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⇁ 038

Suni repiqueteaba sus dedos sobre el volante de su auto mientras conducía por las calles coreanas. En su rostro se pintaba una pequeña sonrisa junto a un cigarro en su boca, que se sacó luego de una calada para expulsar el humo por la ventada del lado del conductor.

Estaba de buen humor luego de aquella agradable tarde junto a Ian Patrick, quien había dejado hace unos minutos en el lugar donde se hospedaba junto a su hermano mayor.

Con el cigarro en boca antes de terminárselo, ingresó al estacionamiento subterráneo del edificio donde vive. Cuando logró ubicar su auto en su lugar de siempre, apagó el motor y se aseguró de que todo estuviera en su lugar antes de salir.

Colocó la alarma y guardó las llaves junto a su teléfono en el bolsillo delantero de su pantalón de jean para dar una última calada y lanzar la colilla al basurero más cercano.

- Que día -suspiró expulsando el humo.

Mientras subía por el elevador, recordó como Ian le lanzó un pastelito al rostro luego de que le hizo una broma con comentarios suicidas, sacándole una sonrisa.

Para ella fue graciosa la broma, pero a él no le gusto. Cada quien con sus gustos.

La puerta abriéndose hizo que Suni saliera a paso tranquilo como siempre hacia la puerta de su departamento. Colocó rápidamente la contraseña en aquel pequeño panel e ingresó.

Una vez se sacó sus zapatillas para reemplazarlas con unas cómodas pantuflas y dejó las llaves colgadas en la pared, fue directo a la cocina para tomar un vaso de agua.

Y solo bastó un microsegundo para que Suni se agachara y apreciara como la alacena que estaba frente suyo se rompía en miles de pedazos junto al vaso que sostenía en la mano.

Apoyó sus manos en el suelo y dio una patada trasera con su pie diestro, golpeando con fuerzas el estómago de quien estaba detrás suyo hasta lanzarlo contra el sofá de la sala.

- ¿Quién eres? -preguntó incorporándose y viéndolo fríamente.

Al no escuchar una respuesta, de su mano derecha creó una lanza que dirigió hacia el cuello de su atacante, haciendo presión con la punta justo en la tráquea y sacándole un hilo de sangre.

- Eres un despertado -dijo sin quietarle los ojos de encima- ¿Quién demonios te envió?

- No nos dijeron que eran tan fuerte -masculló con odio.

- ¿Dijeron...?

Rápidamente, giró con la lanza en su mano logrando bloquear el ataque que iba dirigido hacia ella. Suni miró sin expresión al despertado de delante mientras ejercía presión con el arma sobre la mano de este, que estaba envuelta en un estilo de armadura de color rojo vivo. Mientras, de su otra mano libre creó una espada que enterró en el hombro de la persona detrás suyo para inmovilizarlo.

- La información que nos dieron de ti es muy diferente a la realidad -gruñó- ¿Quién demonios eres, Suni Yim?

- ¿No acabas de decir mi nombre? -devolvió seria.

Sin esperarlo, la peliazul giró hábilmente la lanza para transformarla en un látigo que se enredó en el brazo de ese oponente, asi posteriormente jalarlo hacia ella y golpear su estómago con su rodilla, la cual estaba reforzada en energía.

- Uno menos -suspiró soltando sin cuidado el cuerpo inconsciente del enemigo y dándose la vuelta hacia el que estaba en el suelo- Lo diré otra vez ¿quién los envió?

- ¡Perra!

Suni se movió hacia un costado para esquivar la onda de energía de aquel hombre, haciéndola fruncir el ceño de enojo al ver que el cuadro con la foto de sus amigos y ella junto a la pequeña escultura de plastilina que le hizo Hwan que estaban en la pequeña mesa de la sala fue roto sin dejar evidencia.

Su mirada se oscureció y se quedó inmóvil viendo como el despertado repentinamente gritaba de dolor y se encogía en el suelo mientras escupía sangre.

Suni sentía como su energía se materializaba dentro del hombro de él como enredaderas que agrietaban la piel e impedían el flujo de sangre.

- ¡Atrapen a esta perra antes de que la asesine! -ordenó.

Una explosión del ventanal de la sal provocó que la peliazul salte hacia atrás mientras creaba un escudo que la protegiera de los escombros y vidrios. Pero ni bien colocó un pie después del salto, otra explosión desde su espalda apareció.

Suni chasqueo la lengua al ver como siete hombres más aparecían desde todos los ángulos de la sala. Las paredes estaban destruidas por completo y se sentía el olor a gas debido a lo rota que estaba la cocina.

- Vaya, no pensé que deberíamos salir todos para atrapar a una niña -se burló uno de ellos.

- No la subestimen -gruñó el herido.

La chica analizó rápidamente la situación. Eran ocho contra uno y todos eran despertados, sabía que era más fuerte que ellos pero no sabía si saldría ilesa o viva si todos la atacaban a la vez.

Y antes de poder realizar su primer movimiento, tuvo que agacharse debido a una llamarada de fuego seguido de una onda de energía de color verde oscuro en forma de triángulos.

Todo esto estaba empeorando. Todos comenzaron a lanzar ataques hacia ella en simultaneo, generando que todo el piso del edificio sea destruido por las constantes técnicas de ambos bandos; en esos momentos agradecía ser una persona que adora la tranquilidad y que por eso compró el último piso.

La respiración agitada de ella se escuchaba entre los escombros y su brazo izquierdo junto el costado de su torso expulsaba sangre sin parar, de suerte se mantenía de pie.

- Son unos cobardes para atacarme juntos -dijo burlona creando otra lanza, la última debido a su falta de energía.

Por más que odiara decirlo, ella nunca tuvo la posibilidad de sobrevivir en una lucha contra ocho despertados. Aun asi, no se rendiría ni se sentiría decepcionada si pierde, después de todo dejó fuera de juego a cinco de ellos con heridas graves que duda que vivan luego de eso o se recuperen.

Sin embargo, antes de poder atacar, los tres que quedaban arremetieron contra ella en un ataque combinado que la expulsó hacia afuera del edificio, dejándola caer al vacío.

Fueron solamente diez metros lo que cayó antes de ser tomada por uno de ellos y saltar hacia otro edificio con ella inconsciente entre sus brazos.

· • —– ٠ ٠ —– • ·

No tiene idea de cuanto tiempo estuvo dormida, pero al momento de sentir como una energía ajena ingresaba al cuerpo no dudó en despertarse.

Instintivamente quiso darle un puñetazo a quien estaba delante de ella, sin embargo, su mano quedó inmovilizada por una esposa que apresaba su muñeca.

- ¡No pensé que despertarías hasta una semana debido a todas tus heridas, eres muy fuerte para tu edad!

Suni giró su rostro hacia la voz masculina. Sus ojos se oscurecieron con frialdad y se dedicó a verlo sin hacer otro movimiento tonto, pues tanto sus muñecas como sus tobillos estaban sostenidos con esposas especiales que la mantenían pegada a la pared.

- Suni Yim -pronunció el varón con una sonrisa brillante- ¿Puedes oírme?

La peliazul no respondió ante la pregunta burlesca y solo observó a su alrededor. La habitación era de tamaño mediado, las paredes era de color crema opaco, no había ningún objeto aparte de la lámpara que colgaba del techo y tampoco tenía ventanas, solo la puerta.

- Oye -habló nuevamente- ¿Me has escuchado? No puedes ser tan fuerte y ser sorda y muda al mismo tiempo, va en contra de todo pronóstico.

Suni dirigió sus orbes grises hacia él. Era joven, alrededor de los treinta años, su cabello despeinado era blanco y sus ojos eran verdes lima, estaba vestido con camisa negra, pantalón de vestir del mismo color y una bata de doctor, sin contar con los lentes de sol que se mantenían sobre su cabeza.

- La señora Sung se molestará cuando sepa que su hija es sorda y muda -suspiro dejando caer sus hombros decepcionado.

Ante las palabras del varón, la ojigris tensó todos sus músculos adoloridos.

- ¿Qué dijiste? -preguntó en un susurro.

- ¡Si hablas! -sonrió con un gran sonrojo- Me iba a entristecer si alguien tan perfecta como despertada resultara tener un defecto...

Las palabras del doctor Alec quedaron en el aire cuando este giró su rostro sonriente hacia la chica. Aquellos ojos grises parecidos a los de un depredador, el brillo gélido en su mirada, la expresión que no demostraba nada más que ganas de saltar hacia su cuello y la sed de sangre que se percibía en el ambiente provocaron que cerrara su boca y su sonrisa divertida se tambalee.

Y sintió que podía respirar tranquilo cuando la puerta fue abierta, parecía un boxeador que fue salvado por la campana.

Por su parte, Suni agradecía que su energía estuviera anulada por esas cadenas, porque al momento de ver a esa mujer ingresando a paso calmado tuvo unas ganas inimaginables de pintar las paredes de la habitación con la sangre de esa persona.

- Vaya, me habían dicho que tardaría más de una semana en despertar por la cantidad de sus heridas -habló con fingida preocupación- Pero solo han pasado cuatro horas desde su captura.

- Según el examen físico, Suni Yim ha desviado cada ataque a su cuerpo para no recibir daños mortales -comentó Alec con una sonrisa gatuna.

- Veo que te has colocado un nombre hermoso, hija.

- Tuve que hacerlo -dijo la menor sin quitarle la mirada de encima- Porque alguien que no sabe leer ni escribir no puede hacerlo, pero no te preocupes, lo entiendo, después de todo las acompañantes no reciben educación adecuada ¿estoy en lo cierto, mamá?

Ante el insulto escondido de Suni, la mayor apretó la mandíbula con enojo pero se obligó a calmarse para no demostrar debilidad.

- Ha pasado tanto tiempo, mi niña -sonrió cálidamente- ¿Cómo te encuentras?

- De puta madre, como tú -contestó con la misma sonrisa, si su madre quería denigrarla se metía con la persona equivocada- ¿Y tú, mamá? La última vez que te vi estabas trabajando, la estabas pasando bien asi que no te interrumpí.

- Alec, vete y no dejes que nadie entre hasta que yo lo permita –ordenó mirándolo de reojo.

- Si, señora Sung.

Al escuchar la puerta cerrarse, ambas no dudaron en cambiar sus expresiones para mirarse con completa repulsión y odio.

Las dos mujeres parecían gigantes lobos que estaban a punto de atacar al cuello de su oponente. Eran tan idénticas que les deban asco verse mutuamente, lo único diferente que tenían es que los iris de Suni eran grises y los de Hayan Sung eran amarillos.

- Ahora tienes hasta apellido -dijo la Yim- ¿A qué pobre hombre engatusaste?

- A un científico loco -contestó inexpresiva cruzándose de brazos- Según él, se enamoró de mis ojos parecidos al sol y no dudó en pedirme salir.

- Y tú aprovechaste -asintió comprendiendo- Fue una buena jugada, una prostituta como tú solo tiene que abrirse de piernas hacia cualquier hombre con dinero y conseguirá lo que quiere. Pero me sorprende que te casaras y te volvieras una señora de alta sociedad.

Hayan clavó sus uñas en sus brazos al escucharla, algo que no pasó desapercibida por la menor quien comprendió que el tema del pasado de su madre era algo delicado.

- ¿Y cómo está tu hermano? -soltó la Sung, sonriendo sádicamente al ver como la chica la miraba con odio.

- No te interesa lo que pase con Hwan -dijo entre dientes.

- Es verdad, no me interesa -se encogió de brazos- Porque a mi no me interesan los muertos ¿verdad, hija?

Suni apretó con tanta fuerza sus puños que sus uñas se incrustaron en sus palmas hasta sangrar.

- ¿Para qué me has traído aquí? -preguntó intentando no pensar en su pequeño tesoro.

- ¡Oh, cierto! -aplaudio como si se huiera olvidado- Luego de que me casé, mi esposo me contó sobre los despertados y esas cosas, e invitablemente me vi involucrada en todo este asunto. Como te dije, mi marido es un cientifico, pero que experimenta con gente como tú, y como yo debo acompañarlo y blablabla, estuve ayudandolo con unos archivos de posibles sujetos de prueba, y ahi te vi a ti.

- ¿Hace cuánto me has estado vigilando?

- Será un mes desde que empezó la invstigación, antes no tuvimos tiempo -contestó seria- Además, nunca lograbamos localizarte, y hoy al fin salirse de tu zona.

Suni tragó saliva impercitiblemente al escucharla. Si estuvieron invetigandola, existe la probabilidad de que sepan de sus amigos, Shinhwa y la Unión.

- O eres sumamente cuidadosa con tu entorno o nuestros agestes son unos inutiles, porque no pudimos sacarte una sola pista de tus cosas -dijo Hayan chasqueando la lengua, para luego ver a su hija con un toque de malicia- Pero ahora que te tengo aqui, podremos saber mucho más de ti.

- Ni que fuera tú para ser tan facil -contraatacó, sintiendo alivio interno al ver que no sabían nada de sus seres queridos.

- Tienes lengua muy filosa, Suni -arrugó el ceño con disgusto- Deberías estar agradecida conmigo, localicé a ese niño Hwan antes que a ti y estuve a punto de traérmelo al laboratorio, pero al descubrir que moriría pronto lo dejé en paz.

- ¿Acaso no te bastó con abandonarnos que ahora nos tratas como cosas que puedes desechar? -gruñó enojada- De lo único que estoy agradecida en estos momentos es que Hwan haya muerto, jamás hubiera permitido que sufra estas mierdas.

- Iba a morir de todos modos, asi que no es algo desechable porque ni siquiera lo hubiera tomado -se encogió de hombros despreocupada- Pude haberte reconocido como mi hija cuando me casé ya que me serías de utilidad, pero ese mocoso era un completo estorbo al haber nacido sin poderes. No servía para nada y estaba enfermo ¿acaso no pensaste en sacarlo de tu vida para poder estar tranquila sin estar cuidado a un problem...?

Las palabras de aquella mujer quedaron incompletas cuando sintió un inmenso dolor en su ojo izquierdo. Un desgarrador grito resonó entre las cuatro paredes al compás de las gordas gotas de sangre que caían hasta manchar el suelo.

Suni respiraba agitadamente y sus ojos inyectados de odio no se despegaron de la escena. Su madre gritaba fuertemente mientras se tomaba con desesperación su ojo ensangrentado, el cual tenía incrustado un pico de color azul.

Al escucharla insultar a Hwan de una manera tan horrible no dudó en crear de su boca un pico de tamaño mediano para escupírselo al rostro, que si no fuese porque estaba débil, hubiera perforado su cerebro para matarla.

Desde hace rato sentía como su energía estaba siendo drenada por los grilletes, asi que agradecía haber creado hace unas semanas una pequeña reserva de energía para casos asi.

- ¡Hija de puta! ¡No te atrevas a poner su nombre en tu sucia boca de prostituta! -explotó Suni completamente furiosa- ¡Hwan jamás fue un problema para mi, fue lo que más amé en mi vida y si él me lo pedía hubiera prendido en fuego todo el mundo! ¡Asi que no vuelvas a decir que fue un estorbo o el ojo no será lo único que pierdas!

Guardias y doctores ingresaron rápidamente a la habitación para atender a la señora de su jefe. El suelo estaba repleot de sagre y los gritos agonizantes de Hayan no se detenían.

- ¡Alec, haz sufrir a esa perra! -ordenó la mujer antes de irse- ¡Utilízala como te plaza, sácale toda la información hasta dejarla seca! ¡Pero no la mates, hazla llorar de dolor hasta que desee la muerte!

- Como lo ordene, señora Sung -sonrió sádicamente.

Suni se movió bruscamente al sentir como una aguja era introducida en su cuello, sus venas ardían por el líquido, pero no tuvo la oportunidad de siquiera quejarse cuando su cabeza cayó rendida.

- Me divertiré mucho contigo, Suni Yim -susurró Alec con un gran sonrojo - Por fin tengo al espécimen perfecto, haré de ti una obra maestra.









Nota: se prendio esta mierdaaaaaa

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