Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15

Narra Gustavo

—Esthep, despierta. —La moví suavemente.

—¿Que ocurre? —preguntó algo adormilada aún con los ojos entreabiertos.

Nunca se lo digo, pero es hermosa recién despierta.

—Ya debemos irnos.

—Vale, me baño y podemos marcharnos. —Se levantó de la cama y tomó la toalla.

Me senté a esperar que se duchara, pero pasaron alrededor de 30 minutos y aún no estaba lista, debíamos salir de aquí lo más pronto posible.

—Hey, date prisa. —Le di un golpesito a la puerta.

—Espera que ya casi termino. —gritó.

10 minutos más tarde por fin escuché la puerta abrirse.

—Era justicia mujer.

—Venga ya, tampoco tarde tanto.

—¿40 minutos te parece poco?

—Ya pues, vámonos —dijo riendo y saliendo de la habitación, yo la seguí.

Mientras íbamos de camino a la entrada estaba observando lo hermosa que era y además me di cuenta de una cosa, que hermosas nalgas se gasta. Bueno, a parte de eso noté otra cosa.

—¿Esa no es la ropa que llevabas puesta ayer? —pregunté confundido.

—Sí.

—¿Y por qué esta limpia?

—Porqué la lave, obviamente.

—Que humorsito tienes.

No dijo nada y sólo salió de la casa en dirección al auto. No sé que cuál es peor, la Esthepanie que hace demasiadas preguntas o está que siempre es cortante.

Cerré la puerta y me dirigí al auto en el que imaginé ya Esthep se habría subido porqué no la veía.

—¿Lista? —Mientras encendía el auto.

—Supongo.

(...)

Faltaban aproximadamente unos 40 minutos para llegar a casa cuando noté que un auto tenía ya un rato siguiendonos. Diablos.

—Esthep te diré algo, pero no te alteres —dije intentando no alarmarla.

—¿Que sucede?

—Creo que nos están siguiendo.

—¿De nuevo? Lo que faltaba. — Me miró —. ¿Que haremos? —habló sin titubeo y eso me sorprendió.

—Ahm, ya verás.

Acelere el auto a gran velocidad , había tres opciones; la primera morir en un accidente automovilístico a causa de la velocidad a la que iba, la segunda seria morir asesinados por quiénes nos estaban siguiendo y la tercera salvarnos.

—¿¡Gustavo que te ocurre!? ¿¡Quieres matarnos!? —gritó asustada.

—Tranquila, yo sé lo que hago —dije sin quitar la mirada del camino. Realmente no sabía que estaba haciendo, pero era la única posibilidad que teníamos.

Seguía gritandome como loca cuando escuchamos un estallido en la parte trasera del auto.

—Demonios, fue el neumático. —Miré a Esthep.

—¿Que haremos ahora?

—Detenernos.

—Estás loco de atar, si hacemos eso van a matarnos —chillo pasándose las manos por la cara con frustración.

—Yo se lo que hago Esthep.

—Decir "yo se lo que hago" es lo único que realmente sabes hacer. —Me miró mal.

—Vale, ¿Tienes algún otro plan? —pregunté exasperado.

—No.

—Lo imaginé. —Me detuve.

Me bajé del auto con el arma en mano esperando a que ellos pararan.

—¿Que quieren? —pregunté al ver a uno de los tipos bajarse del auto.

—A ella —dice señalando él auto con la pistola.

—De ninguna jodida manera, vas a tener que matarme primero. —Contesté mientras me ponía frente a él.

—Eso lo veremos. —Puso su arma en mi cabeza y los otros 3 tipos que no sé de dónde salieron me apuntaron, uno de ellos fue hacia Esthep.

—¿Por qué la quieren?

—Eso deberías preguntárselo al señor Ferrer, Sabino.

—¿Qué?

—Él nos mando. —Le hizo señas al tipo que venía con mi chica.

—Gustavo, ¿Que ocurre? —habló Esthepanie con la mirada puesta en el hombre que esta frente a mi.

—Deberías preguntárselo a tu padre.

—¿Qué? —murmuró mirándome.

—Fue él.

—No puede ser. —Bajó la mirada con los ojos llorosos.

—Tranquila bonita, no es lo que están pensando. —Pasó su mano por la cara a Esthep—. Ahora suban.

—No la toques. —Gruñi.

—Primero dime que demonios quiere mi padre con todo esto. —Replicó ella.

—Eso se los explicara él —dijo para luego empujarla hacia el auto al igual que a mi.

—Eh, yo puedo solo. —Masculle mirándolo mal.

Nos subimos al auto y esperamos llegar a dónde fuera que nos llevaran para ver con que sorpresita nos íbamos a topar ahora. Tuve que dejar mi auto allí tirado, bueno, ya compraré otro.

(...)

—Papá, ¿puedes explicarme que está pasando? —habló molesta y cerró la puerta de la casa de un azote.

—Hija, tenían la casa vigilada no podía esperar que llegaran hasta allá.

—Espere... ¿Y mi familia? —Interrumpí.

—Ellos están a salvo, fueron a otra casa que tiene tu padre. —Me miró Ferrer.

—Bien.

—Como te seguía diciendo Esthepanie, tenía que protegerlos.

—¿Y no podías solo decírselo a Gustavo? No, tenías que mandar a esa gente. —Ya estaba estresada. Y aún así se veía hermosa.

—No, de este modo era más seguro.

—Si claro —murmuró abriendo la puerta para salir.

—¿A donde vas Esthepanie Valeria? No he terminado de hablar con ustedes. —gritó Ferrer ya molesto levantándose de golpe.

—No quiero estar aquí, estoy harta de todo esto —sollozó sin poder contener las lágrimas. Yo fui hacia ella y la abracé.

Es que la entiendo completamente, su vida se ha vuelto nada en cuestión de días.

—Hija, yo entiendo que estés triste y quizás algo frustrada —dijo Ferrer ya mas calmado—. Pero necesito de tu ayuda.

—Si eso va ayudar a que todo esto termine, entonces estoy dispuesta.—Se apartó de mi y seco su cara— ¿Que necesitas?

—Al parecer están recibiendo una droga nueva, que aumenta el deseo sexual al ingerirla. Estarán esta noche en una disco a unos 20 minutos de aquí, quiero que vayan y me consigan un poco de ella.

—¿Como luce? —pregunté.

—Es rosa, son píldoras.

—Vale. —Fue lo único que salió de Esthep— ¿Ahora a dónde iremos?

—Pueden quedarse en un hotel mientras arreglo lo que ocurre en casa de los Sabino.

—Bien, Gustavo vámonos.

—Sabino, ten. —Me detuvo Ferrer entregándome la tarjeta de la habitación de un hotel—. Cuida a mi hija con tu vida.

—Así será, ¿como haremos para irnos? No tengo auto.

—Toma —Me entregó las llaves de uno —. Es el negro que está fuera.

—Bien.

(...)

—¿Aquí viviremos? —preguntó Esthep mirando la habitación que la verdad era muy lujosa.

—Por ahora. —Me senté en la cama.

—Es muy bonito. —Me miró—. Quiero darme una ducha, ¿hay ropa allí? —Señaló el armario.

—Revisa.

—Sí, hay mucha en realidad —dijo abriendo las puertas del armario.

—Vale.

—¿Que te ocurre? —Me miró confusa.

—Nada.

—Bien. —Tomó una toalla—. Voy a ducharme.

—Vale.

Y se fue al baño. La verdad no sé por qué la trato así. Soy un idiota, ella no tiene culpa de todo lo que está pasando.

***********

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro