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01: Un plan de venganza

Desde aquel incidente con su querida abuela, Ray Gracefield empezó a desarrollar un miedo irracional hacia los lobos. No obstante, eso causó que algunos niños del pueblo se burlen de él por ser un "cobarde" pero aún así, su familia trataba de ayudarlo en lo que podían y no le permitían ir al bosque a menos que su hermana mayor o su padre lo acompañen.

Por séis años más, todo transcurrió de manera normal y ya parecía que el niño de cabellos negros podría llegar a superar su miedo a aquellos seres peludos de cuatro patas. Sin embargo, el destino le tenía una cruel pesadilla al niño de doce años de edad, lo cual haría cambiar su mundo y perturbarlo por completo.

Un día, en el que regresaba de buscar algunos víveres que le había pedido su madre, terminó hallando la peor escena posible dentro de su amado y acogedor hogar; su madre, su padre y su hermana mayor yacían muertos en el piso de madera con sangre a los alrededores y la casa hecha un completo desastre.

Él estaba en shock, a la vez, quería llorar a gritos pero su estado ante esa situación no le permitió hacer eso, más bien, lo único qué hizo fue salir corriendo de ahí, buscando ayuda desesperadamente, la cual obtuvo de sus vecinos y de los guardias que protegían la zona.

Luego de que se llevaran los cuerpos y les dieran una sepultura al día siguiente, dejando completamente devastado a Ray, sin embargo, él no lloró en público, más bien, lo hacía en silencio durante todas las noches para que no lo vieran como "débil".
Por otra parte, el azabache pasó a quedar a cargo de la familia Bell; compuesta por el matrimonio de Yuugo y Dina junto con sus dos hijas de quince y diez años de edad: Gillian y Anna. A pesar de qué ellos comprendían la situación y trataban al niño como si fuera uno más de la familia... él nunca pudo verlos como tal, sumado a que nunca pudo llamar a la pareja "madre y padre" ni tampoco "hermanas" a las chicas de cabellos rubios, para Ray, ellos siempre seguirían siendo una familia vecina más del montón con la que sus difuntos padres se solían llevar medianamente bien.

Lo que si, Ray solía preguntarle ─cada cierto tiempo─ a los cazadores si ya habían encontrado a los lobos que habían ocasionado todo esto ─mucho más al cazador Andrew, quien era uno de los más reconocidos en la cacería de lobos y otras bestias peligrosas, además de que estuvo buscando a la tan nombrada mujer lobo─ ya que el niño estaba completamente seguro de que los lobos habían sido los causantes de asesinar a su familia, no obstante, esto también se pudo confirmar por las personas que revisaron la casa a la hora de retirar los cuerpos de las tres víctimas.

A partir de ese suceso, el miedo de Ray se transformó en odio, buscando venganza contra los lobos y jurando asesinar a la famosa mujer lobo con tal de brindar justicia a su familia.

[...]

Ocho años después...

Ray ya tenía veinte años de edad, aún viviendo con la familia Bell ya que no tenía a donde más ir ─aún así, pensaba juntar suficiente dinero para mudarse a las afueras del pueblo y vivir sólo en una cabaña de madera, estando tranquilo y sin que nadie lo moleste─ a la vez, solía ayudar a Yuugo en su trabajo de comerciante mientras que en su tiempo libre, salía de cacería con Andrew, practicando para estar listo a la hora de encontrar y matar a aquella horrible mujer lobo.

Fuera o no la que mató a su familia, ella era un lobo... o mejor dicho, una mezcla de humano y lobo; lo cual la hacía ver un fenómeno según él, además, si la mataba iba a tener una gran recompensa de dinero.

Tarde o temprano la iba a encontrar, y cuando lo hiciera; la iba a asesinar a sangre fría, así como aquellos lobos mataron a su amada familia.

Ahora mismo, el azabache estaba en su habitación, recostado en su cama y leyendo un viejo libro de recetas caseras, ya que uno de sus gustos era la cocina, siendo muy bueno en ello.
Él dormía en un pequeño ático, sobre una cama rellena con heno, un cajón de madera que tenía su poca ropa y algunas cuantas cosas suyas que había traído cuando se mudó.
Actualmente, Nigel ─el esposo de Gillian, quien era un huérfano─ se había mudado con ellos hace unos pocos años, por lo que este dormía en el mismo cuarto que la rubia. Por otra parte, Anna era la que más tiempo pasaba con él, cuidándolo cuando estaba enfermo y curando sus heridas, a la vez, lo consolaba en los peores momentos y de alguna u otra forma... ella siempre estaba para él. Obviamente, Ray no le daba tanta importancia y sólo la veía como una chiquilla amable ─a pesar de que ya tenía dieciocho años de edad─ que le tenía lastima.

Aunque más que lástima, ella estaba profundamente enamorada de él... pero este no se daba cuenta de sus indirectas. Hasta su vecina, Emma Valley ─quien se llevaba bien con el azabache y con la familia Bell─ se daba cuenta a kilómetros la química que ellos dos tenían, incluso tratando de hacer qué terminen juntos de todas las formas posibles; como si de una madre estuviese desesperada porque su hijo consiga una buena esposa y se case.

Volviendo al presente, el azabache, se levantó de su cama al escuchar a Dina llamarlo para el almuerzo y bajó al instante al pequeño comedor en donde todos se hallaban sentados en la mesa, esperando al muchacho para así empezar a comer.
Después de esto, el joven de cabellos negros volvió a su habitación, no sin antes escuchar la voz de la mujer rubia decirle que no olvide ayudar a Yuugo más tarde con el dinero.

Aún con el pasar de los años, seguía sin poder considerarlos familia.

[...]

Ray se encontraba caminando por los profundos bosques del pueblo, llevando la capa roja que le había hecho su abuela y la cual ya le quedaba a la perfección. Había ido a dicho lugar con tal de ir a cazar una liebre para la cena de la noche, ya no tenía miedo de salir solo como hace un par de años atrás. Después de lograr su cometido, optó por regresar a su hogar actual, ya que estaba por oscurecer.

Sin embargo, se detuvo.

─Podría quedarme e intentar buscar a la famosa mujer lobo. ─Susurró Ray, para si mismo, dándose media vuelta y adentrándose en el bosque nuevamente con una sádica risa.

Se mantuvo caminando por unas horas, viendo como el lugar se oscurecía más y más, quedando únicamente la fría noche con una hermosa luna llena.
De un momento a otro, el azabache escuchó un ruido que provenía cerca de los arbustos, por lo tanto, optó por acercarse a ellos... con la mala suerte de terminar cayendo por una pequeña colina, quedando lastimado pero no muy grave.

Al abrir los ojos, se quedó en shock.

Una silueta negra yacía sobre él, mirándolo a los ojos fijamente y conectando su mirada azulada con el tono verde opaco perteneciente al muchacho de cabellos negros, a la vez, gruñendo ferozmente y mostrando sus colmillos llenos de saliva, mientras lo acorralaba con sus fuertes brazos con tal de no dejar escapar a su futura presa.

─Te encontré... maldita.

Fue lo que murmuró el azabache, en un intento de tomar una piedra y golpear a la mujer lobo, no obstante, ella se adelantó y le dio un fuerte en golpe dejándolo inconsciente por completo. Por otra parte, no tardó en olfatear el cuello del joven y sentir un peculiar aroma, similar al que solían largar los cuervos carroñeros.

La mujer se largó de allí, no sin antes observar aquella capa roja con la que sería capaz de identificarlo.

Porque aquella vez... no sería la última en la que sus caminos se iban a volver a cruzar nuevamente.

WRITTEN BY ALICE ✨️

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