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6


El lobo se había deslizado entre la nieve, mientras su mirada se fijaba en la cabaña. Su olfato le aseguraba haber encontrado a la bruja, luego de tanto tiempo.

La cabaña se alzaba envuelta entre arbustos y troncos, en medio de la penumbra del bosque aplacada por la nevada. Las ventanas y las puertas cerradas sin dejar a entrever el interior y solo mediante las delgadas rendijas de las maderas, se podía vislumbrar la luz de una vela colándose con temor al frío, siendo esta la única calidez en medio de aquella noche de ventisca invernal. Afuera, la bestia albina camuflada entre la nevada fijo sus ojos plata, esperando con cautela a su presa. 

Pero aún cuando el alba saludo al lobo al día siguiente, aún cuando el sol se posaba encima de su cabeza y aún cuando la luna volvió a saludar a la bestia blanca con curiosidad inherente. Nadie salió de la cabaña. Permaneciendo cerrada ante la vista inquisidora del lobo que recordaba las palabras enseñadas por su manada. 

«La inteligencia de las brujas es superior y es poderosa, protéjanse a sí mismos de su magia y no se arriesguen ante ellas»

El lobo solo creyó que la bruja era astuta. Manteniéndose aún empinado bajo las hierbas frágiles y el pasto moribundo, esperando alguna señal oculta sin importarle el invierno acentuándose en su pelaje hasta su piel. Sin poder encontrar nada más que hambre, sed y odio hacia los bichos voladores del bosque que, aleteando y canturreando, se burlaban de él. El lobo se cansó. Gruñendo fuertemente y logrando el pavor de los seres. Logrando la permanencia de las aves en lo alto de las copas. El lobo quedó a la espera, día tras día, indagando el exterior de la cabaña, sin obtener respuesta alguna. Solo sabiendo que alguien habitaba alli por la luz de la vela encendida siempre al anochecer. 

Pero el lobo no se daría por vencido, apoyándose en el manto helado, dejándose caer en el sueño hasta el dia siguiente. Y fue esa mañana, justo después del alba que sucedió lo tan ansiado, al desperezar su cuerpo, sintió como el caminar de algo empezaba. Intrigado, dirigió su mirada hasta la cabaña y vio como la puerta se abría. El cuerpo del lobo tensandose al momento, sus patas acomodándose en la nieve, sus ojos sin despegarse de la puerta de madera, captando como se abría con lentitud. La mirada del lobo enfocada. Sintiendo la victoria en sí mismo. Listo para correr en búsqueda de su presa.

Quedando contrariado al notar como de la puerta, la figura de la bruja pensada por el lobo se desdibujaba y el cuerpo de un muchacho aparecía. Uno esbelto, delgado y pelirrojo, envuelto en una capa carmesí llevando una canasta en mano. El lobo se sintió aturdido al instante.

¿Sus sentidos habían sido engañados? ¿Cómo era posible? ¿O acaso la bruja seguía dentro de la cabaña?

La magia había sido fuerte, la había percibido en su totalidad aquellos días en guardia, tal cual le había enseñado su manada. Pero cuando vio al muchacho salir, solo olió a un humano y al acercarse a la cabaña, el olor también era el de una cabaña normal. ¿Dónde quedaba el fuerte y profundo olor a hechicería que había sentido antes?

El lobo negó a tener el olfato defectuoso y decidido a no ser engañado bajo los hechizos fraudulentos de la bruja, decidió quedarse para investigar mejor. Oculto bajo la grava y los arbustos. Espiando bajo el manto de invierno, logrando una gran hazaña al capturar aves para desayunar y desgarrando la piel de los conejos para su cena. Intentando desentrañar sus dudas. 

El muchacho pelirrojo salía cada tanto de su cabaña, sosteniendo la canasta con telas y viendo el cielo mientras tarareaba cosas al azar. Dirigiéndose hacia algún lugar, siempre en la misma dirección. Parecía un humano simple a opinión del lobo y por la forma en que le hablaba a las flores al tomar sus hojas, un poco ingenuo.

¿Las brujas eran así de dóciles? El lobo sintió que el muchacho era demasiado vulnerable como para ser una bruja, sin embargo, las brujas simulaban ser débiles muchas veces solo para confundirse entre el gentío común. Esa posibilidad era la más aceptable y en muchos momentos se había decidido a llevárselo de una vez por todas. Pero sus sentidos eran detenidos y el lobo simplemente siguió analizando a la criatura débil salir y venir de su cabaña, mientras los pajarillos se ocultaban en lo alto, temiendo y escondiéndose de su vista, puesto que nadie quería ser su próxima cena. Este asintió con gusto ante el repentino respeto de esos bichos voladores.

La nieve cayendo, el sol oculto bajo un manto grisáceo impenetrable y brumoso y pronto, el hielo empezando a derretirse, gota a gota, bordeando las hojas de los árboles y despidiéndose de las flores moribundas y secas. El agua helada se deslizó por todo el bosque, sin excepción, tomando consigo también al lobo, embadurnando su pelaje con el peso abrumante de la incertidumbre. El fin del invierno se acercaba y con este, el fin de su búsqueda. 

Sin obtener nada más que la vista de un humano normal y ningún ápice de brujería en este. El lobo se sintió defraudado, reconociendo su error. 

Este decidió emprender su viaje de vuelta en primavera, para ese entonces, la mayor cena estaría rondando por todo el bosque y al menos, no se sentiría un completo fracaso en la búsqueda de la bruja. Su última noche en el bosque, cobijándose bajo un árbol de grandes copas y un arbusto con frondosidad. Su pelaje blanco pareciendo nieve y el lobo dejándose caer ante la noche en un sueño profundo mientras le deseaba al humano una buena vida.

Cuando un grito lo despertó.

Las orejas del lobo alzándose y sus ojos plata abriéndose con duda, brillando en la oscuridad de los matorrales. El lobo se levantó con prisa y con sigilo, camino entre los árboles hacia la cabaña. Extrañado. La luz siempre encendida de la vela no se notaba, la penumbra rodeando el lugar. El lobo presintió que algo extraño sucedía. Su cabeza inclinándose hacia el pasto, buscando el olor del humano, sin encontrar nada más que la esencia de la tierra mojada y un hedor extraño a lo lejos. 

Un ruido fuerte logró que las orejas del lobo se alcen. El cuerpo del lobo vigilante. Su perfil lobuno bañado por el leve brillo de la luna, acentuando su olfato y al fin, descifrando el olor lejano y característico del alcohol. 

Un grito volviendo a sonar. 

Alzándose entre la penumbra del bosque, deslizándose con velocidad como una sombra blanca. Escuchando murmullos humanos, sintiendo como el alcohol se hacía más fuerte mientras se acercaba, buscando entre el bosque con rapidez. Encontrando pronto, a la bruja falsa lanzada en el pasto siendo forcejeada por un hombre grande. El llanto cubriendo por completo al muchacho de rojo que con una daga en el cuello, clamaba por ayuda.

Pasó en un instante o así lo tomó el lobo, porque cuando la bruja falsa lo miró y notó el miedo brillando en sus ojos. Él se aproximó con velocidad. 

Pero el hombre grande también había notado su presencia y pronto, el lobo quedó atónito ante la imagen frente a él.

El hombre con hedor a alcohol, deslizando la daga por el cuello débil, los ojos de la bruja cayendo en debilidad mientras la sangre salía a borbotones. Cayendo en el pasto, agonizando y abrazando a la muerte.

Un gruñido salió del hocico del lobo y con ira hirviente, la sombra blanca se deslizó junto al viento siguiendo al hombre que huía despavorido.

Atrapandolo. Magullando cada parte, la daga en la mano del hombre defendiéndose y adentrándose en su pecho lobuno. Pero la bestia blanca no se detuvo y siguió mientras el hombre se deshacía en gritos al sentirse desgarrado por los colmillos fuertes y grandes de la bestia. Que volvió en sí solo cuando el pasto y un mar de color carmesí se fundían. Regresando entre sus pasos hacia donde la bruja pálida y desangrada se posaba, empezando a sentir la debilidad en su cuerpo, cuando el ardor en su pecho le recordó el ataque en su pecho.

Cayendo con languidez al piso. Sintiéndose inútil, pensando en su manada mientras cerraba los ojos, vencido por el cansancio. Aullando por última vez hacia la luna.

El abrazo de la muerte era algo que el lobo conocía bien. 

El frío. Con saña. Fortificando su paso cual ramas de árbol, enmarañado a su alrededor. La incertidumbre en lluvia recorriendo la ramificación al ritmo de latidos flanqueantes e inciertos, corroyendo sus huesos en un goteo agónico. La vida del lobo revuelta en ese intrincado conjunto de ramas muertas, aplastando sus ojos, aplastando la luz. Hasta que en un ápice de oscuridad calcinante, presentir un falso sentimiento de paz. 

Por ello, cuando el lobo abrió los ojos. No se sintió sorprendido al sobrevivir una vez más ante la mortandad aplacante. Parpadeando al ritmo de una hoja lenta, las pestañas del lobo cayendo y alzándose en el rostro pálido, cuyo color parecía haber sido arrebatado por el invierno. El lobo, con característica astucia, olfateo el lugar y lo inspeccionó en un curioso barrido escéptico. Mientras una sensación de posible peligro lo apabullaba. 

Cerca a él, múltiples estantes hechos con madera se sobreponían unos junto a otros, tratando de escorarse, como si recordarán su antigua naturaleza arbórea. Dentro de estos, distintos libros aparecían y pequeñas pelusas de estambre enrolladas se daban a vislumbrar con timidez, poseyendo agujas brillantes encima. Tras estas, las paredes de piedra y tierra abrazaban el lugar, iluminado gracias a las pequeñas ventanillas abiertas y encima, el techo sostenido por troncos largos de madera se inclinaban hacia los lados. Reflejando la imagen de una cabaña en su esplendor.

La vista del lobo recorrió los estantes y los muebles pegados a la pared, todos repletos de cosas y telas. Hasta que encontró algo nuevo. Un humano echado en la esquina, arropado en una capa y encogido sobre sí mismo, pareciendo una de esas pelusas rojas de los estantes. Pero el olor era familiar.

El lobo miró el rostro del muchacho. Percibiendo como sus pestañas cerradas permanecían en calma, el cabello rojo ocultando la frente pálida, las mejillas coloreadas como las florecitas de primavera y un nimio pero constante movimiento en su pecho, indicando que aquel cuerpo estaba vivo. El cuerpo del lobo se tensó en desconcierto al reconocerlo. Logrando que las orejas inexistentes se alcen en dirección al muchacho frente a el. 

Era la bruja falsa.

El lobo aún consternado, quiso aproximarse hacia el muchacho, para comprobar el estado vivo. Estirando sus extremidades, cuando algo extraño fue notado. Una textura ajena. Bajando la vista hacia sus patas. Unas patas blancas y fuertes ahora vueltas brazos de débil piel humana que terminaban en manos de huesos frágiles y quebradizos. Su pecho orgulloso e imponente cubierto de pelaje albino, ahora siendo solo una estructura vulnerable, cubierta por vendas y con un hincón constante molestando. Deslizando sus antiguas patas hacia su hocico, solo para notar la consistencia de un pelaje sobresaliendo de su rostro humano, simulando una barba espesa.

El lobo no estaba entendiendo nada. Con una debilidad ajena a sí mismo.

Miró al hombre dormido y en un instante. Llegó a una conclusión para todo. 

Ese hombre era la bruja. Estaba seguro de ello. El lobo había visto como esa bruja moría y ahora, permanecía echada, solemne ante el canto de los irritantes bichos voladores, como si la muerte nunca hubiese sucedido. Y tenía la seguridad de que esa bruja lo había vuelto humano. Si podía negarse a la muerte, ¿Cómo no iba a poder volverlo un humano? Teniendo respuestas confiables y al fin, entendiendo lo buena que era la bruja para esconderse hasta de su incomparable olfato. Casi engañándolo tras la falsa imagen de un simple joven vulnerable en el bosque. 

Y había logrado atraparlo, a él, a un lobo. ¿Qué haría con él? ¿Hechicería maligna? ¿Usaría su carne transformada para algunas pociones? ¿Haria algun ritual con su cuerpo torturado? 

El lobo no dejaría que eso suceda. Él era el cazador en ese sentido. Y ahora, comprobando que había encontrado a la bruja en ese muchacho pelirrojo, no desaprovecharía la oportunidad. Sus ojos fueron de inmediato hacia el cuello de este, que permanecía intacto. Terso, blanco y débil. Comprobando al hombre de rojo completamente vulnerable. Siendo una oportunidad única. Decidiendo que era momento de llevárselo, sin perder más tiempo. Moviendo sus patas traseras, que ahora eran piernas cubiertas por ropa extraña. El lobo se alzó con decisión hacia el cuerpo echado.

Y cayó en el piso enmaderado. 

Un sonido estrepitoso que logró que el muchacho de rojo, se levantará y mirase la escena con confusión. El lobo estuvo a punto de gruñir para evitar que se acerque pero el sonido de una voz amable lo hizo detenerse. 

 —¡No te muevas, por favor! —pronunció el pelirrojo. El lobo se quedó quieto ante la voz. Habiendo despertado a la bruja, solo le quedó enfrentarse a esta. Sin embargo, el dolor profundo en su torso apareció, haciendo que la valentía se enfrascará al instante. El lobo, con la cabeza agachada, la debilidad en sus piernas y el ardor incesante. De su antigua fuerza no quedaba nada y solo sentía como su cuerpo parecía un trapo. El lobo por ello, no pudo evitar cuando a pasos rápidos, el joven tomó sus brazos entre sus manos—. Tu herida es grande y está cicatrizando... ¿Te sientes mejor ahora? ¿Por eso te levantaste? 

Los ojos del lobo se entrecerraron y su ceño se frunció en una mueca extrañada al sentir como el dolor empezaba a desvanecerse un poco. Mientras la voz amable de la bruja resonaba en su cabeza. ¿Acaso estaba hechizándolo? ¿Estaba tratando de dormirlo otra vez para asesinarlo? El lobo se negó a volver a caer. Y pronto, intentó volver a levantarse, cayendo de nuevo y ahora el dolor en su torso extendiéndose aún más.

Su fuerza había sido totalmente arrebatada. 

—¿Tal vez eres sordo? Ay, dios, ayúdame... —Sunoo murmuró casi para sí mismo. Mientras en sus pensamientos empezaban a aparecer nuevamente las interrogantes. ¿Había sido buena idea ayudar a ese hombre herido? Sunoo no quería saber la respuesta, haciendo fuerza sobre sus brazos, intentando alzarlo para sentarlo sobre la cama. Pero eso no bastaba y por el silencio del hombre no supo cómo ayudar. Tocando su hombro, captando la atención de los ojos oscuros y aún desconcertados de este para después, señalarlo—. Tú. —Sunoo indico con su dedo índice la cama—. ...Tienes que sentarte... —y luego juntó sus manos en un rezo, apoyando su cabeza sobre estas. Simulando dormir—. Y descansar.

El lobo estuvo aún más seguro de que la bruja estaba haciendo algún hechizo con sus manos, para hacerlo dormir. 

Y Sunoo espero que el hombre lo haya entendido. Rogó a los cielos un poco de ayuda.

Pero el hombre herido no parecía escucharlo, su cabeza inclinándose hacia un lado, sus cejas espesas alzándose como buscando respuestas y la barba invadiendo el rostro pálido a juego de dos lunares en su nariz, mientras en su mirada, un destello de contrariedad se percibía en las pupilas oscuras. Sunoo pensó que tal vez el hombre estaba con fiebre alta y por ello no podía reaccionar a sus palabras. Extendiendo su brazo e intentando tocar la frente con el dorso de su mano.

Sin embargo, lo único que logró fue el alejamiento total del hombre herido. Un movimiento brusco que hizo que un poco de la venda se desate. Sunoo se sintió cansado pero al mirar los ojos del hombre y notar un poco de sorpresa en estos junto a un brillo de miedo. Sunoo creyó entender que sucedía.

Ciertamente, Sunoo tenía un intenso pavor en la situación actual, habiendo llevado un hombre de apariencia extraña y herido hacia su hogar. Pero Sunoo nunca se puso en el lugar del hombre. ¿Cómo no temerle a alguien extraño que lo había llevado a un lugar desconocido? Si bien, Sunoo le había ayudado, los vestigios de las heridas del sujeto le demostraban que había sido un ataque feroz e impactante, el shock aún se notaba en las extremidades temblorosas del hombre. Sunoo, decidido a tomar otro rumbo con un poco más de confianza, se alejó con las manos alzadas, intentando demostrar rendición. 

—No tengas miedo... Como te dije antes, no soy una mala persona. Te vi herido en el bosque y te traje hasta aquí, seguro no lo recuerdas. —Sunoo señaló con su mano, las vendas posadas en el torso del hombre—. Te puse algunas hierbas para detener el sangrado y te vende con algunas telas pero no se si ha funcionado o como va el dolor... ¿Puedo preguntar cómo te sientes? ¿Te encuentras mejor?— preguntó Sunoo esperando una respuesta. Observando al hombre de barba espesa frente a él. 

Pero no hubo respuesta. Y se sentía fatigado con ello.

 —¡Ahhh! Escúchame, ¡No eres el único desconfiado aquí! No sé si te des cuenta pero esta es mi cabaña y eres un completo extraño, no se si me estás entendiendo y tampoco puedo saber si el dolor es menor o mayor. ¿Podrías al menos decirme cómo te sientes? Sino me dices, no sabré como ayudarte. —culminó el pelirrojo. Los ojos del hombre frente a él quedaron pávidos por un instante. Y estaba a punto de creer que tal vez el hombre era mudo cuando este abrió la boca con lentitud.

El lobo intentó responder. Moviendo sus labios pero al instante, recordó que no tenía idea de cómo. La frustración en sus hombros. Un sonido extraño saliendo de su garganta.

—¿Tal vez eres mudo?... —preguntó Sunoo, ¿Y si en verdad era mudo? Le había reclamado a un mudo hablar. De inmediato, sintiendo la culpabilidad y la vergüenza asentarse en su ser. 

—¿Mu...d-do? —el lobo siguió la manera en la que la boca de la bruja masculina se abría. Esta asintió con rapidez, como si estuviera emocionada y el lobo quedó extrañado ante la repentina sonrisa mostrada. ¿Estaba tratando de engañarlo otra vez con su aspecto bonito? El lobo quiso refunfuñar, sintiendo que caía en el engaño otra vez. 

—¡Si puedes hablar!...Creo que la impresión del ataque te ha dejado un poco conmocionado... —Sunoo volvió a señalar su herida—. ¿Sigue doliendo? —preguntó observando con tranquilidad, sin sobrepasar el espacio del hombre. 

—...No...

Y la bruja masculina volvió a sonreír. Los ojos de este formando medias lunas. El lobo no supo qué significaba aquella felicidad repentina. Aun a la expectativa de lo que la bruja planee hacer. 

—Me alegra que no duela más, ¿Quieres sentarte en la cama para descansar? Me preocupa que estés sentado en el piso. No deberías estar en un lugar así de incómodo. —Sunoo, alzando sus manos, enseñandolas, moviéndolas en lentitud. Volvió a preguntar—. ¿Me dejas ayudarte a levantarte? 

Y el hombre herido frente a él pareció pensar un momento para después, asentir con lentitud. Esto fue suficiente para que Sunoo logre acercarse a este. Ayudando con un poco de fuerza a estabilizar al hombre para después, lograr que se siente sobre la cama blanca. Sunoo con curiosidad y sin poder contenerse, decidió empezar a preguntar. 

—Se que tal vez te sientas un poco confundido y el dolor sea demasiado pero ¿Recuerdas quienes te atacaron? ¿Recuerdas quienes fueron? —preguntó, intentando disipar esa pequeña pregunta que permanecía como una espina en su mente. Temiendo que si, el hombre había sido atacado por alguna venganza o algo parecido, vayan a buscarlo a su cabaña. El hombre volvió a mirarlo con desconcierto, las cejas espesas de este alzándose. 

—¿R-re...c-cor...dar?— preguntó el hombre. Con una voz lenta y amortiguada. Sus labios moviéndose con cuidado en cada palabra, como si un gran esfuerzo se posara en estos. 

—Sí...¿Recuerdas algo? ¿Quién te atacó? ¿Algún rostro?—preguntó el pelirrojo con duda. Sintiendo un poco extraña la manera de hablar del hombre. Quien lo miró, inclinando su cabeza hacia su hombro, como si pensara con detenimiento. 

—...No...

Sunoo no inquirió más en el tema. Decidiendo que era mejor que el hombre descanse por ese momento, había notado un constante temblor en su cuerpo herido y débil, y también como parecía no poder sostenerse por si mismo. Acomodando una almohada y señalando que se eche.

—Descansa por ahora... ¡Oh, cierto! —Sunoo se sintió tonto al haber olvidado una pregunta importante. Y el hombre se sobresaltó ante el repentino grito. Sunoo lo miro, mientras una sonrisa amable se posaba en su rostro—. No me he presentado...Me llamo Sunoo y soy... cazador. ¿Cómo te llamas? —preguntó Sunoo, diciendo la mayor parte en verdad y una nimia mentira para protegerse del extraño. Este lo miro otra vez.

¿Por qué actuaba como si no supiera quién era él? ¿En verdad no lo sabía? El lobo intentó pensar con rapidez. Con el recelo persistente y alerta ante las acciones contradictorias de la bruja masculina llamada Sunoo. Aún con el pensamiento y la decisión de llevársela. ¿Pero cómo? Sentía su cuerpo tan débil como una hoja, no podía hablar con normalidad ni hacerse pasar como un humano común, primero debía recuperar sus fuerzas y su verdadera apariencia. Y para ello, el lobo observó a la bruja frente a él. Sus ojos al fin, llegando a una resolución.

Y al igual que la bruja, decidió revelar solo una parte de su verdad y ocultar una parte de mentira.

—...Y-yo...Hoon... —respondió como pudo. La bruja masculina sonrió otra vez. ¿Qué era lo qué estaba planeando con esa sonrisa amable?

—Mucho gusto, Hoon. Es mejor que descanses. —respondió Sunoo con afabilidad.

En la cabaña, Sunoo se vendo el tobillo mientras buscaba algo comestible que preparar y se recordaba visitar la iglesia y hablar con algún monaguillo sobre el caso del hombre herido. Mientras que el lobo, permanecía con los ojos cerrados, intentando pensar en cómo proceder ante ello, aún desconcertado ante la situación actual. Decidiendo que era mejor investigar más de ello. 

Investigar. Encontrar. Cazar. Se repitió Sunghoon.




Hola Peluhoon (chistes rancios, lo sé)

Primero, otra vez una disculpa por la demora con las actualizaciones.  Me dio algo en el hombro y la nuca, no sé hasta ahora que fue lo que me pasó pero creo que es por mi postura incorrecta. (por favor, parense derechos y no se truenen el cuello. Es un dolor muy feo) ༎ຶ⁠‿⁠༎ຶ

Quitando eso de lado. Tenemos a este pendehoon que es peludo y a este sunoo que me dan ganas de zarandearle y preguntarle porque es TAN CONFIADO. SUNOO, CUIDATE QUE EL LOBO YA TE PUSO EL OJO.  

y dejando ese tema de lado...

¡Caperucita llegó a los 5K!

¡Estoy muy agradecida con cada vista dada, por cada voto y comentario escrito!

¡Dibuje esto en agradecimiento! ♡♡


Por favor, cuidense mucho. La salud es importante, tanto como el alimento. Coman bien, hidrátense y recuerden que permanecer mucho frente a una pantalla puede resultar perjudicial. ¡También párense derechos! (Y disculpen si soy entrometida, pero es un consejo que nunca tome en cuenta pero que ahora compruebo la necesidad de repetirlo)

¡Les deseo muchos abrazos, buenos deseos y buena salud! ♡♡♡

Sin mas que agregar. 


li♡

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