21
Canción en multimedia: Bon Bon Chocolat - Everglow 🎵🎶
Cuando Kyung-shim llegó a su cocina esa tarde, juró haber entrado a un campo de guerra.
No había necesidad de adivinar quiénes eran los culpables. La harina coloreaba de color blanco el suelo, el chocolate decoraba los azulejos de las paredes como si se tratara de confeti; había una extraña mezcla amarilla en uno de los bowls y podía jurar que eso que asomaba entre los grumos era un celular. Olía a quemado y de su horno emanaba una extraña nube oscura.
Qué.
Demonios.
Pasó.
Escuchó algunos murmullos a sus espaldas y apretó los puños con molestia. Si Jungkook y Daejin habían hecho eso, ellos...
—Suéltame.
—Solo trato de quitarte el huevo del cabello. —Oh, esa era la voz de su hijo.
—Ya lo arruinaste. ¡Déjalo!
—Bueno, si no me hubieras vaciado la harina encima yo no... Oh. Hola, mamá.
Ambos chicos se congelaron en la puerta de la cocina al verla. Kyung-shim miró a su hijo demandando una explicación mientras cruzaba los brazos y cambiaba su peso de pie. Oh, eso no era bueno, y Jungkook lo sabía. Sus ojos grandes y culpables la miraban entre el miedo y la vergüenza, pero ni siquiera su mejor puchero le ayudaría en esos momentos.
La mujer reparó al peligris a su lado. Si es que podía llamarlo así. Su cabello ahora lucía como un nido de pájaros con harina y cáscaras de huevo. Si es que eso era huevo. Ambos estaban desastrosos, con sus ropas blancas por la harina y lo peor, pensó, es que esa mancha de chocolate no saldría tan fácil de la camisa de Jungkook.
—Mamá, puedo explicarlo —se apresuró a decir Jungkook—. Esto... no es lo que parece. Todo es imaginación tuya.
—No me dijiste que traerías a alguien a casa. —Empezando por ahí, Jungkook sabía que estaría en problemas. Esta vez fue el turno de Taehyung de encogerse en su sitio cuando Kyung-shim miró en su dirección.
—Señora Jeon, sé lo que está pensando ahora mismo —empezó Taehyung de forma dogmática—. Usted quiere matarme. Lo sé, lo entiendo. Pero todo fue defensa personal. Verá. ¿Está viendo a su hijo? Eso es, téngalo en cuenta, ya que lo utilizaremos más tarde. Yo era un joven inocente y pacífico hasta que Jungkook decidió que era buena idea ahogarme en chocolate y, obviamente, no podía dejarme. Así que...
—Solo te salpiqué una maldita gota.
—Así que tenía que sobrevivir y le eché un poco de harina en la cabeza. Solo un poco. Espere —Kyung-shim abrió la boca con indignación, pero Taehyung le impidió decir cosa alguna—, sé lo que parece, tal vez fue exagerado, pero ¿sabe lo que hizo su hijo? Él me echó todo un bowl de harina y, ¿qué se supone que debía hacer? ¿Dejarme? Así que tomé el chocolate y tal vez le eché un poquito en la ropa...
—¿Lo que está en las paredes luce como un poquito para ti? —replicó Jungkook con indignación—. Mamá, no le creas, él...
—Bien. Tal vez no fue poquito —le concedió Taehyung dándole un fuerte codazo en las costillas para callarlo—. Tal vez fue un mucho pero, hey, ¡tiraste mi celular a tu horrible mezcla de pie de limón! Oooh, pero eso no es lo peor. ¡También me tiraste un huevo en el cabello! ¿Sabes lo que significa eso? Tú realmente podrías estar arruinando mi carrera de modelaje, Jeon. Si tuvieras un poco de consideración y sentido del compañerismo no lo hubieras hecho, pero nooo, eres un egoísta que solo piensa en él mismo y en un poco de chocolate que le ha caído encima, ¿verdad? ¡¿Verdad?!
A ese punto, Kyung-shim miraba con la boca abierta a su hijo.
—Jungkook, yo no te crie así —le recriminó su madre y el pelinegro la miró como si estuviera jodiendo. Ella había sucumbido gracias a las excelentes dotes escénicas del peligris. Fantástico.
—Lo limpiaré. Lo limpiaremos —se corrigió dándole un manotazo al capitán del equipo de baloncesto—. Lo siento.
Su madre negó frunciendo el ceño. Efectivamente, lo que estaba en el bowl naranja era un celular.
—¿Me quieren decir qué demonios se supone que están haciendo?
—Postres para le reunión de padres —Los dos respondieron al tiempo y, dos segundos después, se miraron aterrados—. ¡Los postres!
Aunque utilizaron cada gramo de su velocidad para llegar al horno, parecía ser muy tarde. Lo que antes eran deformes muffins de chocolate ahora lucían como enormes pedazos de carbón sobre la refractaria. Toda una abstracta obra de arte que seguramente no sería bien apreciada.
—Idiota, dejaste que se quemaran —Jungkook trataba de dispersar el humo que salía del horno con su mano, mientras Taehyung escupía sus pulmones en una extraña tos.
—Tú tenías que cuidarlos —le reprochó el otro capitán—. Yo tenía que sacarme el huevo del cabello. Gracias.
—Qué pesado eres. Solo quería ayudarte.
—Santo Dios —Fue lo único que Kyung-shim pudo decir y entonces los dos la miraron como si hubiesen olvidado su existencia por un momento—. Solo... arreglen esto y les ayudaré —musitó antes de dejar la cocina.
Con un bufido, el pelinegro tiró a la basura su fallida creación. Como predijo, trabajar en equipo con Kim Taehyung era imposible.
—Mi cabello —Seguía lamentándose aquel taradupido. Jungkook solo quería... matarlo.
—Mira, dicen que el huevo es bueno para el cabello. Puedes darme las gracias después.
—¿En serio?
—No lo sé, idiota, mamá siempre tiene alguna mascarilla de huevo en su cabello —Jungkook rodó los ojos.
Taehyung se acercó al bowl naranja con olor a limón. Como pudo, sacó su preciado celular y lo limpió con paños de cocina. Al menos todavía encendía. ¿Qué estaba mal con aquel subnormal? Un momento Taehyung estaba enviándole un mensaje a Jisoo, y al otro su celular había sido tirado al bowl. Así, sin más.
—¿Luzco como alguien que puede comprarse un celular de la noche a la mañana? —inquirió molesto, zarandeando dicho aparato frente al pelinegro mientras este limpiaba el bowl de chocolate.
—Eh... sí. —Jungkook se alzó de hombros y raspó las paredes del bowl con su dedo, queriendo llevárselo a la boca, pero no pudo. El peligris tomó su muñeca antes de que lo lograra y lo llevó a su boca, desapareciendo todo rastro de chocolate un segundo después.
—¿Qué? Te dije que el chocolate era mío —replicó Taehyung saboreando su dulce pecado y una de las tantas razones por las que la panza de bebé no quería abandonarlo. Sagrado chocolate, regalo de los dioses para mundanos como él.
Con una sonrisa de satisfacción miró a Jungkook, pero este le miraba congelado en su lugar, simplemente parpadeando. Tal vez se descontrolaron sus esfínteres o algo así, porque no había razones por las cuales debiera sentir algo húmedo en sus pantalones.
—¿Qué? —repitió el mayor con un mohín al no recibir respuesta—. Viejo, estás tan raro. ¿Qué pasa contigo? Dame aquí —siseó robándole el bowl de chocolate. Era suyo. Jum.
Jungkook suspiró de forma temblorosa. Tenía que calmarse porque todo estaba en su cabeza... y tenía que ir a cambiarse.
[♥]
—¿Por qué no te quedas a cenar, Taehyung? —preguntó Kyung-shim cerrando la puerta del horno. Después de horas, por fin parecía que sus esfuerzos darían resultado. Ella en especial se sentía bastante cansada: lidiar con Jungkook y su amiguito era como cuidar a dos niños pequeños. Discutían tanto que estuvo a punto de meterlos al horno una de esas veces.
—¡Yupi! ¡El abuelito se va a quedar! —exclamó Daejin desde su puesto en el sofá. No tenía diversión desde que Jungkook había dejado de invitar a Eunha a casa y eso era triste. Molestar a su hermano no era divertido en absoluto.
—Uhm, no, no hay necesidad —contestó Taehyung de forma cortés.
—¿No quieres? —preguntó Jungkook alzando una ceja. Él moría de hambre y masa de chocolate cruda no era suficiente para evitar que su estómago rugiera.
—No lo sé. ¿Quiero? —El peligris lo miró confundido y Jungkook se alzó de hombros—. Está bien, uhm, sí quiero.
—Daejin, por favor ven y organiza la mesa —ordenó su madre desde la cocina y la pelinegra hizo un mohín.
—Yupi, el abuelito se va a quedar y es a mí a quien le toca organizar la mesa —se quejó levantándose del sofá con pereza. Cuando pasó junto a Taehyung, le dio una adorable sonrisa que parecía prometerle que pagaría por todos los pecados cometidos.
—Le agradas —señaló Jungkook sentándose en el lugar que antes ocupaba su hermana. Taehyung le siguió.
—No es mayor consuelo.
—Debería serlo —El pelinegro hizo tronar su cuello, cansado. La última tanda de los cincuenta pastelitos los había dejado molidos. Aún faltaban los otros cincuenta—. Este... Mañana también vendrás, ¿verdad? —Solo quería cerciorarse de que no haría todo solo.
—Hmm —El chico sonrió—. Si quieres que venga a tu casa solo debes pedírmelo.
—Me refiero a los postres —farfulló Jungkook mirando hacia otro lado.
—A eso me refería yo también —susurró el otro capitán de forma risueña.
—Mamá, Jungkook y el abuelito están secreteándose en el sofá —alargó Daejin con voz aguda y fastidiosa, provocando que Taehyung apretara los dientes.
—Oh, cariño, déjalos en paz. Son cosas de hombrecitos. No querrás escuchar —le advirtió su madre aún desde la cocina.
Daejin arrugó el gesto después de pensar en las posibilidades. —Ew. Hombres.
La última vez que Taehyung se sentó en una mesa ajena, con alguien más aparte de su madre y alguna de sus amigas, fue en casa de Hoseok. Los padres del chico eran amigables pero un poco reservados a comparación de su hijo. En cambio, él no sabía qué esperar de esa cena. Daejin estaba frente a él sonriéndole como si hubiese encontrado la respuesta a todas sus desgracias, Kyung-shim en diagonal y Jungkook a su derecha. No había rastro del padre por ningún lado.
—Entonces, Taehyung-ah, cuéntanos sobre ti —pidió Kyung-shim sonriendo suave. Allí iban. Por alguna extraña razón, eso estaba siendo tan incómodo como cuando tuvo una cena con los padres de Sun Li... antes de que los pillaran. Se sentía tenso. Taehyung frunció el ceño mirando hacia su comida, que, por cierto, lucía deliciosa. Él estaba haciendo un escándalo en su cabeza.
—No hay mucho que contar sobre mí —rio nerviosamente. ¿Qué tal si esta gente era una adicta a los modales? ¿Cómo debía coger los palillos? ¿Qué si masticaba muy ruidosamente? ¿Y si no masticaba las veces suficientes y se ahogaba?
Él estuvo a punto de entrar en un colapso hasta que Daejin tomó su pollo con las manos y le dio un enorme mordisco. Con las manos. Kyung-shim por inercia estiró una servilleta en su dirección para limpiar sus labios llenos de salsa, pero ella volvió a mancharse como un bebé. Nadie perdió la cabeza.
—Estás en el equipo de baloncesto, ¿no? —señaló la mujer, recordando por qué en primera instancia estaban haciendo postres—. ¿Qué tal es el entrenador?
Una mierda. —Genial. Muy amable.
—El entrenador Min luce como alguien que te torturaría con ejercicios solo por diversión —replicó Jungkook y Taehyung casi se ahogó con el aire.
—Uhm, no, él no sería capaz. En absoluto.
—¿Y tus padres? ¿En qué trabajan? —preguntó Kyung-shim con interés.
—Bueno, mamá es abogada de familia —contestó Taehyung—. Recientemente comentó que quiere hacer una especialización en derecho internacional, pero para ser honestos, no quiero que lo haga. Ella de por sí no tiene tiempo —Se alzó de hombros y la mujer pudo notar cierta tristeza—. Siempre está en su buffet, en audiencias o reuniones y llega muy tarde a casa... Ella dice que trabaja para mí y para que tenga una buena vida, pero nunca está para mí. Lo siento —se apresuró a decir. Lo que le faltaba. Utilizar a los Jeon de psicólogos—. En fin. Sí, bueno, eso.
—¿Y tu padre?
—Oh. Él era médico. Murió hace tiempo —farfulló mirando hacia su plato—. Nunca entendí cómo dos personas tan ocupadas terminaron siendo esposos, pero estoy feliz con eso.
—Lo siento mucho, pequeño.
Daejin sorbió de su jugo con incomodidad. En realidad, no sabía qué decir al respecto y su hermano simplemente seguía mirando al peligris, sin parpadear. Como si estuviera hipnotizado o algo así.
—Qué mierda eso —musitó la menor de los Jeon después de unos segundos.
—Esa boca —Le reprochó su hermano con una mirada fugaz.
—Está bien. Aprendes a lidiar con eso. —Taehyung volvió a alzarse de hombros. En serio, no podía hacer mucho.
El resto de la cena, fue su turno para conocer a los Jeon. Kyung-shim era diseñadora de interiores y su esposo era contador; Taehyung pensó que un empleo tan colorido no podría congeniar con algo tan monótono como hacer cuentas, pero al parecer a ellos les funcionaba. Daejin había practicado gimnasia unos cuantos años pero lo dejó, y Jungkook fue un chico pez desde muy chiquito. Eran una familia extrovertida y alegre pese a las discusiones, y Kyung-shim por poco trae los álbumes de fotos una vez acabada la cena, pero sus hijos lo impidieron a toda costa.
—Bueno, fue bueno hablar contigo, Taehyung-ah. Daejin, hoy te tocan los platos —avisó su madre.
—Pero yo los lavé ayer; hoy es mi turno para usar el televisor —se quejó la pequeña y Kyung-shim le dio la razón.
—Jungkook, te tocan los platos.
—Te ayudo —se apresuró a decir Taehyung mientras recogían la mesa. Pronto darían las siete de la noche. Su madre no lo había llamado, pero si llegaba primero que él al apartamento, ella caminaría en sus pestañas.
Llevaron los platos hasta la cocina, que ahora estaba mucho más limpia a comparación de horas atrás. El chocolate había sido removido y la harina retirada, pero aún quedaba cierto olor a quemado que resultaba un poco desagradable para sus narices.
Una vez allí, Taehyung se acercó al pelinegro aún risueño por las historias que había escuchado. Él de verdad deseaba ver la foto donde Jungkook se había disfrazado de caballo.
—Tierno —se burló—. Pero también quería ver al niño emo disfrazado de Slash.
Impulsándose con sus brazos, se sentó en la isla de la cocina y Jungkook le miró incrédulo.
—¿No dijiste que me ayudarías?
—Era para quedar bien con tu madre —bufó Taehyung con un ademán de obviedad—. Si te ayudo, podrían pasar dos cosas: o se parten los platos, o se lastiman mis perfectas manos. No nos conviene ninguna de las dos.
Aún sentado, abrió un poco más las piernas y palmeó el espacio entre ellas. Jungkook se movió por inercia, pero se aseguró que ni su madre ni su hermana estuvieran a la vista antes de inclinarse hasta el peligris para besarlo, separándose casi al instante. Solo un simple roce. Si alguien los viera, todo el mundo perdería la cabeza en esa casa.
—No me gusta eso —se quejó Taehyung viéndolo alejarse hacia el lavaplatos—. No me gustan esos besos de niños. Me hacen sentir... gay. Muy gay. Okay, mira —empezó al ver la mirada irónica del pelinegro—, cuando cierras los ojos y tienes tiempo para que tu lengua haga algo, en un buen beso, realmente no piensas si es mujer o no. Solo es un alguien. De lo contario puedo verte y me siento...
—¿Cómo? —preguntó Jungkook, un poco ansioso.
—Raro. Se siente demasiado compromiso y esto... —El mayor hizo un ademán, restándole importancia—. No es como, nada serio. Tiene propósitos académicos e informativos y... es divertido, no lo niego, entonces es genial.
Propósitos académicos e informativos... y diversión.
—Uhm. S-Sí... —Jungkook soltó una risa floja, extraña—. Claro.
Hola, cómo van? No odien a Taehyung, no sean así xd ❤️
Sonrían ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro