Desde que podía recordar... No, desde que a la vieja bruja se le hinchó la puta gana de travestirlo, él tenía que hacer aquel recorrido de mierda todos los días. Al inicio le resultó divertido, podía explotar a cuanto lobo estúpido se le interpusiera en su camino.

¡Era como un juego diario! No importaba cuantos explotara, siempre aparecía un nuevo juguete que romper. La primera vez que conoció a Eraser Wolf, fue una patada en los huevos. No podía explotarlo, ignoraba sus mentadas de madre y por su fuera poco ¡El cabrón se la pasaba durmiendo!

«Parece que finalmente esos idiotas aprendieron a dejar de joder»

Cuando Wolf Might se presentó en el cuento como el lobo feroz, fue una martirio insoportable. No solamente el malnacido podía contrarrestar sus ataques sin problema ¡El bastardo no se calló en todo el puto cuento!

Jamás creyó que desería por alguna vez en su vida hacerle caso a la vieja en lugar de soportar al lobo rubio. Y tendría que seguir soportándolo los 6 días que quedaban de esa semana. ¡Cuanto deseaba poder reventarle la cara a explosiones!

«Nadie ha venido... No, jamás es tan fácil»

Tras divisar más atentamente uno de los arbustos, quiso gritar todas las majaderías que se sabía.

«Y una puta madre ¡Lo sabía!»

¡Había un jodido lobo escondido ahí! Qué original. Intentado no romperse los dientes por lo fuerte que cerraba la mandíbula, se acercó a grandes zancadas a aquel arbusto y lo abrió a la mitad de un solo tirón. Aquel lobo de cabellos verdosos estaba a punto de cagarse del miedo.

­— Así que aquí estabas, lobo de mierda. Pensaba que el imbécil de Eraser o el idiota de Might vendrían, pero parece que disfrutaré explotarte a ti.

Ya tenía un nuevo juguete con el cual divertirse un rato.