Capítulo IV: Medidas desesperadas
Capítulo IV: Medidas desesperadas.
Keith.
—Me estás jodiendo —Landon se levanta de su asiento y suelta una carcajada. —Dices que te han bateado.
La mirada de Drew se posa en nuestra dirección con bastante interés, parece haber escuchado algo totalmente irreal.
—¿Te han bateado? —pregunta Drew interesado, termina de colocarse su camiseta y se acerca a nosotros para escuchar mejor la conversación.
—Nadie me ha bateado—ruedo los ojos y termino de subirme el pantalón.
El entrenamiento se ha dado por terminado hace más de media hora, los vestidores están prácticamente vacíos a excepción de nosotros, que aún esperamos que Carter decida salir de la ducha.
—¿Entonces cómo defines el hecho que Alisha se haya negado a salir contigo? —inquiere Landon, cruzándose de brazos.
—Tú le has pedido una cita—Drew parece aún más incrédulo.
En ese instante Carter sale de la ducha y se pavonea en nuestra dirección con una sonrisa de satisfacción, ni siquiera me inmuto en preguntarle por qué está sonriendo, lo más seguro es que haya escuchado toda la maldita conversación.
—Entonces es cierto el rumor —chasquea la lengua. —Keith Johnson, el chico que no sale a citas, decide pedir una y lo batean.
—Uno no puede contarle nada ustedes—recojo mi maleta de mi casillero y me la cuelgo en el hombro. —Ya hasta parecen esas chicas que se encargan de difundir rumores por todo el campus.
Landon volvio a sentarse y ahora tiene una gran sonrisa plasmada en el rostro, su sonrisa es tan amplia que en serio temo que tenga un daño permanente en su mandíbula.
—Alisha en mi héroe.
Entrecierro mis ojos.
—Se supone que deben estar de mi lado.
—¿Por qué estaríamos de tú lado? —masculla Carter. —Alisha es más guapa, yo solo apoyo a gente guapa.
Extiendo mi dedo corazón en su dirección.
—Idiota, pensé que yo era tu rubio favorito.
—Eso era antes de que te batearan—anuncia con una sonrisa burlona.
—Drew, di algo—pido, pero él también me traiciona y se encoge de hombros.
—Somos equipo Alisha, lo siento amigo.
Ayer le había pedido una cita a Alisha Hester, fue un grave error contarle a Landon sobre mi fracaso. La verdad no sé qué demonios esperaba cuando decidí que sería buena idea pedirle una cita. Era más que claro que ella no me soportaba, pero mi parte irracional me llevo hasta ese punto, ella es una chica dura y claramente no iba decirme que sí a salir conmigo desde la primera vez que se lo pidiera. Sin embargo, no pienso rendirme, tengo suficiente motivación como para saber que uno no se rinde con el primer golpe del equipo contrario, en este caso yo no me voy rendir hasta conseguir lo que quiero. No, no estoy enamorado de ella, tampoco puedo negar que es muy atractiva, pero tiene ese algo intrigante que necesito realmente indagar.
—Si no tienen nada más que decirme yo me largo—dije.
—¿Por qué no usaste tú comodín del favor? —pregunta Carter.
—Dios, no quiero que salga conmigo por un maldito favor, quiero que ella decida hacerlo por su cuenta.
—El amor—anuncia Landon con tono burlón.
Le enseño a todos mi dedo de en medio nuevamente y salgo de los vestidores para esperar a que terminen de vestirse en un lugar lejos de sus burlas.
El campus a esta hora está totalmente vacío, me dirijo hasta dónde tengo estacionada mi Land Rover y espero pacientemente fuera de esta hasta que mis amigos finalmente aparecen y nos largamos de la universidad finalmente.
Hemos pasado horas excesivas y duras de entrenamiento, estamos a pocos días de un partido muy importante y las horas de entrenamiento siempre se extienden cuando estamos cerca de jugar.
Es el segundo juego de la temporada y esperamos tener buena racha si queremos llegar a las finales, por lo que debemos esforzarnos al doble.
Son pasada las diez cuando finalmente llegamos a casa y a pesar de que estoy cansado hasta la mierda me dejó caer en el sofá y enciendo la televisión.
Escucho a Drew y Carter rebuscar algo en la cocina, probablemente comida y no les doy demasiada importancia, es como algún tipo de ritual que tienen, rebuscar en la cocina por algo de comida cuando todos sabemos que no hay absolutamente nada ya que siempre olvidamos hacer las compras y Laurel de ha quedado unos días en casa de Jessie su mejor amiga embarazada.
—¿No piensas ir a dormir? —pregunta Landon sentándose en el espacio vacío del sofá y subiendo sus piernas a la mesita de centro que está llena de latas de cervezas, papeles y un condón usado que seguramente es de Carter.
Hago una mueca de asco. Ese hombre no puede estar dejando sus mierdas por ahí tiradas.
—Luego, estoy muy abrumado para dormir—admito.
—¿Es por Alisha? —pregunta está vez con seriedad.
—No, bueno sí —dejó caer los hombros en el sofá y suspiro con frustración. —No sé qué diablos hice para que me odie tanto.
—No es por nada, pero a veces sueles ser un patán.
—Pero que reconfortante es saberlo, gracias, por tanto—bufo incrédulo.
—De nada.
—¿Crees que me haya acostado con ella estando ebrio?
—Lo dudo hombre, no creo que olvidaras ese polvo.
—Tienes razón—me rasco la nuca pensativo. —¿Qué tengo que hacer para que no me odie?
—Yo qué sé, las mujeres son un lío. Yo ya no trato de entenderlas—anuncia.—¡Carter! ¡Drew! ¿ustedes saben cómo hacer que una chica acepte una cita aunque los deteste?
—Hombre, a mi todas las chicas me aman—esa es la respuesta de Carter.
—Solo tienes que buscar la fuente del odio y tratar de solucionarlo —la voz de Drew se escucha amortiguada por la televisión.
—Eso es una mierda, las chicas cuando dicen que te odian es porque en realidad no lo hacen—dice Landon y Carter aparece delante de nosotros y se deja caer en el sofá solitario de la esquina con una cerveza en la mano.
—Joder, creo que esa estaba vencida—dice Landon.
Carter da un trago y lo escupe de inmediato al sentir el sabor en su boca.
—Te lo dije.
—Vete a la mierda—Carter deja la cerveza en el suelo y desaparece en las escaleras.
—Si quieres esa cita, pues agóbiala hasta que finalmente diga que sí, eso siempre sirve —se levanta del sofá
Sin más qué decir Landon desaparece en las escaleras y me quedó viendo la televisión sin prestarle atención en lo absoluto. ¿Agobiarla? puedo hacer eso.
Me levanto del sofá, tomo las llaves de mi auto y mi chaqueta antes de salir disparado de la casa.
Ya sé lo que voy a hacer, si ella lo que necesita es que la agobie para aceptarme entonces estoy dispuesto a hacerlo.
Manejo hasta la residencia de chicas y cuando llego estaciono mi auto en el único lugar libre.
La residencia se encuentra totalmente tranquila, no me he topado con absolutamente nadie desde que baje de la camioneta y empiezo a arrepentirme por ser tan impulsivo.
Se supone que voy a encontrar a sus mejores amigas e indagare sobre ella y así podré descubrir una manera de disuadirla, sin embargo, ahora que estoy de pie frente a la residencia, sin saber sus nombres o número de habitación es cuándo comprendo que soy un completo idiota.
Cuando decido que he pasado bastante tiempo humillandome en la entrada, camino los pasos que me separan de las instalaciones y finalmente me adentro en la residencia. Es normal que se encuentre totalmente desértica a estás horas tomando en cuenta que es jueves por la noche y todos deben estar realmente durmiendo o estudiando.
Luego estoy yo que no hago ninguna de las dos cosas, pero jamás he seguido las reglas al pie de la letra.
Camino con paso decidido hasta la primera habitación de la planta baja y golpeo la puerta con mis nudillos, realmente no sé qué espero lograr de esto, sin embargo, me siento totalmente capaz de descubrir el número de su habitacion.
La puerta se abre y una chica pequeña y delgada me observa con perplejidad, podría jurar que es de primer año. Levanto una ceja en su dirección y me cruzo de brazos con incomodidad al notar que solo lleva una bata. En cualquier otra situación o momento ya me habría lanzado al juego y hubiese empezado a coquetear, pero en estos momentos mis prioridades son completamente diferentes.
He llegado hasta aquí por algo, específicamente para conseguir a alguien. No puedo desviar la atención en otras cosas.
Aclare mi garganta y recargue mi hombro en el marco de la puerta.
—Hola, ¿me podrías ayudar a encontrar la habitación de unas chicas? —pido con amabilidad.
—Por supuesto, vamos —su voz se escucha nerviosa y no puedo evitar sonreír por eso, siempre tengo ese mismo efecto en las chicas.
—¿Irás así vestida? —pregunto observando su bata y ella se ruboriza de manera salvaje.
—Espera un momento —dice con rapidez y cierra la puerta con fuerza, la cuál termina golpeando mi hombro y frunzo el ceño.
Apoyo la espalda en la pared esperando que salga, mi celular vibra y lo saco de mis bolsillos para leer el mensaje de Drew.
Drew: Viejo, compramos pizza para cenar. Lastimosamente no dejamos para ti, que Alisha te compre una, si es que logras atraparla.
Keith: Aquí es cuando me doy cuenta quiénes son mis verdaderos amigos.
Drew: Solo no digas que no te avisamos.
Ruedo los ojos, guardo mis celular en mi bolsillo y vuelvo mi atención a la habitación que se está abriendo, la chica sale ahora vistiendo con un pantalón de pijama y una camisa de tirantes.
—Listo, ¿a quién estás buscando? —pregunta y puedo notar que el rubor aún no ha desaparecido por completo de sus mejillas.
—Estoy buscando a dos chicas, son amigas de Alisha Hester —anuncio y ella me observa con detenimiento.
—¿Sabes cómo se llaman? No conozco a ninguna chica llamada Alisha.
—No, no tengo idea de cómo demonios se llaman, pero una es pelirroja y la otra es rubia ¿eso ayuda en algo?
La chica lleva una mano a su rostro pensativa, estoy empezando a perder la fe en mi plan justo cuándo ella sonríe y asiente con la cabeza.
—Creo que sé a quiénes te refieres, son Georgia y Margie—anuncia y antes de que pueda responder agarra mi mano y me arrastra hasta el final del pasillo, o al menos cree que lo hace porque la dejo llevarme.
Se detiene en la última habitación al fondo del este y toca la puerta.
Esta se abre y la pelirroja aparece en mi campo de visión, lleva lo que parece un líquido verde en todo su rostro y en sus manos tiene un tarro de mantequilla de maní.
—Beth, te juró que si vuelves a decirme que el baño se quedó sin agua caliente te mato ahora mismo.
—En realidad, me está ayudando a encontrarte—intervengo y ella levanta la mirada.
Su rostro parece horrorizado y cierra la puerta en mis narices.
¿Qué demonios tienen las chicas con las puertas?
—Así que, Beth, eh—sonrió de lado para aminorar la tensión y ella se vuelve a ruborizar, es tierno.
—Sí, es mi nombre—dice y resopla —bueno, tampoco es de tú importancia. Ahora me voy, porque estaba apunto de irme a dormir.
Asiento con la cabeza y ella empieza a caminar fuera del pasillo.
—¡Oye!—grito antes de que salga del pasillo y se gira.—Gracias.
Asiente y desaparece por dónde llegamos, la puerta de la habitación se vuelve a abrir y está vez es la rubia que está delante de mi.
—Keith, que agradable sorpresa—hay un deje de diversión en su tono de voz, pero decido ignorarlo.
—Vine para hablar de Alisha.
—¿Desde cuándo te interesa estar detrás de mi amiga?—indaga, su rostro se torna serio y podría temerle más que al entrenador mientras me dedica esa mirada.—Que yo sepa, nunca haz pedido una cita a nadie desde que entraste a la universidad y mucho menos te ha importado tanto como para hablar con sus amigas.
—Esas chicas no eran Alisha.
—¿Por qué ahora? —pregunta.
¿Por qué ahora? Es algo difícil de contestar, yo mismo no tengo idea de qué demonios esta ocurriendo conmigo, a mi no me importan las citas, no me importan las relaciones y por alguna muy jodida y extraña razón quiero tener una cita con Alisha, no sé si es por el desafío, porque me gustan los retos, después de todo soy un gran jugador, pero es algo más y no puedo describirlo.
—No lo sé—admito.
Entorna los ojos, parece dudar si confiar en mí o no hacerlo, al final relaja el rostro y abre más la puerta, la chica pelirroja se asoma ahora con su rostro totalmente limpio y estira una nota en mi dirección.
—Ahí está su número telefónico, no le digas que nosotras te lo dimos—dice y se gira para ver a su amiga—Margie y yo estamos seguras de que sabrás que hacer con eso.
—Ahora, puedes irte, Georgia y yo vamos a seguir con nuestro tratamiento.
Estoy apunto de agradecerles cuando la puerta vuelve a cerrarse en mi rostro. Me encojo de hombros y salgo de la residencia con una sonrisa triunfal.
Al menos he conseguido algo bueno de esto y pienso aprovecharlo. Subo a mi auto, saco mi celular del bolsillo y empiezo a anotar el número que las chicas me dieron. La agendo y voy a mensajería.
Sé que no va aceptar lo que sea que le proponga, sin embargo, me divierte apreciar como me rechaza, sabiendo que yo no voy a detenerme en lo absoluto.
Keith: Hey, soy Keith. Quiero saber si podemos hablar en el comedor mañana.
Tecleo y me acomodo en el asiento esperando una respuesta.
Alisha: ¿Quién te ha dado mi número? Y no, tú y yo no tenemos nada de que hablar.
No sé si reír ante su respuesta o plantearme realmente dejarla en paz, es una chica bastante difícil de convencer. Suspiro y vuelvo a responder, no vine hasta acá para nada.
Keith: Vamos, no te estoy pidiendo que salgamos ni nada. Solo quiero hablar y conocernos .
Alisha: No tienes que enviarme un mensaje en lo absoluto, de hecho agradecería que no lo hicieras.
Keith: No te voy a quitar ni veinte minutos de tu tiempo.
Alisha: Ni lo sueñes.
No tengo tiempo para responder porque otro mensaje llega y lo leo.
Alisha: Lo digo en serio, Johnson. NO VUELVAS A ENVIARME MENSAJES.
Si alguien piensa que no es posible notar el malhumor de una persona con tan solo leer un mensaje, entonces está equivocado. Alisha Hester está totalmente cabreada y yo soy el responsable.
Keith: Es tierno que uses las mayúsculas.
Envío el mensaje, pasan unos segundos antes que me deje en visto. Suelto una carcajada fuerte y pongo el auto en marcha.
Alisha Hester no va lograr deshacerse de mí, se nota que no conoce a los chicos como yo. Soy demasiado cabezota como para rendirme.
Yo Keith Johnson nunca me rindo.
De alguna manera u otra lograré convencerla.
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