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03 - {II}




Seokjin detuvo el entrenamiento cuando vio al profesor Namjoon ingresando a la piscina. El hombre, que había estado toda la vida con la nariz enterrada en un libro, debía tener una buena razón para estar allí, en especial teniendo en cuenta lo poco ávido que era para los deportes.

Taehyung vio la interacción desde la tercera fila de las gradas. Jungkook acababa de perderse al interior de los vestidores, presumiblemente para solucionar su pequeño problema. Eunha no dejaba de ver esa dirección, algo ansiosa. La venganza sabía tan bien...

—¿Jungkook? —Su atención voló hacia el tono impresionado del entrenador Kim, que estaba solo a unos cuantos pasos—. ¿Mi Jungkook, mi capitán?

Namjoon asintió; su ceño estaba profundamente fruncido y el hecho de imaginar a Jeon en problemas hizo que Taehyung se moviera más cerca para escuchar la conversación de sus mayores. No debería... pero a la mierda, todo con tal de hacerlo quedar mal una segunda vez.

—Como capitán del equipo —decía el profesor Namjoon—, lo hacía un poco más responsable. Jungkook aceptó participar en la obra de teatro, así que debería estar practicando conmigo, no aquí. ¿Qué pasa con ustedes los deportistas que no se toman algo tan grácil y hermoso como la literatura seriamente?

—Kim —Entonces los ojos de Seokjin estaba sobre él—, ve a buscar a Jeon. Ahora.

Taehyung sonrió de forma temblorosa.

—¿Qué?

—¿Estás sordo? —El entrenador cruzó los brazos, asintiendo hacia los vestuarios—. Te estoy dando una orden. ¿Conoces el significado? Ve a buscarlo o harás cien abdominales.

—U-Usted no es mi entrenador —replicó el pelirrojo con un mohín.

—¡Serán doscientas si no mueves tu trasero ahora mismo, Kim!

El sonido del silbato a tan poca distancia le hizo encoger los hombros con un quejido de dolor. Taehyung le dio una mirada mortificada al entrenador y se hizo paso por el caluroso centro de entrenamiento hacia los vestidores.

—Maldición, Jeon, será mejor que ya hayas terminado...

Escuchó el sonido de la regadera cuando atravesó la puerta y vio la ropa de Jungkook medio puesta sobre la maleta en la banca. Las ganas de tomarla y salir corriendo no le faltaron, pero se abstuvo, pensando que sería bastante cliché.

Sus nervios se crisparon cuando el peculiar sonido de los jadeos llegó a sus oídos.

Bien, ya habían pasado como diez minutos desde que Jeon dejó la piscina para atender su problema. Ese chico no podía tener tal aguante. Eso debía ser un poco insano.

Mordió su labio, tratando de decidir si se sentía mal o no. Sin duda, para responder eso necesitaba que los rumores corrieran, Jeon discutiera con él y Eunha lo abofeteara o algo así de dramático. Joder, a él todavía le dolía la cachetada de Jisoo.

En todo caso, no importaba el nivel de amistad que se tuviera, ¿cómo es que todas habían estado allí cambiándose frente a las otras sin sentir ni un poco de vergüenza? ¡Eso no tenía sentido para él!

Cuando se dio cuenta de que sus pies lo estaban moviendo hacia las duchas se congeló y aspiró una bocanada de aire. Las puertas tenían vinilo, por lo que resultaba imposible ver a través de ella, pero la esbelta figura de Jeon era apreciable gracias a la luz que entraba por las ventanillas superiores. Solo su silueta.

Él podía escuchar sus siseos y maldiciones ahogadas por el sonido del agua, y también era consciente de la manera desenfrenada en la que Jungkook movía su mano de arriba abajo.

Taehyung sintió que no debería estar viendo eso, pero la curiosidad le picaba. Su trasero debería dar reversa y esperar a que terminara, o interrumpirlo y decirle que el entrenador lo necesitaba. Sí, eso. Esa era su única misión.

Abrió la boca para hablar, pero el sonido que salió de su garganta fue impropio y ajeno. Un hondo gemido llenó el lugar, resonando en sus oídos con tanta intensidad que su cuerpo por inercia dio un paso atrás.

Oh, por Dios. Jungkook acababa de tener un encuentro con el señor O.

Y él escuchó eso.

El agua cesó y entonces, demasiado rápido como para siquiera tener tiempo de salir corriendo y esconder su trasero pelirrojo donde aún pudiera hallar un poco de su dignidad, la puerta se abrió.

—¿Qué? —espetó Jungkook tan solo verlo, anudando la toalla en su cintura—. ¿Viniste a cerciorarte de que me esté ahogando en propia vergüenza, Kim? Sé que fuiste tú. ¡Eres una pequeña...! ¿Echaste esa mierda azul en mi botella?

Taehyung parpadeó varias veces, aturdido. El pelinegro no se mostraba avergonzado en absoluto, como si el hecho de que acabara de atenderse —y de haber sido pillado en el acto— fuera nada, fuera algo normal.

Y entonces notó algo.

Era normal. Taehyung también se había hecho una paja alguna vez. En la cama, en la ducha y frente al computador. Era lo que los chicos normales hacían. ¿Por qué él estaba armando un pequeño alboroto en su cabeza?

—En realidad... —Y su boca volvió a cerrase al darse cuenta de una segunda cosa. Jeon estaba frente a él con una diminuta toalla en sus caderas, apenas sostenida por un nudo mal hecho y, para rematar, sabía que no llevaba nada debajo.

Pánico.

Era normal, se dijo. Taehyung había visto a todos sus compañeros de equipo en ropa interior, tal vez en alguna que otra ocasión los vio desnudos; a Min Yoongi también. Era una imagen mental que quería olvidar por lo perturbadora que resultaba, pero ver a Jungkook en esas condiciones era distinto.

Y no debería ser distinto.

No debería sentirse distinto.

—En realidad vine para decirte que la pequeña Eunha salió corriendo —mintió descaradamente, sonando más confiado de lo que se sentía—. La asustaste con eso allí abajo, tigre.

Los casilleros sonaron de forma estrepitosa cuando la espalda del pelirrojo golpeó contra el metal. Los dedos de Jungkook presionaban con dureza sobre sus hombros mientras la molestia se abría paso en sus pacíficas facciones y su ceño se fruncía. No estaba feliz.

—No me jodas —siseó en voz baja. Taehyung conoció la sensación de estar aplastado bajo una tonelada de hierro, porque así se sentía el cuerpo ajeno aprisionándolo contra la dura superficie detrás de él—. Puedes colocar vísceras de vaca en mi puerta, dejar una rata muerta en mi maleta o rasurarme las cejas si así quieres, pero deja de joder mi relación con Eunha.

—¿Relación? Ni siquiera son pareja —objetó el mayor—. Si ella se queda enganchada a ti después de hoy, fue un favor que te hice.

—No sé si lo notaste, Kim —empezó Jungkook—, pero no soy tan ávido con las mujeres como parece. Soy bastante tímido y no sabes el infierno que fue acercarme a ella, así que te agradecería si me dejas hacerla mi novia, quererla y darle todo lo que se merece porque Eunha es una persona increíble y tú...

—Jeon...

—... eres un mocoso inmaduro que está haciéndome molestar y...

—Jeon...

—... voy a poner tu horrible cara en el inodoro hasta que dejes de...

—Jungkook...

—... sonreír como si fueras el jodido rey del mundo, porque vas a perder los regionales, los nacionales y tu jodido equipo va a desaparecer y...

—¡Jungkook! —La voz de Taehyung sonó increíblemente ahogada y desesperada.

—¡¿Qué?!

—Tú... Estás duro otra vez.

El pelinegro bajó la mirada al punto entre ambos, donde su inquieto amiguito ahora se presionaba contra la ingle del chico frente a él. La toalla hacía una pequeña carpa y parecía que su flojo nudo iba a desfallecer pronto.

—Bien, esto es incómodo...

—¿Te parece, imbécil? —musitó Taehyung—. Apártate, maldición —Cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los de Jungkook, se dio cuenta de que las mejillas del chico estaban sonrojadas, mitad vergüenza, mitad molestia.

—Es la jodida tercera vez en diez minutos —dijo dando un paso atrás, liberándolo.

—Y seguirá pasando en las siguientes treinta y seis horas. —Y según Internet, un par de efectos secundarios y otras complicaciones que no eran tan importantes, ¿verdad?

—Mierda.

—Así que será mejor que compres un par de preservativos y te diviertas con....

—No lo digas —espetó Jungkook. El pelirrojo encontró divertido el hecho de verlo mirando hacia su miembro cubierto por la toalla con cierta frustración—. Yo... No la quiero a ella de esa forma.

Taehyung le palmeó el hombro.

—Lo harás, en algún momento. Ella es linda, es una chica y tú eres un chico heterosexual. Vas a quererlo tarde o temprano —Se alzó de hombros mientras retrocedía. De alguna manera, la tensión de hacía unos segundos había desaparecido y otra vez estaba aquel aire arrogante y competitivo entre ellos. No podía sentirse más aliviado—. Así que suerte, campeón. Ah... —Y antes de salir, lo miró de reojo—. El profesor Namjoon está despotricando contra ti con el entrenador Kim. Tú deberías apurarte y atender al hombre.

—¿Qué?

—Sí. Ah, y por cierto... Acabas de decirme que te deje hacer de Eunha tu novia — Taehyung sonrió—. ¿Te estoy deteniendo?

Una vez fuera, no pudo evitar sentir que el bochorno en la piscina no podía compararse al de los vestuarios.

O quizá estaba equivocado y el único acalorado era él.




[♥]




De alguna jodida manera, Jungkook logró levantar la cara que se le caía de la vergüenza y le pidió disculpas a Eunha, tuviera o no tuviera que hacerlo realmente. Solo sintió la necesidad y así lo hizo. También la invitó a salir ese sábado.

Claro, todo eso después de que Namjoon lo regañara. Jungkook había aceptado uno de los papeles en la obra de primavera; no el principal, por supuesto, pero eso no lo exentaba de los ensayos de los jueves. Sin embargo, se cruzaba con su práctica y hubo una enorme discusión con Kim Namjoon por eso.

Jeon Jungkook daría todo por su equipo. Ni siquiera ver al pacífico profesor de Literatura echando chispas por los ojos logró acongojarlo.

Así que el profesor Kim tuvo que conformarse con que practicara el lunes y el miércoles nada más.

Por eso el apuesto hombre de cabellos castaños y gafas cuadradas no podía verse más molesto mientras veía a los estudiantes del club debatir lo que debería ir ahora en el guion. Normalmente él tenía aportes brillantes, pero ahora solo quería escupir fuego.

—No podemos poner eso, Jennie —musitó Yuju con verdadero fastidio—. Es incoherente con lo que escribimos en la segunda escena y, además, a Jeon no le gustaría.

—Jeon es tan idiota como Taehyung —objetó la castaña de inmediato, su sangre hirviendo de solo recordar la bochornosa escena en aquel salón—, y además no todo gira en torno a él. Quieres hacerlo quedar bien para que tu amiga Eunha pueda babear un poco más por el chico. No me importa; opino que mi idea es buena.

—Jennie, tú siempre opinas que tus ideas son buenas —Para su sorpresa, Jisoo no estaba de su lado ese día. La chica del papel principal en la obra parecía tener su propio plan en mente—. Pero lo que están diciendo es aburrido. Les tengo algo mucho mejor...

La sonrisa maliciosa en su cara hizo a Namjoon alzar las cejas con genuino interés. Detrás de esos felinos ojos, quién sabía qué podía haber.

—¿Qué es? —Minseok, que hasta el momento se había mantenido anotando ideas y viendo a sus compañeras discutir, se enderezó un poco en la silla.

Jisoo tamborileó sus dedos con suspenso sobre la mesa. Ella quería vengarse de Taehyung ahora, pero el hecho de que Jungkook fuera el precursor de la idea también le molestaba.

—A ver, este sirviente, Jungkook, está envenenando a la reina —empezó con voz calma—. Necesitamos que alguien lo note y lo detenga.

—El maestro de armas de la reina —respondió Yuju enseguida, algo entusiasmada por el giro que estaba tomando la historia—. Sungjae tiene es papel.

—Profesor Namjoon —dijo Jisoo hacia él—. Sungjae debe dejar ese papel y tomar otro. Porque nuestro maestro de armas hará que el mundo de Jungkook se sacuda un poquito.

—¿Por qué razón lo haría? —preguntó Jennie sin entender.

—Oh, porque estará enamorado de él... Y sé muy bien a quién le daremos ese papel...

Entre las chicas, la decisión fue unánime.

Taehyung.





¿Hoy algo las hizo sonreír? Cuéntenme~ 🤗❤️


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