Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

38

Narra Gustavo

—¿Qué te pasa? —me preguntó Esthepanie, frunciendo el ceño y acercándose a mí con cautela, como si se estuviera acercando a un animal salvaje.

Tragué saliva y negué con la cabeza antes de encender mi celular una vez más, rezando para que esta vez sí funcionara. Mis piernas no se quedaban tranquilas, rebotando sin parar, y mis manos temblaban mientras las llevaba a mi cara para frotar la frustración fuera de mi sistema, aunque fuera por unos segundos, hasta que pudiera llamar a mi mamá y saber lo que andaba mal. De verdad necesitaba dejar de ser tan pesimista; no podía dejar de pensar en lo peor.

—Mi mamá llamó y empezó a decir algo pero este pedazo de mierda decidió dejar de funcionar y no pudo decirme nada. —Le expliqué, mirando mi celular fijamente, odiando esa estúpida manzana mordida que aparecía en la pantalla—. Creo que es algo malo, pero no estoy completamente seguro. Necesito estar completamente seguro.

—Relájate. —Me aconsejó con tranquilidad, dejándose caer a mi lado en nuestra cama temporal, a un lado de la nueva cuna de madera negra de Diego—. Toma un respiro, estás temblando.

—Es que... su voz sonaba mal —dije, respirando profundamente y comenzando a calmarme, sólo un poco. Mi celular seguía atorado con la maldita manzana en el medio y verla me daba coraje, ese maldito celular no servía para nada—. Ella nunca suena así, al menos que algo malo haya pasado. Y esta mierda sigue sin funcionar ¡Joder!

El miedo estaba creciendo dentro de mí, en grandes cantidades, no podía dejar de pensar en que alguien estaba muerto, desaparecido, o algo igual de malo. Me tragué un rugido de enojo y pánico al pensar en eso y aventé mi estúpido celular a la pared con mucha fuerza, sin poder quedarme quieto más tiempo. Esthepanie jadeó por la sorpresa cuando el estúpido iPhone se hizo pedazos contra la pared y Diego despertó otra vez, soltando un grito de auxilio desde su garganta, sonando como si alguien lo estuviera apuñalando o algo peor. Su llanto me molestaba infinitamente.

Esthepanie se levantó de inmediato, dándome un suspiro inconforme y me tiró su celular al pecho sin decir nada, caminando hacia la cuna y extendiendo sus brazos para cargar al llorón. Supongo que lo sacó de mí, así que no me podía quejar, después de todo.

—¿Esthepanie? —preguntó mi mamá con esa voz rota cuando contestó. Le dije que era yo y me levanté de la cama, caminando de un lado a otro con el miedo haciendo arder de mí estómago a mi garganta, haciendo que mi voz sonara quebrada—. ¿Cuándo van a regresar, hijo?

—No lo sé, mamá. En un día, en dos, en tres, no tengo idea. Dime qué demonios pasó.

Diego se había callado por fin y Esthepanie lo cargaba, balanceándose de un lado a otro, sin dejar de mirarme con el ceño fruncido.

—No... —Su voz se quebró—. No es nada. Te diré cuando llegues aquí, no te quiero preocupar, debes disfrutar ese tiempo con tu hijo y yo...

—Dímelo. Si no me lo dices tú le preguntaré a Joe. —Amenacé, porque ella era consciente de que Joe era el que menos podía guardar secretos—. Me estás poniendo nervioso.

—Creímos que todo estaba controlado—Sollozó de la nada, de una manera desgarradora, haciendo helar mi sangre y mis piernas—. Pensamos que todo estaría bien hasta que llegaras aquí y te encargaras del asunto.

—¡Dime qué pasó! —grité, haciendo que Esthepanie saltara del susto y saliera de la habitación, probablemente para no tener llorando al niño de nuevo—. ¿Esto tiene que ver con los estúpidos de la casa de Ferrarotti?

—Sí... sí, Gustavo. Se llevaron a Nick— lloró, y alguien en el fondo le dijo que se calmara. Unos segundos después, siguió—. Él estaba en alguna plaza con sus amigos y lo tomaron a él y a un muchacho Fellici. No me han dejado hablar con él. No sé si está vivo o no.

—¿Cuánto quieren por ellos? — pregunté con la voz gruesa, dejándome caer en la cama, sin fuerzas.

—No quieren dinero... te quieren a ti—susurró y dejó salir otro sollozo—. Ellos no aceptarán nada de dinero. Nada.

—¿Para qué me quieren a mí?

—No lo sé. Ferrer nos dijo que están enojados contigo por tomar el dinero de su casa, pero más que nada por haber entrado a ella cuando el cuerpo de Ferrarotti estaba ahí. Dice que fue algo irrespetuoso, irrumpir en la casa de un muerto y robarle mientras él estaba presente. Están en un culto extraño y lo que hiciste es algo imperdonable para ellos.

—Papá dijo que era seguro ir —murmuré, llevando mi mano izquierda a mi cabello.

—¡Él no sabía nada!

Claro que no. Él nunca sabe de esas cosas.

—Volveré mañana. Volveremos, Esthepanie y yo, y me voy a encargar de eso. Confía en mí, lo voy a arreglar.

—Está bien. —Respiró fuertemente—. Lleguen a salvo. Te amo mucho, hijo. Dale un beso al pequeño Diego de nuestra parte y trae algunas fotos.

—Sí, claro. Yo también te amo, mamá.

Colgué y me detuve de estrellar el celular de Esthepanie contra la pared también. Si no fuera porque me sentía como si estuviera en un estado de transe, seguramente lo hubiera hecho. Me acosté en la cama con rigidez y cubrí mi cara, no queriendo que mis ojos adoloridos dejaran salir alguna lágrima que luchaba por derramarse.

No quería pensar en lo que esos estúpidos querrían hacerme, ni mucho menos en lo que le estarían haciendo a Nick y a su amigo, o en lo asustados que ellos deberían estar.

La puerta se abrió sin alguien tocándola antes, pero sabía quién era, así que no me molesté en quitar las manos de mi cara, simplemente me hice a un lado para darle espacio. No quería que viera mis lágrimas, pero después de todo esa era Esthepanie, ella me había visto llorando más de lo que me había visto sonriendo, no debería ser raro en lo absoluto. Yo sólo no quería preocuparla, pero quería decirle, necesitaba decirle y necesitaba escuchar lo que ella diría para hacerme sentir mejor.

—Nick está secuestrado. —Solté con un sollozo ahogado cuando sentí la cama hundirse bajo su peso y su mano recargándose en mi pecho.

—Oh, no —susurró ella con la voz temblorosa después de unos segundos y se apoyó en mí, dejando salir una serie de respiraciones lastimeras—. ¿Eso es todo o hay algo peor? Tienes que darme todo de una vez, si lo contienes es peor.

Me solté la cara, me acomodé hacia atrás para estar recargado en la pared y jalé de su mano hasta que se sentó a un lado de mí.

—No sé bien lo que significa, pero ellos no están pidiendo dinero por Nick. —Empecé, limpiando bruscamente mis lágrimas con mi camisa—. Ellos me quieren a mí. Están enojados porque entré en la casa del señor Ferrarotti y... y no sé, ellos me quieren. Es todo lo que sabemos.

Esthepanie parpadeó sus ojos rojos muchas veces y tragó saliva lentamente, mirando hacia mí con cuidado y acercándose más para tomar mis manos, aun temblorosas, entre las suyas. Toqué sus dedos con suavidad y traté de concentrarme en su mano; en lo suave que era su piel, lo lindas que se veían sus uñas pintadas de azul y lo pequeños y delgados lucían sus dedos en comparación con los míos.

—¿Ellos te quieren para... para hacerte algo malo? —preguntó después de unos segundos con la voz cortada y su linda nariz completamente roja igual que sus mejillas y sus ojos; se estaba mordiendo los labios y su barbilla temblaba, lo que quería decir que se estaba conteniendo para no llorar fuertemente sin saber bien por qué quería llorar—. ¿Te quieren matar?

—No sé. —Exhalé, lamiendo mis labios salados por las lágrimas—. No estoy seguro... ¿podemos irnos a Roma mañana? Realmente no quiero irme sin ti, y necesito estar ahí cuanto antes.

—Sí, supongo. —Tomó un último gran respiro, negó con la cabeza y luego empezó a murmurar incoherencias para sí misma—. No va a pasar nada malo, nadie va a morir. Van a pensar en algo que va a funcionar y todo va a estar bien ¿cierto? Es lo que siempre pasa, siempre todo está bien.

¿Acaso se estaba escuchando? ¿Era consciente de las estupideces que salían de su boca? Nada iba a salir bien, y si mi instinto no mentía, algo malo iba a pasar. Yo tenía una clase de radar para las cosas malas y en ese momento estaba pitando tan fuerte que no me dejaba pensar en otra cosa, no dejaba de pensar en mi hermanito muerto. Oh, Nick. Ojalá le hubiera dicho alguna vez que no me caía tan mal como él pensaba, que lo quería y que era mi favorito. Probablemente nunca podría decírselo, ellos de seguro ya lo habían matado para entonces y sólo mintieron para hacer el trato, me iban a tomar a mí y luego iban a soltar la bomba de que él ya estaba muerto. Sabía que eso iba a pasar, me lo merecía, todos lo hacíamos, porque nosotros lo hemos hecho muchas veces. Hemos hecho tantos tratos sucios de ese tipo que ya ni siquiera sé cuántos.

—Todo va a salir bien, Gustavo —susurró Esthepanie en mi oído, sentada en mi regazo de repente. Dejé salir todo el aire dentro de mí y recargué mi cabeza en la pared con los ojos cerrados mientras tomaba su cadera y la acariciaba. Nada iba a salir bien, ella no debería seguir dándome esa clase de esperanza cuando yo sabía que no había ni una pequeña posibilidad de que todo saliera bien, era mi vida o la de Nick, o ambas—. Vamos, no te pongas así. Ahora mismo no hay nada que podamos hacer, deja de pensar en cosas pesimistas.

—¿En qué otra cosa puedo pensar? —pregunté, abriendo mis ojos y parpadeando las lágrimas. Ella sonrió temblorosamente y se encogió de hombros, pero también levantó una mano y la enroscó en mi cuello suavemente al mismo tiempo que acercaba su cara a la mía para tomar mi labio inferior entre los suyos lentamente, de la manera en la que me gustaba.

—Sólo no pienses en nada —murmuró, separándose de mí para quitar su camisa y desabrochar su sostén. Mis ojos se abrieron con incredulidad y me levanté un poco para quitar mi camisa también. Había pasado mucho tiempo desde que hacíamos algo así, no era como si tuviéramos mucha oportunidad en el hospital y con la panza que tenía antes, así que la abracé a mí por un momento, sin poder dejar de pensar que podría ser de las últimas veces que disfrutaría de ella así.

—No quiero morir. —Admití de repente, acariciando su espalda y besando su hombro con lentitud varias veces, usando mi lengua para probarla y mis dientes para hacerla estremecer—. Realmente no quiero. Ya no.

Decir eso era... era una gran cosa. Que un chico suicida dijera que no quería morir debería significar algo. Un poco más de un año atrás yo aún estaría dispuesto a ir, cambiar a mi hermano por mí y caminar a mi muerte segura sin quejarme ni pensarlo dos veces, pero ahora no. No quería morir, tenía planes, tenía un futuro, tenía una novia que probablemente sería mi mujer algún día, si ella quería serlo, claro. Tenía un hijo, un pequeño, llorón, molesto y lindo hijo que, aunque no me gustara pensar en eso, iba a depender de mí, tarde o temprano.

Esthepanie pareció darse cuenta de que me estaba perdiendo otra vez así que levantó mi cara y besó mis labios fugazmente, luego mis mejillas mojadas y luego mi mandíbula, así hasta que llegó a mi pecho y acarició mi abdomen. Eso como que bloqueaba mi cerebro.

Tomé su trasero y nos hice rodar hacia un lado, hasta que yo estuve sobre ella en la cama, recargando mi peso en mis manos a los lados de su cabeza, y me tomé la libertad de besarla a profundidad, como ella lo hizo conmigo. Seguía oliendo como siempre, seguía siendo igual de dulce por todos lados, seguía siendo mía y seguía queriéndome. No podía creerlo.

Ella desabrochó mi pantalón y lo bajó un poco, acariciándome de pasada con una sonrisa traviesa y haciéndome reír por eso. Esthepanie se ponía risueña cuando estábamos así y no me molestaba, por sorpresivo que eso sonara, me gustaba, de hecho. Me gustaba besarla y tocarla por todos lados y reírme con ella y hacerla reír, mientras la hacía jadear y poner los ojos en blanco por el placer. Era refrescante.

*********

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro