36
Narra Esthepanie
—¿Qué es? —preguntó mi papá, irrumpiendo en mi habitación de la nada, haciéndome chillar del susto. Realmente necesitaba decirle a la gente que no llegaran así hacia mí si no querían causarme un infarto. Acomodé las hojas de la historia de Gustavo en el piso y cerré su computadora, escondiendo la pagina de consulta de embarazos que estaba ahí a toda luz—. Vamos, niña, que me tienes completamente desesperado.
Tomé aire profundamente y me levanté. Había llamado a mi papá hacía dos horas, diciéndole que tenía algo muy, muy importante que decirle y hasta ese momento se me ocurrió que era una mala idea. Debí mejor dejar que mi panza creciera y así él se diera cuenta de lo que estaba pasando por sí solo.
—Papi—Empecé, con la voz bajita y calmada—...Siéntate en la cama y respira profundamente. Esto puede ser...
—Sólo dime de una maldita vez qué está pasando, Esthepanie. —Exigió, así que me preparé para decirlo, pero él no me dejó. Gruñó y preguntó, con esa voz de muerte—. ¿Estás embarazada?
Jadeé y lo miré con los ojos muy abiertos ¿cómo demonios se había dado cuenta?
—¿Linda te lo dijo? —pregunté con voz chillona, haciendo que su cara se deformara con enojo.
—¡¿Estás embarazada?! —Rugió de nuevo, asustándome—. Ese pequeño cabrón.
—No es su culpa. —Me apuré a defenderlo, asustada de lo que podría hacerle—. Bueno, sí lo es, pero también es mi culpa, si nos ponemos técnicos. Por favor no le hagas nada.
—¿Qué no le haga nada? ¡Ese maldito...—Tomó una larga respiración y pasó sus manos por su cabello varias veces. Esperé pacientemente a que se recompusiera un poco y lo hizo, eventualmente—. ¿Planeas tenerlo?
¿En serio? ¿Él también?
—No voy a abortar, papá. No lo voy a hacer, ya tuve una pelea con Gustavo por eso y no quiero pelear contigo también — murmuré con amargura y su enojo pareció irse un poco.
—Al menos el chico es inteligente. —Masculló por lo bajo y suspiró dejándose caer en la cama con derrota, luciendo diez años más viejo—. ¿Sabes lo difícil que es criar un niño cuando tienes la vida que tenemos? Gustavo lo sabe. Yo lo sé. Tuve que jodidamente huir de país en país para protegerte ¿quieres pasar por lo mismo? No quiero sonar exagerado, mi niña, pero esto es mucho más horrible de lo que crees. Tu hijo sólo por ser tu hijo, mi nieto, nieto de Jerry... ese niño va a ser odiado. Verdaderamente odiado.
—Pero....—susurré—. Pero no quiero matarlo, papá. Yo lo quiero tener.
—¿Y no has pensado en otra cosa, otra solución. Algo como... adopción?
Narra Gustavo
Cuando recibí el mensaje de Esthepanie diciendo: "mi papá lo sabe, quiere hablar con nosotros. No quiere matarte, tranquilo" me puse de todo menos tranquilo. Una cosa era aceptar que fuera el novio de su hija pero otra muy diferente era aceptar que me acostaba con ella y que además la había dejado embarazada, a los dieciocho años. Tallé mis ojos después de dormir por cinco horas y me cambié rápidamente antes de bajar las escaleras corriendo, directo a ver a mi suegro. Directo a mi muerte.
—¿A dónde vas con tanta prisa? —preguntó mi mamá de la nada, deteniéndome—. ¿No nos vas a saludar? Cociné profiteroles...
Respiré, tranquilizándome un poco y me acerqué a abrazarla y besar su mejilla. Por fin estaba en casa, por fin podría hablarle acerca del embarazo. Y no tenía mucho tiempo, así que fui al grano.
—Tengo que ir a ver al señor Ferrer. Yo... mamá... nosotros.... Esthepanie está embarazada.
Su boca cayó abierta con incredulidad por unos segundos y luego sonrió más grande que nunca y se estrelló contra mí, apretando mi cintura con fuerza. Empezó a murmurar cosas sin sentido acerca de lo contenta que estaba de que fuera a ser papá. Y lo raro que era que yo fuera el primero de mis hermanos en serlo.
Logré salir de sus garras y escapar para llegar rápido a la casa de Esthepanie. Mientras más rápido acabáramos con el asunto, mejor. Sólo esperaba que él no estuviera muy enojado conmigo.
—Siéntense —ordenó con fuerza el señor Ferrer con la voz más dura que de costumbre, haciéndome temblar un poco. Carraspeé y tomé asiento a un lado de Esthepanie en la mesa, frente a su padre. Su muy enojado y poco amigable padre—. Bueno, mi hija me ha puesto al tanto de que tiene un mes y de que todo está bien, ahora que cubrimos lo importante, me gustaría saber algo como ¡¿por qué mierda no se preocuparon en tomar un jodido condón?!
Oh, Dios, haz que pare de gritarme. La cara de Esthepanie no podía estar más roja mientras susurraba—. Realmente no quiero hablar de esto contigo.
—¡Pues yo sí! —gritó de repente, haciéndome saltar hacia atrás. Estaba al borde de algo malo—. Dime Gustavo, dime qué pasaba por tu mente... no, miento, no quiero saber eso. Sólo dime porqué no se te ocurrió tomar un condón, tú que sabes cómo es esto de difícil, que has tenido que vivir con tu madre preocupada todos los días. Tú que eres tan cuidadoso con todo lo que te pasa, joder ¿cómo pudo esto haber pasado?
—Señor, yo... yo no sé —contesté, como un niño inepto—. No sé, se me olvidó.
—Papá, pensé que ya habíamos pasado por esto...
—¡No! ¡Tienen que saber lo estúpidos que fueron, joder! No pueden criar un niño. No pueden criar un niño en Inglaterra en este momento y mucho menos siendo quiénes son, no si quieren que viva más de un año.
Oh, vaya, eso fue crudo y directo. Esperemos que Esthepanie reciba el mensaje.
—Tienes razón. Yo... yo creo que tú y Gustavo tienen razón en eso, digo, hoy estuvimos a nada de morir, no podemos cuidar a un niño si no podemos ni siquiera cuidarnos a nosotros mismos —respondió ella, entrando en razón por primera vez en mucho tiempo y tomando con fuerza mi mano—. Por eso la idea de la adopción me suena bien, pero... pero no con cualquier persona.
—¿A qué te refieres? —preguntó el señor Ferrer, pero yo sólo me quedé ahí, perdido ¿adopción? ¿Cuando había decidido eso? ¿Planeaba decírmelo algún día?
—Espera, ¿adopción? Sería una buena cosa que me preguntaras antes de tomar decisiones así, también es mi hijo.
—Hace días querías matarlo, disculpa si no creo que de verdad te preocupes por tu hijo.
—¡Claro que lo hago! —Repliqué molesto y me preparé para gritar de nuevo pero entonces recordé que su padre estaba ahí y que yo no debía hablarle así a su pequeño encanto—. Me preocupo por él, por eso quería que no naciera. Tiene lógica para mí.
—Tiene lógica para mí también—dijo su papá— ¿Para qué traer a un niño al mundo si sólo va a sufrir? No tiene caso, eso sería peor que abortar. Pero, por otra parte, ya cometiste la estupidez, ahora tienes que hacerte cargo de ella.
—Exacto. Y, lo que estoy tratando de decir es que... mira, mi tía Eliza vive sola y ama a los niños...
—¿Eliza?—Lo consideró por un momento—. Mmm, no lo creo. Y eso no sería una adopción.
—Por eso quiero hacerlo, sé que en unos años más me voy a arrepentir de esto y querré a mi hijo de vuelta. Si lo doy en adopción con todas las cosas legales no podré recuperarlo, en cambio, si lo dejo con mi tía Eliza, podemos verlo cuando sea sin ningún problema y podemos tenerlo de vuelta cuando lo creamos prudente.
—A mí me parece bien —dije, dándole una sonrisa aliviada a mi preciosa novia. De hecho, me parecía muy, muy bien, porque entonces podríamos tenerlo todo. Podríamos tener a un niño, perfectamente cuidado con la tía Eliza y podríamos vivir sin tener que preocuparnos mucho por él viviendo con nosotros. Era perfecto.
—No lo sé... hablaré con tu tía Eliza.
El señor Ferrer nos mandó a la habitación de Esthepanie para que lo dejáramos solo. Se veía miserable y me miraba como si quisiera torturarme, pero creo que, después de todo, eso pasaría con cualquier padre y no sólo con él. Tomé la mano de Esthepanie y subimos.
—Gustavo. —Empezó a decir, una vez que estuvimos acostados en la cama, rodando hacia mí y poniendo una mano en mi pecho desnudo—. Creo que... creo que cuando mi panza empiece a crecer tendré que irme de aquí.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿A dónde?
—Con mi Tía Eliza, Gustavo ¿con quién más? Puedo regresar cuando mi cuerpo esté normal de nuevo. Es igual de malo que la gente me vea embarazada.
Suspiré con pesadez asintiendo, sin decir nada. Ese niño ya estaba cambiando y complicando todo y todavía no nacía. No quería que ella se fuera. No quería eso, pero tenía razón, sería igual de malo que la gente viera que estaba embarazada, ellos empezarían a buscar por todos lados y darían con el pequeño estorbo de cualquier manera.
—Ya no quiero hablar de niños ni de embarazos ni de nada, Esthepanie. Estoy cansado de esto y sólo han pasado unos días. Esto me está estresando demasiado.
—Lo siento. —Suspiró y se acomodó mejor para estar medio arriba de mí—. Todo va a salir bien, de todos modos, te lo juro. No vamos a tener problemas y después de ocho meses vamos a estar completamente normales de nuevo.
—¿Lo prometes? —pregunté en voz baja, sin poder creerlo. Todo sería diferente, estaríamos preocupados por el niño todo el tiempo, queriendo saber cómo le va y esas cosas. Ella dejaría de ponerme atención a mí y al tiempo me tomaría coraje por haberla apartado de su hijo. Respiré con fuerza y tomé su cintura para que estuviera completamente sobre mi cuerpo, con sus piernas entrelazadas con las mías—. ¿Me vas a seguir amando igual?
—Esa es una pregunta realmente estúpida, gus gus —contestó con la voz bajita, tocando ambos lados de mi cara con suavidad para besar mi barbilla, labios y mejillas. Suspiré con gusto y rodeé su cintura, cerrando mis ojos. No quería que esos momentos se acabaran nunca, ella me hacía sentir genial. Genial, mucho más que sólo bien—. Somos unos niños tontos, pero de verdad te amo. Y no creo que pueda dejar de hacerlo alguna vez, aunque lo intente... ¿Tú me vas a seguir amando igual? Voy a estar gorda y fea.
Sonreí. Era tan tonta que no se daba cuenta que incluso gorda se seguiría viendo divina. Tenía muchas ganas de decirle todo lo que sentía. Siempre le decía que la amaba, pero eso no era lo único que tenía para decir, había muchas cosas que ella debería saber y ese era el momento perfecto para decírselas.
—Somos unos niños, pero no creo que esto sea sólo el tipo de amor de niños... es más fuerte. Y sí... sí, siento que te voy a amar... para siempre, aunque las cosas cambien. Siempre cuando mire tus ojos recordaré nuestras noches, cuando me sostenías y me anclabas en un mundo donde merecía seguir vivo, según tú. Siempre tendremos esto, lo sé porque lo que nosotros tenemos es crudo y feo la mayoría de las veces. Nos peleamos todo el tiempo, sufrimos más de lo que festejamos y lloramos más de lo que reímos. Pero creo que eso es lo que hace que sea real, el que tengamos tantos problemas y sigamos tan enamorados, porque yo creo que el amor real nunca es bonito, al menos no del todo. Quizás sueno cursi, en mi propia manera, pero pienso que el amor es más acerca del nivel de confianza y esperanza que la otra persona te hace sentir. Sé que entre nosotros no es acerca de mariposas en el estómago y piernas temblorosas sino de retortijones en todo el torso y rodillas que se doblan por la intensidad, no es sólo tomarnos la mano para caminar juntos por un hermoso parque sino para saber que estamos ahí, tú para mí y yo para ti. Siempre.
Su cara estaba escondida en mi cuello para cuando terminé de hablar, ya estaba mojado por sus lágrimas. Sonreí por eso y dejé salir todo el aire... se sentía bien dejarlo salir.
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