DIECISÉIS
DIECISÉIS: DISTANCIA
Los ojos de Jang Haru miraron a Kim Namjoon desde abajo, fieros, como siempre, y el chico tuvo la necesidad de tragar saliva. Era una posición comprometedora, aunque nadie los vería allí, estaban completamente solos. Sin embargo, no podía dejar de pensar en que estaba haciendo algo malo. Haru era su amiga, siempre lo había sido, y sentía que no debía hacer ese tipo de cosas con ella.
Los dedos de la chica desataron ágilmente el nudo que hacía que el hanfu de Namjoon permaneciera cerrado y pronto aquel bulto que pedía con urgencia ser liberado quedó expuesto, justo frente al rostro de Haru, quien simplemente se remojó los labios con la lengua y se acercó a una velocidad que hizo desesperar al chico, abriendo la boca, preparándose para recibirlo.
¿Por qué, si era tan prohibido, lo sentía tan bien? Ni siquiera estaba todavía dentro de su boca, pero ya se sentía extasiado. Cerró los ojos cuando sintió el cosquilleante aliento de Haru en aquella zona sensible, caliente, húmedo, y un jadeo salió involuntariamente de su garganta cuando se vio abrazado por la calidez de su boca. Su lengua suave lo acarició por dentro a la vez que comenzaba a succionar y a mover la cabeza de adelante hacia atrás, a un ritmo tan lento que le hacía perder la cabeza.
Tuvo que abrir los ojos, tenía que verla. Tenía la necesidad de verla así, con todo su miembro metido dentro de la boca, rodeándolo con aquellos labios carnosos color rosa, con aquellos ojos color ámbar llorosos. Inmediatamente supo que había sido un error mirarla porque al verla de aquella manera, justo como se la había imaginado, supo que se correría.
Un toque en su hombro lo hizo abrir los ojos rápidamente.
Haru lo miraba preocupada. Tenía el cabello lleno de ondas y desordenado, los ojos hinchados y las mejillas rosadas.
—Namu, ¿estás bien? —Le preguntó.
Namjoon no supo si sentirse aliviado o decepcionado. Había sido un sueño. Se incorporó y quedó sentado junto a Haru.
—¿Por qué la pregunta?
—Estás sudando —apuntó ella, pasando su mano por la frente mojada del chico— y te quejabas en sueños. ¿Tuviste una pesadilla?
Namjoon se quedó en silencio, sintiendo que casi se pondría rojo por la vergüenza, y simplemente negó con la cabeza. No diría precisamente que había sido una pesadilla. Estar así de cerca de Haru le alteraba, en un sentido que no quería que ella notase, así que lo único que podía hacer era mantenerse lo más lejos posible, aunque le costaba, porque cada noche que pasaban juntos sentía la necesidad de abrazarla por la cintura y atraerla a su cuerpo. Sentía la necesidad de protegerla, aunque ella no lo necesitase.
—¿Estás seguro? —Volvió a poner su mano sobre la frente de Namjoon y se sorprendió cuando él se alejó de manera brusca— ¿Estás bien?
—Necesito cambiarme.
Haru lo miró en silencio por un segundo y luego terminó por voltearse, dándole la espalda a su amigo. Él mismo le había pedido que hicieran eso mientras se cambiaban de ropa. Según Namjoon, era lo más prudente dado que dormían juntos cada noche y además debían fingir que eran marido y mujer.
Comenzó a quitarse la ropa rápidamente, ignorando el hecho de que su erección todavía no se calmaba y con la intención de salir de aquella casucha lo más rápido posible.
—¿Estás molesto conmigo? —preguntó la chica de repente.
Namjoon se quedó inmóvil, mirando el cabello oscuro y desordenado de Haru. Su cuerpo se veía más pequeño y frágil los últimos días, quizás se trataba del cambio de vestimenta o la manera de actuar, pues tenía que fingir ser una esposa normal, sumisa y complaciente. La capitana Jang Haru había quedado escondida en alguna parte, esperando por algo que todavía no llegaba: la manera de huir de aquel lugar.
Sin embargo, a Kim Namjoon no le incomodaba en absoluto vivir de esa manera, incluso podría hasta acostumbrarse. Pescar durante el día y llegar en la noche a casa, junto a Haru, disfrutar de ella, aprovechar que podría tenerla sólo para él. ¿Qué diría ella si de pronto le pidiese que fuese su esposa de verdad? ¿Terminaría por engañarlo con otro hombre? Haru siempre había sido un alma libre, pues después de varios años en los que estuvieron separados se dio cuenta de que había cambiado mucho en su forma de ser, ya no soñaba con casarse como cuando era pequeña, sino que algo oscuro se había apoderado de su corazón y su mente. Y Namjoon nunca supo qué fue porque ella jamás dijo nada, simplemente una día la vio atravesar la puerta del lugar donde trabajaba, con una bolsa de dinero en su mano derecha y una sonrisa ladina.
—¿Me acompañarías si cometo una locura? —le había preguntado.
No era necesario que preguntase eso porque Kim Namjoon la seguiría hasta el fin del mundo, aunque nunca lo había dicho en voz alta. Así habían llegado donde estaban en aquel momento, y el chico nunca se había arrepentido.
Quería quedarse viviendo allí, en aquel pueblo costero de Ming, pero no podía hacer eso. No podía enjaularla de aquella manera, era lo peor que podía hacerle. Porque la conocía, sabía todo lo que sufriría con esa vida.
—No estoy molesto, Haru —respondió antes de salir de la casucha.
Salió en dirección a la casa de Wen y Jian, quienes seguramente ya estarían tomando desayuno.
—¡Buen día, Kwan! —Le saludó el chico, con la boca llena de granos de arroz— ¿Y Eunkang?
Namjoon saludó con un asentimiento de cabeza y tomó asiento frente a ellos, mirando el lugar a su lado en que debería estar Haru. Sonrió a la pareja que le miraba esperando una respuesta.
—Está un poco agotada hoy, probablemente demore un poco más en levantarse.
—¿Será eso una buena noticia? —Insinuó Wen, mirando a ambos hombres con ojos brillantes.
—Quizás —murmuró Namjoon, sin entender realmente a lo que se refería.
Al cabo de dos horas, cuando los hombres ya se habían marchado a pescar, Haru decidió salir de la casucha. Su mente había logrado olvidar por un momento la actitud de su mejor amigo con mucha dificultad, pues luego de quedarse sola había vuelto a recostarse y se había puesto a pensar en qué podría sucederle para que la tratara de esa manera.
Wen la vio entrar a la casa con una sonrisa en los labios e inmediatamente le pidió que se sentase frente a la mesita para servirle un cuenco con sopa de algas. Haru miró extrañada su desayuno, sin decir nada porque Namjoon le había pedido ser agradecida con lo que le diesen en aquella casa. Solía tomar sopa de algas cuando su maldición se hacía presente, pero eso no había ocurrido desde el día que Jimin los había tirado por la borda. Comió en silencio mientras Wen la observaba con atención.
—Kwan dijo que hoy estabas cansada.
Haru la miró, intentando esconder su sorpresa.
—¡Ah! Sí, amanecí agotada, la verdad... —respondió, restándole importancia a la mentira que había dicho su amigo.
Wen se sentó rápidamente frente a ella y apoyó los codos sobre la mesa, dejando su rostro cerca del de Haru, que se echó hacia atrás sutilmente para recuperar su espacio personal.
—¿Hace cuántos días? —Preguntó.
—¿Qué cosa? —Respondió Haru, intentando no parecer confundida.
Wen puso los ojos en blanco un segundo y soltó una carcajada. Estiró sus manos y atrapó la que Haru tenía libre.
—¿Hace cuántos días te sientes así? Cansada —aclaró.
Haru la miró por un segundo. No entendía qué tenía de importante aquella pregunta.
—No lo sé... Desde hace un par de semanas —inventó.
Wen le soltó la mano para taparse la boca, como si eso hubiese evitado el pequeño grito que soltó. Parecía emocionada.
—¡Qué buena noticia!
—¿Qué sucede?
La chica la miró con incredulidad, alzando una ceja, y enderezó la espalda en su lugar. Al parecer, la pregunta que había hecho Eunkang era real, porque su rostro se mostraba bastante curioso.
—Eunkang, estás embarazada.
La nombrada inclinó la cabeza y una sonrisa confundida se formó en sus labios.
—¿Embarazada? —Repitió.
—¡Sí! —Exclamó Wen— Kwan y tú tendrán un bebé —aplaudió con las manos—. ¡Oh! —dijo, como si de pronto recordase algo— Ya no pueden seguir viviendo en esa casucha, no. Jian le ayudará a Kwan a construir una casa junto a la nuestra. ¡Seremos vecinas! Y pasaremos el día juntas, justo como ahora...
Haru dejó de escucharla en algún momento. ¿Cómo era que iba a tener un bebé con Namjoon? Definitivamente, creía que eso no era algo para ella. No estaba hecha para ser madre. Y la sola idea de imaginarse todo lo que le estaba diciendo Wen no hacía más de horrorizarla.
—¿Wen? —La interrumpió y la chica guardó silencio en seguida—. ¿Cómo se hacen los bebés?
La boca de la chica se abrió ligeramente, estaba impresionada por aquella pregunta, y de pronto su rostro enrojeció violentamente al recordar lo que hacían Jian y ella para intentar tener un bebé. Quiso taparse el rostro con las manos y salir corriendo para meterse debajo de las mantas de su cama, pero la mirada curiosa de Eunkang le hizo cuestionarse muchas cosas.
¿Jian y ella hacían bien las cosas para tener un bebé? Quizás no, y por eso todavía no había resultado.
Wen tragó saliva.
—¿No te lo enseñó tu madre? —Cuestionó.
—Mi madre murió dando a luz —explicó Eunkang, encogiéndose de hombros—. No la conocí.
—Oh...
Wen aplanó los labios, sintiendo vergüenza por haber preguntado eso, aunque Eunkang no parecía sentir tristeza.
—Bueno... —Continuó, todavía con las mejillas rojas—. Creo que los bebés se hacen cuando... —Se aclaró la garganta—, por ejemplo, cuando durante la noche estás con tu esposo, a punto de dormir, y... —Cerró los ojos cuando una avalancha de recuerdos llegó a su mente— Y te quitas la ropa y tu esposo te toca y...
—¡Ah! —La interrumpió Haru, asintiendo con la cabeza—. Entiendo.
Había hecho eso muchas veces, con varios hombres que ni siquiera eran sus esposos, pero jamás con Namjoon, por lo que era imposible que fueran a tener un bebé. Sin embargo, de todas las veces que lo había hecho, jamás había quedado embarazada. Aunque no podía decirle eso a Wen, no podía decirle que no hacía ese tipo de cosas con su supuesto esposo y sí con cualquiera que le pareciera atractivo.
—¿Y tú? —Le preguntó, intentando desviar el tema—. ¿No tendrás un bebé con Jian?
Wen bajó la vista hacia la madera de la mesa y negó con la cabeza.
—Creo no lo hemos estado haciendo bien, Eunkang.
La chica la miró, ladeando la cabeza.
—¿Lo disfrutas, al menos?
Wen cerró los ojos y nuevamente se ruborizó.
—¿Tú lo disfrutaste? —Respondió con otra pregunta.
Haru no podía decir que había disfrutado tener sexo con Namjoon porque jamás había ocurrido, aunque no podía negar que le daba curiosidad, pero podía basarse en sus experiencias pasadas.
—¡Por supuesto! Cada vez que lo hacemos, ¿tú no?
Wen levantó los ojos con curiosidad, pero negó con la cabeza.
—¿Cómo hago eso? ¿Cómo lo disfruto?
Haru frunció los labios y levantó la vista hacia el techo. No sabría darle un consejo que no fuese tan personal. Sin embargo, recordó algo que le hizo darse cuenta de muchas cosas.
—Primero tienes que saber qué es lo que te gusta a ti.
—¿Cómo?
Haru apuntó con el dedo hacia abajo y Wen no supo interpretar lo que indicaba, pues la mesa dejaba las cosas a la imaginación.
—Hay un mundo entre tus piernas, Wen, es tu deber descubrirlo y enseñarle a Jian.
Por la tarde, Namjoon todavía no le dirigía la palabra a Haru porque cada vez que la miraba recordaba lo que había soñado la noche anterior. Por lo que la chica había decidido alejarse de la casa de Wen durante la hora de la cena.
No le había dicho a nadie y había salido en dirección a la playa donde había despertado hacía unos días atrás. El aire estaba frío porque todavía era invierno, pero no le desagradaba. Le recordaba los días que había pasado en alta mar, junto a la tripulación que había juntado con esfuerzo. Apretó la mandíbula al recordar a Jimin aquel día en el que había logrado que todos se volvieran en contra de ella y de Namjoon. Tenía que vengarse.
Su cabeza había estado maquinando sin parar. Era lo primero en lo que pensaba cuando abría los ojos en la mañana y lo último en lo que pensaba cuando estaba quedándose dormida en la noche, lo hacía mientras cocinaba junto a Wen y cada vez que se hallaba en un momento de privacidad.
Tenía que vengarse y había calculado con exactitud cada paso que iba a seguir.
Se quitó los zapatos y caminó sobre la arena húmeda, sin importarle que estuviese helada. Ya estaba anocheciendo y la temperatura bajaba todavía más. Miró hacia todas partes, pero era imposible que alguien estuviese por allí. Era tarde y hacía frío. Así que comenzó a desatar su hanfu y lo dejó caer por sus hombros. Necesitaba sentirse libre, aunque fuera un momento.
Su piel se erizó y quiso abrazarse a sí misma para protegerse del frío, pero, en cambio, abrió los brazos y cerró los ojos, disfrutando la brisa marina que le golpeaba el rostro con fuerza.
—Alguien podría verte —escuchó una voz a su espalda.
No tuvo que girarse para saber que se trataba de Namjoon. Realmente no le apetecía estar con él en aquel momento, así que simplemente lo ignoró.
Bajó los brazos cuando sintió algo sobre sus hombros. Namjoon se había acercado por detrás y le había puesto la misma ropa de la que se había desecho. Se giró a mirarlo, un poco irritada, y se encontró con su rostro moreno y ojos intensos que la observaban con atención.
—¿Estás bien? —Le preguntó él.
Haru se limitó a mirarlo. Esa pregunta debería hacérsela ella a él, pues todavía lo sentía distante, al igual que en la mañana. Terminó por negar con la cabeza, no podía mentirle a Namjoon.
—¿Quieres hablar sobre eso?
—¿Qué hay de ti? —Atacó ella manteniendo su rostro impasible, pero agudizando ligeramente su voz—. Has estado extraño desde esta mañana.
Namjoon desvió la mirada. No sabía cómo explicarle que había tenido un sueño con ella, un sueño del que se sentía culpable porque supuestamente no debería verla de esa manera porque era su mejor amiga. No podía decirle eso, porque sabía que ella sentiría curiosidad y luego se convertiría en un hombre más de su lista. Sabía que ella no quería nada serio con nadie.
—Prefiero no hablar sobre eso.
Ella negó con la cabeza.
—¡Perfecto! —se cruzó de brazos—. Ya te has aburrido de mí, ¿cierto? —Lo miró con los ojos brillantes—. Lo entiendo, Namu, pero somos lo único que tenemos... ¡Eres lo único que tengo!
—¡Haru! —La interrumpió, agarrándola por las mejillas.
La miró con intensidad, sin importarle el hecho de que sus mejillas comenzaban a ponerse rosadas. Tenerla tan cerca le alteraba porque, más que revolucionarle las hormonas, le aceleraba el corazón. Tuvo el impulso de acercarla y besarla con fiereza, de abrazarla a su cuerpo y sentir su calor. Quería quitarle la ropa que él mismo había puesto sobre sus hombros y recostarla sobre la arena. Le acarició el labio inferior con el pulgar, sintiendo que aquel tacto le quemaba por dentro.
—¿Cómo puedes siquiera pensar algo así? —Susurró.
Sus ojos le recorrieron el rostro y se fijaron en sus labios carnosos color rosa, los mismos que le rodeaban durante el sueño que había tenido. Tragó saliva.
—Namu...
Namjoon pestañeó un par de veces al darse cuenta de que ella miraba hacia otro lado, con los ojos brillantes. Siguió su mirada y notó una luz en el horizonte ya oscurecido. Sin duda, era una embarcación.
Yo llorando porque nadie se dio cuenta de que en el capítulo 13 Haru tiene un sueño/recuerdo sobre un chico que la empuja cuando era niña y que en realidad ese chico es Nam (sale en el capítulo 15)
Y que Nam elige el nombre de su tio para decirle a Wen (Kwan)
Lloro
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