04
—Jungkook, necesitaré que recojas a Daejin en la escuela hoy —avisó su madre apresuradamente mientras buscaba algo alrededor de la sala.
—Ugh. ¿Por qué? —rezongó la pelinegra con un mohín—. ¡Puedo regresar sola!
—Es viernes. La gente pierde la cabeza —explicó Kyung-shim con las manos en la cadera—. Jungkook —volvió a llamar, sacando al chico del trance en el que estaba. De repente solo tenía ojos para su celular y ni siquiera podía alejarse de este mientras tenía su desayuno. Daejin le había robado dos fresas ya, pero el chico no se había dado por enterado.
—¿Sí? —preguntó él con un respingo.
—¿Puedes ir por Daejin, verdad? Estaré ocupada en el centro y con los proveedores. Mañana estaré en el la casa del vendedor para arreglar todo. De hecho, ¿te importaría cuidar a Daejin mañana? —Ella siguió hablando, demasiado ocupada viendo en algunas revistas como para mirarlos—. Dejaré dinero para que puedan comprar pizza.
—Mañana iré con Eunha al centro comercial —protestó Jungkook con la voz mortificada. ¡Cuidar a su hermana! ¡Como si fuera una bebé!
—Oh, perfecto. Puedes llevarla contigo. Daejin, apúrate. Te llevaré a la escuela ahora.
¡Es una cita!, quiso añadir el chico. Pero lo cierto fue que las palabras no abandonaron su garganta. Daejin se levantó de la mesa y limpió las moronas de su uniforme antes de correr escaleras arriba; entre tanto, Kyung-shim buscaba las llaves del auto y el bolso en su hombro y una pila de revistas en su mano. Jungkook solo dejó salir un suspiro de aburrimiento. Mejor se apuraba también, si es que no quería llegar tarde.
[♥]
Jimin cruzó sus brazos con una expresión escéptica.
—¿Cómo harás eso? —preguntó genuinamente curioso. Convencer a Kim Taehyung de actuar en la obra. Nada más utópico que eso. El chico nunca fue partícipe de ningún evento escolar en toda su vida escolar. Esa chica era muy optimista si creía que una obra de teatro llamaría la atención del capitán, o le faltaba un tornillo. O ambas.
—Me ayudarás —resolvió Jisoo con una sonrisa serena—. Aún me debes una.
—Eso es lo más ridículo que has dicho —rebatió Jimin lanzando las manos al cielo—. ¿Cómo haré eso?
Ambos caminaban codo a codo por los pasillos, rumbo al salón del consejo. Pronto sonaría el timbre para la primera hora y Jisoo tenía todas sus prioridades en desorden. Caso contrario no estaría más preocupada por atraer a Taehyung a su telaraña que por la clase de matemáticas.
—Podría intentarlo, ya sabes, pero fracasaría en el intento. Lo conozco, me conoce —Ella hizo un ademán—. Será un rotundo no. ¿Qué tal si haces las paces con él por ayudar a su archienemigo? Puedes invitarlo al centro comercial como ofrenda de paz.
—Quiero aclarar que su archienemigo olvidó mencionar algunos detalles —recalcó Jimin rodando sus ojos. El mencionado apareció en su campo de visión justo después. Estaba recostado junto a los casilleros mientras Eunha sacaba sus libros y hablaban entre sonrisas y susurros. Jisoo codeó a su compañero de consejo.
—¿Lo ves? Hacer que ambos actúen como trágicos amantes en la obra sería una excelente forma de hacerlos pagar.
—A este paso los trágicos amantes serán ellos dos —murmuró Jimin por lo bajo—. Son como un drama. Un millar de capítulos y apenas se han tomado la mano en el penúltimo.
—Hey —Jisoo volvió a codearlo—. Taehyung a las doce. Está con Hoseok. Este es tu momento.
Jimin sabía a lo que se refería la pelinegra. Hoseok era extrovertido y le encantaba participar en las actividades escolares con el grupo de baile. Seguro que podría convencer a Taehyung o haría que el chico aceptara después de una explosión de alegría y buenas vibras. Aun así, el rubio no tenía mucha fe al respecto.
—Kim, tu corbata. Debe ir en el cuello de la camisa —le reprochó Jimin cuando estuvo frente a él. El pelirrojo suspiró y la sacó del bolsillo de su pantalón, apenas pasándola por encima de su cabeza. Desastroso. ¿Cuándo seguiría el código de vestimenta?
—Qué hay —Hoseok golpeó su brazo a modo de saludo—. ¿Pasó algo con el espacio del grupo de baile en el festival?
—No, todo en orden. Solo quería... —Ahora, ¿invitaría a Taehyung frente a las narices de Hoseok? Eso sería grosero—. No sé. ¿Les gustaría ir al centro comercial mañana?
—Suena genial —respondió Jung, alzándose de hombros. El pelirrojo, en cambio, frunció el ceño de inmediato y el recelo tiñó sus facciones—. Pero en realidad no podría. Castigado, gracias a mi hermana. Ve tú. —Él golpeó la espalda de Taehyung bruscamente y el chico le miró como si estuviera loco.
—¿Por qué querría ir con él? —replicó ofendido—. ¿Quieres que te recuerde lo que hizo?
—Vamos, quiero hacer las paces. Mañana. Yo gasto la comida.
—¿No es otro truco de Jeon? —preguntó Taehyung después de unos segundos de silencio. En realidad no sonaba como una mala idea. Con Hoseok ausente, sus fines de semana se convertirían en tareas y aburrimiento.
—No trucos. Solo yo y mi buena voluntad —respondió Jimin. Era una verdad a medias, de todas formas.
—Bien —resolvió decir el pelirrojo después de alzarse de hombros.
[♥]
Llegada la tarde, los amigos que tenían planes para la tarde del viernes tomaron su rumbo y Jungkook, que claramente no pertenecía a ese grupo de estudiantes, llegó a las amplias puertas de la escuela de su hermana.
Era una escuela para mujeres y siempre había sido así después de que Daejin dejara el jardín. Fue una sugerencia de alguna vecina y ella se había acoplado bastante rápido al ambiente.
Llegaba un poco tarde. Su hermana estaba junto a otra chica a quien conocía como la única persona que podía aguantar a ese pequeño engendro: una de sus mejores amigas. Lo que significaba que solo era otro demonio disfrazado de niña, así que Jungkook no quería lidiar con ella.
—¡Daejin! Vamos —El pelinegro cabeceó, manteniendo la distancia. De nada sirvió, pues ambas corrieron para encontrarse con él.
—¿Qué? —replicó Daejin al ver la cara de su hermano—. ¡Sana y yo siempre caminamos juntas a casa!
Bueno, qué más daba. Jungkook solo deseaba llegar a casa y descansar un poco. Cabeceó de nuevo y ambas chicas caminaron frente a él. Hablaban tan animadamente que Jungkook no tuvo tiempo o espacio para preguntar por su día o algo así, y tampoco iba a quejarse.
—¡Mi turno! —exclamó Sana—. Primera pista: ¡juega un deporte!
—¡Hinata! —respondió Daejin sin pensar nada. Su amiga negó mientras reía y Jungkook frunció el ceño, preguntándose de qué iba el juego.
—Segunda pista: es alto.
—Entonces no es Hinata.
—¡Tercera pista! —Sana hizo el sonido improvisado de tambores con su boca y Daejin la codeó, apurándola—. Su cabello es rojo y tiene una sonrisa... diría peculiar.
Huh. Jungkook soltó una casta risa para sí mismo. ¿Pelirrojo de sonrisa peculiar? Él conocía a alguien así. De hecho, era una sonrisa desconcertante; era cuadrada, amplia, tan grande que lo hacía ver amable y hasta... tierno. Si no lo conociera. Pero en realidad, era un ser de absoluta maldad. Ah, en serio, era tan molesto.
—Dame más, Sana, pienso en varios.
—Pues... es atractivo.
Jungkook metió las manos en sus bolsillos. Pelirrojo de sonrisa peculiar y atractivo. No podía simplemente hacer la vista gorda y negar deliberadamente que Kim Taehyung tenía... algo. Bueno, al menos no era un espanto. Su perfecta cara de personaje de anime también era molesta. Todo él era molesto.
—¡Rin Matsuoka! —respondió Daejin confiada. Sana le dio un golpe en la cabeza.
—Nop. Te daré la última pista. ¡Juega baloncesto!
El pelinegro sacudió la cabeza. De todas formas, ¿por qué estaba pensando en él?
—¡Qué injusto! ¿Por qué no empezaste por ahí? —rezongó Daejin cruzando sus brazos—. Es Taiga Kagami. ¡Tiene que serlo!
[♥]
A Jungkook se le escapó una adorable risilla y Eunha se le quedó mirando, maravillada con la manera en la que sus ojos se volvían más pequeños y se le formaban pequeñas arruguitas en las esquinas.
Llegado el sábado, todo era perfecto ese día. El centro comercial no estaba tan lleno a esa hora y en el McDonald's les habían atendido casi de inmediato. Jungkook se había comportado como todo un caballero, siempre atento y pendiente a todo lo que quisiera. Estaba esforzándose para que fuera una cita en toda su regla.
Aunque no era la primera vez que salían juntos: en el pasado lo habían hecho, pero en plan de amigos. Ahora él iba en serio y Eunha podía notarlo; le emocionaba pensar que era ella a quien, después de tres años siendo el tema de boca preferido de las chicas, Jungkook escogería.
Literalmente, todo era perfecto.
—¡Oppa, por favor, oppa!
Bueno, casi todo.
Como si un hechizo se hubiera roto, ambos giraron hacia la no tan pequeña Daejin, la cual no había dejado de zarandear la chaqueta de Jungkook para llamar su atención. Sí, la hermanita menor de su chico era el único pequeño inconveniente de su cita.
—Que no, Daejin —siseó el mayor—. No te voy a comprar nada más. Te comiste una malteada y una hamburguesa. ¿Puede tu pequeño cuerpecito con toda esa comida? Te vas a poner como una vaca gorda y fea y ningún chico va a querer ser tu novio.
La pelinegra le miró ceñuda.
—¿Puede tu enorme nariz soportar el puñetazo que voy a darte? ¡No me importa ser una vaca gorda y fea si tengo comida! ¿Alguna vez has visto a una vaca triste por no tener novio? —replicó ella con la barbilla arriba—. ¡Cómprame unos aritos de cebolla fritos, oppa, por favoooor!
Jungkook se negó una vez más.
—Si lo hago, llegaremos tarde a la película. Comenzará en diez minutos y ya nos tenemos que ir. No te dejarán entrar eso al cine.
Tuvieron una pequeña guerra de miradas antes de que él cediera con un suspiro de cansancio. No tuvo los huevos para decirle a su madre que saldría en una cita con Eunha y el resultado fue su madre insistiendo que llevara a Daejin. Jodidamente perfecto.
—Si no te los tragas, voy a... Ugh —Con una mirada de disculpa hacia Eunha, se levantó de la mesa después de sugerirles que recogieran sus cosas para partir. Daejin así lo hizo, en silencio y obediente, fingiendo ser la buena hermanita que claramente no era.
—Así que... —Eunha carraspeó, dándole una pequeña sonrisa tímida. Contrario a como Jungkook pensaba, pasar tiempo con la menor de los Jeon no era tan malo. A Eunha le gustaba la idea de un futuro donde ellas dos se llevaran bien—. ¿Cuántos años tienes?
—Doce —respondió Daejin después de unos segundos y arrugó su nariz—. Aunque muchos dicen que parezco de diez. Son unos idiotas, todos. Los odio.
Con ese vocabulario difícilmente podrían creer que era menor. Pero bueno, no podía culparlos. Ella tenía unas facciones aniñadas y tiernas, con ojos felinos y una nariz más bien pequeña, pero compartía la peculiar sonrisa de Jungkook. Era difícil verla y pensar que no era un ser de luz.
—¿Llevas sostén? —preguntó Daejin de repente, haciéndola respingar.
—U-Uh, sí, ¿por qué?
—Solo quería saber si podía guardar los aritos de cebolla allí —replicó Daejin, apretujando su inexistente busto con una expresión triste—. Mamá siempre guarda la comida en su sostén cuando vamos a cine.
Nota mental: no recibir comida de la señora Jeon. Al menos no en el cine.
—Pues esta vez no creo que puedas hacer eso —resolvió decir Eunha con voz ahogada. La señora Jeon era mucho más voluptuosa que ella; seguramente sí podía lidiar con algo como tal.
—¿Nos vamos? —La voz de Jungkook se hizo escuchar. Eunha agradeció su presencia y una vez que Daejin obtuvo sus aritos, se fueron.
Daejin quería hacerse en la silla del medio, cómo no. Jungkook tuvo que darle el gusto para que no hiciera un berrinche en la sala de cine, así que Eunha y él tuvieron que separarse, otra vez.
De alguna u otra manera logró meter la bolsita con aros de cebolla y ahora los masticaba de forma ruidosa entre los dos. Estaban en comerciales todavía, pero en cuanto iniciara la película, era mejor que se mantuviera callada o entonces Jungkook iba a meterle el empaque por la nariz.
Ya estaba lo suficientemente irritado con ella por haberlos hecho elegir una película infantil y no una de terror como era el plan. Ya saben, ese plan cliché que lo haría quedar como un héroe frente a la chica; tendría una excusa para abrazarla y para decirle que todo estaría bien, pero no. Todo por Daejin. En esos momentos, la detestaba un montón.
—Iré al baño —avisó mientras se levantaba.
Eunha tuvo la impetuosa necesidad de pedirle que no la dejara sola con aquella chiquilla, mas se contuvo. Varias personas se quejaron con Jungkook cuando él trataba de abrirse paso para salir.
—Ya no quiero más —expresó Daejin después de unos segundos, haciendo una mueca de disgusto hacia sus aritos. Casi estaban completos aunque había estado machacando algunos con su boca, sin razón aparente.
—Déjalos —resolvió decir Eunha, algo desconcertada.
—¡No puedo dejarlos! ¡Me los compró mi oppa! —puchereó la pequeña, como si sugerir que botara el dinero que Jungkook había invertido en ella fuera un sacrilegio.
Eunha hizo una mueca.
—Bien, pues dáselos a Jungkookie.
—¿Te falta una tuerca o qué? —La pelinegra le miró airada—. ¡Jungkook es alérgico a la cebolla! Por eso no quería comprármelos.
Ella anotó el dato en su cabeza. Sería muy útil, claro que sí, aunque... cuando fueran novios, ya tendría tiempo para enterarse de todos esos pequeños detalles.
—No sé qué quieres que haga si es así —murmuró.
—Cómetelos —ordenó Daejin con voz tajante, pero su sonrisita era adorable. Y engañosa—. Por favor.
Los expresivos ojos de Eunha se posaron en ella, como meditándolo. Los aritos no podían llevar veneno; ella había estado comiéndolos sin problemas. Además, sería un verdadero desperdicio tirarlos a la basura.
Cedió con un suspiro. Empezaba a notar que no había nadie que pudiera negarse a esa chiquilla. Tal vez era aquella oscura y penetrante mirada, que acompañaba con una sonrisa adorable. Verla era como entrar en un trance.
—¿Sabes...? —Daejin la miró comer un arito, dos incluso. Estaban deliciosos, ni muy salados ni muy grasosos. Eunha se encontró incapaz de detenerse—. Yo escuché a mi hermano hablar algo curioso con Yugyeom...
—¿Qué cosa?
—Yo no estoy realmente segura —Ella miró hacia su regazo, como si estuviera nerviosa—. Así que no sé qué tan cierto sea, no quiero ilusionarte, pero... Jungkook le dijo a su amigo que él iba a preguntarte si querías ser su novia hoy. Y que si decías que sí... —El corazón de Eunha dio un brinco de la emoción. Dejó de masticar, expectante—, te daría un enorme beso. Dijo que ha estado fantaseando con hacerlo desde hace mucho.
—¿E-Es en serio?
—Síp —Daejin asintió, y de repente su cara se transformó en la del mismo diablo cuando sonrió—. Es una verdadera lástima que ahora tu aliento apeste a cebolla. No te atrevas a besarlo, súcubo.
Cuando Jungkook regresó y vio los aritos tirados en el suelo, no quiso preguntar.
[♥]
Vaya idea de mierda resultó ser esa.
Eso era lo que pensaba Jimin mientras caminaba codo a codo con un incómodo pelirrojo. Ahora estaban en ese centro comercial, caminando sin rumbo ni ganas y con una bebida cada uno, sumidos en un aburrido silencio que se empeñaba en aparecer.
¿Por qué siquiera pensó que la idea de invitar a Taehyung al centro comercial era buena idea? No tenían nada en común, poco se conocían y la interacción dentro de la escuela fue mínima hasta este año. Todo por seguirle la corriente a Jisoo.
—Así que... —empezó con un carraspeo—. Yo pensé que tú no querrías... volver a saber de mí.
Eso hizo que Taehyung le mirara con confusión.
—¿Por qué ayudaste a Jeon a tenderme una trampa?
—Y bueno... No es un secreto para nadie, pero... —Dejó la frase en el aire por unos segundos, contemplando la expresión confundida del pelirrojo—. No sé, pensé que tendrías problemas con... el hecho de que realmente no me gustan las chicas.
—Bueno, sabes que Yoongi hyung. Y no me importa —Sonrió—. Yoongi hyung es una excelente persona y eso no lo hace menos mi amigo. Él es como... —Su mirada se posó en el techo, algo soñadora—, como un hermano mayor. Me apoya con mi estúpido sueño de jugar en los equipos profesionales, podría decir que es el único que lo hace... Y lo quiero. Definitivamente no soy homofóbico o algo así.
—¡Qué bien! —El rubio casi saltó de la emoción. Eso quería decir que no tendría muchos problemas con aceptar el papel, ¿verdad? —Digo, qué bien...
—¿Qué bien? —Taehyung rio y bebió de su té—. Sí, supongo. Aunque... Llámame heterosexual arrogante, pero si un hombre admite que le gusto, yo saldría corriendo. Eso... sería muy raro. Incómodo.
Jimin no tuvo tiempo para sentirse desilusionado o dudar de sus planes. Así que por fin había encontrado un tema que había enganchado a Taehyung; pese a cómo se veía en la escuela, él terminó siendo alguien serio y no un payaso. Mantener la conversación entre los dos había sido realmente difícil.
—Entonces, ¿no besarías a un hombre? —probó meneando su lata de gaseosa. Dudaba que eso pasara en el guion de la obra —el profesor Namjoon no lo admitiría—, pero ahora tenía curiosidad.
—Nunca.
—¿Ni por dinero?
—¿De cuánto estamos hablando?
—¿Diez mil wons?
—¡Ja! —Taehyung se mostró indignado—. Por esa ínfima y triste cantidad dejaría que besaran el piso por donde paso nada más.
El mayor se encontró riendo por aquella ocurrencia y le dio un golpe en el hombro antes de poder detenerse. El quisquilloso representante del Consejo no era dado a reírse con facilidad, así que fue una sorpresa para los dos.
—Hey, tus ojos desaparecen cuando te ríes —señaló el pelirrojo con una sonrisa cuadrada.
—Sí, bueno —Rodó los ojos con un suspiro, antes de abordar el tema otra vez—. Así que, ¿por más dinero besarías a uno? Dudo que haya dinero de por medio, pero Jisoo necesita chicos para los papeles de la obra.
Taehyung bufó.
—¿Y quién se supone que sería el otro chico?
—Jungkook...
—¿Qué carajos? ¡Ni siquiera si me pagaran un millón de wons besaría a ese escupitajo de mono!
—No, no —Jimin sacudió la cabeza, tomando sus hombros—. Jungkook. Está allí, mira.
Lo hizo girar con sus manos y entonces lo vio, sonriendo como un conejo de la mano de una chica y media. Una era Eunha y la otra era demasiado pequeña para siquiera tomarla en cuenta.
Tenía que ser su hermana o algo así, y no parecía hacerla muy feliz el hecho de que esos dos estuvieran encerrados en su pequeño mundo, ignorándola. Taehyung podía ver los engranajes dentro de su cabeza maquinando un plan para arruinarle la cita a su hermano.
—No pienses más, pequeña Jeon, yo te ayudaré —Taehyung sonrió con malicia antes de entregarle su vaso de té a Jimin—. Sostén un momento, mi zapato se ha desamarrado.
El rubio miró a Jungkook; pensó en saludarlo, pero se dio cuenta de que sería ignorado. El capitán del equipo de natación parecía tener ojos solo para Eunha en aquellos momentos. Salían del cine, a juzgar por su tema de conversación, así que solo le prestó atención a Taehyung, de rodillas frente a él, y pronto los perdió de vista.
Por eso no estaba preparado cuando Taehyung se incorporó y le dio un empujón que lo hizo trastabillar hacia atrás. Fue apenas consciente, como si pasara en cámara lenta, del líquido de las bebidas que sostenía saliendo de su contenedor y aterrizando sobre la parejita, tan desprevenidos como él que terminaron en el suelo por el impacto, pasmados.
—¿Qué demo...? —empezó Jungkook. Agua marrón se escurría entre su cabello, su pecho y en sus pantalones, y su boca estaba abierta con sorpresa. Sobre sus piernas, una cabellera rubia estaba empapada también—. ¿Jimin?
—Eunha, linda, ¿estás bien? —La voz de Jungkook se escuchó lejana y preocupada. Ella solo tenía ojos para Taehyung, que la miraba sin sonreír, pero aún burlándose. No sabía por qué. No entendía por qué. Ahora su cabello corto estaba rizado por el refresco.
—Jiminie, ¡qué chico tan torpe eres! —dijo Taehyung con una sorpresa fingida—. ¡Mira nada más cómo derramaste todo!
Jimin tenía un tic en el ojo. ¿Ese idiota de verdad acababa de empujarlo? Como resultado, su cabello estaba pegajoso, al igual que Eunha, y Jungkook estaba furibundo.
—Voy a matarte —declaró el capitán del equipo de natación. Su voz sonó asfixiada por la rabia mientras ayudaba a levantar a Eunha—. Joder, Kim, te dije que no te metieras con ella. Eres un imbécil. Vamos, te acompañaré al baño.
El pelirrojo no supo por qué se sintió como un niño pequeño mientras los veía alejarse. La mano izquierda de Jungkook rodeaba su cintura para sostenerla, como si no pudiera hacerlo por su cuenta, en tanto con la otra tomaba la mano de Eunha. Era una simple broma... ¿Por qué incluso Jimin iba con ellos?
—Oye, guacamayo —Y hablando de niños pequeños.
Taehyung miró hacia la niña de cabellos oscuros que estaba a unos pasos de ella. Esta lo miraba con curiosidad, aunque su hermano la había cambiado y abandonado.
—¿Quién eres? —preguntó Daejin, dando una vuelta entera alrededor del chico mientras lo inspeccionaba con ojo crítico—. ¿Cómo conoces a mi hermano? ¿Eres su amigo?
—¿Uh? Mi nombre es Taehyung... Vamos a la misma escuela y no diría que soy... su amigo.
La menor se plantó frente a él con una enorme sonrisa, mostrando un doloroso parecido con Jungkook.
—Creo que nos llevaremos bien, guacamayo.
Sonrían 🤗❤️
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