Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23

Narra Esthepanie

—¿Como te sientes? —preguntó una chica vestida de enfermera.

—Adolorida. —Seguía algo aturdida y con un fuerte dolor de garganta—. ¿Que tan mal estoy?

—Tienes dos costillas rotas, tu garganta y cuerdas vocales están muy lastimadas, puede ser que quedes con la voz ronca —dijo la enfermera colocando una bolsa de suero poniéndome una aguja en la mano.

—¿Con está voz de hombre? —Solté un chillido que sonó más como un sonido gutural.

—Puede que mejore un poco, pero no completamente —dijo tomando unas cosas— ¿Necesitas algo?

—Un poco de agua.

—Okey, ya vuelvo. —Y salió de la habitación.

Nunca pensé que tan retorcida puede tener la mente alguien que comparte tantos momentos contigo, que te regala tantas sonrisas, tantas palabras bonitas, para luego lastimarte de esta manera, así, como si nunca le hubieses importado. Es curioso que la persona que nos salva, es la misma que después nos mata.

—¿Como te sientes? —Entro él, con la misma ropa que cargaba la última vez que lo vi, con su cabello hecho un desastre y mirándome como si no supiera que decir.

—¿Que haces aquí? —Lo miré.

—Quería saber como estabas—dijo sentándose en una silla que estaba a un lado de la camilla.

—Mal, pero eso es algo que a ti no te importa. —Me dediqué a mirar la pared que estaba frente a mi.

—Claro que me importa, tú me importas... lo siento tanto Esthepanie. —Tomó mi mano y la besó—. Yo no quería hacerlo, pero tenía que, para que todo esto terminara de una vez. Perdóname.

—Las disculpas me las debo yo. —Me miró desconcertado—. Me debo tantas disculpas. Por querer salvar a alguien que no quería que lo hiciera, por querer sacarte de donde no querías salir. No puedo creer que la persona que mas he amado es la que más daño me ha hecho. —Aparte mi mano de la suya.

—Tienes que perdonarme. —Me miró con los ojos cristalizados—. Lo siento muchísimo. Haré lo que sea para que al menos no me odies, para tan siquiera tener tú amistad. Sé todo el daño que te hice y no me lo perdonare jamás.

—Vete —dije sin mirarlo.

—Esthepan...

—Que te vayas, no quiero hablar más contigo. —Alce la voz, haciendo doler un poco mi garganta.

—¿Qué está pasando? —Entró la enfermera con el vaso de agua y me lo entregó.

—No se quiere ir. —Señale a Gustavo.

—Joven si la paciente no lo quiere aquí, es mejor que se retire. —Le pidió amablemente a Gustavo.

—Esta bien. —Suspiró y se puso de pie dedicandome una última mirada para salir de la habitación.

—Ese chico pasó toda la noche aquí al pendiente de ti, a tu lado y tomando tu mano. —Mencionó mientras revisaba algo en la camilla.

—Él me hizo esto.

—Lo siento mucho. —Me miró—. No tenia idea.

—Tranquila.

—Bueno, te dejare descansar —habló dirigiéndose a la puerta.

—Muchas gracias. —Sonreí forzosamente.

(...)

—Señorita —habló alguien a mi lado, despertándome. Al abrir los ojos vi que era un policía.

—¿Dígame? —Al hablar me ardió la garganta, espero que mejore.

—Quiero hacerle algunas preguntas.

—Si claro.

—¿Conoce usted a Gustavo Sabino? —preguntó mientras sacaba una libreta que tenía en su bolsillo y un bolígrafo para tomar nota.

—Si. —Fue lo único que pude decir.

—¿Hace cuánto?

—Hace mas o menos 6 meses —respondí haciendo cuentas mentalmente.

—Bien. —Anotó algo en su libreta—. ¿Él le hizo esto?

La verdad dude mucho en dar una respuesta, porque a pesar de todo yo lo amo. Pero, fue capaz de hacerme todo esto por dinero ¿Quien dice que no lo hará de nuevo?

—Si, fue él —respondí finalmente bajando la mirada.

—Okey, muchas gracias. —Guardó su libreta en el bolsillo—. Espero que se recupere pronto.

Y salio de la habitación.

Narra Gustavo

Esta es una de las peores semanas de mi vida. Me esposaron en el hospital para llevarme a la oficina de Fabriczio.

—Gustavo, no podemos hacer nada. —Me miró seriamente—. Tienes muchas demandas y la chica testificó en tu contra, además, mi gente te vió.

No es que me sorprenda mucho, después de todo lo que le hice era de esperarse, pero me sigue doliendo. Me sigue doliendo que ya no le importa nada que tenga que ver conmigo.

—¿Pero me vas a meter a la cárcel? —pregunté insistentemente. Tomó la taza de café que tenia a un lado y le dio un sorbo, como si estuviera meditando la respuesta.

—Tengo que hacerlo. —Contestó finalmente, dejé salir todo el aire cubriendo mi cara con las manos—. Tienes demasiados antecedentes, tu y tus hermanos. Tráfico de drogas, homicidio, secuestros, y pare de contar. Además, ahora con lo que dijo esta chica... lo siento hijo.

—Pero ¿Esto no es exactamente por lo que usted gana tanto de nosotros? ¿Para mantenernos alejados de la cárcel? —Escupí con enojo.

—Exacto. Yo ignoro todo lo que ustedes hagan y sólo les pido que no se dejen atrapar o ver por un oficial. Pero tu básicamente chocaste con uno, muchacho. No hay nada que hacer, no puedo abogar por ti cuando tienes un expediente tan manchado, ignorar esto ahora haría muchacho ruido, incluso podría perder mi empleo, sin contar que...

—Entiendo —murmure, mirándolo—. Entonces, ¿Cuánto tiempo me darán?

—No lo sé, tendríamos que estudiar tú expediente. Pero con los antecedentes que tienes, puede que te den cadena perpetua. —Jadee y lo miré con miedo—. Pero...

—¿Pero?

—Mira, ahora mismo es imposible intervenir al respecto, todos tienen su atención puesta en ti, pero una vez que estés en la cárcel nadie se acordará. Serás solamente un criminal más tras las rejas, nadie le presta mucha atención a los presos.

—¿Y?

—Puedo sacarte de ahí entonces. Lo más rápido posible sería... en un mes o dos. —Respiré de nuevo, más aliviado. Sin duda alguna eso sonaba muchísimo mejor que cadena perpetua—. No tienes nada por qué preocuparte, hijo ¿de acuerdo?, nada. He estado con tu familia desde que empecé a trabajar aquí, hace veinticuatro años, tengo una buena relación con tu padre.

—Gracias, Fabriczio.

(...)

Cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad, bonito pues. Nisiquiera pude tener un juicio, me mandaron directamente a la de máxima seguridad, sólo les tomó un minuto dictaminar mi cadena perpetua. Se encargaron de hacerme saber lo mucho que estaba desperdiciando mi vida, aparte, me dejaron hablar con mi familia un rato antes de trasladarme. El señor Ferrer me aseguró que nada me pasaría ahí dentro y que me darían el mejor trato posible, no le creí mucho, pues, como lo dijo Fabriczio, nadie se preocupa mucho por los presos. Pero al contrario de lo que pensé toda mi vida, sobornar a los guardias era tremendamente fácil, mientras ningún superior estuviera mirando, tener a los guardias de tu parte hacía una muy grande diferencia.

Conseguí pasar sin tener un dedo buscando algo en mi culo por sólo diez mil euros. Luego, mientras trataba de imaginar lo temible que sería mi compañero y seguía a Fabriczio por entre todas las celdas, me enteré de que tendría un cuarto. Un cuarto, no una celda.

—Es el cuarto de Edward Sabino. —Me dijo Fabriczio sonriendo de lado, negando con la cabeza, como si estuviera recordándolo. Edward, mi tío, él que estuvo en la cárcel un año y salió sonriendo. En ese momento entendí porqué mi tío se refería a la experiencia de la cárcel como un año sabático—. Él se aseguró de que su sobrino se quedaría aquí, que tendría los mismos tratos que él tuvo, sin mencionar que los hombres de Dio se movieron a tu favor, también. Niño, no tienes nada de qué preocuparte.

Eso me devolvió un poco de la esperanza que se había ido de mí desde el viernes. Esos eran ya cuatro días de depresión continua, depresión dura, pero al menos ahora sabía que no iba a tener mucho de qué preocuparme ahí dentro.

Lo único que había sabido de Esthepanie desde el sábado en la mañana que me echó de su habitación, era que no quería hablar con nadie, ni siquiera con Diana que se había vuelto como su mejor amiga, quien me exigió saber qué había pasado cuando me vio llegando ese día a la sala de espera. Tuve que contarle todo y no le gustó para nada, pero lo entendió, me dijo que trataría de hacer entender a Esthepanie. No contaba con eso, pero saber que ella lo intentaría mientras yo estaba ahí dentro me hacía sentir bien.

—Espero que hayas tenido algo de acción antes de venir aquí, niño, porque si no te gusta la compañía de otros hombres, vas a pasar una vida completa siendo miserable. He visto cientos de hombres volverse locos por eso.

—Visitas conyugales dos veces a la semana son parte de esos tratos cortesía de Edward. No creo tener que preocuparme por eso.

—Bueno,en ese caso eres un bastardo con suerte.

No, no lo era. Nisiquiera utilizaría ese maldito lujo. No quería tener nada con nadie más que no fuera Esthepanie, dudaba mucho que ella quisiera visitarme para mantener mi libido vivo. Iba ser un bastardo con un brazo más musculoso que el otro y nadie podría evitarlo.

No era un cuarto muy lujoso, pero estaba más que bien para un mes o dos. Era amplio, con paredes blancas repletas de fotos de mujeres desnudas y de mi tía Gabriela, una combinación algo escalofriante para mí. Tenía una pantalla plana frente a la cama matrimonial con un viejo xbox debajo, junto con un montón de cajas verdes por ahí. Un mueble con varios libros e incluso una pequeña nevera con una mesa al lado. Fabriczio se despidió cerrando la puerta, tenía un seguro, pero no me quejaba, de todos modos no querría salir de ahí. Me acerqué a la mesa, abrí una caja grande de madera, estaba llena de los puros colombianos favoritos de mi tío. La nevera no tenía nada, pero a un lado habían varias botellas de vino y whisky.

Nada mal para ser una cárcel.

***********

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro