c. Late routes & Foreign companies.
"caperucito rojo."
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Tercera parte.
-Rutas tardías y compañías foráneas.-
Sus manos dentro de sus bolsillos de su abrigo rojo, transmitiéndole el calor que carecía en esos instantes, sus rizos despeinados y salvajes a la merced del clima, ocupando parte de su frente y moviéndose al compás del viento, de lado a lado, como si de un vals se tratara. Los skinny jeans que traía puestos, oscuros y ajustados a su curvilíneo cuerpo, ayudaban bastante a conservar el (poco) calor corporal y no morir bruscamente de hipotermia en este instante. El rojo que optó por usar y lucir en sus uñas hoy, estaba un poco rasgado y desgastado por ayudar un poco a lavar la vajilla a Dorián, una contundente mala elección, solo quería deslumbrar y lucir arreglado por una vez que ve a su abuelita. Claramente, no se le pasó el detalle de llevar el colgante que le había regalado al nacer ella, con una "H" en oro, y la fecha de su nacimiento prescrita en la parte de detrás con una letra cursiva detallada y clara. Por ahora, guardada dentro de su hoodie negro suave, de algodón.
Apenas se podía notar como tiritaba por frío de la tarde, en Holmes Chapel. Hojas yendo y viniendo al pesar de la ventisca, castañas, marrones, cafés, tostadas, algunas que otras pardas o un poco anaranjadas, casi amarillentas, diferentes tonos de canela, pero todas crujientes, secas, al descampado, en cambio, ajenas a todo, resguardadas en las ramas de los robles viejos, las demás sobrevivientes a la tormenta o el chubasco que se aproxima al pueblo a reducidos pero no insignificantes pasos. Nadie contaba con su promiscua o ulterior aparición. Árboles zarandeándose junto con sus extremidades.
El humo que exhalaban las chimeneas a leña de las cabañas del pueblucho, se sumaban junto con las nubes adornando el cielo y encajando a la perfección, gris con gris. El gris se difuminaba con el gris, se mezclaban entre sí.
¿Qué formaban? Gris.
Acostumbraba a preguntarse a sí mismo cuando el gris sería reemplazado por otro color.
¿Qué se respondía? Harry, eso pasará el día que el universo intente revelar algo, algún cambio en la naturaleza o avisar de algún fenómeno cercano.
Eventualmente, era el único color que se veía a diario en él. Ni míseras indicios de existencia, de parte de las aves pobladoras o sus crías. El fresco espantó sin pesares todos los insectos que rondaban por las flores de su casa siempre, y ahora seguramente estén escondidos o reunidos todos en sus cuevas desconocidas para la humanidad.
Debía hacer algo para acabar con el frío. Pero no tenía idea de qué. No se vería muy inteligente estar fuera de tu casa con una fogata a tu lado, cuando todos los vecinos están enterados de la chimenea con la que cuentas. Pero él, parecía tomarse su tiempo para todas las cosas que se le presenten por delante.
No le importaba el tiempo, porque él cerraba los ojos y el universo se apagaba momentáneamente para él, un pequeño telón para un escenario tan inmenso. Como la naturaleza misma, en comparación con él: un minúsculo grano de arena. Así, que se propuso mentalmente tratar de dejar los pensamientos sobre eso de lado, y razonar en desiguales realidades. Como por ejemplo, el hecho de que la mascota de los propietarios de al lado estaba igual que él, congelándose a sí mismo. Y probablemente, eso no funcionó, ni funcionaría. Decidió que pensar como el pensaría no haría efecto, así que
¿Qué haría Niall ahora?
Niall, piensa como Niall. Haz lo que menos se te ocurriría realizar ahora.
¿Algo como saltar la soga? No, no tengo sogas.
¿Hacer angelitos de nieve? ¡Estaría peor que en este instante!
¿Bailar? ¿Con qué? No hay música, solo se oye la naturaleza misma. ¿Con quién? No tengo novio. Estoy solo aquí afuera, y el perro me mira como si tendría tres ojos por hablar solo.
Estaba equivocado, no se necesita una melodía para danzar, cuando tienes el silencio y el crujir de las hojas como acompañante.
Se levantó del suelo y a su mente vino la letra de una canción de Ed Sheeran. El último disco. La canción que le gustaría apreciar junto a alguien, que sienta por él la letra de la canción. Perfect.
"I found a love for me. Darling, just dive right in and follow my lead. Well, I found a girl, beautiful and sweet. Oh, I never knew you were. The someone waiting for me."
Sin pensarlo, se desplazaba con claridad y seguridad al ritmo de la música mental. Posiciono sus brazos en una forma redonda, como si sostuviera un balón delante de él, pensando que se notaba que bailaba acompañado, de la música y su tan anhelado y codiciado amor. Aunque parezca un lunático bailando en la soledad misma y con un amigo imaginario. Pero Harry no estaba consciente. Deleitándose con la melodía del, soñando despierto, como sería ser la Cenicienta, para tener un príncipe azul como el de ella, Enrique.
"Cause we were just kids when we fell in love. Not knowing what it was. I will not give you up this time. But darling, just kiss me slow. Your heart is all I own. And in your eyes you're holding mine."
Con un brazo que tomaba su cintura con delicadeza y una mano más grande contra la suya, unidas. Su brazo alrededor del cuello de aquel hombre, percibiendo el roce de sus clavículas, tan marcas y sus palmas entrelazadas. Alejados de lo que se desencadenaba dentro del palacio real. Deslizando sus pies en el piso, unas botas marrones y unos mocasines negros, perfectamente encerados, deslumbrantes y estupendamente caros. Sentía el acero o la plata de los anillos de su príncipe y él chocando, sirviendo frío. Un anillo de un rosa estaba en su dedo, algunos de plata y uno de oro.
"Baby, I'm dancing in the dark. With you between my arms. Barefoot on the grass. Listening to our favourite song. When you said you looked a mess. I whispered underneath my breath. But you heard it, darling. You look perfect tonight."
De pronto, se hizo la medianoche y el escapaba, escapaba del castillo, escapaba del baile y la música entonada, de los violines, de todo menos de su príncipe. El cual no miró a la cara por prestar la atención en lo demás. Sentía algo. Algo que le era imposible de describir: Ellipsism. La tristeza de no tener capacidad para saber cómo termina esa historia. Tal y como el Diccionario de los Dolores Oscuros lo pormenorizaban.
Al instante, abrió sus orbes esmeraldas. Con un escalofrío recorriendo su columna vertebral con libertinaje, intransigencia y rigor, mucho rigor. No era nada desigual a un sube y baja de emociones y sentimientos en este preciso instante. La piel se le erizó, se le comenzaba a asemejar a la de una gallina. El viento estampando en su rostro, sin decidir un emplazamiento para sus cabellos en su frente. Guardó sus palmas y las volvió a retornar a sus bolsillos. Levantó la mirada de ellos y se encontró a su mejor amigo, enfrente suyo con una bolsa de madera sostenida entre sus manos, observándolo con una mirada desorientada, pero más despistada y confundida. Solo rodó sus ojos verdes y enarcó una ceja. Niall solo hizo un ademán con su mano derecha, restando la importancia al asunto del tiempo que tiene esperando su presencia en el patio para su salida. Ninguno de los chicos tocó, habló o hizo un comentario sobre los actos mutuos, pretéritos. Sería un secreto de los dos amigos y la naturaleza. Sin olvidar, la mascota peluda, chismosa y chillona que poseía la de la gente que habitaba al lado de su casa, a la izquierda.
Contaban con las cinco y cuarto de la tarde en el reloj pulsera del rubio.
Caminando, se la pasaron tarareando canciones aleatorias o ritmos que se les ocurrían, ya por la mitad del camino, le quedaban solo 25 minutos para llegar al destino. La caminata cada vez se hacía más pesada y cansadora, como si tendrían piedras de toneladas en sus zapatos. El único ruido que se oía era el de los árboles moverse por el viento que empezaba a hacer más congelador que antes -si es que fuera posible-.
Cinco minutos después se encontraban solos, la naturaleza y él. Niall detrás de un arbusto voluptuoso descargando su manguera y el rizado mirando hacia otro lado, tratando de ignorar y hacer de sordo por unos minutos, silenciando el ruido del "agua" caer a la tierra, a unos metros no contados de él. Maldijo por no traer orejeras, y pensó que también esas servían para el frío. Anotó mentalmente buscarlas mañana en el desorden del armario de su habitación.
Al parecer, ya más liviano, el rubio había terminado. No de oía más el ruido anterior, ni su chillona presencia. Pero, al girar se encontró con el simple charco de las necesidades de su amigo, desaparecido. Niall le estaría jugando una broma, razonó.
¿Pero quién jugaría cuando se encuentran en un bosque que está vacío y desolado?
Buscó detrás del arbusto de antes, entre unos leños cortados que estaban sobre el pasto. Además, atrás de los altos y flacuchos troncos de los árboles y pinos. Revolvió ligustrinas y montañas de hojas secas -o casi secas-. Pero nada halló. Ni una hebra de cabello amarillo destacando entre las verdes oscuras. Se estaba empezando a desesperar, por lo que optó salir del bosque y esperarlo en la avenida principal, por dónde venía antes de desviarse para que deje de caminar como pingüino. Grave error. Su teléfono no tenía pila, y eran las seis y media.
-¡Niall! ¡NIALL!
Ya no le quedaban ideas de que hacer. Gritó su nombre, lo insultó, aplaudió, cantó su canción favorita, dijo que Stefan nunca sabría de su existencia y que la Nutella era excremento de perro, con saborizantes de chocolate y crema de maní. Pero no se dignó a dar vida alguna.
Quizá, se perdió en el bosque y siguió el camino hasta la casa de si abuelita. Sí, eso hizo.
Retomó la avenida principal de Holmes Chapel, siguiendo el camino. En medio de todo esto, se detuvo por un descanso. Desde hace mucho no hacia deporte seguido y se sentía agotado por trotar unas tres o cuatro cuadras sin control. Se sentó en un banco de un tronco de árbol, paralelo a la avenida. Enfrente de él, una mesa de piedra, con algunos grafitis. Optó por beber un poco del agua con gas de la canasta para su familiar, ella no dirá nada, ni se dará cuenta. Mientras sentía el líquido pasar por su garganta, alguien se sentó del lado sobrante del tronco. Se quedó pasmado, en su lugar. Eran casi las siete de la noche. Giró su cabeza, dando una vista de su acompañante de al lado.
Un perfil frío pero digno de ver. Sus labios finos y rosados, con la nariz algo respingona y escrutantes ojos calculadores y discretamente azules. El pelo castaño que poseía peinado, cubriendo parte de su frente, en flequillo, lacio y no muy resplandeciente pero suficientemente limpio. Al parecer, se dio cuenta de la recorrida de mirada que le daba. Dejó de lado la botella que tenía en la mano, en el piso. Pero antes que pudo apoyarla allí sintió un cosquilleo recorrerle completo.
Quería descubrir la razón, aplazó su vista a la botella que tomaba su mano y la mano encima de la suya, bronceada y áspera. Supo que pertenecía a tal castaño. Y lo miró interrogante. No se inmutó, solo la sacó de su territorio y tomó de ella, dejando menos de un cuarto.
Las sílabas no parecían con intenciones de salir de su garganta, no podía articular nada. Aunque su mente trataba de hacerlo cumplir de cualquier forma que se le cruzara. Sintió una ráfaga de calentura en su mejilla izquierda, la rozó con su palma y sintió lo rojiza que aquella se encontraba.
Una palma tapando su boca. Con menos formas de hablar, en este momento. Pudo ver que el rostro del ojiazul no cambió para nada.
-Tranquilo, primor. Gracias por el agua -agregó el intruso en el tronco, del que se había adueñando hace ratos largos-. ¿Quieres un caramelo? Te ves hambriento y sin ganas de seguir tu trayecto.
-¿Q-qué está diciendo, usted? ¿Me h-ha estado persiguiendo? -respondió Harry, ya temblando y tartamudeando al hablar con ese desconocido insolente-. P-por favor, no he comido nada hace horas, mi amigo se llev-
-No es nada, terroncito -lo interrumpió al ver que no podía articular una oración sin emitir un tartamudeo o tembleques-. Aquí, tómalo todo cariño -dijo el castaño, mientras el rizado miraba con deseo la bolsa de caramelos, chupetines, paletas de colores y gomitas que tenía el buen hombre que encontró.
Harry se sonrojó furiosamente al entender lo necesitado que estaba.
Abrió el envase de un caramelo blanco "con sabor a menta fuerte", de color blanquecino y esférico, pequeño. Lo metió en su boca, lentamente, disfrutando el cómo se ¿disolvía en su boca? Y sentía un gusto hediondo en sus papilas gustativas.
Su visión se tornó borrosa y su audición casi nula. Sentía caerse en cualquier momento, sintió una brazos rodear su cintura.
No supo si el beso en su mejilla y él "vas a estar bien, dulzura" susurrado en su oído, fue parte de una alucinación o qué.
•°• •°• •°•
Despertó, minuciosamente. Sintiendo algo no muy pesado recayendo sobre su frente y sedas tapando su anatomía. Abrió con cuidado sus orbes verdes y descubrió que se encontraba yacido en una cama. Unas sábanas blancas tapándolo y un paño de agua fría en su frente, disminuyendo su alto calor corporal. Una venda con una gasa debajo, un poco más arriba de su tobillo, las elevó no demasiado y observó la pequeña herida cicatrizando, limpia y desinfectada.
Pero el caso es que no recordaba cuándo o dónde se la hizo. No se acordaba nada de lo sucedido ayer por la tarde. Sus memorias se cortaban hasta dónde Niall y el tomaban el almuerzo en la barra de su cabaña, en su pueblo. Ya que desconocía su ubicación y a que día estaba.
Intento recomponerse de la cama, gimiendo del dolor al sentir su cabeza pesar y caerse para atrás repetitivamente, pero se sostuvo al mismo con una fuerza que no sabría contestar de dónde sacó.
La madera vieja de la cama rechinó al sentir un peso menos que aguantar, se paró y vio que la habitación era solo paredes blancas, nada más que, la cama y la puerta de madera -de parecer, más vieja que la del mueble- abierta solo un poco, y un rayo de sol saliendo de ahí, y la cerradura, sin llave. Divisó dos figuras de hombres sentados en una especie de sofá desgastado, feo y pasado muy de moda -si el rizado puede agregar- en un living tratando de hacerse el rústico, pero fallando. Aquellos hombres, apoyando sus pies en una mesita de madera vieja y polvorienta. -¿¡Qué aquí no existe otra madera!? ¡Al menos que esté limpia! -pensó el ojiverde, sin dejar de contemplar la escena de ellos dos bebiendo en vasos chicos, algo que daba como alcohol.
Quiso abrir la puerta para seguir viendo el panorama, pero falló. Justamente tenía ganas de chillar cuando menos debía. Las personas, giraron la cabeza inmediatamente al escuchar la puerta chillar de la habitación donde dejaron al rizado glotón, anteriormente.
-¡Oh ya ha despertado tu princesa, William! Será mejor que la alimentes un poco, porque ya ni trasero para que lo folles tiene –exclamo divertido, enojando a su compañero, un hombre moreno, de estatura alta, más que el tal William, de tez oscura con ojos miel penetrantes y con el desafío puro en la mirada carcomedora. Bebió otro poco de su shot y dejo el vaso en la mesa anterior, el castaño de ojos azules y piel clara, copió sus actos seguidos.
-Cierra la puta boca, Zacharyn. Al menos utilízala para asuntos relevantes, como explicar que haremos con él hoy -el moreno entrecerró sus ojos para luego mirar fijamente a Harry, este sumiso en sus pensamientos, tratando de recordar dónde estaba o qué era este lugar horrendo. O para qué servía. El ojimiel, separó sus labios para decir algo, pero fue callado por William.
-Hay ropa en el cuarto de baño, debes estar listo para antes del mediodía, tendremos visitas.
El rizado, simplemente se dejó empujar hacia donde lo llevaba William. Cayó de rodillas en la cerámica celeste clara -también sucia- del baño con azulejos azules. Inodoro, ducha, lavamanos y espejo, con eso era lo único que contaba el cuarto. Por la luz del sol, que entraba por la pequeña rejilla en el techo, contó y deberían ser como las 11 de la mañana, aproximadamente.
Apoyada en el lavatorio, había una falda negra, corta, suave y con vuelo, muy ajustada a la cintura, suelta en la parte del trasero, de tiro alto. Una playera negra, que seguramente le irá corta y muy ajustada a su pequeño cuerpo pero alto, cuerpo. Un cepillo de cabello barato y de plástico. Un collar que iba pegado a la garganta, también negro, con tachas plateadas. Tacones altos, no hará falta decir de qué color eran, pero muy incómodos, con un taco aguja peligroso para él y lo peor, es que no sabía cómo caminaría sin tropezar o hacer el ridículo. Algunas pulseras de plata y bragas de encaje negras...
Rogó a todos los dioses que no hayan sido usadas por otra persona, o que no estén sucias. Si es mucho pedir, que sean nuevas.
Se dirigió a la ducha, giró la perilla de la supuesta agua caliente. Fría, salía fría. Tal vez se equivocaron -pensó, no quería perder las esperanzas, además de que en todo el lugar estaba helado. Giró la perilla restante, nada, la misma agua fría anterior. Mierda. Se ducho al tiempo de flash, sin jabón porque tampoco había. Una simple toalla blanca, la usó para secar bien su cuerpo y un poco sus rizos. Los cepilló un poco, para que estén agradables y no molesten, arreglados. Peinó sus cejas desafinadas con la yema de su dedo y humedeció sus labios secos y desquebrajados con saliva. Su piel estaba pálida, sus mejillas flacuchas, indicios de que pasaron días, y no hizo nada más que dormir, o estar inconsciente en la cama de origen desconocido. Hipó. Se sentía débil, frágil, sin ganas, cansancio absoluto y solo quería volver a dormir unas horas, o días más.
Tomó la ropa, se colocó la playera, luego la falda aún con sus bóxers debajo, las pulseras en la muñeca derecha y con dificultades, el collar. Observó su figura en el espejo. La falda hacia más llamativo y respingado su trasero, parecía más gordo, además que apenas y lo tapaba. La remera se ajustaba mucho a su abdomen y pecho, no tenía abdominales, sintiéndose un larguirucho, desvió su vista a abajo. Los zapatos tirados en el piso, y la ropa interior enredada en el taco. Cerró los ojos por un momento. Sus bóxers habían sido reemplazados por las bragas esas y estaba acomodando sus pies delicados en el calzado oscuro. Pero sintió algo rozar sus dedos, una tela suave. Se los sacó y descubrió unas medias negras de encaje con un diseño florado o parecido, el conjunto de las bragas que faltaba. Puestas estas, más las bragas: no le quedaban para nada mal, agradecía que la poca cantidad de vello púbico no se notara para nada.
Así que, llego el momento. Harry se colocó de pie, con algunos problemas en el desarrollo, pero lo logró. Intentó caminar, moviendo sus caderas mucho en el transcurso, en un momento se tambaleó y se tropezó, por culpa de los bóxers que se enredaron no sabe cuándo en el tacón. Ocasionando un estruendo en el pequeño espacio. Su cuerpo calló al piso, de trasero y quedó adolorido. Minutos después -todavía en el piso, masajeando su trasero para aliviar el dolor- la puerta, antes cerrada con llave y una traba afuera, se abrió dejando ver a William. Este mirándolo como si fuese un extraterrestre. Su mueca cambió y se percató de que miraba mi cuerpo, con ojos salvajes, deseosos de la imagen. El rizado estaba tan confundido, no lograba entender que estaba pasando en el cuarto ahora.
-¿Qué mierda hiciste? -hizo una pausa, para luego agregar-. Debo llamar a Edward ya.
Y, solo se fue, dando un portazo y el ruido de llaves cerrando volvió a estar presente. Unos gritos fuera y cosas cayendo o siendo tiradas después, la puerta se abrió dejando ver a un chico pelirrojo con unos ojos azules nada llamativos, opacados por el color de su cabellera, delgado y más bajito que él. Parecía tierno y amable, más que nada. Este saludó al rizado agitando su mano.
-Hola, soy Ed. -se detuvo y yo agite mi mano en respuesta-. ¿Tú eres el famoso Harry, no?-hice una mueca de confusión, la verdad que en este lugar las cosas cada se aumentaban de raras y confusas. Extrañaba su casa, a Dorián ¡Dorián! ¿Cómo estará ella?-. Vine para ayudarte, me han dicho que no sabes nada de cómo nos manejamos aquí. Te orientaré un poco, lo que puedas saber, no más. No debes preguntar.
>>>Las reglas aquí son como una Constitución, las leyes de la sociedad. O las respetas, o no vives para contar tu experiencia. Nunca negarse a lo que digan los amos, o el cliente. Ni hacer cuestiones a los superiores, como a William o a Zacharyn. No puedes retirarte de la sala si los amos se encuentran en esta, sin preguntarles antes. No establecer conversaciones con los consumidores, solo en el acto. Ni pienses en escapar, menos en quitarte los brazaletes, quieren decir que estas disponible, solo si los amos te lo ordenan. Dormirte a las 23 si terminas tu trabajo, en otro caso debes ir a la habitación roja si no ganaste trabajo, allí te enterarás. Sigue mis indicaciones o lo que yo hago y sobrevivirás. Por favor, lo importante aquí es tenerte seguridad, te debe de sobrar la autosuficiencia, sino creerán que no vales la pena, los tímidos, vergonzosos y cohibidos no superan la oscuridad. No quiere decir que fuera de tu trabajo sigas tu papel, no te conozco, pero te tengo un voto de confianza.
Su estómago se retorció, llamando la atención del pelirrojo. Se sonrojó al enterarse que se notaba mucho el hambre que acumulaba en su sistema. Aunque se iba, al razonar que quizá lo prostituirían o abusarían de él como su mercancía personal, tuvo en cuenta que "iba a ver visitas" y descartó rápidamente la idea de que su cuerpo y alma le corresponda a alguien, sin su permiso o aviso. La mente le giraba, daba vueltas, buscaba escenarios, pistas o indicios de donde se encuentra o porque está aquí, realizando mapas mentales de la casa o planes de escape, pero él no era Michael Scofield para destornillar el inodoro del baño y escapar por una tubería, en modo todo terreno, o hacerse pasar por muerto como Lincoln Burrows. Ni siquiera tenía una novia médica, bah no es como si le llegarán a atraer los melones. Detuvo esos razonamientos al volver a sentir su trasero sufriendo hipotermia, aún en la cerámica del cuarto del baño, pero sin los tacones puestos. Miró confuso sus pies al verlos sin el coqueto calzado, levantó su vista hacia Edward quien lo miraba con los tacones cada uno en una mano diferente.
-¿Necesitabas ayuda con estos, no?
-M-mm, y-yo sí... Gracias.
-No hay problema, ricitos. Vayamos a la habitación que te han asignado, el tiempo es oro puro en este lugar, recuerda eso. Deberías de tomar nota de todo lo que digo, algo así como de veterano a cadete. -dijo mientras caminamos a la par yendo a destino.
Harry estaba muy nervioso y rojo hasta la coronilla, andaba rápido y torpemente por los largos, blancos y fríos pasillos, seguía en las bragas negras y la playera, descalzo y sus pies esquivando alguna que otra madera del suelo que se encontraba levantada y de aspecto de la época medieval. Pasaron por la sala anterior, la cual estaba un poco más ordenada, pero solitaria sin pesar. Los dos chicos, pararon enfrente a la puerta de madera, el, donde estaba el cuarto en que despertó esa mañana, a pedido de nadie. Golpeó con sus nudillos dos veces, sin estresarse. Indagaba mentalmente porqué hizo eso si comentó que era su cuarto. La puerta se abrió de golpe, dando un buen susto a los menores, escalofriando. Una figura, una mirada azulina penetrante y oscura repiqueteó. El menor no podía sentirse más expuesto, avergonzado y colorado. No descifraba totalmente porque el castaño no dejaba de acecharlo y desvestirlo más de lo actual con su inspección. Edward no dejó pasar el juego de observaciones de ambos, William no aparentaba señales de que le incumba lo tanto que incomodaba al pequeño, lo derretía y desfiguraba con la tentadora mirada, por el antagónico lado, el pequeño ruloso no levantaba la vista de sus descalzos pies, con sus brazos colgando y tratando de tapar su entrepierna, imposible e incapaz enfrente del amo.
-Justo tú talla, pequeñín. Es pero que adelante seas más suelto, debes.
Momento a otro, ya no estaba. Pasó por en medio de la dupla y se retiró. Solo fue un extraño, incómodo e irrecordable momento. Desearía poder borrarlo de su memoria sin dejar rastros, ni en eliminados recientemente. ¿Desea recuperar la imagen?
El pelirrojo alzó una ceja, su acompañante no dijo palabra alguna desde fuera del cuarto del baño, toco dos veces su brazo con el dedo índice y logró sacarlo de su shock mental. Se sacudió ante la acción nomas, y solo pudo hacerle una seña para que entren y ya, el de orbes esmeraldas solo lo siguió pisando sus talones. Él no tenía conocimientos sobre la ubicación del ojiazul en su cuarto, cuando el seguramente poseía uno individual y quizá más cómodo o elegante. ¿Todos los cuartos aquí serán así de simples, viejos, desgastados y descuidados?
El de mejillas calentadas observaba con total desinterés la habitación, no cambió en nada. Se salteó u omitió un pequeño e irrelevante detalle, para Harry, su almohada ya no estaba, fin de la historia. Pero, él había sido un chico malo y debía ser castigado de alguna forma, ¿No?
Ed se quitó sus tenis baratas y sucios, tirando de ella a un lado de la cama con sus cordones desatados, Harry notó eso y decidió no volver a cometer el mismo error, las empujó para que quedaran fuera de su pasarela para novatos. Se colocó rápido y con experiencia completa los tacones, parándose con equilibrio y elegancia natural, con posibles prácticas en la cocina mientras el almuerzo se calentaba. Las señales fueron dadas al compañero, ahora, de trabajo. Caminó ida y vuelta, con equilibrio, seguridad, sus caderas contoneadas en el transcurso y la sonrisa socarrona agregada al combo. La autoestima que quedaba en el ojiverde despareció apenas el segundo paso sin tambaleos. Se sintió un imbécil, un servible para nada, recordó las palabras y su opinión se alteró.
-Enséñame. Enséñame a ser cómo tú, deseo continuar con mi vida cuando las tinieblas aparezcan y nos acechan sin piedad. Enséñame a sobrevivir a los amos, a William, a Zacharyn. Te lo imploro, Ed.
-Con gusto te ayudaré a seguir en la Tierra de los vivos, solo si superaremos esto juntos, Harry. Recuerda que no hay nada malo en decir ayuda.
Los dos supieron cual respuesta dieron, mutua la elección y mutua la réplica. Al cabo serían solidarios con sus vidas en este martirio de prisión. El humano es un animal sociable, una interacción con otro, puede salvar su vida.
Apunta la cámara para la mayoría de la gente y que sonríe. Usted no ve lo que realmente son. Sólo ve sus máscaras. Plantean, sólo pretenden. Ese es el próximo objetivo a valer de la amistad, la cual crece como una flor. No como una usual, sin sol con oscuridad, sin agua con restos de alcohol, sin tierra con residuos de látex.
Los minutos y horas que le restaban antes de la llegaba de los invitados del día, Harry sabía cómo impresionar y sacar provecho de los tacones, pero más que nada de su cuerpo. Sabía cómo utilizar su cuerpo, sus caderas curvilíneas, su trasero curvo y pronunciado, sus rizos despeinados, a un estilo salvaje, atrapante y despampanante, sus largas piernas, sus muslos poblados, deseados y envidiados de buena manera por su amigo, era un nuevo Harry el rizado glotón. Él era Harry Styles, el chico de cuerpo de infarto e impresionante, con la sonrisa traviesa y tentadora para todos, con esos rizos que daban ganas de jalarlos mientras sudan. Por su bien, y el de Edward.
El momento planeado y estabilizado por los dos llegó, ensayaron como actuar, como fingir sonrisas y cómodos. No tan esperado ni deseado por ninguno.
Sin pensarlo, la puerta fue abierta por una chica, con la cabeza baja, cabellos castaños y lacios, ojos mieles con pestañas largas y con un vestido azul marino ajustado y corto, que le llegaba hasta dos manos arriba de la rodilla, se veía sometida, o puede ser obligada a venir o estar aquí ahora mismo.
-P-perdón chicos, v-vengo de parte de William a informarles que estén en la cocina, listos en cinco minutos.
-Ya iremos, Keyla. Que la suerte este de tu lado este mediodía.
-Igualmente, Ed. A ti también, nuevecito. -dijo para retirarse al momento y cerrar de nuevo la puerta detrás de ella.
-¿Y ella es...?
-Es la heredera al trono de Inglaterra, fue desterrada por ser lesbiana y borrada del mapa. Sus propios padres la dejaron como un regalo sin vida en la puerta de aquí. Debes creer mis palabras, nadie es lo que parece, no confíes en nadie, no te obligo conmigo.
-E-está bien. Yo te creo, Ed. Eres lo único que tengo y lo mejor. -agregó, y después los dos se fundieron en un abrazo, al instante de separarse, quedaron observándose a los ojos por unos segundos el uno al otro. Sé fuerte. Giraron la perilla y salieron del cuarto en la dirección establecida. Al llegar, estaban unos seis chicos jóvenes y siete jovencitas. Algunos con miradas aterradas o asustadas, otros con seguridad y aburrimiento. Él se clasificaba a sí mismo, como en los primeros. Cerró la puerta, pero se volvió a abrir dejando ver a Zacharyn y tras él, William. El primero habló:
-Bien, Camille, Carlisle, Jacob, Lauren y Edward. En ese orden, son el primer grupo. Addison, Ernest, Ashton, Philip y Noora, van segundos. Luke, Pearl, Harry, Melodie y Lydia, van cuartos.
-Respetarán los órdenes nombrados recién, o serán castigados en la habitación roja posteriormente. -habló William, cortando a Zacharyn, quién lo miró con mala cara. Luego, se fueron y dejaron a todos en la cocina. Este cuarto, tenía tres diversas puertas: una que da al pasillo, otra que por lo que se puede ver a un sótano y la faltante a la gran sala de estar, donde harían la aparición ellos. Los cuatro grupos se formaron, se colocaron juntos en una fila, detrás de la puerta a la sala. Cuatro adolescentes juntos, se acercaron al rizado.
-¿Eres el nuevo, no? -el ojiverde asintió meciendo la cabeza-. Soy Luke Hemmings, puedes decirme Luke, Luke o como quieras, ellas son Pearl, Melodie y Lydia.
-Hola, Harry -dijeron las tres al unísono y seguido de eso, se presentaron.
Se oía el sonido del timbre no parar de sonar nunca, los murmullos y carcajadas en la sala, el ruido de vasos de cristal chocar entre sí o con la mesa y, empezaron los aplausos. La señal de entrada para el primer grupo, buscó a Ed, pero este ya no se encontraba en la cocina, salió.
Tenía miedo, no lo negaría, era visible para todos. No entendía porque todos los chicos usaban poca ropa o una prenda escasa y ajustada. ¿Qué hacen allí afuera?
-Mira Harry, seguro que no han dejado darte la información necesaria, pero no muestres susto cuando sea nuestro turno, ¿sí? Solo debes decir tu nombre y edad en la plataforma, te bajas de allí, procura no tropezar como yo en mi primera vez, y esperas que alguien se te acerque para darte las instrucciones. -al hablar, Luke, movía exageradamente sus manos y brazos, por eso el rizado notó que él no llevaba el brazalete, como él, Ed, o incluso Melodie.
-Lukey, ¿Por qué tu no llevas el brazalete?-preguntó.
-Porque no estoy disponible, tengo dueño. Se llama Michael y hoy vendrá, como todos los viernes por la noche y al mediodía. -hizo una cara de confusión al enterarse que día estaban-. Yo solo trabajo los viernes, los demás días no me presento. Así vives cuando alguien te compra, cuando eres la pagado y vendido como la mercancía de alguien, aunque el que te compre puede venir cuando quieras, no puedes salir de aquí nunca.
Y eso, eliminó todas las esperanzas que quedaban en Harry de huir con Ed, de volver a despertar todos los días por los gritos de Dorián o el olor del delicioso desayuno que la mayor siempre le preparaba con cariño a su adorado ricitos de oro, Harry. Aunque no debía confiar en nadie, lo hizo esta vez.
-Lo siento Hazz, pero es la verdad y no podría ocultártela, menos si acabas de llegar ¿cuántos dí-
Mike fue cortado por los empujones que daban las tres chicas al llegar el turno, del último y número cuatro de este día, salir. Simplemente se dejó llevar por ellos. El último en dejar la cocina.
Cuando salió, la sala había cambiado totalmente a lo que era en la mañana. Había más sillones, más mesas llenas de bebidas alcohólicas y copas de vidrio. Los asientos ocupados por hombres, algunos más viejos o jóvenes que otros. Incluso, algunos parados al no encontrar lugar para acomodarse y disfrutar del espectáculo. Subió a la tarima que estaba en frente a él "público", junto con sus compañeros. Al terminar de hablar ellos, un micrófono estaba siendo sostenido en la mano de Michael a su lado, pasándoselo. Lo tomó. Subió la mirada a los expectantes y enrojeció al sentirse tan observado, su cuerpo más que nada, sentía sus labios secos de los nervios y los relamió de una forma inocente. ¿Todo lo practicado con Ed? Borrado sin rastros.
-H-hola. M-mm, me llam-mo Harry Styles y tengodiecisieteaños. -habló rápido al final, comiéndose los espacios y le empujó el aparato devuelta a Mike. No sabía qué hacer, estaba entrando en pánico, todos se quedaron mirándolo al terminar de hablar.
"No olvides sonreír. Con seguridad y tapa el miedo corriendo tu cabello lentamente. Te hará ver confiado y sensual, no notarán tus inseguridades."
Solo prosiguió con lo que se acordaba de lo dicho por su amigo por la mañana y todo pareció ir mejor. Movió su melena de rizos, provocando y mordió su labio al mismo tiempo, siendo la causa de un jadeo del público. Levantó la mirada de sus pies y se centró en mirar la pared de frente a sus ojos, un poco lejos pero le quitaba el pánico, hizo que una sonrisa se apoderará de sus facciones, irradiando falsa seguridad y egocentrismo. Observó de reojo, rápido, a Mike, quien asintió mínimamente con la cabeza. Los cuatro empezaron a bajar de la plataforma y el los copió.
Escalofrió al sentir un brazo tirar del suyo. Dio la vuelta y aseguró que era solo el amo junto a un hombre de no más de 35 años, con el cabello grisáceo y ojos marrones oscuros, con un smoking negro y una corbata bordó, a la par de una camisa blanca lisa. Sonrió aún más, al parecer consiguió trabajo, ese del cual tanto hablaban. Intentó encontrar con la mirada y vio que todos los chicos de la cocina estaban presentes en la sala, Melodie alzó su pulgar al encontrar su mirada.
-Así qué... No me esperaba que el recién llegado atrajera a tantos nuevos clientes a presenciar y más ofertas abiertas por ti que para los anteriores. ¿Qué haces para poseer tanto suerte de novato, Harry Styles? -habló el amo, remarcando su nombre más que la oración restante.
-Un gusto, primor soy Leonard Gaye. Me ha fascinado esta oportunidad de conocerte, ha valido la pena dejar a Rosalie y Florence en casa - besó la mejilla del ojiverde, este solo se dignó a no dejar su sonrisa. Ahora se dirigió al recaudador -. ¿Cuántas toneladas por intimidad con esta joya? -todo de mal en peor, iba en bajada. No podía creer que hombres adultos, con responsabilidades, familia y dinero, dejen su vida de lado, solo para desquitar sus ganas en una noche. ¿Cómo serán capaces de ser tan egoístas? No pensar en su esposa y su hija -seguramente Rosalie o Florence-.
-Acompáñeme a mi despacho, que la virginidad, la inocencia y la pureza de esta opción, está más allá de nuestro buffet. -ahí se dio cuenta de qué en su inconsciencia, lo habían examinado. Solo era una opción más del menú que ofrecían en este impuro lugar. Los dos hombres se retiraron de la sala, no sin antes un guiño de parte del ojimarrón. Consideró que alguien se aproximaba a él por el ruido de zapatos chocando seguidas veces con el suelo, pero luego el constante zapateo no volvió, giró su cuerpo y pudo ver a William con su brazo derecho, deteniendo a Ed, quien venía anteriormente. El amo se veía apresurado, ansioso por poder llegar a su presa y salvarla antes de que otro cazador se la robe. Bastó con una mirada cegadora para que el pelirrojo de la media vuelta y vuelva a su puesto. El castaño, pasó por su lado caminando como si nada pasó. Eso cambió, cuando sintió su trasero ser apretujado de una manera no saludable y luego fue soltado. Intentó ver el dueño de esa mano posesiva, pero lo único que se iba era la figura del castaño ojiazul, entrando a la cocina y cerrando la puerta tras él.
Ya había admitido el hecho que: iban a vender su virginidad por millones, desde ahora sería un prostituto a servicio a no ser de ser comprado por alguien, ser la propiedad lujosa y cara de un hombre. No tenía esperanzas de que eso pasara, momentos no faltaron para creer que quizá no sería solo un trasero y un agujero al que follar cuando te aburres y te sobra el dinero.
Harry no pudo acercarse a ninguno de los chicos que conoció hoy, cada vez que daba un paso, percibía las miradas de Zacharyn y de William clavándose en él y cada una de sus acciones. No solo únicamente por eso, se sentó en un asiento libre que encontró al azar, siguió los coqueteos de asquerosos viejos verdes y de los hombres dispuestos que se le acercaron ese mediodía.
Hace unos momentos, oyó a hurtadas, de parte de Zacharyn que esta noche no se encontraría libre y, cuando notó al rizado como intruso en la cocina, se dirigió a mí y dijo algo así como que prepare mis mejores bragas limpias y más tonterías que no iba a disponerse a creer y perder el tiempo. Aunque no omitió la cara de furia que largaba su otro amo al escuchar las palabras de su socio.
Llegó la noche.
Zacharyn iba camino a la alcoba de su mejor mercancía, además esperaba que ese rizado ya esté en condiciones para su primer y gran festín, al cual no le fue para nada mal negociarlo. Abrió sin permiso la puerta y lo encontró dormido en la cama, eso sí: con unas bragas blancas al igual que la falda corta y de vuelo, a conjunto de las medias finas. No se veía mal, se veía asombroso. Si no fuera una buena fuente de inversión para el negocio negro, no dudaría en hacerlo de su propiedad y tenerlo a su merced cuando le plazca, pero debía seguir soñando con eso si quería el dinero y su nuevo Ferrari.
Se acercó al cuerpo ausente y lo zarandeó sin suavidad, este despertó del golpe, sobresaltado. Lo miró asustado.
-Rizado, hoy te toca. Vienes conmigo, bonito.
Todos en la cocina esperaban ser nombrados para luego encerrarse en la habitación con su cliente. Zacharyn se hacía cargo de eso, nombre... número de cuarto, nombre.... número de cuarto, así constantemente, descendiendo y descendiendo la lista larga que ocupaba ahora para su ayuda. Al terminar de llamar a los niños, un estruendo provocó un sepulcral silencio en la sala de presentaciones, donde todos giraron para ver de dónde provino. Dejó la lista a un lado, al notar que el gran estruendo salió de una habitación ocupada en este momento. La número nueve, buscó tal número en la lista y bajó hasta el nombre "Harry Styles" "Leonard Gaye" Pago completado y realizado.
¿Por qué mierda Louis intervenía justo en ese cuarto? Zayn quería morir en cualquier momento, el cliente dio la mejor suma del mes solo por un trasero nuevo.
Rápidamente, cruzó la sala y cruzó por los pasillos, no sin omitir los gemidos, jadeos o incluso chillidos que salían de las demás habitaciones. Agregados a ellos, sonidos de camas chocando y maderas incontables rechinando sin cesar. Encontró la que buscaba y la puerta fue abierta estrepitosamente, sin piedad por la vieja y demacrada madera, un golpe seco dentro de la recámara.
El rizado novato, salió asustado y abrazándose a el mismo, de dicha habitación, pero a diferencia de antes, sin la falda blanca. Las miradas corrieron a él y a su cuerpo, el ojimiel decidió que era tiempo de hacer algo y no quedarse parado espectando como un idiota. Empujó al nuevo hasta una habitación, la cual mostraba su estado libre de personas fornicando adentro y cerró la puerta sin pureza.
Volvió al cuarto cuatro, entró y cerró. Visualizó a Louis frotando sus puños, hirviendo en enojo y ansiedad de no poder realizar nada, mientras que Leonard yacía tirado en el suelo, al parecer desmayado, pero sin señales de sangre en el piso. No llevaba la camisa, ni sus pantalones, solo iba con los bóxers.
-Vete de aquí, Zayn. ¡¿Por qué hiciste cerraste el negocio con Gaye, sin avisarme, al menos?! -trató de empujar al pelinegro pero simplemente puso su dedo índice acusándolo.
-¡¿Dime quién dudaría de aceptar veinte mil dólares por solo la maldita virginidad de ese mocoso nuevo?!
-Yo lo haría. Devuélvele el dinero al viejo, haré de mi propiedad al ruloso culón virgen. Será solo mío, me haré cargo de que el dinero no sea el problema aquí.
n/a: ¡He vuelto para quedarme y seguir publicando! Este nuevo capítulo me costó unas cuatro o cinco tardes, dos días para revisarlo correctamente y, aparte corregir y quitar las faltas gramaticales o de ortografía, nada fácil ni rápido (aunque no es excusa para no subir por un mes, más o menos). Además, este contiene 7100 palabras y dura 21 hojas en un documento de Word. Estoy tratando de dar lo mejor de mí que puedo a esta fic, poniendo toda la energía y ganas, le agregué el drama que se llevará en la historia y lo erótico... está por llegar. Agradecería muchísimo, enserio, que compartan la historia, voten y si quieren, comenten. Es gratis y nadie los detiene ¡me haría muy feliz!
Ahora sí, me despido a estudiar para tres pruebas que tengo la semana que vien! Gracias y suerte para mí. D xx.
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