07
Narra Gustavo
Me despertaron los rayos del sol en la cara. Iba a levantarme a cerrar la bendita ventana cuando me percaté que tenía a alguien recostada en mi pecho, y que había olvidado que está no era mi habitación, de ser así esa jodida ventana no estaría abierta.
—Buenos días —le dije a Esthep que estaba mirándome.
—Buenos días gus gus —respondió con tono dulce y una sonrisa.
—¿Nunca vas a dejar de decirme así?
—No gus gus. —Y se echó a reír.
—Venga ya. —Gruñi poniendo mala cara.
—Uy, que humor tiene el niño.
—Ahm... esthep te quería preguntar algo. —Me pasé las manos por el cabello.
—¿Dime?
—¿Quieres almorzar conmigo? —pregunté con voz titubeante, que patético me veía—. A modo de disculpa por como te trate ayer...
—Yo, oh, claro. —respondió nerviosa y con una sonrisa.
—Ve a alistarte entonces.
—Está bien. —Se levantó y se fue a su habitación.
En realidad eso lo pensé hace unos minutos pero igual se lo merecía por como la había tratado, no es su culpa que yo soy un bruto bipolar, además, sí admito que quiero pasar tiempo con ella.
Fui a bañarme y cepillarme los dientes ya que lucía fatal, que vergüenza que me viera así. En cambio ella hasta recién despierta y toda despeinada es linda.
Salí de mi habitación luego de cambiarme de ropa, y joder.
—Estoy lista —dijo. Llevaba puesto un vestido de flores más arriba de la rodilla, unas sandalias color marrón y en el cabello unas ondas que la hacían ver jodidamente sexy; aparte su maquillaje era tan natural que sólo resaltaba su belleza.
—Uy, la chica se puso linda. —Bromee para molestarla.
—Cállate idiota, tú también estas bonito.
—Claro, siempre lo estoy. —Reí—. Vamos que se nos hace tarde.
Bajamos y nos despedimos de mi madre, la cuál nos abrazó y dijo que nos cuidáramos.
—¡Gustavo! —gritó desde la cocina, cuando ya íbamos de salida.
—Ya vuelvo Esthep.
Fui a la cocina a ver que necesitaba mi madre.
—Cuídala mucho, ya sabes lo que dijo el señor Ferrer. —Mencionó advirtiendo.
—Si mamá, voy preparado de todos modos. —Le mostré el arma debajo de mi camisa.
—Ten cuidado.
—Adiós mamá.
Volví a la puerta con Esthep, ella estaba impaciente.
—Ya podemos irnos. —Le dije con una sonrisa.
—¿Que te dijo tu mamá?
—Que la ayudara a bajar algo en la cocina, ya sabes que no es muy alta. —Mentí. No podía decirle "Sólo me pidió que te cuidara porque quieren matarte por ser hija del contrabandista de droga más rico del país".
—Ah, bueno está bien.
—Vamos.
(...)
Al llegar al Trattoria Vecchia Roma, uno de los mejores restaurantes de la ciudad, aparcamos y fuimos dentro del establecimiento. Ya había hecho una reservación así que solo le dije al tipo de la entrada y este nos guió a nuestra mesa.
—¿Que desean ordenar? —preguntó el mesonero.
—Yo un Carpaccio —respondí— ¿Y tú que quieres Esthep?
—Lasaña.
Terminamos de ordenar pidiendo unos batidos y el mesonero se fue con nuestra orden.
—¿Puedes decirme como es el Carpaccio? He escuchado de él pero nada más.
—El Carpaccio es un plato elaborado a base de láminas muy finas de carne cruda, aderezadas con aceite de oliva, sal, zumo de limón y otros condimentos. También, suele ser acompañado de lascas de queso parmesano. —Leí lo que decía en mi búsqueda de google para explicarle más claramente.
—Oh, que extraño suena eso, pero seguro que sabe muy bien. —Sonrió.
Como en 10 minutos llego el mesonero con nuestros platillos.
—Muchas gracias —dijo ella, ya que yo no lo hice. El mesonero solo asintió y se retiró.
Estábamos comiendo agradablemente entre risas y chistes cuando noté algo extraño, habían unos tipos del otro lado del restaurante mirándonos mucho, y pude notar que llevaban armas. Esto estaba mal y si no salía de aquí rápido, terminaría peor.
—Esthep,debemos irnos—comenté inquieto.
—Pero, ¿por qué? —Me miró confundida.
—Luego te explicaré, vamos —le dije sacando el dinero para pagar la cuenta y dejándolo sobre la mesa mientras me ponía de pie.
—Ahm... bueno —contestó extrañada y se puso de pie.
Me giré con disimulo para ver a los tipos notando que eran 3, joder.
Íbamos saliendo cuando escucho que una mesa cae, me volteo rápidamente, y veo que nuestros amigos nos comenzaron a perseguir.
—¡Corre! —le grito a Esthep, si le pasa algo me van a matar a mi y a toda mi familia. Ella estaba desconcertada, pero igual hizo lo que le pedí y corrió hacía el auto.
Cuando me di vuelta ya los tipos estaban más cerca así que me toco dispararles, le di a uno, entre las cejas, un disparo limpio y preciso. Salí corriendo para ir al auto junto a Esthep.
—¿¡Puedes decirme que demonios pasa!? —gritó alarmada y un poco en shock cuando me vio con el arma en la mano.
—Luego te lo explicaré, ahora quiero que te calmes. —Encendí el auto y salí de ese lugar a toda marcha.
—Ohhh por Dios —gritó Esthep casi que llorando.
—Tranquilízate. —Ordené un poco molesto. Ya tengo suficiente con que unos tipos nos quieran matar, y ella no ayuda poniéndose de esa manera, respire fuertemente intentando entender que esto era algo nuevo para ella—. ¿Qué pasa?
—Nos están siguiendo. —Anunció con pánico, apretando el asiento con todas sus fuerzas—. Creo que vamos a morir.
Me acomode en el asiento, voltee hacia atrás y pude ver el carro de los tipos que apareció detrás de nosotros.
—Tiene un arma —lloró, y empezó a respirar con dificultad.
—No vamos a morir. —La regañe y respire profundamente, acelerando el auto y entrando a una calle más pequeña que la otra, por dónde sólo cabía un auto y las banquetas, llenas de gente, eran muy angostas. Estúpida ciudad pequeña.
—Toma ésta y dispárale. —Le ordene sacando un arma que estaba debajo de mi asiento. Me miro desconcertada como si no supiera que hacer, bueno, en realidad no lo sabía—. Por la ventana.
—¿Acaso sabes que no tengo ni el mínimo requerido de puntería? ¿Cómo fue que terminé en una situación así? Yo debería estar en mi casa, tranquila, no siendo perseguida ni disparándole a nadie. Es la última vez que acepto una cita contigo —me habló molesta y nerviosa.
Tardo como 20 minutos en la ventana, yo solo escuchaba los disparos, pero no sabía si les había dado.
—Tengo una buena y una mala noticia. —Habló volviéndose al asiento—. La buena es que logré darle en un brazo al que estaba disparando, la mala es que se me cayó el arma.
Respire con frustración.
—¿Mataste a alguien?
—No, pero se quedaron parados unos minutos —dijo, como si eso nos sirviera de mucha ayuda.
Voltee y efectivamente se habían detenido. Minutos después logramos perder a los tipos he íbamos camino a casa.
—¿Ahora si quieres explicarme qué demonios fue eso? ¿por que tienes armas? —preguntó frustrada llevándose las manos a la cara.
—Espera que llegamos a casa y te explicaré todo.
**********************
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro