Capítulo VII: Keith está en mi cama.
Alisha.
No sé qué se supone que tengo que hacer con todas las emociones contradictorias que se arremolinan en mi interior, quiero gritar de frustración al recordar el simple hecho de que Keith Johnson, el chico que más detesto en el planeta está en este momento tomando una ducha en mi apartamento.
Suelto un suspiro de frustración y aprieto la mandíbula contemplando las opciones que tengo, las cuales son cero. El chico está tan ebrio que no sé ni siquiera cómo pudo llegar hasta aquí o en primer lugar cómo demonios supo la ubicación de mi apartamento..
En cualquier otra situación esto me asustaría hasta la médula, un chico al que nunca le dije dónde vivo aparece en la puerta de mi apartamento tan borracho que no puede ni mantenerse en pie, sin embargo, a pesar de mi problema con su simple existencia, sé que Keith es completamente inofensivo y no me haría absolutamente nada malo a propósito.
Tomando en cuenta lo ebrio que está, tan poco creo que sea capaz de hacer algo que no sea hablar idioteces.
Un ruido sordo dentro del cuarto de baño me saca de mis cavilaciones y una pequeña risa se me escapa de los labios porque estoy completamente segura de que el idiota se cayó ahí dentro.
─¿Estás bien? ─preguntó desde el otro lado de la puerta y escuchó otro golpe.
─Estoy bien, voy a salir─su respuesta se escucha amortiguada debido a la puerta de madera que nos separa.
Cuando escuchó el agua detenerse me alejó y buscó en mi interior toda la seriedad que soy capaz de imprimir en mi rostro. La puerta se abre y él aparece, su cabello rubio cae mojado sobre su frente, pequeñas gotas de agua se deslizan desde su cuello hasta su abdomen perfectamente ejercitado y la boca se me seca cuando observó lo que muchos denominan ¨camino de la felicidad¨.
Inmediatamente giró mi rostro hacía el otro lado del pasillo y respiro, trato de recordar las mil razones por las cuales no debería estar viéndolo, el chico está completamente ebrio, no soy una maldita depredadora y lo detesto, si tan solo tuviera verrugas gigantes en su rostro, un cuerpo nada atractivo y fuera un ser asqueroso se me podría hacer más fácil el hecho de no observarlo a pesar de mi claro desdén hacia su persona.
— Puedes mirar, no tengo ningún problema— la voz de Keith suena mucho más ronca de lo normal.
Lo miró a los ojos antes de negar con la cabeza y lanzarle una mirada de desaprobación.
— No estás en tus cinco sentidos para dar consentimiento a absolutamente nada— hago una pausa para contemplar sabiamente mis palabras antes de pronunciarlas. — Voy a buscarte algo para que utilices como pijama, puedes dormir aquí hoy ya que no tengo a quién llamar para que vengas a buscarte a estas horas y estás demasiado inestable para irte solo en un taxi, quién sabe las cosas horribles que harían con tus órganos si te secuestra, y aunque detesto con mi alma que estés en mi hogar voy a permitirlo solo por está vez. Sigo enojada contigo, mañana te vas a primera hora antes de que mi madre y hermanas regresen a casa,
Keith parece querer decir algo, sin embargo, al final solo asiente con la cabeza y se tambalea un poco.
Ruedo los ojos por su falta de capacidad para mantenerse de pie y me encamino en dirección a mi habitación, No sé cuánto tiempo pasa, pero cuando finalmente encuentro una camiseta lo suficientemente grande para que le quede y unos pantalones de chándal que me prestó Steve hace muchos meses atrás en el trabajo cuando derrame café sobre mis pantalones.
— Keith— gritó su nombre, pasan unos segundos y no hay respuesta de su parte. — Johnson, mueve tu trasero de niño rico hacia acá.
Sigue sin haber respuesta de su parte y gruñó antes de con paso firme caminar en dirección al pasillo en donde lo dejé.
Él no está ahí.
Afortunadamente el apartamento no es tan grande, me dirijo a la sala de estar y lo encuentro de pie frente a una foto familiar que fue tomada hace años atrás cuando mis hermanas aún eran demasiado pequeñas como para ir a la escuela. Recuerdo aquel día a la perfección y la nostalgia se apodera de mi, pero es remplazada automáticamente por rabia cuando recuerdo quién la está viendo.
—¿Nunca te enseñaron a respetar la privacidad de las personas?—preguntó al borde de la ira y agarro su hombro para apartarlo, sin embargo, su cuerpo no se mueve ni un centímetro.
Él se gira con el ceño fruncido y le disparo la mejor mirada de asesina que soy capaz de hacer.
—Lo siento, no era mi intención meterme en tu privacidad—su mirada de ojos grises hacen que sienta cosas extrañas en mi estomago y alejo de inmediato lo que sea que signifique que pueda sentir algo que no sea desdén por Keith.—Solo estaba aburrido y la foto llamó mi atención.
Su explicación tiene lógica, sin embargo, no paro de sentirme agobiada porque este en mi casa. La vergüenza y desesperación tienen una batalla constante dentro de mi mientras le permito quedarse aquí.
Este no es un lugar para alguien de su clase social, él tiene dinero y siempre ha vivido en lugares lujosos, hasta la casa que comparte con sus amigos es muchísimo mejor que este pequeño apartamento que llamó hogar.
Las paredes están manchadas por la humedad, hay un montón de cosas tiradas en todas partes debido a que mi madre no parece entender el concepto de orden y si yo no me encargo de limpiar ella mucho menos, a pesar de que es su desastre. Los muebles están un poco destruidos y ni hablar de que mi hermanas y yo tenemos que compartir habitaciones y cama porque no tenemos suficiente espacio. Es notable que ambos somos de diferentes rangos sociales y detesto la idea de alguien como él este invadiendo mi espacio.
Nunca he sido alguien que invite amigos a casa, creo que antes de conocer alas chicas nadie había entrado aquí y a pesar de que algunos compañeros tenían la dirección debido a que alguna vez me han hecho el favor de traerme algún trabajo grupal y a pesar de que sé que no es un vecindario decente, tampoco es como si les diera la oportunidad de ver el interior del lugar en donde vivo. Es como un nivel de confianza que no estaba dispuesta a asumir y mucho menos con una persona como Keith Johnson y tenerlo de pie en medio de mi sala hace cosas raras con mi mente.
No quiero que me juzgue o que sienta pena por mi solo porque él tiene cosas mejores.
—Alisha— dice mi nombre con tal suavidad que no soy capaz de evitar sentirme atraída por su voz.—Te prometo que nada de esto va a salir de aquí, sé que para ti soy un completo imbécil, pero te prometo que lo que sea que te haya hecho para que me odies no fue intencional y aunque quisiera saber qué te hace estar tan a la defensiva a mi alrededor no voy a seguir insistiéndote, me dije a mi mismo que si debía agobiarte para que bajaras tus barreras y finalmente te sintieras cómoda conmigo, sin embargo, sé que eso no va ocurrir y lo único que estoy haciendo es el ridículo. Voy a dejarte tranquila, puedes seguirme odiando a la distancia y juro que no te molestaré.
Keith Jonhson se aleja por el pasillo en dirección al baño y me quedo pasmada en medio de mi lugar sin saber qué demonios decir, cómo se supone que debo actuar ante su confesión y aunque sé que debería sentirme feliz de que finalmente va a desistir, no es para nada lo que siento, solo confusión y rabia acumulada que no sé de dónde proviene.
Cierro los ojos y suelto un largo suspiro antes de seguirlo y plantarme frente a la puerta cerrada.
—¿Qué se supone que estás haciendo?
—Voy a pedir un taxi e iré a casa— es su respuesta.
—Por el amor a Dios, ya te dije que te quedarás a dormir porque estás demasiado ebrio para irte y no quiero ser la culpable de que algo te pase— le digo y escucho el sonido detrás de la puerta detenerse y luego la puerta se abre.
Tiene el pantalón desabrochado, su camiseta descansa en sus manos y su cabello sigue mojado debido a la reciente ducha, no puedo evitar pensar que de esa manera luche ardiente y sí, lo detesto pero eso no le quita el encanto y maldita sea, por más que me cueste admitirlo Keith Johnson es demasiado atractivo para ser real.
—No te voy a hacer sentir incomoda, no sé qué demonios pensé cuando me aparecí aquí estaba demasiado ebrio como para pensar y seguro debes pensar que soy un maldito acosador y no te juzgo porque yo también lo pensaría, ya no estoy tan ebrio y puedo pensar con mayor claridad y es obvio que cometí un grave error al venir aquí sin invitación y muy grotesco de mi parte, te pido perdón.
Él da un paso hacía adelante y me mira por unos largos segundos antes de negar con la cabeza y dar dos pasos lejos de mi, pero lo sostengo del brazo y no lo dejó alejarse más.
—No voy a permitir que te vayas, puedo aguantarte por una noche, no te odio lo suficiente como para dejarte ir así. Ahora deja tu maldita culpabilidad para otro día.
Keith sonríe, la sensación que sentí hace minutos atrás vuelve a aparecer y es entonces que me arrepiento de mi decisión pero no hay otra opción razonable que dejarlo aquí.
—Ahora ponte algo decente y ve a la habitación antes de que me arrepienta de mi decisión.
—Solo no me mates mientras duermo—bromea el rubio y le enseñó el dedo del medio.
Lo dejo para que pueda ponerse cómodo y voy a la cocina para buscar una botella de agua y aspirina para prevenir la probable resaca que va a tener mañana.
Me quedo de pie en medio de la cocina por lo que parece una eternidad, analizó toda la situación que parece completamente irreal y le envió un mensaje a mis mejores amigas avisándoles lo que está ocurriendo, cuando no recibo respuestas de su parte me doy cuenta que ya no tengo otra razón para evitar lo inevitable y me encamino hacia mi habitación.
Keith Johnson está acostado en mi cama, su cabello rubio está dispersado en mi almohada y su olor varonil se hace presente en las cuatros paredes a pesar de haber utilizado mi jabón, se inclina hacia arriba en cuanto me ve entrando a la habitación y levanta una ceja cuando ve la aspirina y la botella de agua en mis manos.
—Pensé que preferirías dejarme morir.
—No quiero que haya una escena de crimen en mi apartamento, se verá mal en mi currículum de abogada.
—No podemos permitir que eso ocurra—responde con una sonrisa ladeada y yo también sonrío en respuesta, de inmediato me regaño por sonreírle y vuelvo a mi habitual seriedad a su alrededor.
Extiendo el contenido de mi mano en su dirección y el toma la botella rozando mi mano con sus dedos. me estremezco y doy un paso atrás para alejarme. Keith sin inmutarse mete la aspirina en su boca y se lleva la botella a los labios sin dejar de mirarme.
No apartó la vista y la tensión se acumula en mi abdomen bajo cuando lo veo tragar, un suspiro tembloroso se escapa de mis labios cuando lentamente deja de beber y limpia con su mano libre una pequeña gota de agua que se desliza por su mandíbula. La garganta se me seca y sé con certeza que esto me está excitando más de lo debido, carraspeo la garganta y retrocedo otro paso,
—Buenas noches, Keith.
Le doy la espalda y huyó de la habitación sin siquiera darle tiempo de responder. Cuando llego a la habitación de mis hermanas tengo la respiración agitada y no puedo dejar de imaginar esos labios en otros lugares...
Niego con la cabeza y me obligó a recordarme que él es mi enemigo y solo es la falta de acción que está afectando mi sentido racional. Pensando en eso me acuesto y duermo pensando que Keith jodido Johnson está en mi cama, a unos pasos de distancia.
***
¡Hola preciosuras!
Probablemente nadie este leyendo esto, pero luego de un largo tiempo de bloqueo, sin tiempo ni para respirar y con más tareas que vida he decidido retomar la historia.
Sé que después de tanto tiempo deben estar enojadas, pero prometo recompensarlo.
Espero que hayan disfrutado del capítulo, estaré leyendo y respondiendo sus comentarios.
Sin más que añadir espero tengan un excelente día.
¡Gracias por leerme!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro