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18

Narra Gustavo

—Entra. —Le dije abriendo la puerta de la habitación.

—¿Que haremos? —preguntó, tirándose sobre mí.

—Yo, cuidarte. Tú, comer y tomar mucha agua. —Le dije yendo en busca de algo de comer.

—No, mejor vayamos a la cama —dijo detrás de mí.

—Esta bien, pero come esto primero. —Le di un pan y un vaso de agua.

—No quiero. —Lo miró asqueada, pero después aceptó y se lo comió—. Ahora sí, vamos.

Nos dirigimos a la cama, ella me empujo y caí de espaldas. Comenzó a quitarse el vestido para quedar en ropa interior y luego lanzarse hacia mí.

La deseaba demasiado, pero no quería, o mejor dicho, no debería hacer nada con ella estando en este estado.

—No Esthep, para —dije sentándome y poniéndola a un lado en la cama.

—¿Por que? —Se sentó sobre mí a horcajadas dándome besos en el cuello.

—Porque... Porque no estaría bien. —Tengo que admitir que estaba comenzando a ponerme los pelos de punta.

—Pero yo quiero hacerlo. —Continuó su camino de besos desde el cuello hasta mi pecho.

—Está bien —dije, la verdad es que yo si quería y ella no iba a quedarse tranquila—. Pero con una condición.

—Siempre hay un pero. —Puso los ojos en blanco—. ¿Cuál?

—Tienes que tomar mas agua y comer otro pan. —La tomé de la cara para poder mirarla.

—Vale.

Se bajó de mi regazo y yo fui en busca de la comida antes de que se arrepintiera.

—Ten —dije entregándole un vaso de agua y otro pan.

Luego de que se comió el pan, se puso a horcajadas sobre mi. Y sinceramente yo no me pude controlar más.

Acaricie su mejilla, comencé a besar su cuello; toqué su cadera con mis manos mientras iba besando su cuello y parte de su hombro; comencé a subir mí mano izquierda rozando todo su abdomen hasta llegar a su espalda, ella se pegó a mí, acarició mi pecho, yo solo le sonreí; le dije que se recostara, mí mirada bajo a sus pechos, los acaricie lentamente, presione con mis dedos en sus pezones por lo que ella lanzó un gemido, se arqueo hacia mí, de a poco fui acercando mi boca a su pezón, cubriéndolo, lamiendo para hacerla gemir, mucho, pase de un pecho al otro repitiendo la misma acción; fui bajando lentamente, recorriendo su cuerpo, haciéndola estremecer; le di un beso a su ombligo, luego separé sus piernas, la miré, nuestras miradas se conectaron y la verdad sentí una gran confianza hacia ella.

Comencé a besar la cara interna de su muslo, pasando la lengua, hasta que me encontré con su entrada, pase mi dedo por ahí, haciéndola gemir alto a lo que le respondí sonriendo, separé los labios de su sexo presionando un dedo sobre su clítoris, otro gemido más alto, de a poco fui acercando mi boca y cuando la bese ahí soltó un sollozo, luego con mi lengua comencé a juguetear con su clítoris, haciéndola gritar, introduje un dedo moviendolo poco a poco, hacia círculos con mi lengua alrededor de su clítoris, luego lo presionaba, pude sentir como todos sus músculos se tensaron, como empuñaba la sábana, haciéndome saber que había llegado al clímax.

Fui a buscar un condón, a deshacerme de mi pantalón  y regresé. Cuando terminó su viaje de placer me puse sobre ella y la mire a los ojos que por un momento cerró.

—Esthepanie mírame. —Abrió los ojos y me conecte con su mirada; comencé a penetrarla poco a poco, vi que una lágrima rodó por su mejilla, la besé haciendo que la lágrima desapareciera—. Discúlpame amor, el dolor ya pasará.

Bese su cuello, intentando que el dolor terminara, luego pasé a sus pechos.

Mis embestidas fueron aumentando, haciéndola gritar de placer, se movía, gritaba, gemía; levanto sus caderas un poco, para que la penetración fuese más profunda.

—Me vas a volver loco —gruñi y comencé a penetrarla más rápido, pero sin dejar que nuestras miradas se separaran; sus ojos ahora con una gran brillo de lujuria en ellos, eran hermosos.

Una de mis manos comenzó a jugar con su pezón, mientras chupaba el otro, sentía que estaba cerca, podía sentir como se acercaba el tan apreciado orgasmo y al parecer Esthep estaba también cerca del suyo; junto su mano con la mía, me beso con un enorme cariño; sentí mí cuerpo explotar, también el de ella.

Me separé lentamente y la acune entre mis brazos.

—Esthep —dije suavemente.

—¿Si?

—Gracias por dejarme ser el primero.

—Gracias por ser tan lindo conmigo. —Y con eso cerró sus ojos.

—Cómo te quiero, mi pequeña —dije, pero ya estaba dormida.

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