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12 - {II}




Jungkook frunció el ceño, pensando seriamente en la respuesta a esa pregunta. ¿Por qué le gustaba Eunha?

Junto a él, Taehyung le miraba de forma serena, esperando. Su cabeza estaba ladeada y sus ojos eran realmente... penetrantes. Era una mirada que parecía llegar hasta su alma y era tan aterrador como hipnótico.

—Ella es... linda —contestó.

El pelirrojo alzó una ceja y casi quiso reírse en su cara. ¿Era lo único que tenía para decir después de pensar por minutos enteros? Un niño de jardín podía hacer un mejor trabajo que ese.

—Sí —concedió, sonriendo—. ¿Algo más?

—¡Es decir! —Jungkook rascó su nuca, mirando a todos lados—. Ella es... amable y tierna.

—Hay un millar de chicas lindas, amables y tiernas.

—Pues... —Jungkook se quejó. De verdad odiaba los interrogatorios. A pesar de que la puerta de su habitación estaba cerrada, podía escuchar el murmullo del televisor y a Daejin discutiendo con un terco protagonista.

—Y la chica en la fiesta no encaja en ninguna de las tres casillas, así que alguien está mintiendo o está muy confundido.

Jungkook pensó que debería abrir la puerta, porque de repente se sentía asfixiado allí adentro. Pelear contra sí mismo era agotador, sobre todo si le prestaba demasiada atención a Taehyung. Él seguía sonriendo. ¿Lo estaba haciendo a propósito? Parecía burlarse de él de una forma muy sutil.

—Oye —dijo Taehyung. Sus movimientos fueron mecánicos y controlados por alguna fuerza superior mientras se inclinaba hacia Jungkook. Con su rodilla, empujó las piernas del pelinegro hasta llegar a su entrepierna, cerniéndose con ímpetu sobre el chico que ahora le miraba apoyado en sus codos, sorprendido y algo asustado.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —cuestionó Jungkook con voz ahogada.

—Escúchame bien, Jeon —empezó Taehyung en voz baja—. Si tú le dices a alguien sobre lo que haré, juro que voy a matarte.

—¿Vas a...? ¿De verdad vas a...?

—Solo... bájalos. Ahora.

Jungkook mentiría si dijera que dentro de sus pantalones algo no se retorció de anticipación. Demasiado vergonzosamente rápido para su orgullo. Tal vez era su imaginación, pero parecía que la temperatura del cuarto había descendido al tiempo que la suya aumentó. La proposición lo hizo sentir algo abrumado. Y excitado. Pero era mejor llamarlo abrumado.

Sobre todo cuando hacía segundos en su cabeza solo estaba Eunha, y de repente ya no. Solo se había esfumado.

—¿Estás seguro? —preguntó con voz trémula. Dios. Ese chico no tenía ni un poco de piedad por él. Sugerir algo como eso era ponerlo todo patas arriba y luego sonreír así, como un ángel inocente, era una grosería. Un atrevimiento.

—Mira, te entiendo. Estás tomando todo lo que la vida tiene para ofrecer. Solo quiero probar tu punto —respondió Taehyung. Estaban casi recostados en la cama, pero también lo suficientemente alejados como para echarse para atrás. Demasiado comprometedor y tenso. Era como si tuvieran que terminar con eso antes de que la situación se volviera más incómoda—. Pero, si no te apuras, cambiaré de opinión.

No tenía que decírselo dos veces. Con una mano, hábilmente desabrochó sus jeans, dándose cuenta de lo poco prácticos que eran.

—¿Estás seguro? —Fue el turno del pelirrojo para preguntar.

—Solo promete no decirle a nadie.

Taehyung colocó las manos en los muslos del pelinegro, sintiéndolos tensos y firmes bajo su tacto. Era un consuelo saber que no era el único nervioso allí. Se sintió como un niñito virgen mientras bajaba un poco más aquel incómodo jean hasta que vio la pálida piel de Jungkook; el bóxer de color negro lucía bastante incómodo para la creciente erección que se alzaba bajo ellos. Vaya, eso había sido bastante rápido.

Bajó la cintilla con cuidado y observó el miembro semi erecto como si no supiera qué hacer a continuación. De hecho, no tenía la más mínima idea de cómo comenzar, así que el sonrojo en sus mejillas fue inevitable.

—Mierda —siseó Jungkook sintiendo su miembro crispándose un poco más—. No te sonrojes, pedazo de imbécil. Me haces pensar que eres tierno.

—Tú realmente eres un cerdo sucio. Esto de verdad te gusta —se burló Taehyung en un jadeo.

—No te emociones. Tu cara hace que se ponga aguado, así que estoy pensando en otra cosa.

El pelirrojo rodó los ojos y tomó la base de aquel miembro. Como la vez pasada, se sentía caliente y grande en su mano mientras subía y bajaba por su longitud a una velocidad aceptable. Se sintió algo aliviado al escuchar cómo la respiración de Jungkook comenzaba a tornarse pesada. Su corazón también latía rápido, asustado, y se dio cuenta de que si seguía pensando en lo mucho que le aterrorizaba meter ese nada promedio miembro en su boca, seguramente no lo haría.

Relamió sus labios cuando sintió su garganta seca y se inclinó un poco hasta que el glande rozó su boca. Las manos de Jungkook se aferraron con fuerza a la orilla de la cama y todo lo que vio fueron luces tras sus párpados cuando sintió la humedad rodeando la punta de su miembro; ni siquiera pudo contener el gemido que escapó de su garganta cuando la cálida lengua del pelirrojo acarició su falo.

—¡Ay! —chilló de repente—. ¡No uses tus dientes!

—Disculpe usted, señor experto —replicó Taehyung separándose con cierta brusquedad—. Es que... ¡No hay manera de que eso entre por completo en mi boca! —exhaló con las mejillas rojas, frustrado. Si tan solo no hubiese estado ocupado viendo las estrellas cuando Sun Li hacía su trabajo, él habría aprendido cómo hacerlo. ¡De todas formas no tenía que aprender nada! Esa sería la única vez.

—No trates de quedar como un genio, idiota —se burló Jungkook con cierta impaciencia tiñendo su voz—. No es como si fuéramos expertos en esto así que, ¿puedes por favor volver a meterlo en tu boca?

Taehyung respiró con fuerza. Muy bien, ese idiota tenía razón. Él no tenía que verse como un experto; su primera vez con Sun Li fue de hecho un desastre.

—Aguarda, ¿por qué estás dándome órdenes?

—Se está poniendo aguado.

—¡Ugh!

Lo intentó otra vez. Sus rodillas ya dolían debido a la posición pero dado que Jungkook también le debía una de esas, se dijo a sí mismo que no podía ser tan malo y que de hecho ambos tenían todas las de perder.

Empezó con lengüetazos largos pero tímidos, sintiendo el calor y el sabor de la piel del pelinegro en su boca; era una sensación extraña a la que no iba a acostumbrarse pronto. Cuando lo sintió lo suficientemente húmedo, abrió su boca y chupó el glande como si fuera la punta de un helado, levantando la vista con sorpresa cuando Jungkook gimió alto. Este, algo agitado, se cubrió la boca con una de sus manos.

—L-Lo siento, yo... mnh...

Si Daejin los escuchaba... podía decirle hola a la escuela militar porque no había manera alguna de que a su padre le gustara enterarse de lo que estaba pasando en ese cuarto. Debería estar aterrado o confundido, pero sus sentidos estaban tan nublados por las sensaciones que no podía pensar en nada concreto.

—Dios... —Lanzó la cabeza hacia atrás, sintiendo la mano de Taehyung acariciar su falo en donde no podía tomarlo, mientras su cabeza comenzaba un suave vaivén de arriba abajo, lamiendo y chupando su glande.

El pelirrojo ni siquiera sabía que podía producir tanta saliva, pero pronto su boca comenzó a deslizarse un poco más fácil, alentado por aquellos indecentes jadeos y gruñidos que Jungkook trataba de ahogar en vano contra su mano. De repente le hizo sentir orgulloso la idea de saberse culpable de aquello, que ver al intachable capitán del equipo de natación retorciéndose en su puesto, tratando de contenerse y mantener su inquebrantable orgullo heterosexual era solo su culpa. Su lengua jugueteó traviesa en el poco espacio y con el pequeño orificio en la punta, provocando un abrumador escalofrío en Jungkook. La mano del menor se estiró hacia Taehyung, buscando algo que tomar entre la desesperación que le hacía sentir aquel familiar calor en su vientre, pero se detuvo a tiempo, a solo unos centímetros del cabello de tinte rojo.

—Ah, T-Taehyung, esp-pe...

Era todo un lío y Taehyung no podía culparlo. Su propia respiración era errática y su cuerpo se sentía caliente, aunque su mandíbula comenzaba a resentir el foráneo intruso en su boca. Vio los ojos llorosos de Jungkook y supo que el chico iba a correrse en cualquier momento. Sintió curiosidad por el sabor de su semen, no pudo evitarlo, y por reflejo ahuecó sus mejillas, succionando; sin embargo, cuando sintió la salinidad en su boca, Jungkook le empujó hacia atrás y lo siguiente que supo fue que aquel imbécil se había corrido en su cara.

—Te dije que esperaras —exhaló Jungkook sin aliento, sintiéndose culpable al ver sus fluidos deslizándose por la mejilla de un pasmado pelirrojo.

—Tú... de verdad tienes un fetiche con tirarme cosas a la cara, ¿no es así? —rezongó Taehyung cerrando los ojos. Su semen era cálido y se sentía viscoso sobre su cara, ciertamente repugnante—. Ahora tengo tus espermatozoides en mi cara. Gracias.

Con su dedo pulgar tomó una gota que se deslizaba y, después de unos segundos de duda, abrió la boca y chupó. Ante el nuevo tirón en su entrepierna, Jungkook apretó una almohada contra su regazo en un intento por calmar a su amigo.

—Aigoo, ¿a Jungkookie le gusta mucho la piña? —se burló Taehyung, pero solo obtuvo una mueca por parte del pelinegro.

—¿Qué tiene que ver la piña en esto?

—¿Hablas en serio?

¡Jungkook, mamá está al teléfono otra vez! ¡Quiere saber si tu amigo el guacamayo va quedarse a dormir!

Ambos chicos por poco sufren un infarto cuando la perilla giró bruscamente de un lado a otro. Para su fortuna, la puerta no cedió.

—Iré a quitarme tu descendencia de mi cara —farfulló mientras se levantaba y asentía hacia la puerta—. Ve y habla con ella.

Aún atontado, Jungkook preguntó:

—¿Vas a quedarte?

Taehyung alzó una ceja. ¿Estaba loco? Ya había hecho las veces de niñera por demasiado tiempo.

—Ya quisieras, idiota.




[♥]




El lunes en la mañana, todo el mundo estaba enterado del espectáculo de Jungkook con la que resultó siendo la prima de Taemin.

Los buses para el campamento estaban parqueados y a la espera de que los estudiantes subieran, mientras Seokjin trataba de hacer que todos esos críos revoltosos se formaran en filas para llamar a asistencia, todo eso por su cuenta porque el samaritano Yoongi se había negado a dejar la banca en la que estaba sentado solo porque no había terminado de comer sus papitas de pollo.

En medio del jaleo, era un secreto a voces que el intachable capitán del equipo de natación ya no era tan intachable. Taehyung, aparentemente desinteresado en lo que pasaba a su alrededor, miraba de reojo a la esquina junto a los matorrales donde Jungkook y Eunha hablaban con calma.

No, corrección. La única que estaba calmada era Eunha. Ella miraba con ojos tranquilos y atentos al chico que trataba de justificar lo ocurrido, en vano. Taehyung estaba orgulloso de Eunha; cualquiera otra chica, tal vez, se hubiera vuelto loca o algo así. Quién sabe. Ella ni siquiera estaba llorando, pero tampoco lucía feliz. Solo estaba claro que el galán de Jeon Jungkook no se iba a salir con la suya esta vez y no tendría su perdón solo por sonreír.

Taehyung adoraba los finales felices. En especial porque se encontraba indignado. ¿Realmente Jungkook podía ser tan...? Ugh. Vamos, él había tenido su... es decir, hicieron cosas el sábado. ¿De verdad seguía con el plan conquistar-a-Eunha o lo que sea? No pudo evitar hacer un mohín. Tal vez se estaba tomando demasiado a pecho lo que estaba pasando entre ellos, sin ganas de aceptar que estaba pasando algo. Obviamente allí no pasaba nada.

Con un suspiro, se obligó a relajarse mientras veía a Jihoon explicándole al profesor Min por qué debía dejar de comer y ponerse a hacer su trabajo como profesor. Taehyung esperaba que al menos esa salida, a la que prácticamente se había escapado sin permiso de su madre, fuera un respiro en su dramática vida. Pero tenía que ser honesto: aunque amaba el baloncesto y daría la vida por su equipo, no era feliz haciendo ejercicio extracurricular. Es decir, ya suficiente tenía con la cátedra de Educación Física.

El ambiente caldeado, obviando el tema de Jungkook —que era el chisme de ese día—, también era debido a los familiares nervios antes de la salida. Todos se preguntaban con qué compañeros iban a compartir la habitación y Taehyung solo esperaba que no fuera con el idiota que ahora hacía ojitos de cachorro arrepentido hacia Eunha. Pero el pelirrojo obviamente no les estaba prestando atención, claro que no.

—No me estás prestando atención —reclamó Hoseok con molestia, quien había estado cuestionándolo cerca de diez minutos acerca de todo lo que ocurrió después de la fiesta—. Tú no puedes hacerme esto. Yo soy tu mejor amigo. ¿Por qué eres así?

—Hoseok, pero si ya te dije que solo me sentí mareado y me fui a casa —rebatió el pelirrojo—. No contesté las llamadas porque tenía una severa resaca.

Resaca que llevaba el nombre de Jeon Jungkook, y de apellido, su sucia conciencia.

—Eres un mentiroso. ¡Tú no tomas! Te conozco —le acusó el castaño—. Momo me dijo que te vio salir con Jungkook y una chica.

—No es cierto, salí con Dobby... Digo... Aish, sí, Jungkook estaba muy borracho y lo acompañé a casa nada más. ¿Qué? —farfulló a la defensiva cuando el mayor le dio una mirada de sospecha—. ¿No puedo ayudar al prójimo? Es lo que dice la biblia, ¿no? Ayuda al prójimo y se duplicarán los panes o algo así.

Aunque no era del todo falso, lo cierto era que había ignorado todas las llamadas porque cuando despertó, ni siquiera se reconocía. Él de verdad había metido un... pene en su boca. Ya está, lo dijo. Y lo hizo por iniciativa propia. Santo cielo, ni siquiera él podía creerlo aún. Si alguien le hubiera dicho hacía una semana que eso pasaría, le habría tildado de loco. Y si alguien le hubiera dicho que su cara estaría entre las piernas de Jeon Jungkook, le habría hecho comer un balón de baloncesto y luego lo demandaría por difamación y daño al buen nombre. Su domingo fue una combinación de helado, crisis existenciales y por... digo, horas en el canal de la misa.

—¡Curso A! —llamó Yoongi, que ahora había recordado que era un profesor y debía cumplir con su trabajo—. ¡Llamaré lista para que puedan subir al bus, atentos!

—¿Y la chica? —insistió Hoseok.

—Era su hermanita. Es una pilla y es una larga historia —gruñó el menor entre dientes—. Luego fui a mi casa. No pasó nada. En serio.

—¡Jung Hoseok! —gritó Yoongi después de haber llamado a unos cuantos.

—Voy a creerte —dijo Hoseok con tranquilidad—. Pero cuando estés listo, puedes contarme la verdad.

Aquel ultimátum dejó un sabor amargo en su boca. Su mejor amigo le conocía demasiado bien, pero no era como si Taehyung se sintiera cómodo con todo lo que había pasado hasta el momento. A duras penas podía creerlo, ¿cómo iba a andar por ahí contándolo?

—¡Kim DaHyun! —continuó llamando su entrenador—. ¡Kim Jisoo!

—Taehyung —El mentado respingó cuando sintió un leve toque en su hombro y para su sorpresa se dio cuenta de que se trataba de Jungkook. No había rastro de Eunha y el chico en realidad lucía como un perro apaleado, pero uno al que Taehyung quisiera apalear también—. ¿Podemos hablar antes de que subas?

—¿Tenemos algo que hablar? —bufó el testarudo capitán de baloncesto, echando su cabello rojizo hacia atrás.

—Sí, idiota. Sobre... lo del sábado —farfulló el pelinegro en voz baja, asegurándose de que nadie los veía o escuchaba.

—Tranquilo, no le diré a nadie que tienes toallitas de bebé en tu baño.

—¿Toa...? Oh. ¡Son para la cara! —se apresuró aclarar Jungkook—. ¡Como sea! No me refiero a eso sino... a lo otro, ya sabes.

—No sé de qué me hablas.

—¡Lo otro! —Jungkook le golpeó en el hombro, ya fastidiado—. Mira, fue un error, ¿me entiendes?

La sonrisa que Taehyung tenía desapareció de golpe y sintió un horrible escalofrío sacudiéndolo, como si un balde de agua fría le hubiese caído encima. Su sangre hirvió en una décima de segundo. ¿Un error?

—Sí —rectificó Jungkook al ver su cara—. Supongo que tú piensas lo mismo, así que, ¿qué tal si lo olvidamos y hacemos como que eso no pasó?

Si alguna vez Taehyung sintió que su orgullo fue herido, sin duda fue en esos momentos. Su domingo entero frente al canal de la misa lo pasó pensando en lo que habían hecho, lo mal que estaba, lo morboso que era y lo mucho que quería volver a intentarlo... ¿Y ese imbécil lo había tachado de error y eliminó lo sucedido de la línea del tiempo?

—Bien —espetó Taehyung con voz borde—. Como sea. Ni siquiera tenías que decirme —bufó con arrogancia—. Realmente no fue tan importante. Fue asqueroso, de hecho. Fue tan horrible que no volvería a repetirlo ni aunque me pagaran —Cerró la boca abruptamente, notando que el volumen de su voz iba en aumento con cada palabra que decía mientras Jungkook le miraba algo sorprendido—. Como sea. Suerte.

Yoongi no tuvo que llamar el nombre de su capitán para que este subiera al bus. Parecía que el mundo temblaba con cada paso que Taehyung daba; o tal vez el único que temblaba de la rabia era él.

Jimin compartió una mirada con el entrenador Min. Casi parecía que la guerra acababa de comenzar. 



Fun fact: antes no sabía que en muchos países era SÚPER común utilizar las toallitas de bebé.

Fun fact 2: ya les había comentado la idea de hacer un live en ig este viernes o el siguiente. 8pm COL estaría bien?

Las amo, me aman, nos amamos. Sonrían 🤗❤️


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