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02


Canción en multimedia: How to be a Heartbreaker - Marina and The Diamonds 🎵🎶



—Entra tú.

—No, entra tú.

—Taehyung —siseó Hoseok con desesperación—, entra tú.

—¡Pero es tu hermana!

Ambos miraron con angustia hacia el interior de la habitación, cuya puerta estaba solo un poco abierta. En la cama, bajo una gran cantidad de sábanas, almohadas y peluches, hibernaba el gran oso de la casa: Dawon, la mayor de los Jung.

—¿Crees que ella tendrá consideración alguna conmigo por ser su hermano? —inquirió el castaño—. Dawon va a desayunarme cuando se entere de que tomé su sostén para hacer una broma.

Taehyung miró la pieza rosada en sus manos mientras se mordía el labio. Bien, ellos podían hacerlo. Eran dos hombres contra una mujer. Debían mostrar su valentía y masculinidad, y demostrar para qué se echaban Old Spice todas las mañanas.

—Entraremos los dos —decidió con firmeza. Sus voces se mantenían en un débil susurro, temerosos de despertar a la chica. Hoseok asintió y ambos empujaron un poco la puerta, la cual, para variar, rechinó mil infiernos.

Cada uno se colocó a un lado de la puerta, simulando tener un arma en sus manos. El pelirrojo asintió en dirección al interior y después hizo un par de señas rápidas que, según él, lo hicieron ver bastante genial, como los policías de las películas.

Hoseok no las entendió, pero fue su turno para mover su mano frenéticamente en pos de que el menor entrara primero. Y así hasta que se dieron cuenta de que ninguno entraría a menos que el otro lo hiciera antes.

Maldición, ellos no tenían tiempo para eso. Si es que no querían llegar tarde a clases.

—Piedra, papel o tijera —sugirió Taehyung. Y luego, cuando perdió las dos rondas que hicieron, se arrepintió profundamente.

El pelirrojo tomó una honda respiración. El cajón de la ropa interior estaba a unos cinco pasos de él y Dawon le estaba dando la espalda. Sería fácil, se dijo.

—¡Vamos, TaeTae, tú puedes! —animó su amigo en un susurro.

Ambos estaban agazapados, de rodillas en el suelo. Taehyung gateó con lentitud por la alfombra, manteniéndose lejos de todos los objetos regados en el suelo. La habitación de esa chica era un desastre, pero sin duda estaba más organizada que la suya. No era desorden, era una estrategia antirrobos. La entropía del universo.

Algo en su cabeza le decía que lo hacía no estaba bien. Entrar a la habitación de una chica sin su permiso se sentía como una profanación y aunque moría de nervios, de alguna u otra manera, y con un par de maldiciones cada vez que Dawon se removía en su cama, logró llegar hasta el clóset. 

Con sumo cuidado, se incorporó solo un poco para poder abrir las puertas del armario. Lo hizo de la misma forma con el primer cajón a su izquierda y dio en el blanco cuando vio el sinfín de bragas de colores con estampados extraños. ¿Aquello era un cactus? ¿Y esos eran pimentones? 

—¡No espíes la ropa de mi hermana! —gruñó Hoseok desde la puerta y Taehyung soltó una risita.

Su mano subió para dejar el sostén en su lugar, pero se detuvo al ver algo de color morado enterrado en una esquina del cajón. Era distinto a las demás prendas de ropa, así que lo tomó.

—Hobi hyung, no es por asustarte... —empezó sin poder aguantarse la risa. Aquel era un pésimo lugar para esconder un consolador, si es que esa era la intención inicial, ¿pero quién era él para juzgar cuando estaba siendo el metiche del asunto?

—Ella va a matarnos —A Hoseok casi se le cae la mandíbula al ver lo que sostenía en sus manos—. ¡Déjalo ahí!

—Está... ¡Ah!

Sin saber cómo o por qué, aquel gran juguete de plástico empezó a moverse en círculos de un lado a otro mientras emitía un potente ruido de vibración. De la impresión lo dejó caer, al tiempo que Dawon se removía en su cama.

—¡Apágalo, apágalo! —ordenó Hoseok con pánico.

—¡No tienes que decirme qué hacer!

Taehyung intentó tomar el dildo, pero esa cosa parecía haber cobrado vida propia y se retorcía en la alfombra como un jodido gusano epiléptico. Era como ver a una oruga morada megadesarrollada bailando, y una no muy atractiva.

—Oh, oh... —Los colores se drenaron de la cara del castaño cuando la montaña de peluches salió a volar. A su vez, el pelirrojo, que había logrado tomar y apagar el dildo, miró con temor hacia la cama.

Allí no estaba Jung Dawon. Había un enorme mapache mirándolos enfurecida.

Taehyung tragó fuerte mientras soltaba la evidencia y, solo para rematar, el juguete volvió a encenderse.

—Noona... ¿Buenos días?

Y ambos se dieron cuenta de que Old Spice no les iba a servir.



[♥]



—Eunha, yo en verdad, en verdad lo siento...

Jimin cruzó sus piernas mientras aguardaba pacientemente a que Jungkook priorizara su presencia antes que la de Eunha, aunque estaba claro que iba a demorarse un poco. Si Min Yoongi y Kim Taehyung no querían cooperar por el bien común, lo intentaría con el equipo de natación.

Solo esperaba tener suerte.

—Sé que tal vez no te interese lo que tenga que decir —le escuchó decir a Jungkook—. Pero...

—Por supuesto que no, Jungkookie... —resolvió decir ella con una sonrisa temblorosa—. No voy a negar que... me sorprendí un poco. Es todo.

El rubio rodó los ojos desde su lugar. Esa chica era una toda una actriz o tenía una maestría en ocultar sus sentimientos. Jimin podía dar fe de que su grupito de amigas hizo un excelente trabajo consolándola y secando sus lágrimas esa mañana antes de que las clases iniciaran. De hecho, él nunca había escuchado tantas groserías salir de la boca de una mujer y aunque eso no servía de mucho, le resultaba fascinante.

—No se volverá a repetir —prometió Jungkook, tomando sus manos con sumo cuidado. Eunha lucía como un pequeño manojo de nervios, apunto de salir huyendo para ahorrarse la vergüenza. Sus grandes y expresivos ojos miraban brillantes hacia el pelinegro, como si su mundo de redujera a aquel chico. Ellos estaban encapsulados en una pequeña burbuja.

—¿Creen que se demoren mucho? —preguntó Jimin con inocencia. La burbuja se fragmentó en miles de cristales y ambos chicos le miraron, molestos—. Es que tengo cosas que hacer. ¿Iban a besarse?

Jungkook suspiró hondo y Eunha solo miró al suelo.

—Oh, ¿los interrumpí? Lo siento. Anda, bésala. Rápido —instó el representante del Consejo Estudiantil, utilizando su mano en un ademán afanado.

—Nos vemos luego —farfulló Jungkook con evidente incomodidad, apenas acariciando la mejilla de la chica a modo de despido.

Ella hizo una reverencia hacia Jimin y luego se alejó entre el estudiantado, perdiéndose entre el mar de chicos que se movían de un lado a otro como pequeñas hormigas.

—Así que, ¿qué quiere el representante del Consejo conmigo? —preguntó el pelinegro después de suspirar. ¿Es que su relación con Eunha estaba destinada a no ser?

—Oye, no te molestes conmigo. Puedes hablar con tu novia después...

—Ella no es mi novia. —Y ese era el problema. Posiblemente con el incidente del sostén habían dado mil pasos en reversa. Estaba claro que las cosas no volverían a la normalidad, a pesar de haberle explicado que todo había sido culpa de Kim Taehyung y a su guerra de jugarretas con Kim Taehyung. Eso no era muy maduro de su parte y tal vez él se estaba torturando más de lo necesario, pero... sí.

—Hablan desde el año pasado —musitó Jimin incrédulo—. ¿Ocho meses no te alcanzan para pedirle que sea tu novia?

—¿Por qué siquiera estamos hablando de mí?

El rubio abrió la boca para hablar, y luego la cerró. Era cierto, antes de que el almuerzo terminara él tenía una lista de cosas que hacer.

—Tienes razón. Tú no me importas. Ahora bien... Échale un vistazo a esta lista —ordenó extendiéndole el cuaderno—. En el Consejo Estudiantil reunimos algunas propuestas para recaudar dinero. En conjunto con el equipo de baloncesto —recalcó—, podrían suplir la falta de ingresos al menos hasta mitad de año. ¿Qué te parece?

Jimin casi mordía sus uñas mientras veía los fríos y calculadores ojos del nadador moviéndose por la hoja de un lado a otro. De hecho, estaba preparándose ya para un rechazo e ingeniando cómo jodidas mierdas iba a convencer al entrenador Kim, cuando Jungkook dijo:

—Me parece bien.

—¿En serio? —Exhaló el aire que no sabía que estaba conteniendo y el otro chico le devolvió la libreta. ¿Eran esos ángeles cantando? ¿Las puertas del cielo se abrían para él?

—Sí —dijo Jungkook con obviedad—. Es lo que necesitamos, ¿no? Dinero. Yo hablaré con el entrenador Kim y después con los chicos del equipo.

El rubio casi chilla de felicidad. ¡Al fin alguien con cerebro dentro de esa manada de idiotas deportistas!

—¡Genial! —exclamó—. Ya que el grupo de baile tendrá una presentación en el festival de primavera podemos utilizar un porcentaje de las ganancias que se obtengan con el precio de la entrada e incluso podríamos pedirle a los de baloncesto que participen con ustedes. ¡Eso es! —soltó apresuradamente.

Sí, Jimin ya tenía todo planeado. O al menos hasta que Jungkook volvió a hablar.

—Pero... ¿Crees que podrías ayudarme con algo primero? —Y por su sonrisa, podía deducir que no se trataba de nada bueno.




[♥]




—No puedo creer que en serio me diera una bofetada y a ti nada.

O tal vez sí. Realmente, Jung Dawon no era alguien con quien bromear. Con un suspiro de cansancio, abrió su casillero. Incluso había tenido que correr para llegar a la escuela, con su mejilla roja y todo el asunto.

—Ahora prefiero la bofetada —murmuró Hoseok—. ¿Quién sabe qué encontraré cuando llegue a casa?

—¿Le enseñaste a tu play a nadar?

Su amigo hizo una mueca.

—¿Crees que eso lo cubra la garantía?

Taehyung se alzó de hombros y sacó su libro de biología, la siguiente clase después del almuerzo. En el proceso, un pedazo de papel rojo con forma de corazón se deslizó y cayó a sus pies.

—¿Otro? —señaló Hoseok, alzando sus cejas—. Es oficial. Tienes una admiradora.

Taehyung lo levantó del suelo con un bufido. Era un insípido corazón rojo y no tenía ni una sola cosa escrita, pero habían estado llegando a su casillero la última semana. No había palabras de amor, iniciales, confesiones o dulces. Solo corazones de papel.

—He visto a Jisoo con cartulinas varias veces. Tiene que ser ella —señaló Hoseok muy confiado de sus palabras.

El solo pensamiento hizo que Taehyung se estremeciera.

—Paso.

¿Por qué la brillante Jisoo, demasiado aplicada en sus estudios como para voltear a mirar a algo que no fuera un libro, de repente presentaría interés en él? Siendo miembro del Consejo tal y como Jimin, lo máximo que podía obtener de ella era un comentario reprochando su extravagante tinte rojo. Y ya había pasado varias veces.

La conocía lo suficiente y ni siquiera esa su tipo. Así que pasaría de ella y de cualquiera, a decir verdad. Las relaciones eran innecesariamente complicadas.

El timbre sonó unos minutos más tarde y ambos se dirigieron al salón. Como siempre, la profesora de biología ya se encontraba en el salón. Parecía que la mujer no apreciaba su hora de almuerzo lo suficiente. También tenía una pequeña obsesión con la puntualidad y los cronogramas.

—Este año tendremos dos salidas grupales —dijo la profesora, sin darle tiempo a nadie de acomodarse correctamente en los puestos—. Será mejor que las disfruten, ya que serán las últimas para ustedes. En un parpadeo serán graduados.

Taehyung miró hacia la ventana e hizo un pequeño mohín al ver algún curso en clase de Educación Física. Trotaban alrededor de la cancha y el profesor Jaehwan supervisaba todo sin dar un solo paso. ¿No eran todos los profesores así? Bueno, al menos el hombre no tenía que preocuparse por su equipo siendo disuelto. ¿Cuál era la mejor manera de recolecta dinero cuando no tienes el apoyo de las directivas y tu presupuesto es básicamente lo que tienes en el bolsillo? En serio, era tan injusto. Solo esperaba lograrlo hasta final de año, pero... ¿y después? ¿Realmente ambos equipos iban a desaparecer sin más?

—La fecha de la salida les será revelada pronto —avisó la menuda profesora de biología—, así que estén preparados. Ya saben que equivale a un treinta por ciento de la nota final. Pueden irse.

El timbre sonó unos minutos después de que todos salieran, pero fue el estruendoso sonido el que sacó a Taehyung de su ensoñación. Cuando parpadeó se dio cuenta de que había divagado la clase entera y el montón de garabatos y letras en el tablero era los únicos vestigios de la lección de ese día. También estaba solo en el salón, a excepción de un par de personas.

—Kim —llamó Jimin desde el otro lado del salón. El intachable representante del Consejo Estudiantil se movió con gracilidad entre las mesas para llegar hasta él. El pelirrojo le miró curioso, aún sin ganas de levantarse. Ni de existir. Jung Dawon le había abofeteado y para ser honestos estaba escuchando un poco borroso... Ah, realmente...

—¿Qué pasa?

—Me pidieron que te entregara esto —respondió el rubio estirándole un pedazo de papel rojo. Parecía ser un corazón también, como los que aparecían en su casillero.

—No, gracias. Ya que conoces a esta misteriosa chica deberías decirle que no estoy interesado, así ahorramos papel y salvamos a los árboles. Y ahorramos drama y energías, pero esos son detalles.

—Solo hago un favor —insistió Jimin con una sonrisa tensa. El capitán del equipo de baloncesto se levantó mientras recogía su mochila del suelo. De todos modos, tomó el papel y se dio cuenta de que este sí tenía algo escrito en él. Un salón, el 2-C.

¿Pues qué más daba? Tenía un poco de curiosidad, no lo iba a negar.

Taehyung ya tenía su monólogo practicado para cuando llegó a la puerta del salón. Él no estaba interesado en chicas por el momento, quería concentrarse en pasar los exámenes, no tenía tiempo para una relación seria y ahora tenía más preocupaciones como por ejemplo su equipo y su inminente desaparición. Era la excusa perfecta para librarse de las confesiones no deseadas.

Tomó un hondo suspiro, tomando la perilla para abrir la puerta. No se le ocurrió tocar la puerta antes.

—¡Santa cachucha! —exclamó horrorizado. Su boca le llegaba al suelo mientras trataba a toda costa de enfocar sus ojos en un lugar que no lo metiera en problemas, pero cuando había tantas chicas y todo lo que veía eran sostenes de todos colores y tamaños, la única opción fue cubrir sus ojos—. ¡Yo no vi nada, lo juro!

—¡Kim Taehyung! —exclamó Jisoo fuera de sí. O al menos se escuchaba como la voz de Jisoo. A tientas, Taehyung buscaba la perilla de la puerta—. ¡Estamos en una muestra de vestuario!

—¡Ustedes podrían...! ¡No sé, poner un letrero o algo!

Jisoo infló sus mejillas, enfurruñada, y caminó a pasos pesados hasta él.

Fue la segunda cachetada que Taehyung recibió ese día.





¡Muchas gracias por el apoyo que le están dando a esta novela! 😍

¡Sonrían! 🤗❤️

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