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10

Narra Gustavo

No podía dormir. Me movía de un lado a otro, ya ella se había dormido, y se veía preciosa hasta dormida.

Salí de la tienda dejándola dormida, decidí acostarme en el césped que estaba cerca del lago, todo estaba claro gracias a la luz de la luna que me dejaba admirar un paisaje nocturno hermoso. La verdad a pesar de que no me gustan estos paseos y aunque me cueste bastante aceptarlo, el hecho de que esté con ella lo hace perfecto. Somos tan diferentes, ella es tan tierna y tan inocente, y yo he hecho tantas cosas manchadas en sangre, cosas realmente malas. Pero lo que nos une es eso, somos muy distintos, pero necesitamos tanto el uno del otro.

—¿Que haces aquí fuera? —preguntó alguien sobresaltándome. Esa vocecilla yo la conocía perfectamente, era Esthep.

—Nada, es solo que no tenía sueño. —La miré mientras se ponía frente a mí.

—¿Puedo acostarme contigo?

—Uy, todas las veces que quieras. —Levanté una ceja con picardía.

—Ay pervertido, hablo de tumbarme contigo en el césped. —Comenzó a reírse con cara de "No tienes remedio". Y tenía razón.

—Claro, recuéstate. —Puse mi brazo para que apoyara allí su cabeza.

Ella lo hizo y nos quedamos en silencio, pero un silencio cómodo, de esos en los que sientes que todo esta bien, que no se necesitan las palabras.

—¿En que piensas? —Rompió el silencio.

—En que no sé si quieras verme, cuando sepas todo lo que he hecho. —murmure mirando el cielo.

—Quizás hayas hecho muchas cosas malas, pero en éste corto tiempo yo conocía al Gustavo real, el amoroso, el que tiene miedo en las noches porque las sombras de la sangre que se ha derramado lo persigue. Querré al otro Gustavo tanto como quiero a este. —Me miró a los ojos.

—¿Puedo contarte algo?

—Si claro.

—Pero prométeme que no cambiaras tu manera de verme, al menos no tanto. —Al final, si me importaba lo que ella pensara de mi.

—Está bien —dijo con algo de preocupación en su mirada.

—Yo he estado en este mundo desde que tengo 14. Al nacer en una familia así, si eres hombre eres matón y si eres niña, tienen que cuidarte debido que serás el punto rojo, por el que siempre van a ir. —La miré y no tenía expresión alguna, estaba concentrada escuchándome—. Esa es la razón por la que tú padre, mi familia y yo te cuidamos tanto. —Sonreí—. Desde esa edad he hecho muchas cosas, he tenido que repartir droga, escapar de la policía unas cuentas veces, de hecho mi padre y el tuyo le pagan a la policía para que no nos molesten, pero he hecho cosas mucho peores.

—¿Que cosas?

—¿Cumplirás la promesa? —pregunté de nuevo.

—Sí, lo prometo.

—Una vez, a los 16. Mis hermanos capturaron a un tipo, había intentado pasarse de listo. Lo torturaron durante días, tanto que el hombre pedía que lo matarán, un día mi padre me dijo que debía ir con mis hermanos que ya era hora de dar el siguiente paso, yo no entendía porque mi trabajo no pasaba de repartir droga. —La miré y continué—. Cuándo llegamos al sitio que era como una bodega muy oscura, el tipo éste estaba sentado en el medio y mis hermanos me dieron un arma y me dijeron que le disparara en la cabeza, como si eso fuera tan fácil. Yo no quería, pero según ellos debía hacerlo, así que puse el arma en la cabeza del hombre, justo en medio de sus cejas. Pero su mirada de dolor, no podía, no quería matar a alguien, así que solo cerré mis ojos y hale el gatillo. —La miré y pude notar su mirada pérdida, quisiera saber que piensa de mi en estos momentos—. Y he hecho esto otras tantas veces, y por eso mis pesadillas. Veo las miradas tristes de estas personas y me siento tan mal. Yo no había dormido por una semana antes de que tu llegaras, ese día fue el primer día en una semana que yo pude cerrar mis ojos y poder abrirlos al amanecer.

—Woo, yo... no sé que decir. —Me miró un momento y luego volvió su mirada al cielo.

—Entiendo, es demasiado para alguien como tú —murmuré acariciándole el cabello.

—Solo sé que si cumpliré mi promesa. —Me miró con una sonrisa débil—. Solo me cuesta entender que hayas hecho todo eso —dijo haciendo una extraña mueca.

—¿Quieres dormir? —pregunté, para cambiar el tema que claramente le incomodaba un poco.

—Sí, ya tengo algo de sueño.

—Vale.

Entramos a las tienda y ya eran las 2 am, mañana espero que aún quiera pasar estos días conmigo.

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