08 - {II}
[♥] MARATÓN - PARTE UNO
—No puedo creer que tenga que estar aquí —murmuró Jimin sin muchos ánimos. Yoongi le dio unas palmaditas en el hombro.
—Tienes más experiencia en esto que nosotros cuatro juntos. —Seokjin estuvo de acuerdo y Jungkook también. Hablar con las directivas ya era un enorme problema. No solo se pasaban la pelota entre ellos para evitar resolver algo, sino que resultaba espeluznante plantarse frente a uno de ellos.
Y, sin embargo, allí estaba Taehyung. Jungkook no podía dejar de mirarlo. Él podía, bueno, ¿esforzarse un poco? Quitar su cara apática y desinteresada antes de que llegara el director, o tal vez ellos no avanzarían nada.
Jimin giró en su asiento para observarlos a todos.
—Voy a necesitar que controles lo que sale de tu boca —le advirtió al entrenador Min y Jungkook respingó por la confianza con la que le hablaba—. Y usted, entrenador Kim, es la persona en la que más confío. Jungkook, no digas nada si no te preguntan. Y tú... —Por último, él miró a Taehyung—. Maldición, siéntate bien y no digas nada.
Ambos compartieron una mirada de desconfianza y el asunto murió allí. Poco después, el director, el jefe de finanzas, la coordinadora administrativa —y otras dos personas que seguramente eran igual de importantes a los ya mencionados— ingresaron al salón. Todos tan petulantes y ostentosos que Jungkook sintió la necesidad de enderezarse en su silla como un soldado.
—Hemos fijado un presupuesto para el sustento de los equipos la primera mitad del año. Es lo máximo que podemos destinar —dijo el director después de los saludos y las presentaciones. El entrenador Kim tomó la hoja que el jefe de fianzas le extendió, pero su cara después de leerla no fue de alivio o algo así.
—Esto apenas alcanza para los viáticos, y tal vez no supla ambos equipos.
—Estamos atravesando algunas dificultades, entrenador —habló la coordinadora administrativa con voz suave y persuasiva—. Esto tiene que ser un trabajo de ambas partes. ¿Cuáles son las propuestas de los equipos?
Con esa pregunta, Jungkook se encogió en su sitio y se sintió verdaderamente mal. ¿Propuestas? Bueno, no las tenía. Había estado demasiado ocupado siendo un estúpido respondiendo a todos los ataques de Taehyung. Aún no se había tomado la molestia de reunir al equipo y hacer una lluvia de ideas. Buscó la mirada de Taehyung para pasarle un poco de culpabilidad, pero el chico, a pesar de estar en esa habitación, realmente no parecía presente.
—Bueno —Jimin intervino, salvando el pellejo de todos allí—. He impreso las propuestas y ambos equipos han aceptado —Lo cual era falso, pero ellos lo harían ahora mismo—. Si pudieran revisarlas y darnos el visto bueno... —De una carpeta, sacó una impoluta hoja blanca y la tendió hacia la coordinadora. Ella prometió revisarla cuanto antes y, para sorpresa de todos, Taehyung bufó ante tal declaración.
—En primera instancia, debo aclarar que nada de esto es nuestra culpa —empezó Taehyung. Se enderezó en su sitio y se inclinó hacia el frente, sonriendo como un angelito, pero Jungkook sintió que lo que saldría de su boca no sería amable—. Y aun así, ¿somos nosotros quienes deben resolverlo?
—Taehyung —empezó Jimin. Llevaba tres años junto a él y aunque era poco participativo, cuando hablaba era una granada sin seguro.
—No. El equipo de fútbol obtuvo nuevos uniformes para este año —señaló el pelirrojo—. ¿Y uno de nosotros al parecer ni siquiera podrá contratar buses para el desplazamiento? Esto es injusto. En lugar de hablar de disolver los equipos, ¿por qué no empiezan también a repartir el presupuesto entre todos los clubes deportivos? Solo nosotros debemos recaudar dinero, ¿pero los demás equipos qué? No quiero señalar culpables, pero sospecho un poco de las finanzas de la escuela. Poco equitativas si me permite especificar.
Jungkook lo miró con miedo y sorpresa. Esa era una faceta que no conocía de él. Su cara era seria, pero sus ojos chispeaban. Ni siquiera le temblaba la voz. Él habría balbuceado un poco, habría dado mil vueltas antes de llegar asunto, tal vez. Esa imagen feroz seguro era lo que muchos consideraban atractivo en él.
—Joven Kim —dijo el director con cierto reproche en su voz.
Yoongi apretó sus labios. Ni siquiera podía decir que su capitán estaba equivocado. Acababan de decir que atravesaban problemas, pero seguro los salarios de esas personas frente a ellos no habían sido rebajados ni por un centavo.
—¿Sí?
—Como mencioné antes, uno de nuestros principales benefactores retiró su apoyo. Ha sido una sorpresa y sí, nos desestabilizó. Si pudiéramos arreglar esto chasqueando los dedos, ya lo habríamos hecho —suspiró el director Tsung.
Taehyung se tragó su réplica. Aun así no los veía muy afanados por regresar todo a la normalidad.
—Solo están tomando el camino fácil y es desaparecer los equipos —contestó el entrenador Min por él, y Taehyung sintió tanta admiración por el hombre como cuando entró por primera vez al coliseo—. Por favor, háganos saber cuando hayan revisado las propuestas. Haremos lo que esté en nuestras manos.
Sin más que añadir, Yoongi fue el primero en salir y Taehyung le siguió luego de despedirse educadamente. Y, sin ganas de quedarse a ver las caras de las directivas, Jimin se apuró a hacerlo también, haciendo señas desesperadas hacia los nadadores.
—Ustedes dos —siseó Seokjin una vez que todos estaban afuera, sintiendo que esa sensación en sus sienes era un dolor de cabeza aproximándose—. ¿No podían ser más...?
—Solo dije la verdad —murmuró Taehyung alzándose de hombros. A pesar de verse tan irreverente e irrespetuoso, Jungkook vio un poco de tristeza colándose en sus ojos, un rápido destello que desapareció al instante. Él solo estaba... a la defensiva.
[♥]
—No tenías que venir...
Aunque había dicho que no participaría en esa obra, allí estaba. Taehyung se sentía en deuda con Jisoo desde el asunto en los vestuarios. Tal vez, si no hubiera sido por ella, todavía estaría en ese lugar, esperando un alma samaritana que consiguiera una toalla o ropa para él.
Pero no esperaba que Jisoo le dijera tal cosa.
—¿En serio? —replicó incrédulo—. ¿Ya no quieres que esté en tu obra?
—Claro que quiero —admitió Jisoo con incomodidad—. Yo solo quería tener a los dos chicos más populares de la escuela en la obra y así la gente iba a, no sé... interesarse —Su cara decayó un poco, pero se obligó a sonreír—. Pero no lo hagas si te sientes obligado. No importa. Le daré el papel a Youngjae.
—¿Puedo irme? —Taehyung no escuchó ni la mitad de lo que le dijo; casi no podía esconder su enorme sonrisa aliviada—. ¿De verdad? ¿Puedo irme? ¿No tengo que actuar?
—Por supuesto que no tienes que actuar. Seguro lo harías pésimo —respondió alguien más por Jisoo—. Mejor vete, Kim. Ya que no eres capaz, nuevamente queda demostrado que yo soy el mejor.
Jungkook empujó su hombro al pasar al interior del salón y le miró de reojo mientras sonreía. Taehyung sabía por su expresión de superioridad y ese tonito arrogante que estaba burlándose de él, y aquello empezaba a molestarle de sobremanera.
—Lo haría mejor que tú —espetó fastidiado. Su vena competitiva salía a la luz y que fuera ese chico quien lo estuviera retando, sin duda funcionaba—. Agradece que no vaya a actuar.
—Sí, gracias a Dios, arruinarías la obra con tu horrible cara —terció Jungkook.
¿Horrible cara? Taehyung bufó indignado mientras sacudía su cabello y lo arreglaba hacia atrás. Él no era el que parecía un conejo cuando sonreía.
—Basta —intervino Jisoo, viendo una discusión aproximándose—. Ya te dije. Puedes irte. Gracias por todo.
Taehyung dio la vuelta hacia el pasillo, dispuesto a irse a casa, y se detuvo al ver que el profesor Namjoon se acercaba codo a codo con el director. Tsung, con sus rechonchas mejillas y espesas cejas, parecía interesado en lo que el apuesto profesor de Literatura decía. Mantenían una animada conversación entre los dos y estaban tan concentrados que ni siquiera lo notaron.
—Excelente, profesor Kim —dijo el director con jovialidad—. Tuvimos una reunión esta mañana, ¿sabe? Bastante tensa. Si Jeon accedió a ser parte de la obra significa que está muy comprometido con su equipo; qué buen muchacho. El dinero recaudado ese día podríamos utilizarlo para el equipo de natación entonces. ¡Su idea es buenísima!
¿Dinero?
Taehyung no necesitó que el hombre hablara otra vez. De repente, él estaba corriendo de vuelta al salón como si su vida dependiera de ello. Todos allí dentro le observaron como si tuviera una segunda cabeza cuando le arrebató el libreto a Jisoo de las manos y dijo:
—Cambié de opinión. Participaré en la obra. ¿Cuál es mi papel?
Jisoo, aturdida pero feliz, tomó su propia copia del libreto.
—Entonces serás Han Sung —anunció sonriente—. Un inofensivo chico que debe ceder a las exigencias de su abuelo para tener la herencia. Serás el amor prohibido de Kim Yeo-wool.
—Aguarda —Jungkook se levantó con afán del puesto—. Dijiste que yo sería Kim Yeo-wool.
Taehyung bajó el libreto con una expresión mortificada.
—Tienes que estar jodiéndome...
Justo en ese momento, profesor y director ingresaron al salón. Los ojos del señor Tsung se iluminaron con sorpresa cuando vio al pelirrojo entre los estudiantes, como si aquello fuese algo digno de pedir un deseo, y le dio una sonrisa satisfecha a Namjoon.
—Porfesor Kim, ¡no me dijo que Taehyung también estaría en la obra! —exclamó—. Sin duda son excelentes capitanes. Espero que den lo mejor de sí, muchachos.
[♥] MARATÓN - PARTE DOS
—¡No puede ser!
Jungkook levantó la vista con cierta sorpresa al escuchar el dramático grito de Mingyu. El chico, con su bandeja de comida en una mano, le manoseó la cara y lo toqueteó con la otra, hasta que el capitán le apartó con fastidio, pero sobre todo confundido.
—¿Realmente eres Jungkook? —preguntó su amigo—. Es que, como pasas tanto tiempo con Eunha, ni te reconozco.
Los demás se codearon y se carcajearon en voz baja mientras Jungkook rodaba los ojos. Aunque tenía que darles la razón; tampoco podía recordar la última vez que compartió el almuerzo con ellos.
—Tuve que enterarme por Jisoo que actuarás en la obra —se quejó Mingyu tomando asiento frente a él—. Bueno, en realidad hablaba de lo feliz que estaba por tener a Kim Taehyung y a Jeon Jungkook en la obra.
El pelinegro se metió un gran pedazo de sándwich a la boca cuando Yugyeom preguntó por su papel. Las cosas habían tomado un rumbo inesperado y ahora... era el amor prohibido del trágico personaje de Taehyung o algo así. Decirlo en voz alta era cavar su propia tumba, al menos hasta que ellos encontraran otro tema para burlarse.
—Muy bien, yo no lo entiendo —declaró Jaehyun con molestia—. Quiero decir, Jungkook, ¿crees que Taehyung es atractivo?
El capitán se atoró con la comida en su boca y terminó por escupirlo todo en una afanada tos. Sin embargo, su amigo no esperó su respuesta y en cambio señaló a Yugyeom con su tenedor:
—¿O tú? —le preguntó—. ¿O tú, Mingyu?
—No realmente —respondió Jungkook, aunque Jaehyun no estaba esperando que le contestase. Él solo se sintió en la necesidad de aclararlo.
—Exacto —expresó Jaehyun con un resoplido—. Ese chico no tiene nada de especial. Entonces, ¿alguien podría explicarme por qué parece que todas las chicas tenían, tienen o tendrán un flechazo con él?
¿Por qué? Jungkook formuló la pregunta para sí mismo y miró a la mesa del equipo de baloncesto. Por supuesto, su capitán estaba con ellos, escuchando alguna historia que Jackson contaba. Bueno, él tampoco sabía por qué. Salvo, quizá... el color apiñado de su piel. Sí, eso podía ser. O tal vez aquella mirada salvaje y ese porte de no-me-importa-nada. Si era una fachada, a esas alturas, Jungkook no podía saberlo.
—Amigo, se roba todas mis conquistas —Jaehyun seguía quejándose—. Es la razón por la que no tengo novia.
—Creo que eso es menos culpa de él y más culpa tuya —Yugyeom lo codeó—. Pero no te preocupes. Tal vez eres como el ñoño de Jungkook con su ridículo cuento de esperar a la indicada.
—No hables como si no estuviera escuchándote —siseó Jungkook, sintiendo las orejas un poco rojas. La indicada.
—Lo siento, es que no puedo entender eso —El castaño se alzó de hombros—. ¿Y qué si la que crees que es la indicada un día notas que no lo es? Será una decepción. ¿Esperarás a otra indicada?
—Eh, sí.
—Bueno, yo prefiero solo... vivir. Sin esperar nada de nadie.
—Brillante elección de palabras para alguien que no tiene ni un predicador que toque a su puerta. No te cae ni una llovizna.
La conversación fue interrumpida por la voz a sus espaldas. Luego, Taehyung apoyó su mano en la mesa, junto a Jungkook, y por primera vez el pelinegro se quedó sin una réplica. Por suerte para él, su amigo saltó a ataque.
—Cero y van dos, Kim. Comienzas a caerme mal. —Lo señaló con su cuchillo de plástico y el pelirrojo rodó los ojos. ¿Por qué tenía que hacer de mandadero?
—Jeon. Jisoo quiere que vayamos con Jennie después de clase para las medidas —le informó en una voz plana—. Salón 2-C.
—¿Uh? Bueno... eh, gracias.
—Ni siquiera un saludo o un de nada —resopló Jaehyun cuando Taehyung estaba de regreso en su mesa—. En serio, qué tipo tan sangrón.
Sangrón o no, el chico se presentó al salón cuando todos habían dejado la escuela y los clubes comenzaban sus actividades. Allí estaba Jennie, en compañía de alguna chica de primer año. Su padre extranjero por lo que había escuchado, y su nombre era Nancy o algo así.
—Lo siento, sé que tienen práctica, pero si nos apuramos tal vez puedan llegar —dijo Jennie levantando su cinta métrica como una bandera—. ¡Andando! ¡Fuera ropa!
—He escuchado proposiciones más elegantes —acotó Taehyung como un comentario al aire. Jennie entrecerró los ojos y lo acusó con su dedo índice.
—Aún no olvido tu payasada. Tienen cinco minutos.
Cuando la puerta se cerró, el pelirrojo volvió a bufar. Eso ni siquiera había sido su culpa y de alguna manera era el único que se había ganado la ira de esas chicas. De hecho, el verdadero culpable era...
—¿Qué? —Él miró a Jungkook; sin embargo, encontró al pelinegro mirándole devuelta—. ¿Por qué me miras así?
—El comentario que hiciste. Fue innecesario —respondió Jungkook castamente. Se quitó la mochila y la dejó en una silla; sobre ella tiró su chaqueta también.
—Oh, ya veo, entonces lo que decía Yugyeom era cierto. De verdad estás en esa fantasía de... la indicada —dijo Taehyung, o se mofó. Su inexistente corbata no fue estorbo para desabotonar los primeros botones de su camisa. Los músculos de su espalda se tensaron suavemente mientras la pieza de ropa hacía su camino fuera. No es como si Jungkook estuviera viendo o algo así.
—Sí —Y estúpidamente, preguntó—: ¿Tú no? —El pelirrojo le miró de reojo, sonriendo casi con lástima—. ¡Digo! ¿Qué tiene de malo? —preguntó a la defensiva. Torpemente, sacó la corbata por encima de su cabeza y la dejó con sus cosas también. Estaba lidiando con los botones de su camisa cuando Taehyung respondió.
—Cursi, pero lindo —musitó. Él desabrochó la hebilla de su cinturón y vaya, qué interesante, era de una marca muy cara—. Encontrar a alguien que te haga pensar que ese es el único lugar correcto en el mundo. Aunque... ¿no sería un poco obsesivo?
Jungkook se demoró en responder y, cuando volvió en sí, Taehyung seguía mirándole.
—Si es la indicada, no debería tratarse de una obsesión.
—Ridículo —dijo el pelirrojo bajo su aliento. Si aquella conversación tenía algún chance de volverse algo profundo, murió allí.
—No todos van a pensar como tú, Kim —El pelinegro rodó los ojos. Casi había olvidado con quién estaba hablando.
—Deja de mirarme.
—¿Quién dijo que estaba mirándote?
—Lo estás —gruñó Taehyung.
—Tú también me estás mirando.
—Es distinto.
El pelirrojo resopló con fastidio y sintió su cuerpo semidesnudo estremeciéndose con el frío. Estar en esas condiciones con Jungkook a un paso de distancia era sumamente incómodo, y ni hablar de cómo se sentían las pequeñas manos de aquella chica viajando por todo su torso. La cinta métrica le hacía cosquillas.
—Ochenta y cuatro centímetros de abdomen —anunció la chica de primero antes de que Jennie anotara la cifra en una libreta.
—¿Seguro que haces ejercicio? —se burló Jungkook—. Deberías dejar un poco los postres, Kim. ¿Eso que veo es una panza de bebé?
Taehyung le miró con fastidio, pero no respondió.
—Por favor, abre las piernas, Taehyung-ssi... —pidió Nancy bajando la cinta métrica hasta sus caderas.
—Woah, woah, eso allí abajo es zona preferencial. Cuidado ahí, linda, ¡cuidado!
—Eres un cerdo —se quejó el pelinegro con un mohín, negando con la cabeza.
—Tengo que avisarle antes de que toque algo.
—¡No es lo que hacía! —La chica de primero se echó para atrás, enderezándose con rapidez mientras su rostro se ponía rojo por la vergüenza.
Viendo su paciencia colmada, Jennie se levantó con un suspiro y se posicionó frente a ella como si pudiera salvarla de aquellos dos lobos sin camisa ni pantalones que ahora la miraban algo asustados.
—Terminen ustedes con esto —decidió con el ceño fruncido antes de arrebatarle la cinta métrica a la chica y tirársela a Jungkook, que a penas y logró atraparla—. Idiotas inmaduros. Vamos, Nancy. ¡Tienen diez minutos para terminar o los golpearé! —les amenazó con un dedo acusador señalándolos.
Jungkook respingó cuando la puerta se cerró con un estrépito. Ya suficiente tenía con que quisieran tomarle las medidas para terminar su disfraz, ¿ahora también tenía hacerlo por su cuenta?
—Felicitaciones, Kim —gruñó dándose la vuelta—. Siempre tienes que complicar todo.
—Eres un llorón. Dame eso —Taehyung le arrebató la cinta métrica y asintió en dirección al cuaderno que Jennie sostenía hacía solo unos segundos—. Yo tomaré mis medidas y tú las tuyas. No es tan difícil.
Era una idea coherente y tuvo sentido hasta que Taehyung trató infructuosamente de medir su propio bíceps. Mantener su brazo arriba mientras intentaba sostener con sus dedos la cinta alrededor de su músculo se convirtió en una tarea imposible y ya se había dado por vencido cuando Jungkook le arrebató la cinta chasqueando la lengua.
—Tu retraso no tiene límites, ¿no es así? —profirió mientras negaba—. Levanta. Te mediré y tú a mí. Luego haremos como que esto no pasó.
El pelirrojo estuvo de acuerdo.
Las manos de Jungkook le hicieron cosquillas en sus brazos. Sus dedos eran suaves y ágiles mientras maniobraba con la cinta, como si estuviera lidiando con algo muy delicado. Taehyung sintió su cuerpo relajándose para entregarse a aquella plena sensación de paz y armonía y no dijo nada cuando notó la manera en la que su piel reaccionaba al cálido tacto del pelinegro. No debería sentirse bien aquello; no debería sentirse bien que Jeon lo tocara.
—Los muslos —musitó Jungkook—. Abre las piernas.
La respiración del pelinegro chocando contra sus crispados nervios hizo que sus piernas temblaran como gelatina. Si Jungkook lo notó, no dijo nada al respecto.
Fue entonces el turno de Taehyung para tomar la cinta métrica. Era como un respiro después de tanta tensión y lo peor era que no sabía si había sido el único. Frustrante.
—Me cambiaré primero —avisó. Torpemente —porque sus manos temblaban—, se colocó su camisa y el pantalón del uniforme en un intento por regresar todo en su cuerpo a la normalidad.
Cuando volvió a Jungkook, este no le miraba: sus ojos estaban fijos en la puerta y se le veía incómodo; incluso su pie repiqueteaba contra el suelo en un sonidito compulsivo y fastidioso.
—¿Puedes dejar de mirarme? —farfulló—. Sé que no lo parece, pero me encuentro bastante avergonzado estando semidesnudo frente a ti.
—No deberías —respondió Taehyung saliendo de su ensoñación—. Es decir, en natación siempre están... Bueno, así. Tu cuerpo parece de revista. Podrías ser un modelo.
Ni siquiera él podía pelear contra eso; sencillamente, las proporciones de Jungkook eran como las de una escultura. Exactas. No era debilucho, y tampoco lucía músculos exagerados. Todo parecía milimétricamente puesto en su lugar... Además, ¿era su imaginación o ese chico tenía un eight-pack? Aquello era un insulto a los mortales.
Rodeó al pelinegro con la cinta, pasándola por encima de su cabeza para medir sus hombros. Estando así de cerca, Taehyung podía sentir su respiración tranquila abanicando su cara. Le hacía cosquillas.
—Ciento dos de hombros —murmuró. Sus manos deslizaron la cinta hasta la pálida cintura del chico luego de que Jungkook anotara el dato—. Ochenta y tres de cintura... Tienes una cintura de niña.
—Cállate.
Taehyung bajó un poco más la cinta, rodeando sus caderas y su trasero. La pálida piel del menor se erizaba a su paso, como si sus vellos fueran pequeños imanes buscándolo a él. Podía sentir la tensión en el cuerpo de Jungkook, lo incómodo que estaba.
—Noventa y cinco en caderas —silbó para aligerar el ambiente—. ¿Conoces la palabra trasero? Es que no tienes.
Se arrodilló frente a Jungkook y cuando alzó su vista hacia los oscuros ojos del chico que ahora lo miraba con la respiración atascada, solo entonces notó que estaban más allá de la incomodidad. Aquello era terriblemente inquietante y... gay.
Tragó fuerte mientras luchaba para no prestarle mucha atención a lo que había entre sus piernas, al tiempo que trataba de lucir como si estar a quince centímetros del paquete de Jungkook no era extraño y, otra vez, incómodo. Era incómodo si eso se veía cada segundo un poco más grande.
—Siguen los muslos —dijo Taehyung, como si necesitara aclarar por qué estaba arrodillado. Solo eran unas malditas mediciones; no tenía que sentirse tan inquieto, mierda.
—Muslos —repitió Jungkook y su voz sonó un poco más ronca. Carraspeó.
—Son... —empezó, mirando a los números en la cinta que había enrollado en su pierna derecha—. Setenta y dos centímetros.
—Revisa bien. De ese tamaño podría lastimar a alguien.
Taehyung tardó un momento en comprender a lo que se refería. Ciertamente, no pensó que ese chico pudiera tener sentido del humor en una situación así.
—¿Y yo soy el cerdo? —murmuró acompañado de una risa nasal. Mientras quitaba la cinta, sus nudillos rozaron cosas que sin duda no debía tocar.
El mundo se detuvo en el momento que oyó un jadeo. No... Un gemido.
—Lo siento —se apresuró a decir el pelinegro con la cara roja de la vergüenza. Se tapó la boca y dio un paso hacia atrás, contrariado por la reacción de su cuerpo ante tal estímulo—. J-Juro que es la primera vez que me pasa... c-con un chico. Demonios...
Su espalda chocó contra uno de los pupitres y tuvo ganas de echarse a morir allí mismo. No había sido su culpa. Dios Santo, él estaba bien hasta que ese idiota se había arrodillado al frente suyo. No tenía que haberlo malpensado y aun así no pudo apartar la vista de esos extraños labios rosados con forma de corazón... Mierda.
—L-Lo siento, de verdad lo siento...
—Para —espetó Taehyung, que ya se había levantado. Tenía la mano enredada en sus cabellos, como si acabaran de hacer el peor de los desastres. Su expresión era la de alguien que está pensando dónde esconder un cadáver. No lo miraba. De hecho, no podía mirar a la erección que hacía de sus bóxeres una gran carpa—. Para. Pareces un niño. Es una erección. ¿Jamás la has visto, idiota? Es algo normal...
—¡No es normal que la cause un chico! —siseó el capitán del equipo de natación—. La próxima vez, trata de no manosear mi pene, ¿quieres?
El pelirrojo miró el problema en cuestión con las mejillas rojas. Aquella ropa interior azul parecía presionar de forma dolorosa el punto noble del chico. Sin quererlo, partes que creía dormidas en su cuerpo empezaban a cobrar vida propia y agradecía haberse puesto su uniforme solo unos minutos antes.
—Lo siento —repitió Jungkook—. Olvida esto. Me cambiaré. Solo espera. Yo...
Se giró y la mano de Taehyung se cerró en su brazo. Él tenía su labio entre los dientes y ambos estaban tan estúpidamente sonrojados que era lastimoso.
—¿No sientes curiosidad? —preguntó el pelirrojo en voz baja y trémula—. Dios, no soy ciego. Estabas... Tú estabas mirándome, mientras me desvestía. ¿No sientes ni un poco de curiosidad?
Jungkook jadeó mirando hacia su pequeño problema y solo pensaba en lo mucho que quería solucionarlo. Y sí, un ápice de curiosidad se instaló dentro de su estómago mientras imaginaba qué se sentiría. Miró a los ojos del pelirrojo y vio la misma duda que tenía él. Plantearse en su cabeza las posibles respuestas a su pregunta solo lo hicieron calentar un poco más.
—Mierda —Él lamió sus labios, nervioso—. No me gustan los chicos.
Ahora Taehyung estaba mucho más cerca y no parecía querer retirar sus palabras, pero Jungkook esperaba que lo hiciera porque sabía que iban a arrepentirse de eso después.
—A mí tampoco. Solo... promete que lo que pase en este salón solo lo sabremos nosotros dos —musitó acercándose a él mientras su rebelde lengua relamía el labio inferior—. Bájalo.
Jungkook se aferró con las manos al pupitre en donde estaba sentado cuando los cálidos dedos del pelirrojo engancharon el elástico de su ropa interior.
Cuando su erección golpeó contra su abdomen, ambos se dieron cuenta de que no había marcha atrás. Jungkook estaba un poco demasiado muy excitado y quizá el chico frente a él también. Taehyung recordó a Sun Li, lo bien que se siente correrse dentro de una chica, cuando le dijo a Jimin que nunca besaría a un hombre y demonios, le dijo adiós a su heterosexualidad.
—Podemos volver a ser heterosexuales cuando salgamos de aquí.
Su mano temblaba cuando la cerró alrededor de la base de aquella erección. Se sentía caliente y parecía crecer bajo su agarre; el glande empezaba a tomar un color rojizo. Lo peor de todo es que era más grande de lo que se veía detrás del traje de baño. Taehyung mordió su labio. No podía ser tan difícil, ¿verdad? Es decir, él también tenía uno de esos.
—Oh, mierda —Jungkook jadeó cuando el pelirrojo empezó a mover su mano. Se sentía... se sentía... no sabía cómo se sentía, pero le gustaba aunque aquello fuera algo bizarro.
De hecho, lo indecente de la situación solo provocaba que se sintiera mejor. Su respiración iba acelerándose a medida que lo hacía la mano de Taehyung y no hubo pensamiento racional que le impidiera gemir en voz baja, una y otra vez, mientras sentía su miembro siendo bombeado de arriba abajo con tanta lentitud que se volvía tortuoso.
—Cierra la boca o van a escucharte —siseó el pelirrojo. Su mano ahora giraba, encontrándose con las inquietas caderas de Jungkook. Casi sin ser consciente él las movía en un intento desesperado por aumentar su placer. Las venas de sus manos se marcaban por la fuerza con la que se aferraba al puesto.
—Ah, joder-estoy... siento que... voy a... —Cerró los ojos con un sonido gutural y echó su cabeza hacia atrás. Taehyung sintió el líquido preseminal humedeciendo su mano y comprendió lo que Jungkook, en el desastre de gemidos y jadeos, logró decir.
—Mírame —ordenó Taehyung. El pelinegro soltó un quejido de decepción cuando su mano se detuvo. Le miró con angustia, confundido.
—¿Qué?
—No cierres los ojos. Mírame —repitió con voz demandante, moviendo su mano más rápido—. No quiero que después me salgas con la mierda de que estabas pensando en Eunha. Mírame y córrete.
Su pulgar presionó el hinchado glande de Jungkook, haciendo círculos en la punta y alrededor. Como si se tratase de un botón, el cuerpo del otro capitán se tensó bruscamente antes de liberar largas tiras de semen que mancharon la mano de Taehyung. Se sentían cálidas y espesas, algo viscosas mientras veía salir el resto de aquella sustancia blanquecina.
Los oscuros ojos del pelinegro, desenfocados, le observaban entre la bruma del placer, jadeando, incapaz de controlar los temblores de su cuerpo e incapaz de creer lo que había pasado. Él de verdad se había corrido a manos de Taehyung.
—Mierda —maldijo. Un siseo abandonó sus labios cuando el pelirrojo se alejó de él—. La jodimos.
—Un poco, sí.
Taehyung se limpió la mano con una hoja que arrancó de la libreta, casi esperando a que Jeon pronunciara las sacrílegas palabras, que dijera que aquello había sido un error.
—Si tú no dices nada, yo tampoco lo haré —murmuró Jungkook.
—Hecho.
Cuando Jennie abrió la puerta unos minutos más tarde y solo los encontró discutiendo acerca de los kilos de más que tenían encima, parecía que todo había vuelto a la normalidad.
Me divierto leyendo sus comentarios, las amo. Sonrían 🤗❤️
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