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Canción en multimedia: Sweet but Psycho - Ava Max 🎵🎶




Kim Taehyung y Jeon Jungkook nunca habían reparado en la existencia del otro. Y no tenían por qué, de todos modos: pertenecían a clases distintas, tenían gustos diferentes y rara vez se cruzaban por los pasillos.

Lo único que los unía era el deporte y ni siquiera en eso podían coincidir; Jungkook no entendería nunca el atractivo de correr detrás de un balón como polillas y, de todas las causas de muerte existentes, Taehyung preferiría una donde el agua no participara.

Entonces, ¿qué hacía Taehyung allí?

¿No es increíble cómo ignoras la existencia de alguien hasta que realmente notas que existe?

Ahora mágicamente aquel chico estaba por todos lados; si Jungkook echaba un vistazo a su plato de sopa, lo encontraría allí.

Sin embargo, estaba seguro de que esta vez no se trataba una casualidad.

—¿Qué hace él aquí? —Quiso saber Yugyeom, refiriéndose al pelirrojo que estaba sentado a sus anchas en las gradas. Quizá todos lo habían notado, pero nadie se había interesado en él. Excepto tal vez Jungkook.

—A este punto, quiero saber lo mismo —respondió el capitán entre dientes. Kim Taehyung llevaba al menos media hora observando la práctica. No estaba con sus amigos, pero Jungkook no podía explicarse qué hacía ahí. Estaba... inquietándose. —Hey —lo llamó bruscamente. Es que se le veía tranquilo y sonreía de forma tan sutil que estaba por volver loco a Jungkook—. Lamento arruinar tu momento, pero no necesitamos porras.

La sonrisa del chico se amplió un poco y luego se levantó de su sitio.

—Deberían considerarlo. Esto es un poco aburrido, a decir verdad.

—Ya. ¿Qué haces aquí? —gruñó Jungkook.

Era una excelente pregunta a la que no iba a responder. Sin lugar a dudas, ese no era el ambiente de Taehyung... Pero no iba negar que se estaba divirtiendo un poco mientras observaba la práctica del equipo de natación. ¡Era como ver una orquesta de renacuajos!

—Descuida, pequeño bagre, ya me iba. Suerte con su entrenamiento.




[♥]




El entrenador Kim había sido bastante claro con ellos. El equipo iba a desaparecer si no daban lo mejor de sí y por eso la práctica se había alargado a casi tres horas. Todos los miembros del equipo, incluido su capitán, se encontraban realmente agotados por el trabajo físico, pero nadie estaba en posición para quejarse. No si querían sobrevivir a las garras de Kim Seokjin.

—Lo intenté —Le había dicho el entrenador a Jungkook antes de que la práctica terminara—. En serio discutí con los directivos, pero finalmente ellos tienen razón. El equipo de natación es más reciente, tiene menos premios y necesita más dinero para su sustento. Si no quieren que el equipo de baloncesto les dé una paliza, deberán ganar los regionales y los nacionales.

Jungkook sabía eso, con o sin la amenaza de que su equipo fuese disuelto. Y por eso daría lo mejor de sí, como siempre, y no le importaba si aquel pelirrojo chiflado quería meterse en su camino.

—Nos vemos mañana en clase, Jeon. —Yugyeom se despidió de él con un asentimiento. La mayoría estaban tan cansados que ni siquiera tomaron la ducha después del entrenamiento, y Jungkook no iba a ser la excepción.

Fue de los últimos en salir, aún con su cabello mojado. Caminaba por los pasillos sosteniendo firmemente la maleta en su hombro, mientras se preguntaba por un segundo si aquel no era el momento perfecto para que Kim Taehyung atacara. En especial después de su extraña y misteriosa aparición en la práctica.

Los rumores ya se habían regado y eran como de película. El indómito capitán del equipo de baloncesto le declaró la guerra al apuesto Jeon Jungkook y este no se iba a quedar atrás. Claro, eso era lo que decían, pero el pelinegro vivía con la paranoia constante de que Taehyung apareciera de la mismísima nada y le devanara la cara con una motosierra. El chico lucía como alguien capaz de hacerlo.

Dos días habían pasado desde su amenaza y Jungkook de verdad quería saber cuál sería su primera jugada... O quizá no.

—¡Regresé! —canturreó abriendo la puerta de su casa media hora más tarde, solo para encontrarse con que tenían visita. Fue imposible para él no mostrarse sorprendido a ver a Eunha en el sofá de su sala, con una taza de lo que parecía chocolate en sus manos.

Se dio una cachetada mental por eso. ¡Carajo! Había quedado en estudiar con ella esa tarde y olvidó, por supuesto, decirle que tenía práctica ese día. Él de verdad estaba intentando que las cosas con Eunha marcharan bien, pero no hacía más que cometer un error tras error. Tal vez si no se pusiera tan nervioso en su presencia, o si pudiera hacer que dos de sus neuronas trabajaran al tiempo cuando hablaba con ella... En serio.

—Lo lamento —empezó—, yo...

—Está bien —Se apuró a decir ella, con una sonrisa tranquila—. Tu madre me dijo que estabas en entrenamiento así que me ofreció chocolate mientras iba por algunos víveres. Puedo esperarte mientras te duchas —agregó al darse cuenta que su oscuro cabello estaba pegajoso, seguramente debido al cloro—, si quieres.

—¡Ajá! —Daejin, la menor de los Jeon, la señaló con su dedo acusatorio desde el comedor, en donde hacía sus deberes—. ¡Lo sabía! ¡Solo quieres ver a mi hermano desnudo! ¡Súcubo!

—¡Daejin! —exclamó Jungkook con los ojos abiertos en sorpresa, al tiempo que Eunha le miraba sonrojada—. ¡Eres tan...! Discúlpate con ella.

La enfurruñada pelinegra miró con un mohín hacia la conquista de su hermano. A Daejin no le hacía gracia que esa chica, que se veía tan linda y tierna, fuera la luz de los ojos de su madre y de su hermano. ¡Era ella la que tenía que acaparar toda la atención en la casa!

—Discúlpala —suspiró Jungkook al darse cuenta de que ella no cooperaría. Lo mejor era ir a su habitación y mantener a la pequeña bestia que tenía como hermana lejos. Tímido, tendió le tendió su mano a Eunha y la calidez de su piel lo hizo estremecerse un poco. Su mano era tan pequeña y tierna.

—¿Esto está bien? —preguntó Eunha en el umbral de la puerta. Es decir, ella no quería que Daejin siguiera malinterpretando las cosas. Todavía podía escuchar a la niña gritando cosas desde la primera planta, pero ambos estaban ignorándola deliberadamente.

—Lo está. Entra —insistió él con una sonrisa para tranquilizarla—. Puedes sacar los textos que están en mi maleta mientras yo voy por una taza de chocolate para mí. ¿Quieres que te traiga más?

Ella negó y luego Jungkook salió del cuarto, arreglando su cabello denso hacia atrás. ¿Había algo que pudiera ir peor esa tarde? Quería un poco de paz.

—Daejin —Al llegar a la primera planta, en lugar se caminar hacia la cocina, tomó asiento frente a su hermana en la mesa. Ella seguía mirándole con rebeldía y molestia—. No actúes como una malcriada. Ella me gusta y yo en serio... Estoy tratando.

—Lo que sea —Ella chasqueó la lengua y volvió a su cuaderno mientras se alzaba de hombros. Podía actuar como una malcriada, pero Jungkook actuaba como un tarado con esa chica cerca—. Los vigilaré.

Un suspiro y una taza de chocolate más tarde, Jungkook subió las escaleras nuevamente. No tenía sentido negociar con Daejin. Él simplemente puso una sonrisa en sus labios y empujó la puerta de su habitación con el hombro. Tal vez ese día podía ser el día. Es decir, había tomado fuerzas desde lo más profundo de su ser para invitarla a su casa y ahora que ella estaba allí, él podía solo... decirle. Sonaba fácil, ¿no?

—Regresé. ¿Qué tal si primero...? —Abrió la boca para hablar, pero nada salió al darse cuenta de que la chica estaba mirando hacia su maleta con una expresión plana y un potente sonrojo en sus mejillas—. ¿Pasa algo? —preguntó extrañado. Oh, por Dios. ¿Acaso había dejado su bóxer de repuesto fuera de la bolsa? Eso sí que sería vergonzoso.

Claro, pero no más vergonzoso que lo que Eunha sacó. Jungkook habría preferido mil veces que hubiesen sido sus calzones.

—¿Qué hace este... —empezó ella con incomodidad y el ceño fruncido—, este sostén rosado aquí?

Jungkook abrió la boca para responder, pero la voz que se escuchó no fue la suya.

—¡Ajá! —Una escandalizada Daejin chilló, de pie en el umbral de la puerta—. ¡Lencería costosa! ¡Le diré a mamá de tus planes!

—¡No, no, no! ¡Daejin, cállate! —siseó Jungkook, para luego girarse completamente sonrojado hacia Eunha, la cual no sabía si mostrarse ofendida por el comentario de la menor o por lo que un sostén en la maleta de un chico suponía—. ¡No es lo que parece, Eunha!

—¿No es lo que parece? —Ella repitió algo airada—. Por favor no me mientas.

—No, Eunha —Jungkook negó con sus manos cuando la vio lanzar el sostén al suelo, decepcionada de verdad. Ella era alguien pacífica; sin embargo, incluso su paciencia tenía límites—. Puedo explicártelo...

El pelinegro la vio cruzarse de brazos. Bien, él iba a entrar en pánico. ¿Qué hacía un sostén en su maleta? Deseaba explicarle pero lo cierto era que no sabía cuál era la explicación. Pensó que la prenda de ropa podría pertenecerle a Daejin, pero sus copas eran demasiado grandes para la tabla de su hermana. Pensó que podría haber sido obra de sus amigos, también, pero ellos no serían tan... ruines como para hacer algo, no sabiendo todo lo que Jungkook había avanzado con Eunha. Y así volvió al inicio, sin poder responder.

—Está bien —susurró Eunha antes de tomar su bolso y echarse a andar hacia la puerta.

—Eunha —Jungkook llamó mientras bajaba las escaleras tras ella. La chica tomó su abrigo y trotó hacia la entrada, demasiado ofuscada para siquiera despedirse. Jungkook prácticamente vio la puerta cerrándose en sus narices—. Juro que no sé de quién es ese jodido sostén...

—Espera, ¿no era de ella? —preguntó Daejin. Jungkook gruñó con verdadero fastidio hacia el cielo. Podía correr y alcanzarla, pero tampoco tenía nada que decirle, así que —molesto—, respondió:

—No, Daejin.

—¿Por qué no le dijiste que hacías cosplay? Te falta imaginación.

Con el bajón de adrenalina y ese absurdo comentario, Jungkook soltó una pequeña risa. Si no era obra de Daejin y tampoco de sus amigos, entonces mejor que Kim Taehyung estuviera preparado porque haría su vida cuadritos.




[♥]




El intachable representante del Consejo Estudiantil tomó asiento en una de las tantas gradas de la cancha de baloncesto, llamando así la atención del entrenador Min, quien le dio una sonrisa que cálida.

El chico de cabellos plateados cruzó las piernas mientras aguardaba pacientemente a que los diez jugadores que se movían como perros detrás del balón naranja detuvieran su práctica para poder intervenir. Su mirada se posó en Taehyung, el cual sonreía como un idiota y parecía muy feliz mientras rebotaba el balón y esquivaba a sus compañeros. Jimin pudo haberlo dejado pasar, de no ser porque llevaba tres años junto a ese pelirrojo y sabía que nada bueno podía salir de esa sonrisa.

Algo le decía que tenía que ver con Jeon Jungkook. Todo el mundo estaba al tanto de que esos dos ahora se encontraban en un campo de batalla.

Siendo honestos, Jimin tenía un conflicto de intereses. Algunos deportistas le parecían sonsos, impulsivos, estúpidos y viscerales. Tampoco veía la gracia en sudar hasta el agua de la última célula jadeando como un perro detrás de un balón; él prefería algo más sutil como la danza clásica o cosas de dicha índole.

No obstante, contrario a como todos pudiesen pensar, Park había intercedido por Taehyung y Jungkook. A él le parecía injusto que los chicos tuviesen que tomar una decisión así —renunciar a su equipo, nada menos—, cuando el reglamento decía que era un derecho pertenecer a un club.

La única solución seguía siendo recolectar dinero. Por eso debía hablar con el profesor Min, y luego con el entrenador Kim. Si ellos ponían sus cerebros a trabajar y colaboraban, aquello sería muy sencillo. Su optimismo era tan alto como su ego.

—¡Eso es, Taehyung! ¡Encesta esa pelota como si las tuyas dependieran de ello! —vociferó el entrenador Yoongi y luego aplaudió cuando el balón entró en la diminuta cesta—. ¡Ese es mi capitán!

Solo era cuestión de echar un vistazo. Estrujándose los unos a los otros en incómodos abrazos, mezclando una inimaginable cantidad de sudor de cuanto olor pudiese imaginar, jadeando como alguna clase de animal sediento y bebiendo de las botellas con tan poca pulcritud y tan poca gracia... Jimin se estremecía.

—Hey, Park —Yoongi pausó el entrenamiento para dirigirse al ceñudo y aburrido chico que le miraba desde las sillas—. Deja de mirar a mis chicos como si fueran insectos. ¿Tienes lo que te pedí? —preguntó el mayor con una sonrisa divertida.

—Por favor no hable como si trabajara para usted —Pero de todas formas, le tendió el cuaderno que tenía en sus manos—. Aquí hay muchas propuestas para recaudar dinero según los miembros del Consejo Estudiantil. A ninguno le hace gracia que vayan a disolver los equipos, así que, en conjunto con los chicos de natación, podrían...

—No voy a trabajar junto con Kim Seokjin —espetó Yoongi de inmediato. No se llevaba bien con el arrogante entrenador de natación y eso no cambiaría en una semana o dos. Odiaba su extraña risa, sus anormalmente enormes hombros, aquellos labios con botox y que siempre luciera bien. —Revisa las propuestas y llámame cuando tengas algo para mí.

Jimin apretó sus labios mientras veía a su primo alejarse sin mediar palabra. Sí, estaba claro que Yoongi no iba a cooperar así tan fácil, así que su mirada recayó otra vez en...

—¡Kim Taehyung!

El mentado encogió sus hombros al reconocer inmediatamente la voz que gritaba su nombre. Todos dejaron lo que hacían cuando el estridente grito se hizo oír en el coliseo entero. Jimin vio en las puertas del recinto al capitán del equipo de natación y suspiró. Bueno, al parecer alguien había despertado a la bestia.

—¡Jungkookie! —exclamó Taehyung; él lucía sereno y sonreía de forma arrogante a pesar de que el otro chico parecía un animal embravecido—. Veo que ya viste mi regalo —se mofó refiriéndose a la prenda rosada que el pelinegro sostenía en sus manos. Se le veía encolerizado hasta las pestaña y se acercaba a toda velocidad bajo la atenta mirada de Jimin y los demás presentes.

—¿Muy gracioso? —Jungkook estrelló el sostén contra su pecho y Taehyung lo recibió con una amplia carcajada. Las sonrojadas mejillas del capitán del equipo de natación eran de viva molestia—. Anoche dejaste esto en mi casa, Kim. Por favor mantén tu ropa interior en donde nadie pueda verla.

—Uh... —Un coro de abucheos se elevó en la cancha mientras el pelirrojo chasqueaba la lengua.

—Supongo que eso deberías decirle a tu novia, pero no tienes, ¿verdad?

Jungkook hizo sonar su cuello. Era consciente de cómo el entrenador Min les miraba curioso, aunque alerta. Si golpeaba a su capitán estrella, se metería en tantos problemas que nunca terminaría de pagar por ellos, pero eso no hacía más fácil el contenerse para no lanzarle un puñetazo que le volteara esa maldita sonrisa.

—Ya verás —declaró Jungkook en voz baja—. Cuando menos te lo esperes yo haré mi jugada.

—Blah, blah, blah... Idiota.

Taehyung rodó los ojos mientras veía la amplia espalda de Jeon alejándose. Luego se giró hacia sus compañeros.

—¡¿Qué están mirando?! ¡Practiquen si quieren ganar los regionales!

Jimin parpadeó. No estaba muy seguro de lo que había pasado, pero sus planes se estaban yendo a la borda y ni siquiera había comenzado a ejecutarlos. Por qué ahora Taehyung tenía un sostén en sus manos, seguiría siendo un misterio para él.

—Taehyung, ¿puedes venir un momento? —llamó Jimin entonces, ya no tan confiado de su estrategia. El menor le hizo caso más para evitar el interrogatorio de sus amigos, que por verdaderas ganas.

—¿Qué pasa?

El chico de cabellos plateados tomó una honda respiración antes de mirar por donde Jungkook había desaparecido.

—Con el Consejo estuvimos viendo algunas sugerencias para recaudar dinero —empezó dándole el cuaderno. Los ojos de Taehyung recorrieron las letras de un lado a otro con una velocidad impresionante—. Si Jungkook y tú trabajaran juntos...

Pero la respuesta fue la misma.

—Ni hablar. ¿Jeon y yo juntos? Nunca.

El pelirrojo le cerró el cuaderno en la cara y se lo devolvió sin delicadeza antes de trotar gradas abajo y regresar a la práctica.

Jimin no odiaba a todos los deportistas...

Pero estaba seguro de que esos dos serían un enorme dolor de cabeza para él.





Les prohíbo que odien a Eunha o cualquier chica que aparezca aquí salvo que haga algo malo. Estos bebés aquí estarán dESCUBRIENDO su sexualidad, así que habrán chicas de por medio.

Sonrían; yo lo estoy haciendo ahora mismo 🤗❤️




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