Capítulo 24
Ya llevo varias semanas aquí, o quizá meses o días. No sé bien el tiempo que ha pasado, pero estoy seguro de que ha sido bastante.
Se vuelven a escuchar pasos acercarse, haciéndome estremecer igual que el primer día. Cierro los ojos dejando escapar una tímida lágrima.
La persona, al entrar, permanece callada. Casi siempre hablan al entrar de forma alegre diciendo que se van a divertir, así que esto es bastante fuera de lo común. Abro los ojos con rapidez, como si al no hacerlo fuera a perder algún detalle importante de ver.
Ahí está, con rostro decepcionado, el jefe, o el doctor. No sé cómo nombrarlo en este momento.
Parece que ha venido a verme sufrir, lo que debe regocijarlo. Lo miro un instante, pero luego vuelvo a ignorarlo. Lo odio demasiado como para mantener contacto visual.
—Creo que no es necesario decirte lo decepcionado que estoy de ti —habla con una clara desilusión en la voz. Me limito a observarlo unos segundos, con la ira en la mirada. No quiero escuchar lo 'decepcionado que está de mí', eso no me interesa. Tampoco me importa saber lo que opina de mí, y menos si lo decepciono considerando su pensamiento. Quizá no lo decepcionaría si actuara como un ser sin derechos, que es exactamente en lo que me he convertido. Antes los tenía y por lo tanto lo decepcionaba, ahora no los tengo, pero eso no es suficiente.
—Espero que tú y tu hijo aprendan de esto —habla mientras comienza a alejarse. La mención de mi hijo me enfurece, pero no hago nada que lo demuestre. Lo escucho salir triunfante, tal como todos los que han salido de esta habitación.
De pronto se escucha un gran estruendo desde lejos. Se escuchan gritos, armas y miles de cosas más que no logro descifrar en este momento.
El ruido cada vez se acerca más, lo que parece asustar al jefe. Lo escucho correr lejos de ahí, aunque no sé específicamente a dónde va. Los ruidos se detienen y vuelven por un tiempo, hasta que es tan fuerte que me asusta, casi como una tortura. Me encojo en la silla tratando de protegerme de alguna manera, pero pronto escucho la puerta abrirse.
Ahí está, observándome con felicidad y un rastro de lástima, uno de los investigadores. Se nota que está cansado, y no lo culpo después de haber llegado hasta acá.
Una parte de mí piensa que esto es un sueño. Es demasiado bueno para ser real. Sin embargo, las sensaciones se sienten más nítidas y más reales. El investigador me toma en brazos mientras trato de ayudar sujetándome con los brazos, pero no logro hacer la fuerza suficiente.
Me saca de la habitación. Abro los ojos unos segundos para ver a varios investigadores llevando personas. Entran más hacia otras habitaciones.
Caminan por varios pasillos hasta salir de ahí. La luz del sol me enceguece. Arde el sentir una luz y calor tan fuertes, pero es soportable.
Se siente hermoso el viento en mi piel y el sonido del exterior. Extrañaba mucho esto.
***
El plan ha sido todo un éxito. Celebramos todos al poder llevar a nuestros compañeros a casa. Sofía nos observa de lejos de reojo, seguramente porque ella no creía en que estuvieran vivos y menos en que el plan funcionaría sin dejar otro muerto.
Llevamos a nuestros compañeros a distintas habitaciones. Los dejamos en cama mientras esperamos que un doctor llegue a revisar cómo están. En cuanto sepamos bien su estado, publicaremos la noticia sobre lo que les hacen. Solo espero que no descubran quiénes dan la noticia, o sino dudo que estemos vivos como quienes recién rescatamos.
Voy a la cocina a servirme un café, encontrándome con Sofía. Me mira de reojo por mucho tiempo, incluso llega a extrañarme.
—¿Qué? —pregunto mientras ella sigue mirándome.
—Nada, es solo que... —parece relajarse al comenzar a hablar— Jamás creí que fuera a funcionar, de verdad. Son unos héroes.
Sus palabras me sorprenden. Nunca la había escuchado decirme algo amable. Todo el tiempo solo decía que no volvería a resultar. Daba números de los supuestos muertos por la misión, pero por suerte el 0 era el correcto.
Hago una reverencia en tono de burla al escuchar sus palabras.
—Ja ja, muy gracioso —dice con un claro sarcasmo.
Se escucha que alguien toca la puerta. Voy de inmediato, sin responderle a Sofía.
Al abrir veo con felicidad al médico, quien no tardó mucho en llegar.
Lo llevo hasta una habitación al azar. Ahí está un niño pequeño, de unos 5 años. Permanece dormido y se tapa la cara al entrar la luz del pasillo.
—Lo siento pequeño, pero tengo que ver tu estado de salud —el doctor habla de forma muy comprensiva. El niño se sienta en la cama, comenzando la inspección del doctor.
Ahí encuentra muchas marcas en la piel, las que son bastante profundas. Tiene unas quemaduras horribles por todo el cuerpo, incluso en la cara. También tiene el cuerpo en muy malas condiciones, con una clara desnutrición.
—Se nota que a este niño lo maltrataron bastante, y también le dieron una muy mala alimentación. Tiene que comenzar con una dieta especial de inmediato —el doctor parece indignado después de ver al paciente.
El niño asiente y se vuelve a dormir. Llevo al doctor a otra habitación al azar, en la que reconozco a Benjamín. Él ya está sentado en la cama, aunque no parece mirar a alguien en especial.
El doctor toma de inmediato sus manos, las que no tienen dedos.
—¡Oh, por Dios! ¿Qué le han hecho a este pobre hombre? —ver a Benjamín parece indignarle más de lo que imaginaba. Aunque debo admitir que sus manos dan más que escalofríos.
Revisa algunas heridas, las que están claramente infectadas. No deja de negar con la cabeza al revisarlo, y cada vez parece asombrarse más.
—La tortura que sufrió el niño no es ni la mitad de la que sufrió este hombre. Debe ir al hospital de inmediato —le doy una mirada triste para recordarle que ir al hospital no es posible—. O también pueden cuidarlo aquí, pero siguiendo estrictamente las instrucciones que le voy a dar
Da una lista con las que cosas que hay que hacer para sus heridas, la desnutrición y el sin fin de cosas que tiene como secuela.
Se va mientras quedamos a cargo de muchos enfermos, el trabajo más difícil con el que he tenido que lidiar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro