones, buscando de forma inconsciente su cabellera oscura entre la multitud. Él dijo que estaría allí a primera hora. Entonces, ¿dónde estaba?
—Kim Taehyung —pronunció su entrenador—. Adentro.
El peligris miró una vez más hacia las puertas de la escuela. Todo el estacionamiento estaba vacío, a excepción de los miembros del equipo de baloncesto. Dónde estaba, dónde estaba...
—Uhm, ¡tengo que ir al baño! —dijo apresuradamente.
—Carajo, Taehyung, no es el momento —siseó Yoongi, pero su capitán solo le dio una sonrisa de disculpa y un segundo después él ya estaba corriendo hacia la escuela.
Sus pasos repiquetearon en el pasillo vacío. Los estudiantes debían estar dando su primera hora de clase y él debería estar sentado junto a Jackson en el autobús, pero bueno, se suponía que el Titanic no debía hundirse.
Ambos chicos se encontraron en medio del pasillo. Un poco agitados, con la inquietante sensación de estar haciendo una travesura, se sonrieron. Solo una fracción de segundo. Tan rápido que, al final, ninguno de los dos lo notó.
—Ugh, juro que voy a cortarte la cabeza. ¡Dijiste que estarías allí a primera hora! —se quejó Taehyung entre siseos y ademanes molestos, y luego se detuvo abruptamente porque se sintió como una novia celosa y gruñona.
Su relación había cambiado... un poco. Aunque los dos ignoraran este hecho, era obvio. Si antes era un poco confuso para ellos, ahora las cosas habían pasado una difusa línea sin nombre. Estaban como en el limbo: demasiado aterrados de lo que habría más allá, y bastante cómodos con lo que tenían. Sin un nombre. Sin un compromiso real.
—Lo siento —Y Jungkook lo decía muy en serio—. Por razones que no comprendo, el profesor Namjoon no quería dejarme salir porque Sihyun estaba en el baño.
—Te falta imaginación, niño — El mayor sonrió para sí mismo—. Si eres lo suficientemente valiente, un baño es un buen lugar para tener sexo.
—Oh.
—Sí, oh. ¿La sociedad está muy corrompida para ti, Jungkookie? —se burló el peligris codeándolo y Jungkook solo rodó los ojos.
—Como sea. ¿Cómo estás después de... lo del sábado? —preguntó Jungkook en voz baja, como si alguien pudiera escucharles a mitad de un pasillo vacío—. ¿Estarás bien para el partido? Lo siento.
—No es verdad, bribón, no lo sientes en absoluto. Adoraste tener tu pene allí.
—Lo siento por no sentirlo —se corrigió el pelinegro, sin dejar aquella expresión culpable—. Pero suerte en el partido.
Oh. El partido. Taehyung metió las manos en sus bolsillos con una mueca. Su madre no había dicho nada al respecto esa mañana. Seguramente ni siquiera se acordaba. Él no debería estar sorprendido al respecto, pero... sí se sentía un poco decepcionado. ¿Era muy difícil como madre desearle suerte, al menos?
—Tengo nervios —confesó Taehyung repentinamente. Fue relajante decirlo en voz alta, aunque no le gustó admitirlo. No era algo que un capitán pudiera decirle a sus compañeros. Se suponía que debía ser de ayuda, ser un apoyo, brindar confianza... no debería estar nervioso.
Jungkook tuvo un pequeño momento de duda. ¿Cómo se lidiaba con el Kim Taehyung que no era altanero, ni arrogante, ni confianzudo? Aún no terminaba de comprender del todo cada una de las facetas del otro capitán y qué hacer o decir era todavía un misterio. Por eso Taehyung no estaba preparado cuando, repentinamente, el pelinegro se inclinó y besó sus labios, presionándolos solo unos segundos. Su angustia fue reemplazada por sorpresa y, en letras chiquitas, mucha vergüenza.
—Lo harás bien. Lo has hecho bien hasta ahora y no tiene por qué cambiar, ¿bien? —dijo Jungkook—. ¿Mejor?
—Ahora siento ganas de vomitar.
—Gracias.
—No, quiero decir... Eso me puso más nervioso. No lo hagas otra vez. O te corto la cabeza —farfulló Taehyung, mirando hacia cualquier otro lado. El claxon del autobús sonó frenéticamente y el revoltijo en su estómago se hizo peor. De repente como que se sentía muy enfermo.
—Hey, calma. De nada sirve preocuparse cuatro horas antes del encuentro, si el encuentro en sí solo dura unos minutos.
—Sí, está bien. Tienes razón. Me iré ahora. Qué te pasa, Taehyung —se recriminó a sí mismo, dándose un par de cachetadas. No era momento para flaquear ni dudar. No era el momento. No era el momento.
Recitó ese corto mantra mientras se alejaba por el pasillo y Jungkook no pudo evitar quedarse allí, mirándolo partir, porque con el pantalón de la sudadera su trasero se veía tan respingón y bonito. Que alguien lo matara, antes de que lo hiciera Taehyung por tener esos pensamientos.
Con una sonrisa estúpida en su boca, el pelinegro dio media vuelta y suspiró luego de darse cuenta de que no podía volver a clase, no después de la ingeniosa intervención de Yugyeom. Mejor iba al baño, solo para asegurarse de que sus intestinos estuvieran en orden.
—¡Hasta que al fin llegas!
El baño no estaba vacío. Ni bien cerrada la puerta, su amigo descruzó los brazos y le dio un zape en la cabeza sin razón aparente. Luego, le dio un fuerte abrazo y cortas palmaditas en la espalda, fingiendo sollozar. El baño olía a desinfectante, pero no dejaba de lucir desaliñado y descuidado, con los clásicos rayones y matachos decorando el interior de los cubículos. Jungkook no pudo evitar sentir un poco de asco de solo imaginar lo que Taehyung había dicho: ¿tener sexo allí? No, gracias.
Uhm, bueno, tal vez si Taehyung...
—Por un momento pensé que Myrtle la Llorona te había llevado al más allá —dijo el castaño al separarse—. El profesor Namjoon me dijo que viniera si necesitabas ayuda. ¿Todo en orden?
—Sí. Solo —Señaló a sus espaldas, ido, sacudiendo su cabeza para poder despejar esos pecaminosos pensamientos que involucraban el baño y a Taehyung—, Taehyung... —Y antes de poner detenerse, supo que había hablado de más por la mirada confundida de su amigo.
—¿Kim Taehyung? —preguntó Yugyeom cruzando sus brazos—. ¿Qué pasa con él? Tienen partido hoy, ¿no? ¿Fuiste al autobús?
—Uhm, sí —titubeó—. Solo quería... desearle suerte, pues, porque somos, uh, capitanes y... los capitanes deben... llevarse bien. —¿Dónde estaba su capacidad adquirida de inventar excusas dramáticas?
—¿Llevarse bien? —repitió el castaño con incredulidad—. Jungkook, hace unas semanas querías hacerlo comer tierra. Incluso dijiste...
Yugyeom se detuvo. Uf, ¿no hacía... demasiado calor? Jungkook carraspeó y miró a otro lado, metiendo las manos a los bolsillos para evitar un tic nervioso. Porque si prestaba atención, era capaz de observar los engranajes moviéndose en la cabeza de su amigo. Y no era muy difícil sumar uno más uno. Era su fin. Él estaba en problemas, ¿verdad?
—Ya sé qué pasa.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —murmuró él a la defensiva—. No es lo que piensas. Sea lo que sea, no es lo que piensas.
En ese momento vio el dolor en los ojos de su amigo. Jungkook se sintió tan asquerosamente culpable, porque ellos nunca se habían ocultado nada entre ellos y no parecía justo que su amistad se fuera por la borda por una relación esporádica que posiblemente terminaría mal. Él era un mal amigo, ¿verdad?
—Tú... —Yugyeom tragó—. Me cambiaste como mejor amigo, ¿no?
—No, no. Sucede que Taeh... ¿Qué? —Jungkook rio nerviosamente y Yugyeom volvió a darle un zape en la frente. ¿Qué demonios? ¿De qué se trataba eso?
—Lo intenté. Dios sabe que lo intenté —se quejó el castaño moviendo frenéticamente sus manos—. Siento que te estoy perdiendo como amigo y demonios si no intenté acercarte otra vez, pero cada vez que lo hacía, me apartabas. Te invitaba a jugar y tú me rechazabas y la verdad, la verdad, Jeon Jungkook, estoy a punto de hacer un berrinche así que si Kim Taehyung te agrada más que yo, ¿por qué no te cambias al equipo de baloncesto? Así pueden irse a jugar play después de todos los entrenamientos y yo buscaré un rol-play por internet para recoger los pedacitos de mi corazón y rearmarlo. ¿No quieres mi amistad? ¿Soy un estorbo para ti? ¿Es más cool estar con el equipo de baloncesto? Quieres dejarnos —declaró Yugyeom, airado—. Es eso, ¿no? ¿Somos muy aburridos para ti? ¿Los chistes de Mingyu ya no te dan risa y ahora prefieres los de Jackson?
Jungkook boqueó varias veces, tratando de hablar, pero parecía que Yugyeom tenía tanto que decir que al final terminó jadeando, un poco cansado. Era verdad. Pese a todo, era verdad. Jungkook estaba demasiado ocupado con Taehyung, y tal vez sí que había dejado de lado a sus amigos. Ni siquiera podía recordar la última vez que habían quedado, para pasar la tarde en algún parque o jugando videojuegos. No. Sus tardes se reducían a prácticas... y Taehyung.
—Lamento que te haya hecho creer eso —se disculpó rascándose la nuca—. No has dejado de ser mi mejor amigo. Taehyung solo... es otro amigo.
—Eso lo veremos —declaró Yugyeom, pero más sonó como una amenaza—. Por cierto, me acabo de autoinvitar a tu casa. No intentes huir: ya le avisé a tu madre.
[♥]
Cuando empezaba la hora del almuerzo, Jungkook guardó su celular en la puerta del salón y suspiró, aunque no sabía que estaba aguantando la respiración. Una tranquila sensación de orgullo se instaló en su pecho después de leer el mensaje de Taehyung donde celebrara su victoria. Claramente, debía sentirse orgulloso porque era su escuela, ¿no?
—Iré a la cafetería —avisó Yugyeom. Él planeaba algo. Le resultó bastante obvio a Jungkook después de considerarlo unos minutos y, para ser sinceros, temió. Ahora no solo Yugyeom iría a su casa: Mingyu, Jaehyun y Dokyeom también. ¿Es que acaso esos chicos no hacían deberes? Jungkook tenía un montón de trabajos acumulados. ¿Y cómo no? Si últimamente sus prioridades habían cambiado, así como lo que hacía en su tiempo libre.
—Sí, te alcanzo en un segundo. —Bajó la velocidad y volvió a sacar su celular. Estaba por responder el mensaje cuando dos toquecitos en su hombro lo hicieron cambiar de opinión. Por su cara pasaron varias emociones al ver a Taehyung: primero sorpresa, luego una estúpida alegría y luego, el terror absoluto.
—¿Qué crees? —El mayor sonrió en grande—. ¡Ganamos!
—Sí. Acabo de ver el mensaje, pero...
—¡Pero nada! Deberíamos celebrar —declaró Taehyung pasando un brazo por sus hombros—. ¿Puedes ir a mi casa esta tarde?
—Sí, mira, acerca de eso, deberíamos...
—¡Me parece una excelente idea! —Las sospechas de Jungkook solo se confirmaron al escuchar la voz de Yugyeom y, peor aún, al ver su sonrisa. Rápido, Taehyung quitó su brazo alrededor de los hombros del pelinegro mientras el amigo de Jungkook se acercaba a ellos y fue turno para Yugyeom de atrapar al peligris, rodeando sus hombros como si fueran amigos cercanos—. Aigoo, Taehyung-ssi, gracias por la invitación. ¡Estaremos allí a las cinco!
—Yo no... —Taehyung miró a Jungkook y este solo pudo llevarse la mano a la frente, como si no quisiera ser parte de esa vergonzosa situación.
—Le avisaré a Mingyu, a Jaehyun y Dokyeom —lo interrumpió Yugyeom—. No te preocupes, yo llevaré comida. ¿Será que Minghao puede venir también?
—No —farfulló Taehyung en voz baja e indignada—. Ni siquiera te he invitado, metiche sarnoso. No quiero que mi casa huela a pescado, ew.
—Eso no importa. Eres amigo de Jungkook, entonces eres mi amigo también —replicó Yuygeom sonriente, asfixiándolo con su brazo—. Qué bien que estés familiarizado con el lenguaje, tú, deprimente fideo rancio y larguirucho roba-amigos. Ah —Suspiró feliz—, nos vamos a llevar muy bien.
Sin más que agregar, sonrían 🤗❤️
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