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16 - {III}





Jungkook casi corrió a la puerta al escuchar la catastrófica propuesta de su madre. ¡Ir al cine con Taehyung, qué barbaridad! Su madre de verdad iba por la vida invitando extraños a subir al auto como si fuera lo más normal del mundo.

—¿I-Ir al cine con ustedes? —repitió Taehyung tomado fuera de base.

—De ninguna jodida manera —Pero no fue él quien respondió; más bien, el grito angustiado de Jungkook fue lo que interrumpió la conversación—. Él no quiere ir con nosotros, ¿verdad, Taehyung?

Taehyung negó desesperadamente y mientras Daejin discutía con Jungkook, se permitió soltar un suspiro de cansancio, deseando que todas las amarguras de ese día se fueran con su vaho. Él solo deseaba ir a su casa, poner música a todo volumen y olvidarse de esa semana.

—Basta, dejen de discutir —los regañó Kyung-shim—. ¡Estamos frente a un invitado!

—Pero mamá —replicó Daejin frunciendo el ceño. Jungkook se desconectó de la discusión en cuanto miró hacia el peligris. Así, distraído, se le notaba cansado y vulnerable. No dejaba de masajear su cuello mientras miraba al suelo y eso lo hizo sentirse curioso al respecto, pese a no ser amigos realmente.

—¿Estás bien? —preguntó. La mirada perezosa del chico se arrastró hasta él. Jungkook no era el mejor en eso del lenguaje corporal, pero no necesitaba un doctorado en la materia para saber que Taehyung estaba... raro. Triste, podría decir. Aunque su expresión estaba en blanco, como un bloque de hielo, había algo extraño en él.

—Sí —contestó despacio—. Solo vine a traerte la tarea y, uh... Nosotros deberíamos hablar. Luego —señaló al ver cómo ahora Daejin le hacía un berrinche a su madre.

—Podemos hablar ahora. Mamá —interrumpió a Daejin, colocando una mano sobre su boca para silenciarla—. ¿Está bien si me quedo en casa? Ya que Taehyung me ha traído la tarea, podría adelantarla con él... ¿Por favor?

Kyung-shim miró a los ojos de cachorro del peligris y luego a su hijo, algo decepcionada. Lo cierto era que esperaba poder pasar un rato con sus hijos y su esposo, pero parecía que el plan familiar tendría que esperar porque aunque Jungkook le estaba pidiendo permiso, estaba claro que no aceptaría un no como respuesta.

—Es lo mejor, ¿no? —dijo—. Así no forzarás tu pie. Vamos, Daejin.

La pequeña frunció el ceño y cruzó los brazos sin dejar de mirar a su hermano. ¿Hacer la tarea un viernes con un amigo? Ujum.

—Si tu papá llega puedes decirle que dejé la cena en el microondas —avisó su madre tomando la mano de Daejin—. Llámame si pasa algo, ¿está bien?

Taehyung miró la acogedora sala cuando la puerta se cerró detrás de él, aunque no era la primera vez que estaba allí. Al menos, esa vez no era el niñero de los dos Jeon.

—Quítate los zapatos —avisó el pelinegro antes de subir.

Cuando llegaron a la habitación, Taehyung notó que la cama había cambiado de posición, así como el escritorio y varias cosas más. Él con suerte ordenaba la cama todos los días.

—¿Forzando tu pie lastimado? —El peligris chasqueó la lengua—. Vaya capitán. ¿Cómo te lastimaste? —preguntó con sumo interés. Jungkook se rascó la cabeza mientras hacía una mueca y decidió que lo mejor era no contarle.

—Eso no importa. ¿Quieres tomar algo o...?

—Caminas como si tuvieras comezón en el trasero. ¿Crees que soy tan cruel como para obligarte a ir a la cocina ahora que subimos? —Taehyung simplemente se dejó caer en la cama ajena, sintiéndose de repente demasiado cansado incluso para pedir permiso. Jungkook lo imitó y se sentó en la otra punta de la cama, casi dos metros de distancia entre ellos porque tan cerca sería raro.

—Entonces... ¿qué pasa?

El peligris le miró con una seriedad algo aterradora.

—Seré claro contigo porque te odio y no quiero cargar con esto yo solo. Hoseok sabe, y tu entrenador también. Creo que lo mejor es que dejemos esto aquí, olvidar este episodio y llevarnos como dos capitanes normales en la escuela —empezó sin rodeos—, porque si mi mamá llegase a enterarse de esto lo primero que hará será enviarme a un retiro a la india con monjes que me torturarán obligándome a que corte mi cabello y no sé tú pero yo aprecio mi cabello, y lo peor de todo es que cuando el retiro acabe mi madre se encargará de privarme de mi libertad y me obligará a estudiar en casa solo con maestros del sexo femenino, de lo cual no me quejaría, y luego me obligaría a ser su asistente para asegurarse que no tenga pareja por lo que queda de mi vida para que así pueda controlarme y utilizarme como esclavo personal porque ambos sabemos que eso es lo que ella quiere pero aún no logra. Espero tu cooperación.

Jungkook se tomó unos segundos para digerir la información. Asimilar lo que pasaría con Taehyung le tomó un poco menos que darse cuenta de lo que el capitán del equipo de baloncesto estaba diciendo en realidad.

—Hoseok sabe que nosotros... eso —repitió asintiendo. Taehyung se abalanzó hacia él y lo sacudió por los hombros, molesto.

—¡Despierta, Jungkook, despierta! ¡Lo que importa aquí es mi cabello! ¿Crees que las marcas de ropa van a contratarme así? —gruñó—. ¡No podré ser un jugador de baloncesto profesional patrocinado por Gucci!

—O-Oh, ya veo... —El pelinegro parpadeó confundido—. Entonces, ¿qué importa? Hoseok es tu amigo, ¿no? Él no haría algo como... acusarte con tu mamá o algo así. Y si el entrenador Kim lo sabe —Hizo sonar su cuello, algo ansioso—. Bueno, pues, ¿qué hará? ¿Enviarme a detención? No tenemos que dejarlo aquí, solo tenemos que ser más... cuidadosos.

—¿Cuidadosos? —Taehyung sacudió la cabeza y quitó sus manos de los hombros del pelinegro, que cayeron pesadas a su regazo—. ¿En serio quieres seguir con esto? 

—El trato era intentarlo —le recordó Jungkook de forma dogmática—. Si voy a arrepentirme de esto, quiero la experiencia completa.

—¿E-Experiencia completa? —Al mayor casi no le alcanzan las neuronas para repetir aquello y de repente recordó la conversación que había tenido con Hoseok esta tarde—. ¿Tú quieres...? Es decir, ¿quieres que te la meta? —murmuró escandalizado, como si decirlo en voz alta provocaría la furia de su madre o algo así.

—No —respondió Jungkook y Taehyung pudo respirar aliviado—. Yo quiero metértela a ti.

Válgame Dios.

—¿Qué?

—Yo quiero...

—¡Te escuché! —lo interrumpió Taehyung levantándose sonrojado y sulfurado. ¿Era su imaginación o esa noche estaba muy calurosa? Uf, ¿por qué ese chico lucía tan impasible y tranquilo cuando acababa de decir algo así?

—¿Qué pasa? —Jungkook se apoyó sobre sus codos, medio sonriendo—. Siempre me llamas virgen, así que de seguro lo has hecho por allí, ¿no?

—Que estés interesado en meterte en puertas de salida no quiere decir que yo lo esté —declaró Taehyung.

—Pues entonces está decidido —El pelinegro se levantó para poder quedar a su altura—. Ya que soy el único dispuesto, me ofrezco como voluntario.

—No está decidido —se quejó Taehyung con voz aguda—. No puedes decidir sobre mi trasero. ¿Por qué el mío, de todas formas?

—Porque me gusta —contestó Jungkook como si estuvieran hablando de un juguete—. Es redondo y... bonito.

—Se llama envidia —corrigió el peligris dando un paso hacia atrás—. De que yo tenga y tú no, por supuesto.

Al ver la pared a sus espaldas y a Jungkook demasiado cerca, Taehyung optó por subir a la cama hacia el otro lado y salvaguardar su integridad; sin embargo, el pelinegro tomó su pie en la movida y tiró de él, provocando que cayera estrepitosamente boca abajo sobre la cama.

—No huyas, cobarde —bromeó Jungkook agarrando firmemente los tobillos del peligris mientras este trataba sin mucho éxito de mirarlo sobre su hombro—. Tú eras el que quería adrenalina, ¿no?

—Si me miras con esa sonrisa diabólica se convierte en terror extremo.

—Vamos a ver, entonces. ¿Te molesta si toco aquí?

—¡Sí! —chilló Taehyung—. ¡Quita tus manos de ahí!

—Solo estoy tocando tu trasero —replicó como si no fuera nada malo.

—¡Precisamente! Jungkook —gruñó el peligris empezando a perder la paciencia; su cuerpo quiso girar y patear a ese idiota, pero de repente otro peso estaba sobre él, casi asfixiándole—. ¡Ugh! ¡Pesas como una vaca muerta! —se quejó dando manotazos al muslo de Jungkook—. ¡Quítate! No me haré cargo si de repente te asesino, ¿oíste? Porque esconderé tu cadáver tan bien que ni siquiera Dora la Exploradora va a encontrarlo y escribiré mi propio libro al respecto para volverme famoso y viajar a Canadá y... y... oh, Dios, ¿q-qué es eso?

Jungkook soltó una risita.

—No sé, resulta que soy malo en biología. ¿No quieres darme clases de anatomía masculina?

—¿Tú de verdad estás duro? Eres un... un... cerdo sucio.

Taehyung soltó el aire en un resoplido y dejó caer la cabeza en la cama, rendido. Pelear con ese idiota hormonal era imposible. Así que, ¿el niño quería jugar? Perfecto.

Entre forcejeos y gruñidos, el peligris giró su cuerpo bajo el de Jungkook hasta que este quedó sentado en su regazo. El capitán del equipo de natación lo miró confundido unos segundos.

—Muy bien, vaquero —Taehyung sonrió—. Móntame.

Jungkook largó una corta carcajada y se dejó caer en la cama, a su lado, pero sin dejar de mirarlo. Una mirada cansada se colaba entre el brillo divertido en los ojos oscuros del peligris. Reinó el silencio por unos segundos. Jungkook sabía que no había hecho mucho para ganarse su confianza, pero aún así, preguntó:

—Dijiste que teníamos que hablar. ¿Hay algo más?

¿Qué esperaba? Conociéndolo, un bufido y un "qué-te-importa". Tal vez un insulto de gravedad variable, como una broma acerca de la natación, que incluyera peces y cavernícolas.

Pero no esperaba que la mano de Taehyung fuera hasta su nuca y tirara de él contra sus labios. No fue suave. Taehyung nunca era suave. Su boca era intensa y sus movimientos, aunque lentos, le arrancaban un suspiro de anhelo y lo llevaban del suelo al cielo tan rápido que era vergonzoso.

El pensamiento de saberse solos removió algo dentro de él. De repente solo era consciente del calor que irradiaba Taehyung, su lengua húmeda y cálida rozando suavemente contra sus labios y su mano, reacia de dejarlo.

—¿Qué pasa? —murmuró el peligris perezosamente cuando Jungkook se echó hacia atrás. Su cuerpo relajado se crispó hasta el último músculo cuando lo vio cernirse sobre él, entre sus piernas, presionando dolorosamente contra su entrepierna.

—Así está mejor, ¿no? —se burló al escuchar un jadeo sorprendido por parte del otro capitán. Sus caderas se movieron otra vez, lento y duro, mientras miraba la expresión atónita de Taehyung y su boca entreabierta en un sonido muerto. Bueno, wow. Ellos realmente nunca habían hecho eso, pero se sentía bien, Taehyung tenía que admitirlo. Sus manos se cerraron a cada lado suyo, empuñando las sábanas cuando Jungkook repitió el movimiento. Mierda, pues era bueno, tal vez mucho.

—Es extraño —exhaló sin poder creérselo. Y lo era. Cada nervio allí abajo empezaba a despertar con el simple roce y, bueno, no podía mentir que algo en el hecho de Jungkook mirándole desde arriba, con sus mechones oscuros desordenados por la situación, le resultaba atractivo. Solo un poco.

En su garganta contuvo un gemido mientras sus puntos eran completa y verdaderamente torturados por Jungkook, frotándose contra su cuerpo entre gruñidos y un par de groserías; con cada falsa embestida, Taehyung sentía que su ropa interior se volvía más asfixiante y apretada y lo único que quería era aliviar esa tensión, sumergiéndose en esa efímera bruma, demasiado aturdido como para pensar en su asqueroso día. Sus caderas se movieron en respuesta contra las del pelinegro y cerró los ojos. Sus pensamientos fueron nublados y desechados. Solo quería pensar en ese momento, en Jungkook, en él mismo y en nada más.

Abrió los ojos algo exaltado cuando sintió la humedad dentro de sus pantalones. Sus piernas temblaban y sentía un cosquilleo en su vientre que solo se intensificó al ver a Jungkook, quien le miraba reprimiendo una sonrisa, pero igual de agitado.

—Somos unos niñitos hormonales y precoces —dijo el pelinegro mirando hacia su propia entrepierna, medio riéndose.

Jungkook se sentó y se estiró hacia la mesa de noche por los pañuelos de caja y tomó un par. Cuando se giró, su cuerpo se congeló al ver a Taehyung con ojos brillantes y el labio temblándole en un disimulado puchero.

—Uh, ¿qué pasa? ¿Te lastimé? No seas tan...

Al ver las inminentes lágrimas, por inercia, sus brazos rodearon al peligris en un apresurado abrazo. Taehyung ni siquiera se quejó: esos dos días habían sido tan asquerosos que se merecía ese jodido abrazo así que solo lo dejó, llorando como un pequeño niño. Se sentía bien después de 48 horas infernales.

Jungkook se dio cuenta de la abismal diferencia con un respingo. Eunha era pequeña y menuda, él podía abrazarla con facilidad, pero Taehyung era... grande. Aunque no tenía hombros muy anchos, se sintió extraño abrazarlo. Y bien.

—¿Qué mierda, Taehyung? —preguntó contrariado—. ¿Qué te pasa? Me estás asustando.

—Gracias —dijo el mayor simplemente—. Gracias.




EL AVISO PARROQUIAL SE QUEDA GG

Por favor, denle mucho amor a este nuevo proyecto y sonrían 🤗❤️

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