Al llegar a la casa del socio de mi padre, tengo que admitir que me sorprendí al ver la gran construcción que estaba frente a mis ojos.

—¿Esto es una casa, o un puto palacio? —Era hermosa, los padres de Gustavo sí que tenían dinero.

—Pensé que era el único que decía eso. —Se echó a reír.

—Caramba y yo que decía que mi casa era muy lujosa, pero la tuya le ganó.

—Entremos de una vez.

Al entrar quedé aún más sorprendida, esa casa era como la del presidente en "Ataque a la casa Blanca". Me pregunto qué tanto dinero podría tener alguien como para comprar una casa de estas.

—Gus, tu papá o es matón o vende droga, tiene dinero hasta para usarlo de papel higiénico. —Me volteé hacia él ya que aún seguía en la puerta metiendo nuestras cosas.

—No Esthep. —Puso mala cara—. Sólo es un buen empresario, tanto como tu padre.

—Uy que humor, solo bromeaba, ¿Puedes decirme dónde está mi habitación? Estoy agotada y quisiera ducharme para descansar.

—Sí claro, sígueme —me ordenó.

Lo seguí por la inmensa casa hasta las escaleras, al estar arriba noté que esta casa tenía demasiadas habitaciones para las pocas personas que vivían aquí. Caminamos por el pasillo hasta que llegamos a la habitación que imagine era la mía.

—Es ésta.

—Muchas gracias, buenas noches Gus. —Le di un beso en la mejilla y abrí la puerta de la que ahora sería mi habitación.

—A tu orden Esthep. —Sonrió.

Entre a mi habitación, puse mis maletas a un lado de la cama y saque una pijama para darme una ducha y dormir, mañana sería un largo día.

(…)

"¡No! yo no le hice nada" me despertaron unos gritos, me levanté sobresaltada y prendí la lámpara para ir a ver qué pasaba. Al salir todo estaba oscuro, solo se veía una luz proveniente de la habitación de Gustavo, del mismo lugar de dónde venían los gritos. Abrí su puerta lentamente, lo encontré acostado en su cama pero moviéndose mucho y gritando cosas sin sentido. Me acerque a él y me senté al otro lado de la cama pasando mi mano suavemente por su cara.

—Gus, despierta —le hablé en un tono dulce y bajo.

—No... No es mi culpa —murmuro despertando sobresaltado. Al verme y al sentir mi mano se calmó, se sentó y se acercó a mi— ¿Te desperté? —me preguntó apenado y con una sonrisa débil.

—Sí. —Sonreí—. Pero tranquilo, ¿que estabas soñando?

—Esthep, es que ahm... no puedo decirte. —Bajó la cara.

—Ahm... bueno ya que estas más calmado, iré a dormir, ya son como las 4 de la mañana. Buenas noches Gustavo, estaré en la habitación de al lado por si necesitas algo —dije un poco incomoda y poniéndome de pie.

—No, espera. —Sentí su agarre en mi muñeca—. Quédate otro rato , ¿sí? —preguntó sonriendo y mirándome a los ojos.

—Bien —contesté—. Hazme espacio para sentarme.

—Vale, ven—murmuró pegando su espalda a la pared, y mirando hacia la puerta como si quisiera evitar mirarme.

Narra Gustavo

Esa fue la primera noche en mucho tiempo que pase sin recuerdos atormentando mi cabeza. En su lugar estuve con esa hermosa chica platicando hasta que el sol salió, y entonces de repente, me sentí totalmente bien, como si mis problemas no existieran. Platicamos de todo lo que platicas con alguien cuando recién empiezas a conocer a esa persona profundamente, no nos quedamos sin temas de conversación esa noche.

Esthep me hizo hablarle de todos mis hermanos, y se sorprendió cuando le dije que solía tener cuatro hermanos en lugar de dos. Me sorprendió que no dijera algo típico como: "¿tus padres no tenían televisión o qué?" En su lugar ella me preguntó qué pasó con ellos. Le dije que iban juntos en un auto y tuvieron un accidente.

Pero no fue así. Ellos iban juntos en un auto, pero amarrados en la parte de atrás, fueron trasladados a un almacén donde los torturaron de una manera que me era familiar y luego quemaron el lugar con sus cuerpos dentro. Lo sé porque las personas que les hicieron eso tomaron vídeo de cada segundo y se encargaron de enviarlo a cada noticiero amarillista de Inglaterra. Yo era pequeño cuando eso sucedió, así que no pude ver el vídeo hasta años después, y aun así dolió como si yo mismo estuviera sintiendo todo lo que les hicieron.

—No los recuerdo mucho, pero me duele cuando pienso en ellos —hablé.

Era sorprendente lo bien que se sentía poder abrirte con alguien, poder decir lo que realmente quieres decir sin preocuparte por nada, me sentí tan cómodo con ella que hasta le pedí su número y cabe destacar que no había muchos contactos agendados en mi celular, sólo personas importantes. Esthep se acercó más a mí y recargó su cabeza en el hueco de mi cuello, llevó su mano a la mía, recargada en mi rodilla, y entrelazó sus dedos con los míos.

—Tenemos mucho en común, mucho más de lo que me hubiera imaginado en un principio. Pensamos del mismo modo a veces, los viajes... las muertes... no es que eso sea algo genial, pero me sorprende que ambos estemos tan familiarizados con eso. Creo que nos llevaremos muy bien, quizás hasta seamos buenos amigos.

—Sí, parece que somos muy parecidos en algunas cosas... pero a la vez somos realmente diferentes.

—Muy diferentes. —Estuvo de acuerdo.

Y luego ya no dijo nada por un largo tiempo, ni se movió. Pensé que se había quedado dormida y, con mucho cuidado, pasé mi brazo izquierdo por sus hombros, acaricié su brazo y traté de ponerla más cómoda contra mí, pero ella no estaba dormida. Levantó su cabeza rápidamente en el momento en que la apreté contra mí hasta que me miró a los ojos.

—Buenas noches Gus, ya es tarde, debo ir a descansar un poco —me dijo con una sonrisa que podía ver perfectamente a pesar de la poca luz que nos iluminaba mientras se ponía de pie.

—Buenas noches Esthep, gracias por escucharme. —Le di un beso en la mejilla y salió de mi habitación.
Fue una de mis mejores noches sin duda alguna.