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Capítulo {5}:

Diago Charlot:

La nueva literaria...

—¿Vieron a la nueva teacher de Literatura?— cuestiona Kim frente a mí.

—No, pero dicen que es una presidiaria— responde Michel.

—¿Presidiaria?.

—Sí, esas que salen de la cárcel- explica.

—No se dice así tonto.

—¿Entonces cómo sabionda?.

—Existen diferentes maneras como presas, reclusas, excarceladas, eso de presidaria es usado comúnmente para los soldados o personas que pagan varios delitos y no es recomendable decirlo en ese contexto para no confundir significados.

A veces Kimberly me sorprende, no sé cómo hay personas que pueden retener tanto contenido.

Ah, espera, yo soy una.

—Como sea "sabe más que yo".

—¿Y tú Diago?.

—¿Yo qué?— le pregunto, la verdad es que no prestaba mucha atención, mi mente estaba en otra dimensión.

—Si sabes algo de la nueva profesora— aclara mi mejor amigo.

Dejaría de ser Diago si no llego a saber de la nueva profe antes de todos, aunque ayer en mi travesía por querer saber, el profesor Leonel me atrapó infraganti.

—Ah sí, claro que sé— me acomodo en mi asiento mientras juego con el lápiz.

—Entonces qué esperas para hablar— insiste Kimberly —anda, comparte lo que sabes.

Estamos en el salón de clases, es lunes, odio los lunes, porque eso implica escuela y tener que soportar a todos los profesores hipócritas de aquí.

Son apenas las 7:50 am, primer día y la tal Belén esa llegando tarde.

—Diago— me llama Michel sacándome de mi ensimismamiento.

—Sí, bueno, la nueva pro...

No puedo terminar la frase porque siento tacones a mis espaldas, se hace un silencio repentino y todos nos volteamos para encontrarnos con ella, la mismísima Belén, en carne y hueso, mejor que en fotos.

En verdad es linda, su cabello recogido en una cola desordenada, es de un rojo vino, (me pregunto si es natural o teñido), también es rizo por completo y creo que no se peinó. Tiene una nariz pequeña pero cómica y diría que un poco sexy, sus labios, prominentes y carnosos de un rosa claro, donde no hay necesidad de usar labial.

Su cuerpo no es llamativo ni exuberante pero bien formado, llevaba una falda de esas que van a mitad de estómago, de las que se pone mi madre, de color negro, igual que la camisa de mangas largas, parecida a las que usa la secretaria de mi padre, maldita secretaria, la odio, a ella y a mi padre.

Volviendo al tema, sus tacones eran de un gris opaco.

—Buenos días— saluda.

Hasta su voz es sexy, y esa postura, dios, creo que me enamoré de mi profesora de Literatura el primer día, pero eso no quita el que haya estado en prisión.

—He dicho buenos días—  repite.

Estaba tan ido detallándola que no me di cuenta de que nadie había respondido.

La cuestión es que decidimos hacerle la vida imposible a todos los profesores de acá, exceptuando a la directora y a Éricka, la profe de Biología, los demás son unos lameculos por así decirlo, siempre están del lado más fácil de solucionar y pensando en ellos mismos.

Me detengo a observar su rostro, me asombra el color de sus ojos, de un gris claro, tan claro que llegan a transparente, ¿Habrá salido de los animados esos que ve mi hermana? Que se llaman Barbie.

Moja sus labios —Por lo visto hemos empezado mal— dice con la vista en el suelo, hace una pausa —hagamos algo— vuelve a mirarnos —yo, voy a tomar mis cosas— recoge el bolso que ha colocado en la mesa —voy a volver a salir— camina hacia la puerta —y cuando entre hacemos de cuenta que nada pasó ¿ok?— esa interrogante la hace con voz firme, tanto que me dio miedo, luego sale.

Yo niego con la cabeza mostrando una sonrisa de lado, esta es otra creída, me divertiré bastante mientras acabo con su existencia.

—¿Viste que linda es?— susurra Michel a mi lado.

—Y también parece ser de esas que se creen superiores como la odiosa de Bianca, cínica— dice Kimberly con el mismo ruido remiso de Michel, su voz destilando rabia.

Toda la clase se vuelve un murmullo, por lo visto la profe cogió miedo porque ha tardado bastante en volver, ya lo esperaba.

—Buenos días queridos— canturrea, ahí está, ¿A qué se debe esa emoción repentina en su voz?

Responden de mala gana pero ella no hace énfasis en eso.

Seep, definitivamente mi nueva profe de Literatura se pasó de hermosa.

Aparte de su bolso lleva un frasco que no había visto antes ¿un frasco? No puedo divisar lo que trae dentro, de seguro es una bomba o un gas tóxico.

Psst, mira que digo idiote...

—¡Una araña!— grita Edith, no, no es ninguna de mis dos opciones.

Pero hice el intento de adivinar ¿no?

Todo el mundo se pone en estado de alerta girando la vista hacia el frasco.

—Tranquilos que es inofensiva— aclara mientras destapa el frasco.

¿Inofensiva? Ningún arácnido para mí es inofensivo y más las arañas.

—Es una araña peluda, del latín aranea— comienza a explicar Yusdailis, mira que esta chica habla en el momento menos necesario, ¿quién le pidió explicación? —conocida por ese nombre en países como Colombia, Cuba y México, vive en cuevas excavadas y cuya picadura dicen ser venenosa—  continúa, vieron, lo dije, es completamente dañina —aunque esta araña pollito como también se le dice en países como Uruguay y Argentina, su ponzoña, contrariamente a lo que se cree, no suele causar accidentes serio— ok, me retracto.

—¿Ya terminaste?— pregunta Kim de mala gana.

Ella y Yusdailis se llevan bien pero hoy todos estamos a la defensiva, profe nueva, nuevas contiendas.

La profe se queda boquiabierta —Wow— dice al fin —buen desglose de información.

—Gracias— responde dando su mejor sonrisa.

Yudi es la única que se niega completamente a pelear con un profesor, así sea un patán... lo de ella son los libros y su lema es Paz y Amor.

—Bueno ya tenemos algo en común—  vuelve a decirle.

Ruedo los ojos —Tenía que haber sido la nerd— digo yo, ocasionando que la Yudi, como muchos le dicen me pusiera mala cara y atrayendo la atención de esa Belén.

Ella coge el frasco abierto, donde aún la araña no ha salido, lo cual me sorprende, y se acerca hasta mi mesa depositándolo frente a mí.

Trago seco —¿Y tú Diaguito? ¿Tienes algo interesante que decir?— pregunta en tono socarrón -¿O nos vas a hablar de cómo ser una nerd?.

Risitas, se sintieron risitas por toda el aula, esta mujer me las paga, acerca más el frasco a mí.

—¿Podría alejar...— digo con la voz entrecortada —alejar eso.

—¿Por qué?— cuestiona con burla —¿tienes miedo?.

Bueno, creo que me he hecho en los pantalones pero...

—No... solo que me da mala impresión, además, ¿Cómo sabe mi nombre?.

Ella sonríe y vuelve al frente del aula, que conste que ha dejado la araña en el mismo lugar dándole la posiblidad de salir.

Es una nazi.

—Bueno yo aquí me sé el nombre de todos— dice con voz firme —¿Por qué debería ser lo contrario?— comienza a caminar en el salón con las manos frente a ella haciendo gestos —y les advierto, en mis clases nadie— hace una pausa —asolutamente nadie se burla de los demás —se acerca a Yusdailis —si a ella le da la gana de investigar demás es su problema, y si ninguno acepta que sea una nerd, como dijo nuestro bello Diago— vuelve a pausar —pues es su problema, ¿o no saben el concepto de solidaridad y compañerismo en un aula?- puntualiza —¿entendido?- exclama, nadie responde —¡¿entendido?!— casi grita.

—Sí— responden enérgicos, yo me mantengo callado y bufo.

Ese es el típico discurso de todo nuevo profesor pero luego todas esas palabras se la pasan por el trasero, y si a mí me da la gana criticar a los demás, lo hago y ya.

¿Qué se cree esta?

—¿Algún problema Diago?— pregunta.

A pesar de sentirme intimidado por la araña, la cual Michel tampoco se atreve a tocar respondo:

—No profe, claro que no— me cruzo de brazos —aunque tengo una duda.

—Adelante— enseña una sonrisa de boca cerrada.

—¿Cómo una reclusa pudo venir a parar a un colegio como este? Estoy seguro de que todos aquí quieren saberlo.

Ella recuesta sus caderas de la mesa apoyando las manos sobre la misma —Pues... digamos que quieren que yo los entienda, al parecer ellos no lo hacen y con tan solo mirarlos me doy cuenta de que necesitan ser escuchados y bla, bla, bla— suspira dramáticamente —me vieron cara de psicología.

Todos ríen.

No está tan mal.

Se supone que estás de mi lado.

Pues ella me cae bien.

—¿Respondí tu duda Diago?.

No contesto, ella vuelve a acercarse a mi mesa para coger la araña, al fin puedo respirar mejor.

—A partir de hoy, esta— señala el frasco —será la mascota del aula, ¿Qué les parece?— ¿Acaso está loca? —y no, no estoy loca— creo que me leyó la mente, cosa imposible —solo que a veces hay que darle un toque de locura a las cosas y me encanta innovar.

—¿Y quién se cree para decidir aquí si tan solo eres una simple profesora?— pregunta Kimberly.

Belén coloca el frasco en un estante cerca de las ventanas y se dirige a Kim.

—Kim, Kimberly— deletrea su nombre —es verdad, aún no me he presentado—  retoma su caminata por el aula —yo soy Alexia Belén, reclusa como ya saben con 17 años de condena cumplidos ¿Por qué? Quizás luego les responda eso, y— pausa, mira que a esta mujer le gustan las pausas —voy a ser aparte de su profesora de Literatura, su guía escolar.

—¿Qué?— interrogo sorprendido.

—Como oyes Diaguito— vuelve a enseñar esa estúpida sonrisa, voy a empezar a creer que ella la tiene cogida conmigo —pero no te preocupes, que no voy a intentar nada contigo, tú no me gustas— todos vuelven a reír.

Esto será para rato.

¿Por qué a ella?

¿Por qué tuvieron que ponerla a ella?

Si habían más opciones.

¡Joder! (...)

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Alexia Belén en multimedia"

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